Un gran amigo y estimadísimo colega latinoamericano me ha escrito recientemente dos cartas que reproduzco, con su autorización, en este post y en otro de mañana. Con ellas pretende que se hagan más matizados y menos precipitados algunos de mis juicios sobre determinados países y ciertas políticas de aquellas tierras. Efectivamente, hace pensar, gracias a su experiencia de vida en varios países y a su dominio del dato histórico y de la política comparada. Mil gracias, querido amigo.
Esta es la primera carta.
Querido Juan Antonio:
Creo que en toda esta historia moderna nuestra hay muchos puntos fundamentales que necesitan una relectura crítica, y uno de esos puntos básicos son: el Estado, Nación, Ciudadano, Democracia Representativa, y todas las doctrinas derivadas de estos puntos fundacionales. Y algo más, todos esos elementos han sido aceptados, utilizados, manoseados desde diferentes perspectivas metadiscursivas respectos de esos mismos puntos, y todas estas metavisiones están enraizadas en diferentes contextos históricos concretos. Para señalar sólo el espacio que se diferencia con el título de "mundo occidental y cristiano", espacio que tampoco es homogéneo: Europa, América Latina, América anglófona, América francesa, etc. Por ejemplo, uno de los problemas históricos del Perú es que nunca ha llegado a ser una nación, y sólo ahora, a partir de la Constitución de 1993, se autodefine como un país "multicultural y plurilingüe", pero no se dice que es un país compuesto de varias "nacionalidades". Precisamente ahora se revive lo que siempre ha estado presente-y-oculto a la vez: que hay naciones originarias que nunca fueron tratadas como tales. Este es un hecho sociológico, frente al cual desde la colonia hasta el presente (mitigado un poco) se sigue despreciando al indígena: es objeto de discriminación, de burlas, de desprecio social. En el Perú sólo en 1970, en plena "revolución de la fuerza armada del Perú (Velasco Alvarado, originario de Piura)" se aceptó, socialmente hablando, mirarnos como "cholos". A este fenómeno se llamó "cholificación", y gracias a este movimiento propulsado desde el gobierno militar (que en la época, 1968, se le consideró y se autodefinía como la tercera vía: ni capitalismo ni comunismo, pero también fue el momento en que se hizo la reforma agraria más radical del mundo, esperanzados en que el cambio podría traer beneficios de paz y solidaridad). Este cambio social dirigido por la fuerza armada peruana (ni a Velasco ni a su gobierno se le tachó nunca de "dictador" ni de "dictadura"; esta descalificación vino después, cuando todo comenzó a fallar y el estado no tenía dinero para soportar el cambio social, y, como siempre, la corrupción y aprovechamiento acabó con esas esperanzas. Lo único que ha quedado de esa experiencia (experiencia que envolvió casi a la mayoría de la población comenzando por la clase burguesa, la iglesia católica-eran los tiempos de la teología de la liberación-, los intelectuales, universitarios, hijitos de papá, etc) ha sido la reforma agraria, ahora vista como la destrucción de la agricultura latifundista y el (fracaso del) minifundio. Por estos días algunos exlatifundistas han comenzado a comprar pequeños lotes de terrenos que estaban en manos de sus expeones (el lema de entonces que puso a rodar Velasco Alvarado era: "campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza". Esa expresión reflejaba bien la práctica explotadora del campo, aún en las mejores condiciones de trabajo en el campo. Algunos hacendados latifundistas se preocupaban por sus trabajadores (peones) y los atendían, pero los mantenía ligados a la tierra que servían. Esta es una historia vieja y larga que contar, y se encuentra preñada de todas las desgracias y pocas alegrías que te pueden hacer entender, incluso, la "rabia andina" de la que estaban impregnado "sendero luminoso"). En estos momentos el desprecio por lo indígena, la exclusión social de los quechuahablantes se ha modificado un poco, pero la descriminación se mantiene revestida de eufemismos y sentencias judiciales . Una de ellas, que comenté en su momento, afirmaba que, según la Constitución, para que haya discriminación es necesario que se discrimine a "un grupo social" no a una persona. Se trataba del caso de una discoteca que discriminaba el ingreso a sus locales. La denunciaron, se comprobó la disriminación, pero la sentencia fue favorable a la discotea y además se alegaba que la discriminación se contraponía a la libertad de empresa. A diario se discrimina en el Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia (en general contra los negros de la costa). Bolivia tiene el 70% de población indígena aymara y quéchua, el Perú otro tanto más los de segunda, tercera y cuarta generación, descendientes de indígenas que conservan el apellido Quispe, Yupanqui, Perleche, Ipanaqué, dependiendo del lugar: en general son descendientes de culturas preincas. Y como es lógico, esas personas NO hablan fluidamente el castellano ( Evo Morales es uno de ellos, pero Toledo, el presidente peruano también, sólo que él es un cholo-gringo, pues se educó desde joven en USA y no es quechuahablante).
En este contexto, del que sólo te doy algunos datos de la vida diaria, hablar de "nación indígena", de "nacionalismo", es, tal como yo lo veo y siento, hablar de simplemente "respeto de la dignidad humana" de estas personas. Y, obviamente, quienes han vivido por siglos despreciados, olvidados, excluidos, no pueden no tener un fuerte "resentimiento social". ¿Qué hicieron los gobiernos para mejorar esta situación?. Prácticamente nada; dejaron que el tiempo sedimentara esta situación, fortaleciendo, en el caso del Perú, a los criollos de la costa del pacífico, y, especialmente en la capital, Lima. Desde siempre se dice que "Lima es el Perú". Esta situación ha comenzado a cambiar un poco, y ahora se lucha por la "regionalización", una especia de "autonomía" debilitada. Pero al lado de esto hay un miedo claro y no oculto de la burguesía criolla, costeña, neoliberal y oportunista. En ese contexto hablar de que el "nacionalismo" es algo pasado de moda y que las fronteras deben abrirse al "capital inversionista", es, como es obvio, algo dificilmente de aceptar, pues la experiencia diaria es que nada resuelve: la pobreza sigue instalada y la riqueza sigue en pocas manos y no se distribuye. El presidente peruano, neoliberal aliado de Bush, llama a esto el "chorreo". Según su teoría la riqueza debe "chorrear hacia abajo" por sí sola, por efecto benéfico del mercado. Y es el mismo caso de Chile, ese "oscuro milagro" chileno, del cual sólo ahora se atreve a hablar el partido socialista chileno (el director de campaña de Bachelet y otros han dicho que efectivamente, la riqueza seguía en pocas manos, que la seguridad social, privatizada, no funcionaba, que no había las mismas oportunidades para acceder a la educación, etc, y que ese era el reto de Bachelet. Uno se pregunta, ¿dónde está pues el milagro chileno? La respuesta es: en la macroeconomía. Igual pasa en el Perú de Toledo: la macroeconomía tiene buenas cifras, pero la gente se muere de hambre). La respuesta que se maneja en boca de los políticos proclives al libre mercado, tal y como se le experimenta por estos países, es que se "debe tener paciencia" o aumentar el sueldo en miserables proporciones. Las legislaciones laborales están "máximamente flexibilizadas" lo cual quiere decir, en la práctica diaria laboral, que los patronos pueden hacer lo que se les antoje con los trabajadores. En el Perú se trabaja 14 horas diarias y sólo pagan 8 horas con el sueldo mínimo (en general pagan menos que eso) y los trabajadores aceptan por aquello de que "peor es nada". Y el otro cuento es que los "costos laborales" no hacen "atractiva" la inversión extranjera.
En fin, todo el discurso político-económico necesita de una revisión argumental y de una contrastación empírica, que no se hacen. ¿ Y las Universidades?. Pues alguna hace algo de pequeña monta, por temor a que la "inversión extranjera" se ahuyente.
La práctica política liberal de todos las naciones latinoamericanas ha sido, y sigue siéndolo, caudillescamente presidencialista. En general el guión cinematográfico de los presidentes de las repúblicas era la de un actor político blanco o mestizo blanqueado ( ya sea por su piel o por su dinero o posición social de apellido). En estos casos las actitudes "dictatoriales" se aceptaban sin mucho escándalo, bajo diferentes figuras jurídicas: la entrega de poderes extraordinarios por parte del Poder Legislativo, al presidente de la República. Este ha sido la práctica de los últimos 30 años (de lo que conozco por experiencia) en Venezuela. Este fue el caso de Fujimori en el Perú. Se piensa que ese "método" es más expedito para "resolver problemas urgentes". El caso de Chávez en Venezuela forma parte de esta "tradición" con el agregado de que su práctica política se inserta en una reposición de temas que "se creían estaban olvidados" en América Latina: la lucha por un socialismo a la latinoamericana y contra el imperialismo yanqui (te recuerdo el libro de Wright Mills "Escucha Yanqui". 1960, cuyo original inglés se llama Listen, Yankee (The Revolution in Cuba) y toda la ideología izquierdista de la época). Chávez ha hecho, a partir de hace pocos años, de este "reivindicación" su lugar común discursivo. Este es un expediente que está a la mano y que no puede ocultarse: la intervención del imperialismo yanqui , que en los 60 representaba una posición de "libertad contra el comunismo", es, ahora, una simple arma mortal guerrera, desde la caída de Allende, contra toda posición política que no acepte constituirse en aliado del Imperio. En ese contexto es obvio que, en el caso de Venezuela actual con Chávez y su gobierno, recurra a este "ataque" cada vez que el gobierno americano insulta y miente respecto de las intenciones de Chávez (Este ha sido el caso con Evo Morales, quien en su discurso de toma de posición denunció todas las "mentiras" construidas por los yanquis). Los pasos que ha tomado Chávez son, mutatis mutandis, respecto de la experiencia revolucionaria peruana un juego de niños. Las medidas más o menos "fuertes" de Chávez están en proporción directa a la increíblemente estúpida e ingenua actuación de la "oposición" y del propio Bush. Sinembargo el negocio petrolero entre USA y Venezuela sigue viento en popa: un millón quinientos mil barriles diarios. La actividad comercial en Venezuela es tan capitalista como la que más (acá la "costumbre" es obtener ganacias de 400 por ciento). Subsisten esquemas económicos paralelos: sociedades mixtas con el estado, promoción de las cooperativas, préstamos comerciales a bajo interés a la pequeña y mediana industria, regularización de la tierra respetando las tierras productivas (5000 hectáreas). ¿Dónde está la falla?: en lo mismo de siempre, en la forma de vida de una sociedad acostumbrada al derroche, a la corupción como medio de vida (decía un famoso político que " En Venezuela no hay razones para no ser ladrón". Estos "errores" serán lo que estorbarán el cambio social o su aniquilamiento, no para que vengan mejores tiempos, sino para "cambiar de manos". Sí, lo que aquí se ha producido de "revolucionario" es la exclusión de un sector de la población, la oligarquía (término que se creía que estaba también pasado de moda) que, en este país es menos cerrada que en otro, que manejó este país durante casi 50 años (algo parecido a lo que le pasó al PRI y compañía en México). El "corte especial" de Chávez es su manera de ser que es la de un venezolano común y corriente de ciertos lugares: un llanero de extracción pobre. Eso lo maneja bien y lo explota.
Hay mucho más que decir sobre este curioso fenómeno de cambio social venezolano, visto a través de mis ojos de extranjero, luego, equidistante, y con la historia de los últimos 45 años de América Latina en la memoria, lo cual me hace ser comparatista. Creo que, como siempre sucede, los venezolanos en general no aprecian bien lo que les está pasando. Según mi análisis, es menos de los que unos y otros creen, y esto también se puede entender si uno capta la "manera de ser chévere" que caracteriza la vida diaria en este lugar del caribe (que no es lo mismo que sudamérica).
Un abrazo
Me alegra esta carta de tu colega y la reflexión a que conduce. En repetidas ocasiones has escrito sobre Chavez y Morales con una cierta agresividad (algo más que la mala leche), obviando que son fruto de centenares de años de desprecio hacia los indígenas y las clases más humildes por parte de las clases dirigentes. Vuelve a aparecer la teoría del péndulo y se pretende ajustar cuentas con el pasado de opresión, pero hemos avanzado: la democracia ya no se cuestiona en estos paises y los derechos humanos de las clases más desfavorecidas salen a la luz, a la vez que ellos toman conciencia de la fuerza que se tiene cuando la mayoría se une en vez de distraerse con trifulcas locales.
ResponderEliminarAl final los españoles tendremos que olvidar nuestra soberbia y aprender de ellos.