Hoy he sido insultado. Se me ocurrió ir a mi clase con una indumentaria inusual en mí, o tal vez un poco fuera de lugar, no sé. Una estudiante levantó la mano y me dijo: "a ver si deja los disfraces y se viste de una vez de profesor y da sus clases como es debido". Yo me indigné muchísimo y le grité: "¡feminista!
Para mi consuelo, gran parte de los varones que estaban en el aula se levantaron y salieron en actitud de protesta por el ataque sexista que yo había sufrido. Gracias, compañeros.
Muy bueno si señor, veo que no pierde detalle de lo que sucede en España
ResponderEliminarYo tampoco encontré el sucedido de marras particularmente sexista. Era simplemente una zaplanada, a saber, una zafiedad plana tendiente a la nada, carente por lo tanto de interés humano e intelectual. Elevar el eructo maloliente del cartagenero a la categoría de ataque sexista implicaría elevar a la categoría de hablante articulado a ese bellaco oportunista, vanidoso y trepador. (E impecablemente vestido, por lo general: si yo razonase como una valerosa parlamentaria centroeuropea de la que estamos discurriendo en otro filón de este sito, tras ver a E. Z. correría a primero estercolar y luego quemar mis trajes y corbatas).
ResponderEliminarMi pulgar abajo, pues, a la reacción de las superficiales y quisquillosas señorías socialistas. Fatal. No ofende el que quiere sino el que puede. Edudín (a) "toy aqí pa forramme" es impotente.
Amigo, celebro que estemos de acuerdo. Y lo estamos en las dos cosas, en lo forzado y poco relevante de la traducción sexista de la anécdota del disfraz y en el juicio muy crítico sobre el personaje, por otro lado. Si eso es lo más presentable que tiene el PP para poner de escaparate, aviados van y así les cunde.
ResponderEliminarUn saludo.