Qué conveniente sería que a los ciudadanos se nos dieran unas buenas lecciones sobre el cómo y el porqué de los principios jurídico-penales en el Estado de Derecho y sobre el modo en que nos protegen a todos frente a la arbitrariedad de los poderes públicos, y no meramente a los delincuentes frente a la sociedad o las víctimas. Pero los medios de comunicación hacen exactamente lo contrario, no sé si deliberadamente o por inadvertencia; o habrá de todo. En ciertos delitos (terrorismo, delitos contra la libertad sexual, etc.) se presenta una ecuación fatídica: acusado igual a culpable. La sociedad condena antes del juicio, jaleada por los medios de comunicación más amarillos y, a menudo, por “colectivos” que se pretenden progresistas y que vaya usted a ver el percal que se gastan. Ejemplo fácil: acusado de violación, con mejores o peores indicios y pruebas, y un grupos de señoras en la calle (acompañadas por algún concejal e IU, que éstos siempre están donde hay señoras o canapés) que piden a voz en grito la condena más dura y sin miramientos para procesos ni principios.
Una vez oí a una colega decir en un congreso que en los casos de delitos sexuales contra mujeres se debería invertir la carga de la prueba y convertir la presunción de inocencia en presunción de culpabilidad, de modo que todo varón acusado debe ser tratado como culpable mientras no demuestre su inocencia. Vaya, que demuestre él que no la violó o no la tocó malamente. Así se lucha por los derechos humanos, mi alma, arsa. El día que consigan ser tan burras como los machistas más bestias habremos logrado la igualdad, una igualdad peluda y dura como el pedernal.
Mucha gente piensa de idéntica manera cuando el acusado es un inmigrante, un gitano, una prostituta... Esos son malos por definición y a qué andarse con miramientos ni exquisiteces, a la trena, que algo habrán hecho. Así razonaban antes los machos cuando la acusada era una mujer heterodoxa, o algunos curas cuando se trataba de un ateo. Ahora cambian los géneros y los dogmas, pero la cerrilidad se mantiene. Nada de presunciones de inocencia ni de necesidad de verdadera prueba inculpatoria, no se castigan crímenes, sino criminales presuntos y se reemplaza el nullum crimen, nulla poena sine lege por el nullum crimen sine poena, como le gustaba a Ronald Freisler (el originario, ojo). Y lo que es crimen ya lo diremos nosotros, los buenos, caso por caso y según que el procesado sea de los nuestros o de los otros, de los réprobos por definición.
Cada vez que al comienzo de un juicio hay ante el tribunal una manifestación callejera, echémonos a temblar, es la bestia que vuelve por sus fueros, ya sea para exigir impunidades para los de alguna clase, raza o pueblo, ya para demandar castigo sin garantías ni concesiones a la legalidad.
Algo de esto se me viene a la cabeza cuando escucho a algunos dirigentes de las asociaciones de víctimas del terrorismo. Sé que me meto en terreno minado y trataré de ir con pies de plomo, pues con nuevos dogmas hemos topado. El rechazo radical que me provoca cualquier forma de terrorismo no necesito explicarlo de nuevo. El respeto que se debe a las víctimas me parece fuera de toda duda. Pero inmunes a la crítica tampoco tienen por qué ser si pierden los papeles y dan mal ejemplo. Me hago la siguiente pregunta, pidiendo por anticipado todos los perdones que se quiera. ¿Cuántos de cierta asociación de víctimas estarían encantados de que se absolviese, pasando por encima de las pruebas que hubiere, a los presuntos terroristas islámicos que están siendo juzgados desde ayer? ¿Y cuántos quieren que sean condenados incluso si las pruebas no bastaran para acreditar su culpabilidad? Otra consecuencia de la dichosa politización de la justicia y del irracional partidismo a que hemos ido a parar.
He escuchado estos días un par de entrevistas con Pilar Manjón. Me ha puesto muy nervioso, me ha provocado tremenda desazón, por dos razones. Una, porque, como los de la otra asociación en otros casos, proclama que quiere la condena más terminante para los acusados. Esto necesita traducción para que sea razonable, y debe entenderse así: que quiere que se demuestre que son culpables de los delitos que se les imputan y que en tal caso, y sólo en ése, se les condene. Pero así debería expresarse, sin atajos ni apriorismos.
Mucha gente piensa de idéntica manera cuando el acusado es un inmigrante, un gitano, una prostituta... Esos son malos por definición y a qué andarse con miramientos ni exquisiteces, a la trena, que algo habrán hecho. Así razonaban antes los machos cuando la acusada era una mujer heterodoxa, o algunos curas cuando se trataba de un ateo. Ahora cambian los géneros y los dogmas, pero la cerrilidad se mantiene. Nada de presunciones de inocencia ni de necesidad de verdadera prueba inculpatoria, no se castigan crímenes, sino criminales presuntos y se reemplaza el nullum crimen, nulla poena sine lege por el nullum crimen sine poena, como le gustaba a Ronald Freisler (el originario, ojo). Y lo que es crimen ya lo diremos nosotros, los buenos, caso por caso y según que el procesado sea de los nuestros o de los otros, de los réprobos por definición.
Cada vez que al comienzo de un juicio hay ante el tribunal una manifestación callejera, echémonos a temblar, es la bestia que vuelve por sus fueros, ya sea para exigir impunidades para los de alguna clase, raza o pueblo, ya para demandar castigo sin garantías ni concesiones a la legalidad.
Algo de esto se me viene a la cabeza cuando escucho a algunos dirigentes de las asociaciones de víctimas del terrorismo. Sé que me meto en terreno minado y trataré de ir con pies de plomo, pues con nuevos dogmas hemos topado. El rechazo radical que me provoca cualquier forma de terrorismo no necesito explicarlo de nuevo. El respeto que se debe a las víctimas me parece fuera de toda duda. Pero inmunes a la crítica tampoco tienen por qué ser si pierden los papeles y dan mal ejemplo. Me hago la siguiente pregunta, pidiendo por anticipado todos los perdones que se quiera. ¿Cuántos de cierta asociación de víctimas estarían encantados de que se absolviese, pasando por encima de las pruebas que hubiere, a los presuntos terroristas islámicos que están siendo juzgados desde ayer? ¿Y cuántos quieren que sean condenados incluso si las pruebas no bastaran para acreditar su culpabilidad? Otra consecuencia de la dichosa politización de la justicia y del irracional partidismo a que hemos ido a parar.
He escuchado estos días un par de entrevistas con Pilar Manjón. Me ha puesto muy nervioso, me ha provocado tremenda desazón, por dos razones. Una, porque, como los de la otra asociación en otros casos, proclama que quiere la condena más terminante para los acusados. Esto necesita traducción para que sea razonable, y debe entenderse así: que quiere que se demuestre que son culpables de los delitos que se les imputan y que en tal caso, y sólo en ése, se les condene. Pero así debería expresarse, sin atajos ni apriorismos.
La otra cuestión que me desasosiega es la siguiente: el empeño de esta mujer en descartar, con gran agresividad, cualquier posibilidad de implicación de ETA en los atentados de Atocha. En mi condición de simple ciudadano que conoce del caso lo que los medios de información han expuesto y debatido, no creo, para nada, en la teoría conspiratoria que ve la mano de ETA en tales crímenes. Pero no puedo evitar hacerme esta pregunta: si surgiera algún indicio razonable de dicha implicación (cosa harto improbable, repito), ¿cómo reaccionaría ella? ¿Preferiría, en ese caso, que se hiciera justicia contra todos los responsables –y sólo contra los responsables- o se erigiría en defensora de esos hipotéticos culpables etarras, despreciando las pruebas contra ellos e insistiendo en la culpabilidad exclusiva de todos los acusados islámicos, sólo éstos?
La cuestión tiene alcance general y vale para todos nosotros. ¿Nos importa más que se haga verdadera justicia con garantías o condicionamos la valoración de los resultados del juicio a sus consecuencias políticas para gobierno y oposición? Si es lo segundo, mal estamos, muy mal. Y el tema vale para este juicio o para los juicios por terrorismo etarra.
Basta ya de acosar a los jueces con el ojo puesto en los partidos, sus intereses y sus manejos. Aunque sólo sea por respeto a las víctimas.
i) Una cosa es el "acusado de violación", que en mi opinión es inocente mientras no se demuestre lo contrario y otra es el "confeso de violación" o el pillado in fraganti violando, al que se le debe aplicar la venganza privada, en mi opinión, de modo instantáneo y condecorado el ciudadano que así lo hiciere y pensionada la víctima y sus familiares.
ResponderEliminarii) El originario Roland Freisler parte de la idea de que el nacioalsocialismo era la perfección social (cuando llegara a su culmen) y para conseguir esa sociedad (en la que al parecer la mayoría democrática del pueblo alemán creía en aquellos años)y más aún cuando existiese plenamente, teorizaba que nullum crimen sine poena, que es lo lógico como salvaguardia del pueblo, pero debemos entender que buscaban una sociedad perfecta e igualitaria, si no , no podemos entender la frase.
Es como si leémos el poema satírico de Francisco de Quevedo : Boda de negros, sin ponernos en su entorno social, pues nos parece un poco exagerado, sobre todo porque hay cada negrita que quita el hipo.
iii) Yo que quiere que le diga profesor, la justicia (como no se lo que es)me la trae bastante floja, a mí lo que me interesa es el resultado del juicio, que sea favorable para mi cliente, por supuesto, dentro de cánones legales (sin testigos falsos, documentos amañados). Y ¿por qué? porque vivimos en una sociedad muy alejada de la perfección y si se consigue una absolución quizá sirva para el presunto delincuente más que un castigo irracional como es que en la misma ciudad unos amigos estén comiéndose una de gambas con cañitas y pegándose por ser el quien invita y la señora Antonia y el carrilano X comiendo en Cáritas que les importa un huevo el 11-M, como a mí en estos momentos.
Y esa pedagogía jurídica ¿por qué no sale en televisión?
ResponderEliminar¿No será que el mundo de la abogacía, en su conjunto, no hace lo suficiente por divulgar estas cosas?
¿No será que prefieren que no nos enteremos para así no perder ni un ápice de su chollo de picapleitos?
¿Y que hacen al respecto los profesores universitarios de las titulaciones de Derecho? Porque además de García Amado y de Sosa Wagner habrá más funcionarios en nómina con suficientes conocimientos como para explicar, aunque nada más sea por encima, asuntos jurídicos ¿no?
Sí, sí, ya se que en los colegios de abogados hay un servicio juridico gratuito, pero no crea que sea suficiente.
De oírle decir a alguien:
ResponderEliminar"es inocente hasta que no se demuestre lo contrario"
siempre he pensado que estoy ante un flácido mental.
¿Por qué?
i) No tiene ni puta idea de qué es una demostración.
ii) Presumir algo, porque no hay demostración de que no-p, después Godel es de analfabeto integral.
iii) Porque había una regla preciosa en el derecho histórico español muchísimo más potente y sensata que esa memez de progre:
IN DUBIO PRO REO
Juan Antonio,
ResponderEliminarTambién necesitaría de pedagogías el hecho de que las víctimas del terrorismo tienen exclusivamente derechos sociales especiales, es decir, derecho a ayuda personalizada de las instituciones para mitigar en lo posible las consecuencias del daño que han sufrido, ... pero NO tienen derechos políticos especiales, de ningunísima manera. No merecen más ni menos audiencia que cualquier otro ciudadano, ni deben tener más influencia en un proceso político -mucho menos aún, en uno judicial- que cualquier otro ciudadano.
Dicho eso, es obvio que los partidos y los grupos de interés, en percibiendo la confusión generalizada, se han tirado haciendo la bomba a la piscina ya embarrada e intentan que asociaciones varias arrimen el ascua a su sardina.
Si te parece patética la ingenuidad de la Manjón, como a mí, ¿entonces que adjetivos reservaríamos para el ......... .......... de Alcaraz?
Será un buen día aquél en que no haya más terrorismo, entre muchas otras cosas, porque no tendremos que hablar de estos mocos gangrenosos que vienen a la luz en torno a sus heridas.
En cuanto al originario Roland Freisler, creo que está más vivo de lo que muchos desearíamos, a propósito de terrorismos. Hoy aparece una encuesta de esas tontas en el sito de "Die Welt" sobre qué hacer con los miembros de la RAF que están todavía en la carcel (es decir, aquéllos que se escaparon de ser suicidados). Ante la pregunta sobre su posible amnistía "Dürfen RAF-Terroristen begnadigt werden?" va ganando de calle la respuesta "Nein, Sie haben das Recht verwirkt, in Freiheit zu leben" (53% cuando iban unos 20.000 votos).
Compárese con la cita literal del miserable de Rolandito el Insatisfecho dirigiéndose a los miembros del grupo resistente „Weiße Rose“: "Durch ihren Verrat an unserem Volk haben die Angeklagten ihre Bürgerrechte für immer verwirkt."
Me parece que está perfectamente en línea con el análisis que hacías el otro día de algunas posiciones ¿jurídicas? en torno al caso De Juana: se está desenterrando con una ligereza asombrosa, y sin pensar en las potenciales consecuencias para todos, la concepción de que algunas personas (qué más da que sean execrables, como el mentado, o admirables como la Sophie Scholl: de personas se habla) puedan ser expropiadas para siempre de su condición de persona, si al poderoso de turno le giran los cataplines por ahí ...
Considero que uno de los aspectos positivos de tener por aquí al buen cobitacorero que viste la máscara bufona y maloliente de RF (¡joder qué estómago, a propósito!) es recordarnos que el canalla existió, y que su pensamiento, por llamar de algún modo compasivo su entramado de resentimientos acomplejados, sigue por desgracia vivo. De alguna manera, está contribuyendo a nuestra memoria histórica. ¡Gracias, ex-Anónimo!
A todos saludos,
Las víctimas no merecen mayor audiencia... joder... no sé quién es más nazi si usted o Roland. Entiéndame que el Roland histórico porque indudáblemente usted es más nazi que el Roland que aquí escribe.
ResponderEliminarY no olvide que las ¿otras? posiciones jurídicas son las que conoce el tribunal.
Mi muy estimado Tumbaíto,
ResponderEliminarno quiero distraerte de tus estudios, pero cuando te saques -brillantemente- el segundo título, que te quedará poco (digo segundo, porque el de certificador de nazis evidentemente fue el primero, con matrícula), te propongo que pienses un momento en la remota posibilidad interpretativa de que todos fuésemos víctimas del terrorismo, eso sí, en diversos grados. Sólo a título de tímido experimento intelectual.
Me interrumpo, que están llamando a la puerta. Si, como es de temer, han llegado ya los servicios secretos israelíes, buena continuación a todos.
¡El año próximo, en Jerusalén!
Un abrazo a toda la panda, incluso a los circuncisos,
Considerar a todos, incluido De Juana, víctimas del terrorismo está muy en la línea de zETAp. No habría distinción entre víctimas y verdugos. Los niños del cuartel de la guardia civil serían tan criminales como De Juana.
ResponderEliminar¡Qué bonita consideración para la noche del sábado!
¿Qué grado de criminalidad terrorista le otorgamos a esos pequeños terroristas? ¡Mira que morirse! ¡Habrase visto mayor salvajismo!
Mi agrio e impaciente, pero no por eso meno estimado, Tumbaíto,
ResponderEliminarCon más calma, con más calma.
Vamos a ver, muchacho, ¿por qué a un interlocutor que acaba de escribir el matizador "en diversos grados" le objetas que en ese caso "no habría distinción"?
Intentando deducir qué habrás pensado, o dejado de pensar, imagino que estás compactando varios discursos en uno: la condición de víctima -que incluye como elemento distintivo en primera lectura la responsabilidad que le puede tocar al individuo en ello-, la gravedad del daño sufrido, ...
Por una vez no estaba citado en el comentario el desagradable De Juana -aunque ya que viene a colación, seguiremos hablando de él. Si no hubieras embestido ante el trapo rojo que tú mismo te has agitado delante, quizás hubieses pensado en la posibilidad de incluir en el colectivo "todos" a individuos más normalitos: Juan Antonio, tú mismo o yo mismo. ¿Es que no somos "víctimas" del terrorismo? ¿Es que no ha perturbado nuestra vida y nuestra convivencia?
Cuando un desvergonzado energúmeno, aprovechado y testarudamente inculto, coge un micrófono en la cabecera de una manifestación y se arroga implícitamente para sí y los de su grupiyo -creo que se dice así por Jaén- la condición de únicas víctimas del terrorismo, a la que apareja inmediatamente derechos políticos privilegiados igual de misteriosos -aunque sean de signo contrario- que los llamados históricos, ese individuo nos está insultando a todos los demás.
Me recuerda a un débil mental, relación profesional mía, al que invité en Febrero de 2003 a adherir a uno de los numerosos actos por la paz que por entonces se estaban organizando contra la amenazada barbarie americana en Irak, y me respondió destemplado que (cito literalmente, pues guardé el mensaje) "Hubo gente muy querida en mi familia que murió durante el atentado a las torres gemelas. El mensaje [...] me molesta profundamente.". Notándose las implicaciones anejas: a) hay víctimas muy queridas, y víctimas menos queridas, b) tener víctimas muy queridas arroga un derecho superior para participar en temas públicos, y permite desautorizar a quienes "no las tienen" (por definición del hablante).
No le contesté, porque no se lo merecía, que en mi familia teníamos unas 2.750 personas queridas muertas en el mismo atentado. Todas. También tenemos ahora unos 3.000 soldados queridos muertos en la idiota y criminal invasión, y unos 150.000 civiles irakíes queridos, mal contados, que han pasado por el mismo triturador de carne. Perdóneseme la soberbia de sentirme orgulloso de mi familia.
Hecho este inciso, te pido disculpas por la generalidad del "todos"; excluye a quien tú quieras, en tu lectura, y excluye a quien quieras de tus afectos. Allá tú. Eso sí, te aconsejo que, por amor de prudencia, concedas que tu interlocutor pueda estar pensando en inclusiones y exclusiones diferentes de las tuyas.
Dos últimos apuntes a lo que dices un tanto apresuradamente.
Primero, comprendo que te caiga gordo el presidente, pero de eso a atribuirle la pérdida de Cuba y las Filipinas ... No me parece que Zapatero haya hablado jamás de "todos" como víctimas (entre paréntesis, pienso que sería su ruina política; tu reacción personal me parece bastante representativa de lo que haría el electorado español; cierto que yo no exhortaba a "votar" sino a "pensar", pequeña diferencia). Mantiene en lo esencial el discurso bienpensante imperante. De hecho, el gobierno sigue financiando -sorprendentemente- las asociaciones de víctimas, sin mandarles los inspectores del Tribunal de Cuentas, cuando parece haber indicios conspicuos de que tal visita podría revelarse constructiva.
Segundo, no sé de dónde coliges esas equivalencias entre niños heridos o muertos y colocadores de bombas. Está claro que en un caso son "por culpa ajena" y otro caso "por culpa propia". Cuando un argumento propio se lleva al extremo, hay que apoyarlo. Echo en falta en tus palabras ese apoyo.
Es más, precisamente para huir de peligrosas equivalencias, me disocio explícitamente de la postura que abrazaba el anterior presidente, de "guerra al terrorismo". Yo, al contrario de sus retóricas, no les reconozco dignidad de combatientes, sino simple calidad de criminales, a los que aplicarles la justicia.
Saludos,
Lo contrario de ser una víctima terrorista es ser un terrorista. Y, entonces, ¿qué son la absoluta mayoría de los españones? Pues ni lo uno ni lo otro. ¿Sencillo, no?
ResponderEliminar"No le contesté [...] orgulloso de mi familia."
A ver... si Menganito quiere a Fulanito, Menganito tiene que hacer algo. ¿Qué? ¡Efectivamente, querer a Fulanito!
Si admitimos que su familia a querido a esas pobrecitos iraquíes, entonces estamos admitiendo que su familia está haciendo algo sin hacer absolutamente nada. Si haber cuidado de ellos -como cuidaron los padre de esos niños de sus hijos- sin haberles besado -como besaron esos padres a sus hijos- sin haber estado a su lado -como estuvieron esos padres de sus hijos. (Los padres de los niños asesinados en el cuartel)
Y veamos... si admitimos esto, que su familia puede hacer algo, sin hacer ABSOLUTAMENTE nada. ¿Por qué no podemos admitir que su familia es una familia de asesinos? ¡No me diga que no ha hecho ABSOLUTAMENTE nada. ¡Por que sin hacer absolutamente nada han querido a más de 150.000 personas!
Supongo que "víctima" es algo más que el mero "ofendido por el delito" o "sujeto pasivo". La víctimización (primaria) parece aludir a un elemento traúmático, y por eso se refiere a delitos de una cierta gravedad contra las personas. La especificidad que tiene el status político actual de "víctima" se explica en no poca medida por ese elemento.
ResponderEliminarLo cierto es que ese elemento traumático (y la compasión ante él) inspiran no pocos de los cambios sociales y específicamente jurídicos en relación con las víctimas. En distintos ordenamientos, la evitación de victimización secundaria les ha permitido declarar en fase previa al juicio oral sin necesidad de ratificarse (lo que evidentemente reduce la capacidad de defensa del encausado)... ¡o incluso la efectiva inversión de la carga de la prueba a la que se refiere Garciamado, en algunos casos!
Sin embargo, donde la dinámica adquiere matices paroxísticos es en el nuevo status de las asociaciones de víctimas. Lo que antes eran asociaciones organizadas de autoayuda y colaboración para obtener ciertas prestaciones, hoy se han transformado de modo preocupante.
Las asociaciones de víctimas del terrorismo han adquirido recientemente un matiz especial; en la visión actual, el hecho que ha "victimizado" a sus miembros se perpetúa en la subsistencia del grupo terrorista. Por ello, en ellas surge la tentación de cambiar la estructura organizativa, y no ser ya una asociación de personas unidas por un hecho pasado luctuoso, sino por un hecho futuro (la posibilidad de nuevos atentados); y, lo que no es menos grave, por un hecho presente: la imposibilidad de superar el luto.
En efecto, con la "revivencia" constante del hecho en clave política, nace una imposibilidad de superación del luto. Y nos encontramos ante un agente social que interviene en política de un modo extraño porque está estructuralmente bajo conmoción. Si además se potencia un liderazgo personalista, en el que un sujeto conmocionado de poca formación y menos equilibrio -acusó a su - es quien guía los destinos de la asociación (y varios medios de comunicación hacen su agosto jaleándole), la cosa adquiere tintes alarmantes.
En un debate racional, a nadie en su sano juicio se le ocurriría legislar o resolver un juicio atendiendo a los criterios de un padre de una víctima conmocionado por el dolor (véase la gestación del sistema “three strikes and you’re out” en el magnífico La racionalidad de las leyes penales, de un Díez Ripollés atienzado). Con el máximo respeto, la mayor de las compasiones... y un cierto espanto ante lo desbocado de un dolor que podría habernos tocado a nosotros (he ahí parte del horror ante el terrorismo: el horror ante la indiscriminación), debemos acompañarle. ¿Quién podrá reprocharle nada si habla cuando el dolor le desequilibra? Pero los que tenemos la suerte de no haber caído debemos saber que en su voz hay menos argumento que emoción. Sí cabe reprochar, y mucho, a quien jalea y hace uso torticero de dicho desequilibrio, impostando como propio el aullido del dolor ajeno, y usándolo para fines inconfesables.
(Algún indicio distinto encuentro en el hecho de que el líder de la organización acuse a quien le intenta disputar la presidencia de conchabarse para rendirse a ETA. Me suena a purga estalinista, con el líder acusando de colaboracionismo capitalista a sus ex-camaradas...).
"el hecho que ha "victimizado" a sus miembros se perpetúa en la subsistencia del grupo terrorista"
ResponderEliminari) Un grupo terrorista es un hecho.
ii) Si el hecho a es causa de "b" y, después de "c", entonces "a" subsiste.
iii) Así si el hecho "b" es la perpetración de un atentado con víctimas y el hecho "c" es otro atentado con víctimas, las víctimas del hecho "b" y del hecho "c" tienen toda la razón a la hora de afirmar que hay un state of affaire "a" que es causa de "b" y de "c" y que subsiste en el tiempo.
Efectívamente, una víctima del terrorismo muy probablemente quede desequilibrada -¿siempre? y ¿para siempre?- Ahora bien, si la mujer de un asesinado por ETA pide que el que asesinó a su marido se pudra en la cárcel, ¿de ahí tenemos que deducir que dado que la esposa presumiblemente ha quedado desequilibrada su petición es descartable?
¡En absoluto! Además, hasta donde yo sé la opinión de los que no han sufrido atentados está MASIVAMENTE en franca comunión con el deseo de las víctimas.
Tumbaíto, perdona por el retraso, que se me acumulan tus sentidos mensajes.
ResponderEliminarSobre el primero, de ayer domingo.
La proposición “lo contrario de ser una víctima terrorista es ser un terrorista” funciona … en un sistema unidimensional, en una lógica excluyente. Deberías explicitarlo, tú amante de la lógica, antes de ponerla en circulación. Fuera de tal sistema, bien cojea, bien resulta simplemente intrascendente; depende de cómo la mires.
De mi familia, sus afectos y el modo que tenemos de expresarlos. Tumbaíto apreciado, dos consejos en uno, ya que me acuerdo de que los pediste una vez sobre tu modo de comunicar y escribir. 1.a) Cuando debatas, identifica en los argumentos de la otra parte lo que es sustancia y lo que es mero ejemplo, más o menos afortunado, y azuza tu juvenil energía a por la yugular de la sustancia, no a por las pelusas de los ejemplos. 1.b) Cuando debatas, guárdate por tu bien de hacer hilaciones. Hay un conocido adagio de los penalistas anglosajones, que dicen que en el “cross-questioning”, el interrogatorio alternado durante la vista oral de testigos, imputados, y quien pasa por allí, ése que sale tanto en las películas de juicios, “no hagas nunca, nunca, nunca, una pregunta de la que no conozcas previamente la respuesta”. Cambiando lo que ha de ser cambiado, te aconsejaría con amistad sincera que en el debate no hagas nunca, nunca, nunca, una hilación de la que no estés al 100% seguro.
Cierro esta parte con una sonrisa cariñosa.
Sobre el segundo, de hoy lunes.
Los diagramas causa-efecto lineales y sencilletes funcionan muy bien en las pizarras (¡válgame el blanquecino señor de las tizas lo que aguanta una pizarra! ¡de tó!, ¡las superan en aguante solo los politicos profesionales en declaraciones postelectorales!), pero la realidad es algo más enrevesada, hay pluralidades de causas para pluralidades de efectos, ciclos de realimentación, amortiguaciones, amplificaciones y cuanto dios crió …
La viuda (o el viudo, desde 2 de Julio de 2005) del asesinado por ETA podrá pedir lo que quiera, con perdón de su dolor. Como expresa sobriamente ATMC, merece todo nuestro respeto y nuestro afecto, pero en cuanto a peticiones de condena … preferiría escuchar el Código Penal, que para eso hemos pagado a escote el papel y la tinta del Boletín. Espero no sonar muy original. Por lo cual zanjo el problema de juzgar su desequilibrio o su equilibrio, espinosa cuestión en la que no querría nunca entrar. Respeto un huevo sus manifestaciones personales de dolor, y cuanto más subidas de tono me parezcan, más me apremiaré a buscarle un buen terapeuta. Pero jurídicamente, y políticamente, las considero intrascendentes, en el momento presente. Otra cosa es que puedan aspirar, como cualquier otro ciudadano, a condicionar con ellas corrientes de opinion, que se cuajen en leyes futuras, a aplicar a hechos igualmente futuros.
Extiendo esa exhortación a esa corriente de opinion que describes, de para todos imprecisada cuantía (adverbios en tonantes mayúsculas suelen denotar, en mi pobre experiencia, carestía de cifras en fiables minúsculas). Si quieren que la pena de putrición carcelaria se aplique, los exhorto a seguir un procedimiento de sencillísima descripción: formar un partido o una coalición, o cooptar uno existente, redactar un programa, ganar unas elecciones, modificar la Constitución, retirar a España de la Convención Europea de Derechos Humanos, aprobar en el Parlamento las leyes de putrición perpetua (¡huy qué iniciales me han salido para la improbable futura citación, travieso teclado mío!), y aplicarlas en lo sucesivo.
Largo se lo fío. Y unos cuantos nos intentaremos oponer con los mismos medios (aunque yo, como pobre gilipollas, cuente poco).
Un cordial saludo para ti, Tumbaíto, que extiendo a todos
Pues está muy equivocado, muy señor mío. La proposición “lo contrario de ser una víctima terrorista es ser un terrorista” en un “sistema unidimensional, en una lógica excluyente” la haría saltar por lo aires.
ResponderEliminarr:1.a) Sólo tiene que leer los encabezamientos y encontrará el referente. En absoluto creo que sea un mero ejemplo, indica su cojera: EL RAZONAMIENTO IRRELEVANTE.
r: 2.b) Me educaron las monjitas y las monjitas me enseñaron que hacer preguntas cuando sabes la respuestas es de MISERABLE. Y aunque fuese por lo que ellas pensasen de mí, no las haría.
¿Y cuántas criaturas de Dios quedan excluidas por lo que yo he dicho? Personalmente me siento muy atraído por la lógica relevante y una de las cosas que más atractiva me resulta de ella es que no es monótona como la clásica.
El código penal... Lo siento pero me resulta insufrible. Abrirlo me da asco y sólo de pensar que una ley de y para perros miserables como esa puede serme aplicada a mí o a mis seres queridos me sume en la desesperación.
Tumbaíto,
ResponderEliminarPerdona mis usos coloquiales; aunque el tema me interesa, he estudiado poco de lógica más allá de los cursos elementales de la Universidad, y algún librillo muy general, por lo cual me adhiero a las reglas básicas. Y seguramente empleo, apelando exclusivamente a esos recuerdos de mis verdes años, un vocabulario impreciso. Por lógica unidimensional me refería a la lógica binaria, digital si quieres, que sólo distingue dos estados, encendido y apagado, A y no A. La llamo excluyente porque no es concebible la pertenencia al sistema si no es dentro de uno de esos dos estados. Son los sistemas más sencillos que generan automáticamente "contrarios": todo elemento tiene su contrario. (Otros sistemas más complejos en los que todo elemento tiene su contrario vectorial, como algunos geométricos –unidimensionales y pluridimensionales-, no me parecen de mucho interés para esta discusión). Releyéndome, quizás he calzado un poco a la ligera tu proposición dentro de ese esquema, lo reconozco. De cualquier manera, vuelvo a lo que quería decir, sin necesidad de esquemas lógicos: que a mi modo de ver, deberíamos contemplar el panorama social como uno mucho más complejo y gradado, en el que se practica y se sufre la violencia en diferentes grados, y en el que no creo que haya puros "espectadores". Y dejarnos de rollos maniqueos.
Por lo muy somero que sé de la lógica de relevancia –ilústrame tú sobre más aspectos que ignore, si los creyeras relevantes para esta discusión– fue creada para resolver algunas paradojas clásicas relacionadas con la implicación. Ahora bien, pienso que en el discurso cotidiano (en mi visión, sin pretensión de absoluta consistencia lógica, aunque cierto sí de elevada) disponemos de toda una serie de principios lingüísticos, precisamente los de pertinencia comunicativa, del buen y sólido Gryce, que por otro camino vienen a asegurar prácticamente lo mismo que busca esa lógica que te atrae. Los interlocutores bienintencionados somos, de alguna manera, custodios en común de esa pertinencia, o relevancia que quieras denominar, y estamos continuamente realizando operaciones de selección lingüística, síntesis, reformulación (hasta cierto punto autónomas), y reconducción del hilo del discurso, interrogación recíproca, etc. (en colaboración con las otras partes). Dicho banalmente, si alguien "abre" diciendo, A y B, solemos contestar, A1, B1 y B2, y C. La otra parte juzgará la relevancia de C, y en buena fe, la aceptará (contestando a su vez, por ejemplo, A2 y C1) o bien la negará, explícita o implícitamente, y abundará en el filón A y B, a lo mejor añadiendo D, ya que estamos. Y así … Son una serie de tobitas cariñosas que le vamos dando con el cayado al rebaño de palabras para que troten por la vereda que deseamos. Que alguna se desmande, lo acepto. Pero cuento contigo, y con todos los presentes, para irlas llevando adelante, de manera constructiva.
Subrayo lo de la constructividad, pues los discursos con negación recíproca persistente de relevancia se hacen imposibles, pragmáticamente: si Manuel dice A, Francisca contesta B, Manuel replica C, Francisca responde D, y así sucesivamente, o son muy creativos, y están componiendo una especie de "rap" discursivo, por gracia infundida, o es un puto diálogo de sordos. Aunque desde el punto de vista de la lógica clásica fuera impecable, y en eso concuerdo con la crítica, no sirve para comunicar. Excluyendo la creatividad, la variante más gris A / B / A / B / A / B … es frecuente en nuestra vida política, y en otros campos de la etología: por ejemplo, cuando se encuentran dos carneros a disputarse un territorio.
No pondría porcentajes para definirlo, pero postulo, así a bote pronto, que si la frecuencia de la negación de relevancia superase un determinado umbral, habría que revisar algunas de las premisas del proyecto de comunicación pretendida: la buena fe, o quizás la inteligencia de los dialogantes, o el dominio de un código común (no hace falta pensar mal: en caricatura, se oyen fragmentos de diálogos así entre personas inteligentes y de buena fe que están aprendiendo una lengua).
Mirando la cuestión desde el otro extremo del espectro, me atrevería también a postular que una de los signos distintivos de la buena comunicación es la búsqueda o reconducción de la relevancia. Me explico: incluso cuando nuestro interlocutor nos suelta algo que en primera lectura no pinta nada en la discusión, muchas veces hay la posibilidad, si se dispone de recursos (tiempo y ganas), de expandir el proyecto inicial de comunicación, creando uno nuevo que incluya el inicial, más otros elementos al principio no previstos, y de buscar activamente relevancia en lo que nos han soltado. Los psicoterapeutas de calidad, por poner un ejemplo, son virgueros hasta el delirio en esta técnica: te dejan con la boca abierta, cuando los ves recoger del discurso una brizna aparentemente distante años luz de su centro, y convertirla –demostrablemente-, por supuesto que con la participación de su autor, en una clave de comprensión e interpretación.
Está claro que las percepciones de relevancia son muchas veces subjetivas, y parciales; para resolver los obvios riesgos que ello apareja, personalmente, creo más en los procesos de validación intersubjetiva, "blandos", que no en la aplicación de instrumentos lógicos externos, "duros" (que, de cualquier manera, en un ámbito que tenga aspiración a ser comunicativo requerirían de consenso previo, y no podrían nunca ser impuestos por una parte). Con todo, me parece potencialmente muy interesante la idea de analizar todo ello con instrumentos lógicos, y seguro que llevará a principios, comprensiones y tomas de conciencia que mejoren nuestra forma de comunicar y razonar. Venos contando, que aprenderemos algo. Verás que mis objetivos apuntan más a la comunicación que no al rigor lógico absoluto, aunque por supuesto no los considero en teoría contradictorios (aunque constato que, en la práctica, querer llevar el perfeccionismo lógico más allá de cierto umbral suela hacer embarrancar la comunicación). Precisamente por eso estoy encantado de que participe en la comunicación alguien con puntos de vista diferentes, que seguro complementarán los míos.
Vale que tú estés justamente embriagado por tu recorrido a través de las lógicas más refinadas y modernas, pero ello no te debería hacer olvidar las más simples, aunque te resulten en algún momento monótonas.
Lo que criticabas en mi escrito anterior -basándote en hilaciones, no en datos- era un mero ejemplo, como era obvio del texto. Me refiero a la parte acotada entre "me recuerda", y "Hecho este inciso", marcadores inicial e final que separan con suficiente claridad (por si no bastara con los contenidos, que son una anécdota personal) el ejemplo del resto de mi textillo.
Ahora bien, acepto perfectamente que mis razonamientos puedan ser irrelevantes (ocurre a menudo), y no digamos ya que mis ejemplos puedan ser irrelevantes (ocurre muy a menudo). (Nota irrelevante: también cojeo hoy, y en lo concreto, como resultado de algún excesillo deportivo irrazonable, este fin de semana). Pero lo que no funciona de tu crítica, Tum, es tu identificación de mi ejemplo con un razonamiento. Los ejemplos no son razonamientos, porque tienen fuerza argumentativa sólo periférica, complementaria, ilustrativa, y nunca demuestran nada. Los que sí demuestran son los contraejemplos que, si pertinentes y correctos, pueden ser refutativos de un razonamiento general. Eso es lógica elemental, y deberíamos mantener esos cimientos en cualquier debate que se precie de serlo.
Y, con todo el respeto del mundo por tus monjitas, reitero lo que dijera: no te enseñaron buenas reglas para los debates, ni para muchas prácticas profesionales (no sólo la jurídica) y pedagógicas. Dicho sea de paso, ¿qué pensaban tus monjitas de la mayéutica?
En cuanto a tu expresión de sentimientos hacia tus monjitas, ya que las tenemos en el discurso. Como tal expresión emotiva, es incuestionable; la escucho y la respeto. Sólo una acotación de pasada; esas lealtades a elementos de nuestra infancia son esencialmente sanas, y te felicito por mantenerlas. (Por debajo de tus formas, que a veces se me antojan un tanto angulosas, me resultas simpático, y te aseguro que esta opinión en modo alguno pretende captar benevolencias). Suele ser aconsejable, en creciendo, integrarlas con valoraciones críticas propias, que para eso vale ser adulto, no para tener el permiso de conducir. Quisiera creer que rebuscando en los recuerdos de los valores instilados por tus monjitas podrás encontrar exhortaciones a la prudencia (intelectual) y a la caridad (cristiana), que seguro que te resultarán útiles para esa integración de la que te hablo.
En cuanto a tu segunda expresión de sentimientos, hacia el Código Penal. También la escucho. No comparto tu toma de posición extrema y global, aunque seguramente si dedicásemos tiempo a ello encontraríamos puntos ante los cuales ambos mantenemos una posición crítica; no creas -a fuer de persona inteligente lo habrás deducido- que mi cita del CP fuera reverente ni sumisa. Para mí es un instrumento imperfecto de regulación de la convivencia, que aprecio –junto con el resto del ordenamiento- sobre todo si comparo el presente con períodos diferentes de la historia. Ya lo iremos mejorando.
Aquí en cambio me preocupa la paz de tu alma, porque de veras creo que hay menos de broma en esa "desesperación" de lo que parezca. Me explico; mientras que tu postura y la mía son bastante diferentes en el plano intelectual –donde pueden convivir sin ningún problema, y la prueba es esta charla–, nuestras situaciones pragmáticas son idénticas: a ambos se nos aplica el CP, a ambos nos vincula. Me interesa hacerte una pregunta, por supuesto si quisieras contestármela: ¿cómo piensas resolver, en tu vida personal, esa tensión contradictoria? Dicho de otra manera diferente, ¿cómo piensas compatibilizar tu proyecto de existencia, cualquiera que eso sea, como ser que vive en sociedad, con tu rechazo frontal, desesperado, a uno de los vínculos prácticos principales que somete nuestra vida en sociedad?
Con aprecio,
Me ha mal interpretado. Cuando le dije que su cojera era la irrelevancia. No quise –créame– dar a entender que sus argumentos no fuesen atinentes. O sea, que estuviesen fuera de lugar.
ResponderEliminarVeamos:
“Y veamos... si admitimos esto, que su familia puede hacer algo, sin hacer ABSOLUTAMENTE nada. ¿Por qué no podemos admitir que su familia es una familia de asesinos? ¡No me diga que no ha hecho ABSOLUTAMENTE nada. ¡Por que sin hacer absolutamente nada han querido a más de 150.000 personas!”
La irrelevancia es que “que su familia puede hacer algo, sin hacer ABSOLUTAMENTE nada” o sea:
Que del conjunto vacío implique algo. ¡Esa es la irrelevancia que le reproche! Del conjunto vacío –{ }– no puede deducirse nada – o, todo: fíjese que como algunos lógicos a la Newman creen que el conjunto vacío es elemento de cualquier conjunto, o sea, que de él se podría deducir todo–. A lo que seguro replicaría el genial Sánchez-Mazas –el lógico– aquello que dijo de Dios: que es demasiado perfecto para existir.
¡Esa es la irrelevancia a la que me referí!
¿Tiene vigencia el código penal? Bueno... en la medida que coincide con el derecho penal.
Que de que consigan aplicarlo -muy de tanto en tanto- haya quien deduzca que está en vigor es como que deduzca que la violación es un derecho del hombre, de que haya violaciones impunes.