29 septiembre, 2007

Miscelánea sabatina

No sólo hay guerra de banderas. Las banderas dan lugar también a escaramuzas protocolarias. En este proceso acelerado de medievalización y feudalización, lo propio será que dentro de poco cada señor vaya con su bandera particular y con sonido de fanfarrias. El protocolo tiene sus normas, unas muy asentadas en la tradición, otras aceleradamente dispuestas por trepas con cargo para diferenciarse de la gente del montón. Por eso en las Comunidades Autónomas, que no tienen tradiciones propias ni gaitas semejantes, han medrado los especialistas en protocolo, para que el trasmerano de turno que asciende directamente de la dehesa al sillón presidencial deje de sentirse simple gañán con bonoloto y comience a tenerse a sí mismo por un señor en toda regla.
Supongo que el protocolo real será de los que beben en costumbres antiguas, pero vaya usted a saber. Miren lo que pasa en Oviedo. El lunes próximo el Rey abre el curso universitario, pues se conmemoran los cuatrocientos años de la fundación de aquella querida Universidad por un inquisidor de los de antes, que casi eran mejores que los de ahora. Bien, pues resulta que por indicación de la Casa Real la autoridad académica ovetense ha procedido a retirar la bandera de la Unión Europea que, junto con la española y la asturiana, engalanaba el edificio histórico de la Universidad. La repondrán el martes, cuando el Rey y la Reina se hayan ido con la música a otra parte.
Rediez, en unos sitios queman banderas, en otros las quitan para que nos las quemen, en otros más las ponen porque están quemados, en Cataluña lo que queman, además, son los retratos del Rey, y en Oviedo hay que quitar la bandera europea porque llega el Rey en cuerpo mortal. ¿Alguien da más? En otro tiempo tal cantidad de señales con banderas sólo se hacían en los barcos, pero ahora nos embarcamos todos en semióticas de manicomio.
Banderas aparte, está muy simpático eso de que antes de que el Rey clausure el acto con su discurso, un catedrático de Biología Celular impartirá la lección inaugural sobre “Estrés y enfermedad”. Imagino a Sus Majestades poniendo el oído con cuidado, con lo que estresa el tener que buscarse la vida a ciertas edades.
Llueve sobre mojado en materia de troleros. Por cierto que el otro día vi a mi mentiroso compulsivo favorito a la hora del vino que siguió a la inauguración de curso en León. Iba en pos del Presidente de la Comunidad con la lengua fuera y cara de endilgarle una ocurrencia bien gorda. Tal vez él también vivió lo de las Torres Gemelas, de la misma manera que esa señora que viene hoy en todos los periódicos.
Vean lo que pasó. Una tal Alicia Esteve, más catalana que la butifarra, se montó la película de que había estado en el World Trade Center cuando lo del 11-S y que sobrevivió por los pelos y de milagro. Lo adornó contando que allí había perecido su novio, al que eligió, al parecer, de la lista de difuntos. Como es habitual en esa gente, fue aumentando el grosor de la bola y acabó la tal señora presidiendo una asociación de víctimas de aquella catástrofe llamada Red de Supervivientes del World Trade Center. De paso y para resultar más creíble, se cambió el nombre e hizo que la llamaran Tania Head.
Esto de los fabuladores con ínfulas debe de ser una epidemia que lo va invadiendo todo. El día que nos pongamos a investigar en serio se nos va a quedar cara de tontos al ver que, como mínimo, la cuarta parte de los personajes que se lo montan a base de bien en cargos y comisiones se inventan todo el currículum, los méritos y hasta los padecimientos. Por cierto, me recuerda esta historia aquella costumbre que tenía –y que supongo que seguirá teniendo- mi trolero favorito, de ir diciendo a todo el mundo que su mujer tenía cáncer y que estaba muy mal, la pobre. La mataba como mínimo una vez al mes. Y a algún hijo cada trimestre. Les pone cachondísimos el inventarse enfermedades y provocarnos la compasión más gilipollas del mundo. Otro día llegó él a mi despacho con un ojo morado y me dijo que tenía un gravísimo mal de la vista, que podía quedarse ciego y que lo debían operar en Barcelona la semana siguiente. Luego nos enteramos, por la chacha, de que lo único que había pasado es que un hijo suyo le había dado un pequeño golpe en el ojo, sin mayor importancia.
¿Y saben qué? La gran ventaja de estos enfermos es que no solemos atrevernos a echarles en cara sus mentiras y que les sonreímos conmiserativamente, mientras nos colocan mentiras, a cual más increíble. Y, mientras nosotros sonreímos y decimos aquello de bah, en el fondo no es mala gente, sólo un poco exagerado, se nos van subiendo a la chepa y van medrando. Porque el problema está en que cuando chupan la sangre de los ingenuos a éstos les da gustito. Por cierto, ¿habrá acabado el becario de mi trolero aquella tesis que estaba haciendo para el marido de aquella señora? Porque, sépase, a veces no es parasitismo, sino simbiosis.
Bueno, penúltima cosa para este sábado desordenado. Con ocasión del pasado post sobre “Ciudadanos”, me llega un correo en el que un lector togado opina lo siguiente:
"Muy bonita la equidistancia y realmente enternecedor eso de que se siente más europeo que español. ¿Hay realmente alguien en este mundo que se sienta europeo, salvo burócratas?
El autor del escrito se avergüenza de que no lo consideren lo suficientemente antiespañol, por eso da una de cal y otra de arena y habla de un pretendido "nacionalismo español" que no existe. Por otra parte, el bienamado Amado ¿sabe quién era Licinio de la Fuente o es que ha visto algún NO-DO de esos que trae "el Mundo"?
Ciudadano del mundo, dice, cosmopolita. Qué tierno. Que no haya fronteras. Hermoso. Estupendo. Ni unos ni otros. Eliminamos todo sentimiento nacional y se acaba el problema. ¿Cómo pretendería éste acabar con la gonorrea? ¿Cercenando qué?
Hay que ver lo cursis que se ponen algunos que no saben distinguir entre Nación y Estado. Debe ser una pandemia leonesa. Qué bien. ¿Por qué no cantamos "Imagine" y nos pasamos el canuto?
"
Al intermediario que me remitió tal comentario de un conocido suyo, le envié la siguiente respuesta:
"No me parece mal lo que dice, en absoluto. Los liberales somos así. Ahora bien, me dicen que está escorado a la derecha y me lo puedo creer porque lo afirman así quienes lo conocen, pero exactamente sus mismos argumentos y palabras los podría usar un "izquierdista" de ERC. Si uno u otro no explicitan qué concreta nación es la que los pone cachondos, sus ideas se confunden, y no porque las tengan confusas, sino porque son idénticas.
En cuanto a la imputación de equidistancia que me hace (por así decir), estoy acostumbrado. Puedo contestar mejor que nada con una pequeña fábula que suena a china. Érase un señor que tenía que esperar en una habitación grande. Se fue hacia un rincón para sentarse allí un rato, pero se encontró una gran cagada de vaca, fresca y maloliente. Así que caminó hacia el rincón opuesto, con tan mala suerte que en él fue a dar con una cagada de caballo, también reciente y apestosa. Huyendo de ambas fetideces, se sentó en el centro de la habitación. Unos criados que lo veían por una ventana comentaban: hay que ver qué afán de equidistancia tiene ese hombre. Y ya ves, lo suyo no era propiamente una pasión geométrica, sino reacción elemental al asco por lo que había en un rincón y en el opuesto.
Por otro lado, la equiparación entre nacionalismos y gonorrea me parece oportunísima, al menos como diagnóstico. Como terapia supongo que serán más convenientes la higiene y la profilaxis que la cirugía, pero nunca se sabe".
Por último, y para acabar. Gran escándalo porque han despedido a la Peri Rossi de una emisora catalana por no hablar en catalán. Lamentable, pero qué esperaba. El que con nacionalistas se acuesta… La buena señora ha colgado en su web un texto titulado "Persecución lingüística". Pinchen aquí para leerlo. Está muy enfadada y su escrito concluye así: "Los fascismos tienen algo en común: siempre son excluyentes. Excluyen por motivos ideológicos, de raza, de sexo…o de lengua. Y es paradójico que me ocurra a mi, Premio Ciudad de Barcelona de Poesía en 1992 por el libro que se titula precisamente Babel bárbara y donde se exalta la diversidad de lenguas, la Babel mítica. ¿Paradójico o síntoma de los tiempos que corren? Quizás no sea casual. Quien defiende Babel es discriminada. Es posible que quienes perpetraron esta exclusión ni siquiera sepan que soy Premio Ciudad de Barcelona o que luché clandestinamente contra el franquismo y a favor del catalán desde Agermanament, hace muchos años. Los censores no suelen leer y tienen pésima memoria”.
Cómo pudo pasarle a ella, mecachis.
Bien, me apunto de corazón a la solidaridad con esta escritora reincidentemente perseguida. Pero tengo una duda genuina, una duda sincera, que consulto aquí para que cualquier amigo me ilustre: ¿Había levantado antes de ahora su voz –en cualquier lengua- Cristina Peri Rossi para quejarse de la opresión y creciente exclusión de los castellanoparlantes en Cataluña? Repito que no lo sé. Ando morboso y esquinado, eso es todo.
¿Cómo era aquello de Brecht? Veremos a otros más pasar. Al tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pensaba en Brecht al leer el post........¡qué cosas!

"Primero se llevaron a los negros
pero a mi no me importó, por que yo no lo era.
Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí ni me importó, porque yo no lo era.
Después detuvieron a los curas,
pero como yo no soy religioso, tampoco me importó.
Luego apresaron a unos comunistas,
pero como yo no soy comunista, tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde"

Un cordial saludo.

Lopera in the nest dijo...

Más divertido(?) es lo que ha pasado con un artículo de un admirado colega suyo, Catedrático de Historia de la Economía de la Universidad de Alcalá de Henares, Prof. Gabriel Tortella, que un artículo titulado "La nostalgia del marxismo", parece haber desaparecido de la hemeroteca de El País. Afortunadamente lo han recuperado algunas páginas web en las que todavía parece que se respeta eso que Don Quijote llamaba el mayor bien que se le había dado al hombre.

Anónimo dijo...

Sólo una anotación: los famosos versos aludidos no son de Brecht sino de Martin Niemöller, pastor luterano alemán, anticomunista, antisemita y nazi, y víctima él mismo, tras su rebeldía, del nazismo.