29 enero, 2006

ESPAÑA Y EL MODELO DE SEBORGA. Francisco Sosa Wagner.

NOTA PREVIA DEL BLOGGER: Ya sé que esto parece una explotación descarada de los escritos de Paco Sosa, buen amigo y compañero y maestro en tantas cosas. Pero es que acaba de enviarme esta nueva "sosería" y no puedo resistirme, tengo que colgarla aquí sí o sí. Pero, como alguien puede pensar que su fértil imaginación de novelista le ha servido para inventar un nuevo lugar ficticio, el tal Principado de Seborga, me permito sugerirle al amable lector que pinche aquí encima, o aquí o aquí. El mapa de la zona puede verlo aquí. Verá que Seborga sí existe, con sus 362 habitantes, con su pasado preñado de derechos que seguro que hoy son históricos, pues son pasados, of course, lo cual es una poderosa razón para que tengan que ser futuros, si aplicamos la lógica parahegeliana que rige por estos pagos paganos (de pagar) nuestros.
Esforcémonos todos, compañeros, en la lucha por una Seborga libre, y luchemos por MAS (Movimiento de Autodeterminación de Seborga).
Esto es lo que escribe Francisco Sosa Wagner. Se titula España y el modelo de Seborga.

Nadie conocía esta realidad nacional pero para
descubrir identidades no hay más que hurgar un poco y
tener un alto sentido de la individualidad
intransferible. Esto es lo que ha hecho, en la región
italiana de Liguria, el príncipe de Seborga, Su Alteza
Serenísima Jorge I, de civil y subido en el tractor y
arando, Eustaquio o Giorgio, qué más da. Aficionado a
la Historia y descubridor de manuscritos, papeles y
documentos de quebrada color ha demostrado la
independencia como nación del principado de Seborga
desde Carlomagno para acá, siglo arriba, siglo abajo.
Y allí reina tan calentito, rodeado de súbditos que
probablemente le miran compasivamente, pero contentos
porque son diferentes a los italianos. Aunque la
vecina Italia, que fue un reino unificado y hoy es una
república, desde los tiempos de Garibaldi, los Saboya
y el papa Pío IX (al que yo dediqué una biografía), no
se inmuta demasiado y toma las cosas del príncipe con
indiferencia. Pero, a mi juicio, el asunto es serio
porque Seborga tiene hechuras de nación, vaya que sí,
al disponer de un pasado, de un presente y de un
futuro que los seborganos quieren compartir juntos.
¿Alguien duda de que estos elementos conforman una
nación? Eso es lo que leemos todos los días en
periódicos sesudos e independientes de la mañana, así
que cuidado con Seborga y más miramientos con su
conformación de Estado.

Abunda el aguafiestas que asegura que esos caracteres
-tener un pasado, un presente y un futuro- los tiene
cualquiera y se aducen ejemplos chuscos como la
comunidad de vecinos, la urbanización con cancha de
tenis donde se tiene el chalé pareado o el pueblo de
Rodrigatos de la Obispalía que se halla, tan ufano y
altivo él, cabe la bicentenaria Astorga. Pero no es lo
mismo, queridos destructores irónicos de las
sacrosantas palabras. Porque, para que exista una
nación, además de todo eso -que es verdad que muchos
comparten pero unos más que otros-, lo cierto es que
hay que disponer de algo especial: de antecedentes que
acrediten haber disfrutado en el pasado de derechos
históricos concedidos por un conde de barba poblada de
restos de fideos, un conde autético, con ataques de
gota recidivantes que es lo que mejor certificaba en
el pasado la condición de conde. Si no se dispone de
esos derechos históricos, lo mejor es buscarlos cuanto
antes. “Búsquese usted unos padres presentables antes
de que termine la saison” recomienda una señora a un
joven en una de las comedias de Oscar Wilde (me parece
que en “el abanico de Lady ...”), pues lo mismo ocurre
ahora cuando estamos edificando la España plural,
transversal y unisexual, hay que buscarse unos
derechos históricos de cierto linaje antes de hacer
explícitas las ambiciosas identidades que nos
distinguen de nuestro prójimo. Y es que argumentar la
rica pluralidad no es grano de anís y para ello hay
que estudiar más que para ser notario.

Seborga es un paraíso: no tiene más que un bar, dos
restaurantes, un estanco, una tienda de alimentación y
¡ningún banco! pero, sin embargo, dispone de moneda,
sellos, matrículas de coche, Ejército, su propia
Constitución -muy aseadita ella con sus disposiciones
transitorias y contradictorias-, su Parlamento, sus
ministros con barriga ... ¿Alguien da más? No tener
una caja de ahorros cerca que nos puede atar con una
hipoteca y disponer sin embargo de un príncipe es el
colmo de la felicidad identitaria. Tendrán que andarse
con cuidado los seborganos porque un lugar tan
privilegiado habrá de contar con enemigos envidiosos
(iguales a los que disputaban a don Quijote las
glorias de la caballería andante) pero habrá razones
sobradas para que sean discriminados o exterminados
pues serían los incircuncisos contra los circuncisos,
los griegos contra los bárbaros.

Lo tenemos fácil los españoles: este es el ejemplo a
seguir en nuestro país, que debe ser Seborga de
Seborgas. Constituir muchas Seborgas, seguidas, unas
al lado de otras, no faltarán fueros y manuscritos que
exhibir. Al fin de cuentas, Seborga rima con andorga.

7 comentarios:

  1. No cabe duda que para ver con cierta prespectiva, alejarnos de ofuscamientos, ni si quiera hay que recurrir a Wolfgang (nombre es sexy), en fin.

    Decía que basta con leer textos como estos para flexibilizar el seso.

    Despues de esta lectura sin embargo rondando el poso del Diario de león (perdonen ustedes no es el país, ni el mundo, ni el abc, ni siquiera la nueva españa)

    Pero, sí, acabo de leer el diario de león y parece ser que el mensage de fondo es "no Problem" las demás comunidades seran compensadas.

    Me ronda en la cabeza que ahora las compensaciones vienen vía europa. Aha la solución, lo que ya existía, si ó sí, es la moneda de cambio para compensar.

    La carta septima de jovellanos tambien me da que pensar;

    Quien me mandaría escuchar al wolfbang.

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  2. Ah, es perspectiva, excuse me please, tengo afinar el oido, y leer mas. Pero se que el respeto aqui abunda, asi que me siento como en casa.

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  3. El Hecho Catalán

    Ya que al menos una vez por semana nos encontramos con un artículo de Francisco Sosa Wagner, que dicho sea de paso da colorido, fluidez, y un toque de atención poniendo de manifiesto quizás una forma de estar ante la vida y los acontecimientos que en poco o en mucho contagia; quizás por diferente, quizás por que uno siente esa necesidad de estar receptivo, y ver las cosas desde distintos ángulos. Por lo que sea, es indiferente, enriquece.

    Buen aquí estoy yo intentándolo por primera vez, este indígena venido a paria y con pretensiones cosmopolitas, que a dios pongo por testigo que lo seré a mis sesenta y diez., pretende plasmar lo que él cree entender pobremente sobre el hecho catalán.

    En mi época de alumno con Sosa Wagner tocó el tema de las comarcas, graicas a ello profundice un poco ( no trato de tocar el tema ente local como tal solo hacer una reflexión) fue ahí cuando recuerdo me preocupe un poco porque es eso de las comarcas,
    Sea como fuere leyendo no se donde, pinte el siguiente cuadro que hoy rescato del desván de mi memoria.

    De cómo un movimiento cultural surgido en cataluña que ensalzaba las veleidades comarcales, comarca natural, costumbres, identidades.

    De cómo este movimiento cultural fue utilizado hábilmente por el resurgir de los movimientos nacionalistas, para transformarlo en un mapa político nacional-catalan en pugna con la distribución provincial de inspiración estatal.

    De cómo construir una nación catalana, vertebrándola en comarcas para que el tejido territorial acabe confluyendo en barcelona como centro.

    De cómo esa división territorial acaba plasmándose al final en una ley de bases de régimen local con todo el apoyo constitucional claro. Claro esta porque el tejido comarcal ya estaba cuasi consolidado en cataluña.

    Que inteligentes estos galos...

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  4. No sé si también sucede en "el abanico...", pero la lady Bracknell de "la importancia de llamarse Ernesto" aconseja al desolado Jack -a la sazón Ernesto- que se procure unos parientes y, en concreto, que haga un esfuerzo para mostrar a uno de sus padres, de cualquier sexo, antes de que termine la estación.
    Me ha hecho gracia la duda en la cita, por venir de quien viene: también con su "es indiferente llamarse Ernesto" lo pasé muy bien.
    Ambos, el Ernesto de Wilde (con su estupendo Bunbury) y el del señor Sosa, son lectura muy recomendable para estos tiempos de turbulencias y nieves.

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  5. Cualquier escrito del maestro Sosa Wagner debe de colgarse, sí o sí.
    Pero escucharle es la opción por la que , si se puede, se debe optar.

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