Cuando la luz apago cada noche
se alumbra mi conciencia
los niños esqueléticos me miran
con sus ojos enormes roídos por el fuego.
Vietnam es una piedra en mi almohada
las sombras multiplican un ruido de motores.
Todos los helicópteros zumban en mi cabeza.
Tábanos del azul sembradores de muerte
bombardean mis sueños
poblados de florestas.
Dejadme distinguir en medio del estruendo
la voz pura de un niño
alzando en el espacio
una flor inmortal entre explosiones
Jorge Carrera Andrade (Quito, 1903-1978), Misterios naturales (1972)
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