Sigamos un rato más con el tema de los valores académicos. Estos días hablábamos aquí, entre otras cosas, de la sorprendente frecuencia del plagio en los escritos que se presentan a los concursos para plazas de profesor titular o catedrático y de plagios en los artículos y monografías "científicos". Y para qué mencionar el viejo vicio de que becarios y ayudantes se curren los trabajos y experimentos que luego firma -sólo o de primero de la lista- y exhibe el cátedro. Excusas podemos inventar para todo, ya lo sé. Dejémoslo estar.
Recuerdo otro caso que yo mismo viví y que seguramente ya habré contado aquí. Actuando de miembro de un tribunal en concurso a plaza de funcionario docenta universitario, me encontré en el primer ejercicio de uno de los candidatos un puñado de páginas exacta y completamente copiadas de un libro que no mencionaba, haciéndolas, pues, pasar como de propia mano. Reunido el tribunal , lo hice valer para explicar mi voto en contra de tal aspirante y la mayoría de los compañeros -es un decir- del tribunal se me vinieron encima como fieras, aduciendo que quién no había plagiado algo alguna vez. Será que cree el ladrón... Perdí la votación, por supuesto, ganó el falsario. Fotocopié las páginas en cuestión y las envié a unos cuantos colegas prominentes. No pasó nada, sólo sirvió la maniobra para alimentar los cotilleos de pasillo. Condena moral real no existe, sólo chismorreo; efecto ninguno. Tonto el último.
¿Por qué es posible todo esto? Ahí está la madre del cordero, a ver cómo se explica semejante crisis moral e intelectual de la Academia. La primera y más elemental razón seguramente está en el declive moral general de la sociedad y en la correlativa pérdida de todo sustrato ético de las instituciones. No hay sentido de Estado ni de lo público ni del interés general ni de nada, sólo prácticas de comedero, ideologías alimenticias, dobles y triples morales, picaresca. Se admira al jeta, al descarado, al osado; o, como mínimo, se toleras sus éxitos y ascensos en nombre del buen rollito. Lo importante es que nadie elevante la voz, en nombre del buen rollito y por si las moscas. Omertá. En casi todos los trabajos, sean del sector público o privado, la mayoría detesta al esmerado en su rendimiento y al honrado en su actitud.
Fuera de eso y en lo particularmente referido a las universidades, se ha perdido por completo toda consideración del honor académico, la estima corporativa se ha desvinculado plenamente del rendimiento y de las capacidades intelectuales. La universidad se ha politizado en un sentido muy especial. La lucha no se da por el trabajo bien hecho, por la docencia competente y la investigación seria, por el prestigio fundado, sino por el dominio de campos, áreas, sectores, departamentos... El modus operandi reproduce como un calco las maneras de la mafia, sangre aparte. Cuando tengo poder -en una universidad, en un rectorado, en un vicerrectorado, en un tribunal...- favorezco a los míos por ser míos, de mi cuerda, de mi camada, no por lo que en sí valgan. Luego cambian las tornas, otros llegan, a otros les toca la próxima vez. Y se aplica el consiguiente ajuste de cuentas, con idéntica lógica: ahora les toca a los míos, sus váis a enterá.
Recuerdo otro caso que yo mismo viví y que seguramente ya habré contado aquí. Actuando de miembro de un tribunal en concurso a plaza de funcionario docenta universitario, me encontré en el primer ejercicio de uno de los candidatos un puñado de páginas exacta y completamente copiadas de un libro que no mencionaba, haciéndolas, pues, pasar como de propia mano. Reunido el tribunal , lo hice valer para explicar mi voto en contra de tal aspirante y la mayoría de los compañeros -es un decir- del tribunal se me vinieron encima como fieras, aduciendo que quién no había plagiado algo alguna vez. Será que cree el ladrón... Perdí la votación, por supuesto, ganó el falsario. Fotocopié las páginas en cuestión y las envié a unos cuantos colegas prominentes. No pasó nada, sólo sirvió la maniobra para alimentar los cotilleos de pasillo. Condena moral real no existe, sólo chismorreo; efecto ninguno. Tonto el último.
¿Por qué es posible todo esto? Ahí está la madre del cordero, a ver cómo se explica semejante crisis moral e intelectual de la Academia. La primera y más elemental razón seguramente está en el declive moral general de la sociedad y en la correlativa pérdida de todo sustrato ético de las instituciones. No hay sentido de Estado ni de lo público ni del interés general ni de nada, sólo prácticas de comedero, ideologías alimenticias, dobles y triples morales, picaresca. Se admira al jeta, al descarado, al osado; o, como mínimo, se toleras sus éxitos y ascensos en nombre del buen rollito. Lo importante es que nadie elevante la voz, en nombre del buen rollito y por si las moscas. Omertá. En casi todos los trabajos, sean del sector público o privado, la mayoría detesta al esmerado en su rendimiento y al honrado en su actitud.
Fuera de eso y en lo particularmente referido a las universidades, se ha perdido por completo toda consideración del honor académico, la estima corporativa se ha desvinculado plenamente del rendimiento y de las capacidades intelectuales. La universidad se ha politizado en un sentido muy especial. La lucha no se da por el trabajo bien hecho, por la docencia competente y la investigación seria, por el prestigio fundado, sino por el dominio de campos, áreas, sectores, departamentos... El modus operandi reproduce como un calco las maneras de la mafia, sangre aparte. Cuando tengo poder -en una universidad, en un rectorado, en un vicerrectorado, en un tribunal...- favorezco a los míos por ser míos, de mi cuerda, de mi camada, no por lo que en sí valgan. Luego cambian las tornas, otros llegan, a otros les toca la próxima vez. Y se aplica el consiguiente ajuste de cuentas, con idéntica lógica: ahora les toca a los míos, sus váis a enterá.
Y no se avizora solución. Lo mismo da que las normas cambien mientras no cambiemos las mentalidades. Y no cambiarán, la situación tiende a empeorar en progresión geométrica. Vienen nuevas reformas que permitirán mayores manejos y mejor impunidad. Por eso la universidad es ya un cadáver. Sólo van quedando las hienas y los buitres que se disputan los despojos. Y cuatro resistentes que no venden una escoba y que sólo pueden esperar que la jubilación no tarde.
Muy amargado le veo profesor, pero es que por desgracia tiene Ud. toda, todita la razón.
ResponderEliminarMedallas prestadas, puestos comprados...
Y lo más grave es que no hay suficiente gente que quiera luchar por solucionarlo.
Un saludo.
Yo le reconozco toda la razón y aún se queda corto. Si un extraterrestre viene y lee esto acaba tan indignado como usted y yo. ¿Los alumnos son extraterrestres? ¿Sus padres son marcianos? Hay cosas que uno ya prefiere no comprender. Nunca podremos comprenderlas, mejor dicho.
ResponderEliminarA pesar de que usted cobra más que yo (no se si sus reflexiones van en el sueldo), múcho ánimo.
Un slaudo.
Además de muchos otros problemas la universidad tiene un problema estético, con todo lo que ello implica y significa: un buen número de profesores no sabe hablar, ya no digamos escribir; un buen número de profesores no tiene ningún tipo de inquietud cultural o intelectual -descontando el futbol-; un buen número de profesores no lee más que el periódico local y para buscar cotilleos; tampoco va al cine, ni escucha música, ni visita una exposición, ni hace un viaje, ni tiene ningún interés por nada.
ResponderEliminarY un buen número de estudios no deberían formar parte de la universidad: inef, las ingenierías técnicas, turismo, trabajo social, técnicas alimentarias, medio ambiente, por citar sólo las que me vienen inmediatamente a la cabeza. Ojo avizor: no digo que los titulos en esas materias valgan menos que los títulos universitarios; tampoco digo que los que estudien esas materias no se puedan presentar a las oposiciones del grado que sea: hay que reconocerles derechos equivalentes, todos, incluso más. Pero no son universitarias: no cumplen con el requisito de la reflexión intelectual, entiéndase ésta como se entienda. Son carreras técnicas, que enseñan habilidades o destrezas o conocimientos aplicados. No pueden ser universitarias.
No estará envidioso porque no le plagian, ¿verdad?
ResponderEliminarHay también excepciones en esa marea de mediocridad. Levanto hoy una pequeña bandera de honestidad en mi hectárea (porque, puestos a presumir, es un poco grande). Los plagios denunciados han acabado con las aspiraciones de los imitadores. Viví hace ya años una oposición en la que un bienaventurado candidato presentó como primer ejercicio un proyecto que contenía el libro de su antiguo mentor. Se le excluyó de las pruebas. Y se recordaron otros conocidos casos anteriores.
ResponderEliminarUn muchos países europeos es cada vez más frecuente que la exigencia de presentar previamente la obra en algún instrumento informatico para proceder a su examen y al asequible cruce de datos. Así se ha impedido defender algunos trabajos como tesis doctorales, que se re-publicaran plagios o repitieran alabanzas y laureles para el mismo artículo. Los plagios o reiteraciones han dado también lugar a la revocación de títulos y premios... Ya que estamos de reformas y Vd. tiene tanta influencia ¿por qué no lo propone? Originales saludos, nada plagiados.
Muy certero VENATOR. Son muy pocos los buenos profesores universitarios. Andamos escasos de intelectuales y así nos va.
ResponderEliminarMe permito aportarle, sin embargo, una opinión: hay una generación de jóvenes de veintitanto y treinta años, dedicados a oficios (fontaneros, electricistas, informáticos), que no han pasado por la Universidad y que muestran gran gusto por su trabajo y, sobre todo, curiosidad y aficiones. Hay ciertos atisbos de esperanza.
De lo que andamos sobrados es de intelectuales. ¿O acaso no recuerdan las multitudes innumeras de intelectuales que gritaron no a la guerra?
ResponderEliminar¡Válgame Dios! ¡Otra cosa no, pero intelectuales..!
La universidad nació cuando nuestro mundo se hizo lo suficientemente complicado como para no poderlo comprender recurriendo a las explicaciones del santo del momento.
La complicación del mundo subsiste pero la universidad se muere. ¿Por qué? Porque todo el mundo sabe aunque sea in fuero interno que a ustedes el mundo les importa un bledo.
Dos para reírse un rato sobre un viejo cátedro, renombrado fuera de la uni como académico y como abogado. Éste era de la vieja escuela para lo malo y para lo peor, así que solía tirar mucho de "negros" para escribir (es politically incorrect, pero es el término que se usa). Primero, de sus primeros discípulos, hoy ya catedráticos a su vez. Luego, de sus "nietos" académicos.
ResponderEliminar1. El cátedro viejo le preguntó al cátedro joven: "¿Ha leído usted mi artículo, García?". Contestó el cátedro joven: "Yo sí, don XXXX. ¿Lo ha leído usted?".
2. Este ilustre fulano publicó hace años sus "Estudios", típico libro de recopilación de artículos un par de meses previo a su Libro Homenaje. Ese libro tiene dentro el trabajo de tantos "negros" que le llaman "El Amistad".
(para quien no lo entienda aún: http://es.movies.yahoo.com/a/amistad/index-2495.html).
Ilmo Sr catedrático : parece mentira, que en su escrito ponga que la vida igual que los estudios universitarios y los mejores puestos laborales dentro de las instituciones no sepa VI que se dan a dedo, como en los tiempos de Carolo III.
ResponderEliminarPorque la verda es que la situación moralmente hoy día no existe ni en la universidad ni en las multinacionales a no ser que tengas unos apellidos que se llamen papá.
Por lo visto toda esa gente universitaria que aprueban por influencias ajenas a su persona de VI, le diré, que se deberían dedicar a la cacharrería o bien a la chatarrería porque así está el pueblo de inmoralidades y de la falta de Dios porque para limpiar la mala hierba, primero hay que cortar la raíz, cosa que con este gobierno y los borbonazos que tenemos encima, nada más de pensarlo, nos entran unas ganas terribles y mortíferas de ir a la taza del servicio, por lo tanto, yo lo que VI, procuraría, cosa que no dudo de su persona, dar sus clases y no involucrarse en estos comentarios dónde los universitarios que lean su blog, puedan hacer tristes comentarios de su persona y alguno por lo bajini, en corrillo, le llame HP.
Me despido de VI y viva bien la vida, que esta VI recién casado, no sea que de tanto pensar en sus alumnos, le entre a VI una depresión. A vivir que son 2 días, que la vida nada más se vive una vez.
uy uy uy
ResponderEliminarlo Vox populi me deja descolocao
estoy en proceso de interpretación...
No. Es evidente que el profesor no es un HJ.
ResponderEliminarNo creo que haya muchos corrillos donde le digan eso.
No puedo estar de acuerdo con mi íntimo amigo Vox Populi ya que los catedráticos en general y García Amado en especial, no deben caer en la desolación de lo que contemplan, sino en un mayor redoble de conciencias , que diría el poeta de Ancia, hasta que se forme un núcleo incorrosible.
ResponderEliminarLas razones que da Garciamado acerca del desplome moral, son más que atinadas : "...no hay sentido de Estado, ni de lo público..., picaresca."
Quizá, la conclusión de que la Universidad es un cadaver yo no la vea tan clara. Es que debo insistir en que el profesorado de la facultad de Derecho de León a mí me ha impresionado en general y en particular soy adicto a 4 catedráticos.
No se si tendrá mucho que ver, pero tal vez un comunitarismo de corte universalista, mejor que el puto individualismo capitalista , sirviese al cambio.
i) Los núcleos incorrosibles son los más sabrosos,pues, saben a limpio.
ResponderEliminarii)Si no ve que la universidad es un cadáver... Una vez leí que la diferencia entre un cadáver y un cuerpo es que el cuerpo abarca más al corazón que a las uñas pero que no así el cadáver.
iii)¡Viva el individualismo!
Tumbaíto, tal vez todo se reduzca en este caso concreto a dos maneras de ver la botella, medio llena o medio vacía.
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