Malos recuerdos.
(Fragmento)
Llevo colgados de mi corazón
los ojos de una perra y, más abajo,
una carta de madre campesina.
Cuando yo tenía doce años,
algunos días, al anochecer,
llevábamos al sótano a una perra
sucia y pequeña.
Con un cable le dábamos y luego
con las astillas y los hierros (Era
así. Era así.
Ella gemía,
se arrastraba pidiendo, se orinaba,
y nosotros la colgábamos para pegar mejor.)
Aquella perra iba con nosotros
a las praderas y los cuestos. Era
veloz y nos amaba.
...
Antonio Gamoneda, Blues castellano.
Entretenido como está usted en memorias ajenas de ajenas putas tristes, lo mismo se le ha pasado el verano y por eso nos propone esas dosis de realismo y melancolía: no leen ni los que deberían hacerlo aunque sólo fuese para lucrarse –aprovecho para decirle que es usted un optimista: leer no da dinero, no da prestigio, no da nada, cero, vacío-; apaleamos a perros que nos adoran y son veloces; y la foto –preciosa- preludia un otoño sin prisa.
ResponderEliminarLe regalo mi favorita de Gamoneda: un poco ingenua, romanticona, un poco naiv.
Le he descubierto por casualidad: feliz y larga vida a su blog.
AMOR (ANTONIO GAMONEDA)
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.