Hoy voy a esmerarme en ser preciso y en expresar con rigor y sin exageración lo que pienso. Me importa mucho que no se confundan ni mis palabras ni mis intenciones. Otras veces exagero a posta, movido por el placer de ser políticamente incorrecto y de escandalizar un poco a los progres pacatos que tienen su horizonte máximo en Babelia y Gabilondo. El sonrojo de un progre al oír a una persona libre decir “caca” o “culo” es perfectamente parangonable al de aquellas doncellas decimonónicas que con fingido rubor replicaban al galán insinuante aquello de “qué cosas tiene usted, no me diga eso, que soy una señorita”. Pero hoy no está la cosa para bromas ni excesos, así que me contengo y mido mis palabras todo lo que me sea posible.
Va la cosa sobre las frases que pronunció ayer el teniente general Mena. Y lo que con más rotundidad quiero manifestar es que la autoridad política que gobierna sobre los militares no debe tolerar tales palabras y que el mencionado teniente general debe ser inmediatamente cesado, tal como parece que está ocurriendo mientras escribo estas líneas. Esto lo pienso así, radicalmente.
Si alguien me pregunta por las razones de esa postura que mantengo, seré más honesto si en lugar de motivos puramente racionales alego sentimientos, pasiones casi, preferencias personales. Pues si se me pone en el brete de elegir entre una España unida bajo la férula militar o ser miembro de un Estado federal, confederal o compuesto de lo que reste después de que se hayan ido de una puñetera vez todos los que amagan con irse si no les damos gusto con aplicación, mucha saliva y a ojos cerrados, sin duda escojo lo segundo. En otras palabras, los Carod, Mas, Ibarretxe, Ternera, Maragall y De Madre me caen como una patada en esa parte que los políticamente correctos no tienen salvo para casarse por vías nuevas, y la base de tan negativo sentimiento es mi rechazo visceral al tribalismo reaccionario y a ese chantaje de niñatos consentidos y maleducados. Y por eso he escrito ya tantas veces que voto sin pestañear, votaría si me dieran ocasión, por vivir en un Estado en el que esos sujetos no estén dando la matraca todo el día, cual venales plañideras. No soy partidario de que Catalunya y Euzkadi conquisten su autodeterminación, no; soy absolutamente defensor de que les regalemos la independencia los que queremos librarnos de ellos y vivir tranquilos y en paz sin tener que rascarnos a todas horas ese sarpullido en salva sea la parte patria.
Pero, con todo y con eso, más temor, rechazo y prevención me provoca ver asomar las facciones amenazadoras de los militares. Franco murió cuando yo tenía diecisiete años. No quiero, bajo ningún concepto, volver a vivir en un país sometido a la bota militar y al particular sentido moral y político de los mandos castrenses. Ni aunque caigan chuzos de punta. Ni aunque se acabe España y se haga seglar la virgen de Covadonga.
Supongo que he dejado mis ideas y sentimientos suficientemente claros para que se entienda rectamente lo que ahora voy a decir. Que es esto:
1. Quién carajo ha despertado en este país en los últimos tiempos a los fantasmas dormidos. Quién ha roto el famoso consenso constitucional. Quién ha redefinido las reglas del juego político, quién ha corrido los límites que, para bien o para mal, estaban trazados y eran respetados. Quién ha entrado en el gobierno del Estado como un elefante en una cacharrería. Quién viene dando la impresión de que no hay más límite a la forma de Estado y a las reglas de la convivencia que los que marque el poder establecido y los que convengan a la coyuntural mecánica de mayorías y minorías. Quién tiene la culpa de que en estos instantes no haya maldita manera de saber quién manda a fin de cuentas en este Estado y bajo qué normas vamos a convivir aquí mañana. A servidor la respuesta le parece más que obvia: ZP y sus mariachis. Con el auxilio inestimable de un PP que tiene más contradicciones internas y más oscuridad mental que un psicoanalista argentino metido a proxeneta. Acción y reacción, Zapatero y Acebes son exactamente las dos caras de la misma moneda, dos fanáticos enardecidos que se necesitan mutuamente como alimento y pseudojustificación del respectivo discurso. En tiempos de Felipe González los militares ya no asomaban la nariz, ni se les ocurría; en tiempos de Aznar, tampoco. Se sienten algunos llamados ahora porque han visto que esto es una tómbola, ton-ton-tómbola de luz y de color, y les tienta comprar unos boletos a ver si les toca a ellos la muñeca chochona. No se puede consentir que apuesten en esta timba que es el Estado, pues juegan con nuestra libertad. Pero a los que han convertido el Estado en una feria hay que darles lo suyo también; y es mucho. Lo de unos no justifica lo de los otros, ni a la inversa. Pero ya verán qué bien les ha venido a los zapateristas y a sus rentistas la salida del tiesto del tal Mena; al tiempo. Y verán cuánto tarda el siguiente militar en reaccionar ante esa reacción. Hay que parar esa espiral a toda costa, pero no sé quién diablos lo va a hacer ni cómo.
2. No sería raro que algún militar piense así, con esta secuencia: a) la forma u organización del Estado no debe depender de lo que éste ceda a o negocie con los que lo amenazan con las armas; b) este Estado está negociando su forma y organización futura con los etarras que lo amenazan con las armas; c) si este Estado negocia su esencia con los que tienen armas, nosotros también las tenemos; d) amenacemos nosotros con nuestras armas para que se nos tome al menos tan en cuenta como a los otros que amenazan con las suyas.
¿Justifica esto a los militares? No, no y no. Pero muestra que no son el único peligro armado que nos condiciona radicalmente. Y muestra que este gobierno teme a los que lo amenazan con las armas. Así que la firmeza que no lo sea frente a las dos amenazas ni es firmeza verdadera ni tiene mínima traza de justicia.
3. El teniente general Mena ha dicho ayer lo mismo que viene repitiendo sin descanso su ministro Bono. Lo mismito en el fondo, y casi en la forma: unidad de España como bien innegociable y el ejército como garante del mismo. La única diferencia es que Bono lo dice en abstracto y como de mentirijilla y el alto militar lo ha dicho a propósito de un caso concreto y acuciante para el que crea de verdad (no es mi caso, ya lo he dicho) en la indiscutible unidad de la nación española.
Basta tirar de hemeroteca. Aun a riesgo de alargar esto más de lo soportable, me permito entresacar algunos párrafos de noticias recientes sobre la materia:
El País, 21 de diciembre de 2004.
Sin perder la sonrisa, el ministro de Defensa, José Bono, recordó ayer al portavoz del PNV en el Senado, Iñaki Anasagasti, que el artículo 8 de la Constitución encomienda a las Fuerzas Armadas garantizar "la soberanía, independencia, integridad territorial de España y su ordenamiento constitucional". El mismo día en que el Parlamento vasco daba luz verde en comisión al plan Ibarretxe, Bono advirtió a Anasagasti: "La modificación de la Constitución tiene sus trámites y no cumplirlos es no respetar la voluntad de los españoles. Y eso no está bien".
El País, 10 de septiembre de 2005:
El ministro de Defensa, José Bono, apeló ayer a la unidad de España durante el homenaje que el Gobierno central y la Casa Asia rindieron a los 33 supervivientes del sitio a la iglesia filipina de Baler, que en junio de 1898 se negaron a creer que había finalizado la guerra española en el archipiélago y siguieron con su particular batalla durante 337 días. Bono alabó la resistencia de estos soldados y afirmó que evoca "un sentimiento muy actual, el de España", que él no entiende como "madrastra", sino como "madre" que garantiza la "solidaridad, la igualdad y la justicia".
ABC, 27 de diciembre de 2005, con ocasión de la visita a los militares españoles en “Base España”, en Kosovo:
A pocas horas de que venza en el Congreso el plazo para la presentación de enmiendas al proyecto de Estatuto para Cataluña, el ministro habló de la unidad de España y tuvo palabras de elogio para las tropas desplegadas en Kosovo porque, además del importante trabajo que allí desarrollan, han exportado con el uniforme del Ejército y con los colores de la bandera española lo que España, dijo, representa: «Igualdad, justicia y unión, unión de todos los españoles» (..) .Al término de su discurso, Bono se refirió a España y su vocación de «permanencia». «Porque España no es sólo montañas, ríos, la geografía... Sobre todo, España son los españoles, y por eso tiene esa vocación de permanencia que le damos todos aquellos que la queremos».
La Libertad Digital, 6 de enero de 2005, ¡con ocasión de la anterior Pascua Militar!:
Bono, en su discurso durante el acto de celebración de la Pascua Militar, defendió el reconocimiento de la Constitución por parte del Ejército y proclamó que "defender la nación es garantizar la igualdad de todos los españoles". En nombre de los militares y guardias civiles, Bono felicitó la Pascua al Rey con el lema "más libertad, menos fronteras entre nosotros, más solidaridad y más Constitución, es decir, más España". (...) El titular de Defensa consideró "relevante" recordar que España es una de las naciones más antiguas del planeta en la que no ha existido "derecho alguno para que un ciudadano sea más que otro" por lo que, añadió, "para el futuro, más que identidades culturales o históricas queremos proyectos solidarios"."Nos conforta saber que, constitucionalmente, la afirmación de una parte no supondrá nunca la negación del conjunto. Por eso, ningún territorio podrá tener proyectos que rompan la voluntad soberana de todos los españoles", recalcó. Bono expresó su satisfacción por que los militares españoles no se sientan "apátridas" sino "hijos de una España que es veterana y solidaria", en la que su trabajo en la defensa de la nación consiste en "garantizar la igualdad de todos los españoles".
Va la cosa sobre las frases que pronunció ayer el teniente general Mena. Y lo que con más rotundidad quiero manifestar es que la autoridad política que gobierna sobre los militares no debe tolerar tales palabras y que el mencionado teniente general debe ser inmediatamente cesado, tal como parece que está ocurriendo mientras escribo estas líneas. Esto lo pienso así, radicalmente.
Si alguien me pregunta por las razones de esa postura que mantengo, seré más honesto si en lugar de motivos puramente racionales alego sentimientos, pasiones casi, preferencias personales. Pues si se me pone en el brete de elegir entre una España unida bajo la férula militar o ser miembro de un Estado federal, confederal o compuesto de lo que reste después de que se hayan ido de una puñetera vez todos los que amagan con irse si no les damos gusto con aplicación, mucha saliva y a ojos cerrados, sin duda escojo lo segundo. En otras palabras, los Carod, Mas, Ibarretxe, Ternera, Maragall y De Madre me caen como una patada en esa parte que los políticamente correctos no tienen salvo para casarse por vías nuevas, y la base de tan negativo sentimiento es mi rechazo visceral al tribalismo reaccionario y a ese chantaje de niñatos consentidos y maleducados. Y por eso he escrito ya tantas veces que voto sin pestañear, votaría si me dieran ocasión, por vivir en un Estado en el que esos sujetos no estén dando la matraca todo el día, cual venales plañideras. No soy partidario de que Catalunya y Euzkadi conquisten su autodeterminación, no; soy absolutamente defensor de que les regalemos la independencia los que queremos librarnos de ellos y vivir tranquilos y en paz sin tener que rascarnos a todas horas ese sarpullido en salva sea la parte patria.
Pero, con todo y con eso, más temor, rechazo y prevención me provoca ver asomar las facciones amenazadoras de los militares. Franco murió cuando yo tenía diecisiete años. No quiero, bajo ningún concepto, volver a vivir en un país sometido a la bota militar y al particular sentido moral y político de los mandos castrenses. Ni aunque caigan chuzos de punta. Ni aunque se acabe España y se haga seglar la virgen de Covadonga.
Supongo que he dejado mis ideas y sentimientos suficientemente claros para que se entienda rectamente lo que ahora voy a decir. Que es esto:
1. Quién carajo ha despertado en este país en los últimos tiempos a los fantasmas dormidos. Quién ha roto el famoso consenso constitucional. Quién ha redefinido las reglas del juego político, quién ha corrido los límites que, para bien o para mal, estaban trazados y eran respetados. Quién ha entrado en el gobierno del Estado como un elefante en una cacharrería. Quién viene dando la impresión de que no hay más límite a la forma de Estado y a las reglas de la convivencia que los que marque el poder establecido y los que convengan a la coyuntural mecánica de mayorías y minorías. Quién tiene la culpa de que en estos instantes no haya maldita manera de saber quién manda a fin de cuentas en este Estado y bajo qué normas vamos a convivir aquí mañana. A servidor la respuesta le parece más que obvia: ZP y sus mariachis. Con el auxilio inestimable de un PP que tiene más contradicciones internas y más oscuridad mental que un psicoanalista argentino metido a proxeneta. Acción y reacción, Zapatero y Acebes son exactamente las dos caras de la misma moneda, dos fanáticos enardecidos que se necesitan mutuamente como alimento y pseudojustificación del respectivo discurso. En tiempos de Felipe González los militares ya no asomaban la nariz, ni se les ocurría; en tiempos de Aznar, tampoco. Se sienten algunos llamados ahora porque han visto que esto es una tómbola, ton-ton-tómbola de luz y de color, y les tienta comprar unos boletos a ver si les toca a ellos la muñeca chochona. No se puede consentir que apuesten en esta timba que es el Estado, pues juegan con nuestra libertad. Pero a los que han convertido el Estado en una feria hay que darles lo suyo también; y es mucho. Lo de unos no justifica lo de los otros, ni a la inversa. Pero ya verán qué bien les ha venido a los zapateristas y a sus rentistas la salida del tiesto del tal Mena; al tiempo. Y verán cuánto tarda el siguiente militar en reaccionar ante esa reacción. Hay que parar esa espiral a toda costa, pero no sé quién diablos lo va a hacer ni cómo.
2. No sería raro que algún militar piense así, con esta secuencia: a) la forma u organización del Estado no debe depender de lo que éste ceda a o negocie con los que lo amenazan con las armas; b) este Estado está negociando su forma y organización futura con los etarras que lo amenazan con las armas; c) si este Estado negocia su esencia con los que tienen armas, nosotros también las tenemos; d) amenacemos nosotros con nuestras armas para que se nos tome al menos tan en cuenta como a los otros que amenazan con las suyas.
¿Justifica esto a los militares? No, no y no. Pero muestra que no son el único peligro armado que nos condiciona radicalmente. Y muestra que este gobierno teme a los que lo amenazan con las armas. Así que la firmeza que no lo sea frente a las dos amenazas ni es firmeza verdadera ni tiene mínima traza de justicia.
3. El teniente general Mena ha dicho ayer lo mismo que viene repitiendo sin descanso su ministro Bono. Lo mismito en el fondo, y casi en la forma: unidad de España como bien innegociable y el ejército como garante del mismo. La única diferencia es que Bono lo dice en abstracto y como de mentirijilla y el alto militar lo ha dicho a propósito de un caso concreto y acuciante para el que crea de verdad (no es mi caso, ya lo he dicho) en la indiscutible unidad de la nación española.
Basta tirar de hemeroteca. Aun a riesgo de alargar esto más de lo soportable, me permito entresacar algunos párrafos de noticias recientes sobre la materia:
El País, 21 de diciembre de 2004.
Sin perder la sonrisa, el ministro de Defensa, José Bono, recordó ayer al portavoz del PNV en el Senado, Iñaki Anasagasti, que el artículo 8 de la Constitución encomienda a las Fuerzas Armadas garantizar "la soberanía, independencia, integridad territorial de España y su ordenamiento constitucional". El mismo día en que el Parlamento vasco daba luz verde en comisión al plan Ibarretxe, Bono advirtió a Anasagasti: "La modificación de la Constitución tiene sus trámites y no cumplirlos es no respetar la voluntad de los españoles. Y eso no está bien".
El País, 10 de septiembre de 2005:
El ministro de Defensa, José Bono, apeló ayer a la unidad de España durante el homenaje que el Gobierno central y la Casa Asia rindieron a los 33 supervivientes del sitio a la iglesia filipina de Baler, que en junio de 1898 se negaron a creer que había finalizado la guerra española en el archipiélago y siguieron con su particular batalla durante 337 días. Bono alabó la resistencia de estos soldados y afirmó que evoca "un sentimiento muy actual, el de España", que él no entiende como "madrastra", sino como "madre" que garantiza la "solidaridad, la igualdad y la justicia".
ABC, 27 de diciembre de 2005, con ocasión de la visita a los militares españoles en “Base España”, en Kosovo:
A pocas horas de que venza en el Congreso el plazo para la presentación de enmiendas al proyecto de Estatuto para Cataluña, el ministro habló de la unidad de España y tuvo palabras de elogio para las tropas desplegadas en Kosovo porque, además del importante trabajo que allí desarrollan, han exportado con el uniforme del Ejército y con los colores de la bandera española lo que España, dijo, representa: «Igualdad, justicia y unión, unión de todos los españoles» (..) .Al término de su discurso, Bono se refirió a España y su vocación de «permanencia». «Porque España no es sólo montañas, ríos, la geografía... Sobre todo, España son los españoles, y por eso tiene esa vocación de permanencia que le damos todos aquellos que la queremos».
La Libertad Digital, 6 de enero de 2005, ¡con ocasión de la anterior Pascua Militar!:
Bono, en su discurso durante el acto de celebración de la Pascua Militar, defendió el reconocimiento de la Constitución por parte del Ejército y proclamó que "defender la nación es garantizar la igualdad de todos los españoles". En nombre de los militares y guardias civiles, Bono felicitó la Pascua al Rey con el lema "más libertad, menos fronteras entre nosotros, más solidaridad y más Constitución, es decir, más España". (...) El titular de Defensa consideró "relevante" recordar que España es una de las naciones más antiguas del planeta en la que no ha existido "derecho alguno para que un ciudadano sea más que otro" por lo que, añadió, "para el futuro, más que identidades culturales o históricas queremos proyectos solidarios"."Nos conforta saber que, constitucionalmente, la afirmación de una parte no supondrá nunca la negación del conjunto. Por eso, ningún territorio podrá tener proyectos que rompan la voluntad soberana de todos los españoles", recalcó. Bono expresó su satisfacción por que los militares españoles no se sientan "apátridas" sino "hijos de una España que es veterana y solidaria", en la que su trabajo en la defensa de la nación consiste en "garantizar la igualdad de todos los españoles".
Fin de las citas. Pero podríamos recoger muchas más idéntico calibre.
O sea: si el jefe del ejército de tierra repite en su discurso las mismas ideas que viene proclamando, de cuartel en cuartel, su Ministro de Defensa, es decir, su superior máximo, incurre en falta, deslealtad e inconveniencia, y debe ser cesado. Eso se llama ley del embudo, tal cual. Así que los que estamos contra las manifestaciones del teniente general Mena deberíamos pedir de inmediato el cese fulminante del Ministro de Defensa, por inductor y autor intelectual de su falta.
¿O es que lo que nos da miedo y marca la diferencia es el pensar que el militar se cree de verdad lo que el ministro dice de mentirijilla y para metérsela doblada (perdón) a los militares? En ese caso, los militares deberían seguir callándose como les corresponde, pero algún juez podría procesar a Bono por traición. O sea, si de verdad cree que España es una y el ejército el garante de esa unidad, tiene que estar de acuerdo con el teniente general Mena; si no lo cree para nada y habla sólo para que los militares no se enteren de que la unidad se rompe, es un traidor y un felón. O un esquizofrénico necesitado de tratamiento psiquiátrico urgente.
Se dirá que Bono cree en la unidad de España, pero que no piensa que el Estatuto catalán en proyecto o que pueda salir suponga una amenaza para la misma. Muy bien, pero, entonces, ¿por qué se dedica a mencionar en sus discursos a las fuerzas armadas como garantes de tal unidad frente a la amenaza del Estatut o las políticas nacionalistas catalanas o vascas, como acabamos de ver en los párrafos entresacados hace un momento?
4. Artículo 2 de la Constitución de 1978, no derogado ni modificado a día de hoy:
“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
Artículo 3.1 de la Constitución de 1978, no derogado ni modificado a día de hoy:
“El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”.
Arículo 8.1 de la Constitución de 1978, no derogado ni modificado a día de hoy:
“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.
El teniente general Mena ha sido tonto. ¿Por qué no se limitó a leer esos tres artículos? Quiso decir lo mismo que la Constitución y que su Ministro y éste no se lo va a tolerar. Sólo faltaba. Uno, el militar, se creyó el guión. El otro sabe perfectamente que no es más que un actor y que mañana querrá un papel importante en la nueva comedia que se está escribiendo.
Dicho todo esto, repito lo mismo con lo que empecé, añadiéndole una coda. El teniente general debe ser fulminantemente cesado, por hablar y con total independencia de que pueda, incluso, tener razón o buenas razones. Así es su oficio y así de cuidado debemos tener con los de su oficio. Pero: los que lo van a cesar son unos taimados sin principios ni rastro de honestidad intelectual o moral.
Dicho queda y a mi defensa me apresto.
O sea: si el jefe del ejército de tierra repite en su discurso las mismas ideas que viene proclamando, de cuartel en cuartel, su Ministro de Defensa, es decir, su superior máximo, incurre en falta, deslealtad e inconveniencia, y debe ser cesado. Eso se llama ley del embudo, tal cual. Así que los que estamos contra las manifestaciones del teniente general Mena deberíamos pedir de inmediato el cese fulminante del Ministro de Defensa, por inductor y autor intelectual de su falta.
¿O es que lo que nos da miedo y marca la diferencia es el pensar que el militar se cree de verdad lo que el ministro dice de mentirijilla y para metérsela doblada (perdón) a los militares? En ese caso, los militares deberían seguir callándose como les corresponde, pero algún juez podría procesar a Bono por traición. O sea, si de verdad cree que España es una y el ejército el garante de esa unidad, tiene que estar de acuerdo con el teniente general Mena; si no lo cree para nada y habla sólo para que los militares no se enteren de que la unidad se rompe, es un traidor y un felón. O un esquizofrénico necesitado de tratamiento psiquiátrico urgente.
Se dirá que Bono cree en la unidad de España, pero que no piensa que el Estatuto catalán en proyecto o que pueda salir suponga una amenaza para la misma. Muy bien, pero, entonces, ¿por qué se dedica a mencionar en sus discursos a las fuerzas armadas como garantes de tal unidad frente a la amenaza del Estatut o las políticas nacionalistas catalanas o vascas, como acabamos de ver en los párrafos entresacados hace un momento?
4. Artículo 2 de la Constitución de 1978, no derogado ni modificado a día de hoy:
“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
Artículo 3.1 de la Constitución de 1978, no derogado ni modificado a día de hoy:
“El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”.
Arículo 8.1 de la Constitución de 1978, no derogado ni modificado a día de hoy:
“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.
El teniente general Mena ha sido tonto. ¿Por qué no se limitó a leer esos tres artículos? Quiso decir lo mismo que la Constitución y que su Ministro y éste no se lo va a tolerar. Sólo faltaba. Uno, el militar, se creyó el guión. El otro sabe perfectamente que no es más que un actor y que mañana querrá un papel importante en la nueva comedia que se está escribiendo.
Dicho todo esto, repito lo mismo con lo que empecé, añadiéndole una coda. El teniente general debe ser fulminantemente cesado, por hablar y con total independencia de que pueda, incluso, tener razón o buenas razones. Así es su oficio y así de cuidado debemos tener con los de su oficio. Pero: los que lo van a cesar son unos taimados sin principios ni rastro de honestidad intelectual o moral.
Dicho queda y a mi defensa me apresto.
Los sentimientos de garciamado parecen claros, 1ª idea de garciamado : es preferible vivir en lo que sea (cualquier forma de estado) con tal de que no se esté bajo la férula militar. Imagino que para garciamado ese Estado o lo que de el quede, será muy democrático y chachi piruli, pues claro si los que quedemos en ese Estado confederado o amputado somos todos de puta madre y los de la férula militar son tan jodidos ¿quién no? y sobre todo los que están ya con el sueldo asegurado, que más da que la nómina te la pague Juan que Pepe; lo malo es que la libertad no la asegura ninguna forma de Estado sino los dirigentes.
ResponderEliminar2ª idea de garciamado : es mejor darle la independencia a los regionalistas que quieren ascender a nacionalistas que aguantarles todo el putro día con el coste social, económico e intelectual que ello conlleva. Pero por esa regla de tres los siguientes seríamos los leoneses y después los asturianos, etc ... hasta llegar al municipio al poder, y ya sabemos que el municipio partitocrático es la corrupción absolutista del amiguismo y la recomendación.
Por algún motivo garciamado concluye, desde mi punto de vista desmesuradamente, que : el sentido moral y político de los mandos militares es el mismo que Franco, el de todos, sin que se nos diga cuál es esa moral y esa idea que presuntamente tienen todos de la política.
3ª idea : ZP y unos mariachis ávidos de poder y la oposición parlamentaria (parece que la oposición que no tenemos representación parlamentaria estamos unos a babor y otros a estribor del barco sin formar parte de el)han convertido en una timba al Estado en el que la única perjudicada va a ser la libertad y que cualquier tiempo pasado con González y Aznar fue mejor para la libertad, con González de ninguna manera : GAL, corrupción y con Aznar, nos situamos en el mundo a costa de descuidar el regionalismo.
4ª idea : los militares ven que con un gobierno débil que propugna el silencio a los que piensan distinto de lo politicamente correcto pero que no actúan con violencia y ese gobierno que permite los enchufes para aprobar las oposiciones sin que nadie inste a la rebelión porque casi todos los presidentes de tribunales de oposición están podridos ; y sin embargo ven que al gobierno débil le acojonan o le hacen negociar los que tienen las armas pues dicen los militares, hagamos sonar nuestras armas. Garciamado evita citar a los otros que tienen más armas y que son los verdaderos mercenarios : las fuerzas y cuerpos de seguridad , que estos no se van a conformar con que se desinstale su mafia, tanques no tienen, pero tienen la estructura del calabozo y la porra espabila voluntades, al evitar contemplar a estos sabuesos armados (tanques no tienen vale pero ¿cuánto tardarían en aprender a usarlos?, lo malo se aprende rápido)la idea queda algo coja pues es a estos a los que hay que tratar con firmeza y son verdaderamente los que campan a sus anchas.
Si se repite lo mismo que el ministro y éste sanciona al inferior y el se va de rositas porque tiene la bula política y el militar tiene la cremallera de la censura autoimpuesta desde que accedió a la profesión, se produce una esquizofrenia intelectual. No se de que se extraña garciamado, ya no se razona como cuando Cicerón eso es evidente, la falacia, el pensamiento único, las consignas paraintelectuales han sustituido a la razón en un proceso interesado que llevará a la burrología social y lo malo es que dentro de nada y a pesar del dr Hwang será posible clonarles.
5ª idea : Bien cesado está el tte gral porque independientemente de que tenga razón , no puede hablar por motivos profesionales y por el peligro intrínseco que tienen los que llevan armas que puedan ser malinterpretados por los cuatro fachas y germinar un golpe. Los políticos en la poltrona, ZP y Bono en éste caso, son unos moralmente deshonestos. En lo de los políticos totalmente de acuerdo, son unos bienvividores incapaces de vivir de otra cosa y jubilarse con esos rendimientos, En lo de que los militares no puedan hablar aunque tengan razón discrepo , por mucho que un reglamento que puede ser inconstitucional lo diga, pero ya entraríamos en lo de que si el derecho injusto es Derecho o no y tal.
Mi opinión sobre los militares del ejército partitocrático la reflejo en ésta opinión que le dí a mi hijo en una ocasión : si hay que defender a la patria de alguna agresión, ni se te ocurra alistarte en el ejército, nos vamos a la guerrilla, pero ni hartos de gaseosa nos ponemos a las órdenes de ningún julai con galones o con estrellas ni aunque fuese el mismísimo Escipión el Africano.
En mi opinión, el 50% de la crispación actual se debe al PP. El PSOE tras las elecciones fue un cobarde y eligió la senda más fácil: pactar con los nacionalistas, cuando en realidad tenía (tiene) una mayoría suficiente para gobernar en solitario. Pero este país parece que sólo funciona si hay pactos...
ResponderEliminarCreo que era GranGato quien decía/citaba que quien tiene las armas no puede tener la voz; y que quien tiene la voz no puede tener armas. Esto me parece aplicable a toda la segunda parte del discurso del Sr. Mena (desde "Por razón del cargo que ocupo no debo, en actos como éste, expresar mis opiniones personales" hasta "Este problema se agravaría mucho más con la aparición de poderes judiciales autonómicos, independientes del Estado"). De hecho, en varios momentos del discurso admite que no puede opinar en estos términos (es una confesión en toda la regla: no podrá aducir error iuris). No cabe sino destituirle de su cargo, y probablemente corregirle disciplinariamente de modo moderado.
ResponderEliminarAhora bien, distinta es la parte final del discurso. ¿Cómo puede un tan, tan, tan catedrático pasar por alto la diferencia entre las rancias patrioterías de Bono y la manifestación de Mena que reproduzco a continuación?
"(...) la Constitución marca una serie de límites infranqueables para cualquier Estatuto de Autonomía. (...) Pero, si esos límites fuesen sobrepasados (...) sería de aplicación el articulo 8º de la Constitución: «Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército de Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad y el ordenamiento constitucional»".
La diferencia es la que media entre terciar en un debate (lo que hace Bono en los eructos citados, o lo que hace ilícitamente Mena en la primera parte de su discurso, portando armas) y proferir una amenaza condicional (atípica por falta de determinación del amenazado y, sobre todo, por la deficiente técnica legislativa del pergeñador de los arts. 169 y 171 CP; quizá encaje en el 170.1 a mala leche y, si no, ya en plan ridículo, en la falta). Se trata del anuncio de que se infligirá un mal (rebelión), supeditado al acaecimiento de una condición. Si un militar hace eso, la cosa no puede quedarse en la destitución del cargo de confianza, ni en ocho diítas de ver la tele. Si un chusquero venido a más se arroga la facultad de determinar qué puede hacer el Parlamento y qué no, y amenaza con las armas que tiene de prestado y que también yo pago, no hay alternativa a la sanción más ejemplar. En casos como estos, la sanción razonable tiende a parecer exagerada a quien se queda en el "si es buen chaval, se le calentó la boca". Cada cual escoge su perspectiva.
Ah: en un comentario posterior das dos posibles interpretaciones del art. 8 CE. Creo que el art. 97 ("El Gobierno dirige... la Administración (...) militar y la defensa del Estado") excluye de todo punto la segunda.
Muchas felicidades por el pograma. Sí me gustó mucho lo de la Tópica.
Ah: se me olvidaba firmar...
ResponderEliminarSaludos,
antetodomuchacalm@yahoo.es