Vuelve nuestro Anónimo oficial a mostrar sus dotes narrativas y a contarnos de su mundo, que está en el nuestro sin que lo veamos mayormente. Buena literatura y mucha vida.
¿Dónde le iba a ver sino allí ? En el jardín de Correos, estaba bebiendo agua. Yo venía de recoger un certificado. El estaba bebiendo agua. ¡Antonio, Antonio!, le llamé alto de cerca. ¡Hombre, Anónimo!, parecía un sudista tras la retirada de Getysburg, con sus zapatos desgastadísimos, pantalón gris panza de burra, chaqueta torera marrón clara con 23 grados a la sombra (es que nunca se sabe dónde se puede descuidar una colonia, ¿sabes?), el pelo rizado a lo afro, la barbucia de tres días entrecana, como sudando y los ojos semicerrados de un estar a gusto, como corresponde a quien no está al tanto de lo del Estatuto de Cataluña y ni puta idea de que ERC había dejado el tripartito, que a ver si ERC era el sponsor que había roto el contrato con el Tripartito Illes Balears por el doping. Era la derrota de Getysburg personificada ¡se lo juro!
¡Que dices Antonio! (un hombre nunca le debe preguntar a otro ni adónde vas ni de dónde vienes, porque se puede estar viniendo o se va a ir a un trapi y te puedes emparanoiar bastante con el preguntón) ¿Me invitas a un helado de chocolate con lakasitos que ponen ahí en el B. King?, Siempre, chalemos (vamos). ¿Has arreglado ya los papeles para cobrar el subsidio? (De 46 años que tiene, 21 de cárcel ha pagado este ciudadano para cumplir el fin retributibo de la norma. ¿Que algo haría?, lo que se le puso en los cojones, y bien retribuido está me cago en ros. Sí ya cobré y ya pagué la habitación y compré comida : yogur, chorizo, dos hogazas ...
Mientras, reposadamente, al ritmo monótono en que te deja el habla el Tranquimazin, seguía hablándome de lo que se cuidaba y tal, yo preferí acordarme de cuando antaño, de cuando hace veintitantos años se pegó con quince gitanos en el pub Ludwig van B, que hoy es un solar (joder qué rollo, un desdichado no tiene ni la posibilidad, orgullosa más o menos, de decirle a su hijo un día que coincida : aquí hijo, en este pub, conquisté el título), me contaron que se puso espalda a la pared con una banqueta cogida en la mano izquierda para parar los puñetazos y las patadas que le tiraban y con la derecha soltando hostias como un fiera, con dos cojones. Nadie le ha quitado ese título todavía en León ...
¡Que si me dejuñas 10 euros, Anónimo!, ¡Estoy canino compadre!, respondí con labia instantánea volviendo de mi gondi, tira a mi casa si camelas comer que ha hecho pescado mi hermana. No, tengo que subir dentro un momento a ver al Luis el de la Antonia. El helado le estaba encantando, nos miramos, la heroina te está desarmando y la coca hinchándote la barriga, majo, le dije; ni puto caso, es que no tengo voz de apóstol precisamente.
¿Sabes a quién vi que me compró un paquete de tabaco?, a la chorba esa de la Sobarriba que salió contigo en el 98. Me quedé con cara de besugo y mientras él se quedaba con su coloconcico mascando lakasitos y paladeando helado, yo me fuí a encontrar en mis recurdos con la nativa de un pueblo del, en tiempos, abolengo de los Condes de Luna.
Laura de los ojos azules, de los ojos del azul intenso de llama preparada para fundir hierro, pero en zonas de esas pupilas hacían esfumatto nubecillas más claras ; yo he visto atravesar de perfil sus ojos preciosos la luz blanca del sol y caí en la cuenta de que ya no me importarían cosas tales como saber que el primer Borbón se llamaba Felipe V, ¿qué más da que se hubiese llamado Anastasio III el Breve?, la ruina iba a haber sido la misma. Lo que yo quería era aprender la física y la química que lograban aquel fenómeno que ... ¡me atraes con tus ojos!, ¡ni se te ocurra cometer el sacrilegio de ponerte gafas de sol!, ¡ni parpadees, te lo suplico! Yo pillao y ella brillando en la discoteca y donde estuviera.
En unos andurriales cerca de tu casa, me enseñaste, Laura, a volverme loco por las moras de las zarzas. Y en tus brazos nunca me cansé de escuchar como recitabas a Neruda, a Espronceda ... ¿Cómo te hubiese llamado a tí Lope de Vega? ¿Filis o Amarilis?. Tú eres la Laurencia de Fuenteovejuna arengando a los hombres contra el marquesón o lo que fuese aquel ocioso noblón violador. Seguro que Lope la imaginó con tus ojos del cielo.
Vosotros ya para siempre, nos dijo una amiga una vez que me vió mirarle el azul como si esperase que se derramase en mi vida una catarata de dulzura. Pero fue un Ministerio y prejuicios de no querer comprender lo que es la vida, en ciertos momentos que se pasa muy mal, lo que nos separó.
¡Joder Antonio! te estaba apeteciendo el helado. Lo que me apetece es fumarme un chino, ¡hace que no fumo!, fumo un poquitín, 10 euros, pero... de vez en cuando, no lo busco tampoco. No te llama ¿verdad?, sonreí como de irónico, no, no es que no me llame, es que estoy solo como un perro. No te me curres la lástima, ni me vengas con filosofías, a ver entiéndeme : ¡yérguete!, fuiste un kie en el maco (más que un caballero Jedi y mucho más que uno del Santo Sepulcro de Jerusalén, por supuesto) y todavía conservas el título.
Y a pesar de la derrota que llevaba encima, al decirle yo eso, salió de su ser un orgullo como lanzando al aire desbocadamente Su Lucha (y no estoy parafraseando el libro) desafortunada que me estremeció e hizo que yo también me estirara.
¿Dónde le iba a ver sino allí ? En el jardín de Correos, estaba bebiendo agua. Yo venía de recoger un certificado. El estaba bebiendo agua. ¡Antonio, Antonio!, le llamé alto de cerca. ¡Hombre, Anónimo!, parecía un sudista tras la retirada de Getysburg, con sus zapatos desgastadísimos, pantalón gris panza de burra, chaqueta torera marrón clara con 23 grados a la sombra (es que nunca se sabe dónde se puede descuidar una colonia, ¿sabes?), el pelo rizado a lo afro, la barbucia de tres días entrecana, como sudando y los ojos semicerrados de un estar a gusto, como corresponde a quien no está al tanto de lo del Estatuto de Cataluña y ni puta idea de que ERC había dejado el tripartito, que a ver si ERC era el sponsor que había roto el contrato con el Tripartito Illes Balears por el doping. Era la derrota de Getysburg personificada ¡se lo juro!
¡Que dices Antonio! (un hombre nunca le debe preguntar a otro ni adónde vas ni de dónde vienes, porque se puede estar viniendo o se va a ir a un trapi y te puedes emparanoiar bastante con el preguntón) ¿Me invitas a un helado de chocolate con lakasitos que ponen ahí en el B. King?, Siempre, chalemos (vamos). ¿Has arreglado ya los papeles para cobrar el subsidio? (De 46 años que tiene, 21 de cárcel ha pagado este ciudadano para cumplir el fin retributibo de la norma. ¿Que algo haría?, lo que se le puso en los cojones, y bien retribuido está me cago en ros. Sí ya cobré y ya pagué la habitación y compré comida : yogur, chorizo, dos hogazas ...
Mientras, reposadamente, al ritmo monótono en que te deja el habla el Tranquimazin, seguía hablándome de lo que se cuidaba y tal, yo preferí acordarme de cuando antaño, de cuando hace veintitantos años se pegó con quince gitanos en el pub Ludwig van B, que hoy es un solar (joder qué rollo, un desdichado no tiene ni la posibilidad, orgullosa más o menos, de decirle a su hijo un día que coincida : aquí hijo, en este pub, conquisté el título), me contaron que se puso espalda a la pared con una banqueta cogida en la mano izquierda para parar los puñetazos y las patadas que le tiraban y con la derecha soltando hostias como un fiera, con dos cojones. Nadie le ha quitado ese título todavía en León ...
¡Que si me dejuñas 10 euros, Anónimo!, ¡Estoy canino compadre!, respondí con labia instantánea volviendo de mi gondi, tira a mi casa si camelas comer que ha hecho pescado mi hermana. No, tengo que subir dentro un momento a ver al Luis el de la Antonia. El helado le estaba encantando, nos miramos, la heroina te está desarmando y la coca hinchándote la barriga, majo, le dije; ni puto caso, es que no tengo voz de apóstol precisamente.
¿Sabes a quién vi que me compró un paquete de tabaco?, a la chorba esa de la Sobarriba que salió contigo en el 98. Me quedé con cara de besugo y mientras él se quedaba con su coloconcico mascando lakasitos y paladeando helado, yo me fuí a encontrar en mis recurdos con la nativa de un pueblo del, en tiempos, abolengo de los Condes de Luna.
Laura de los ojos azules, de los ojos del azul intenso de llama preparada para fundir hierro, pero en zonas de esas pupilas hacían esfumatto nubecillas más claras ; yo he visto atravesar de perfil sus ojos preciosos la luz blanca del sol y caí en la cuenta de que ya no me importarían cosas tales como saber que el primer Borbón se llamaba Felipe V, ¿qué más da que se hubiese llamado Anastasio III el Breve?, la ruina iba a haber sido la misma. Lo que yo quería era aprender la física y la química que lograban aquel fenómeno que ... ¡me atraes con tus ojos!, ¡ni se te ocurra cometer el sacrilegio de ponerte gafas de sol!, ¡ni parpadees, te lo suplico! Yo pillao y ella brillando en la discoteca y donde estuviera.
En unos andurriales cerca de tu casa, me enseñaste, Laura, a volverme loco por las moras de las zarzas. Y en tus brazos nunca me cansé de escuchar como recitabas a Neruda, a Espronceda ... ¿Cómo te hubiese llamado a tí Lope de Vega? ¿Filis o Amarilis?. Tú eres la Laurencia de Fuenteovejuna arengando a los hombres contra el marquesón o lo que fuese aquel ocioso noblón violador. Seguro que Lope la imaginó con tus ojos del cielo.
Vosotros ya para siempre, nos dijo una amiga una vez que me vió mirarle el azul como si esperase que se derramase en mi vida una catarata de dulzura. Pero fue un Ministerio y prejuicios de no querer comprender lo que es la vida, en ciertos momentos que se pasa muy mal, lo que nos separó.
¡Joder Antonio! te estaba apeteciendo el helado. Lo que me apetece es fumarme un chino, ¡hace que no fumo!, fumo un poquitín, 10 euros, pero... de vez en cuando, no lo busco tampoco. No te llama ¿verdad?, sonreí como de irónico, no, no es que no me llame, es que estoy solo como un perro. No te me curres la lástima, ni me vengas con filosofías, a ver entiéndeme : ¡yérguete!, fuiste un kie en el maco (más que un caballero Jedi y mucho más que uno del Santo Sepulcro de Jerusalén, por supuesto) y todavía conservas el título.
Y a pesar de la derrota que llevaba encima, al decirle yo eso, salió de su ser un orgullo como lanzando al aire desbocadamente Su Lucha (y no estoy parafraseando el libro) desafortunada que me estremeció e hizo que yo también me estirara.
Siempre es un placer descubrir que otros a quienes no voy a decir que admiras, pero al menos respeto por su trabajo y por lo que dicen, (no puedo añadir y "hacen" por cuanto no conozco su vida ni como se desenvuelve, al menos hasta ahora)ya que los leo siempre que tengo oportunidad, hacen lo mismo que yo.
ResponderEliminarMe encantan tus artículos en La Nueva España que siempre que leo, me recuerdan a un joven profe de Filosofía de mis tiempos de estudiante de Derecho en la Uni de Oviedo. Y me encanta que dejes a Sosa, compartir tu blog, porque también disfruto muchísimo leyendole.
Seguiré leyendote. Saludos