Hace un par de semanas escribía aquí que da vergüenza, por no decir algo más fuerte, comprobar una vez tras otra que los ocupantes de las más altas magistraturas colegiadas votan impepinablemente sometidos a la disciplina política del partido que los propuso o los apoya o les promete cositas para el día de mañana. Esto hace perfectamente previsibles las decisiones sólo con conocer la simpatía partidista o la servidumbre de pesebre de sus integrantes. Acaba pareciéndonos normal, incluso, lo que es un cáncer terminal del Estado de Derecho, la suprema putrefacción del ordenamiento jurídico-político. Y resulta sumamente patético observar los esfuerzos de los medios de comunicación afines a cada partido para hacer ver que hay diferencias a favor de los magistrados de su cuerda, aunque sean nimias diferencias, de puro matiz. Un buen ejemplo, pero no el único, en el editorial de El País de hoy.
Poco importa que los casos que se hayan de dirimir tengan una importantísima dimensión técnica, para la que se suponen aptos en especial los que han de juzgar, en virtud de su prestigio profesional de años y estudios. Nada, como si no. Si se trata únicamente de votar como nos mande el jefe de “nuestro” partido, ¿para qué necesitamos que esas magistraturas las desempeñen profesionales supuestamente prestigiosos? ¿Por qué no se sortean entre militantes de a pie de unos u otros partidos, en función de la cuota que a cada uno le corresponda trincar en cada ocasión? ¿Acaso iba a votar distinto de María Emilia Casas una militante del PSOE, cajera de Alimerka en Cercedilla, o diferente de Guillermo Jiménez un barbero de Sevilla afiliado al PP? Obviamente, y por lo que parece, no. Pues ya está, democraticemos el TC, convirtámoslo en la tómbola que quiere ser. Imagínense qué maravilla, en el momento más emocionante de OT el presentador comunica a los espectadores que de entre todas las llamadas de esta noche se sorteará una plaza de magistrado constitucional. Ay, qué ilusión, gritará el afortunado, cuando se lo diga a mi cuñada se va a morir de envidia.
Y es que, sí, con el Tribunal Constitucional hemos ido a dar. Todo el fondo de la pelea es que se sabe con casi total certeza lo que va a votar cada uno sobre el Estatuto y que ese voto obedece a disciplina política y no a razones de técnica jurídica. Viva la independencia judicial, incluida la de los señores magistrados y magistradas del TC. Es de una desfachatez monstruosa.
Leo en algún periódico que entre los nombres que el Gobierno maneja para reemplazar a Pérez Tremps, en el caso de que convenzan a éste para dimitir (¿por qué se supone que tiene que dimitir?), está el de Francisco Caamaño, prestigioso constitucionalista, pero que ocupa cargo de Secretario de Estado en este Gobierno y que fue uno de los negociadores del Estatuto de Cataluña en su nombre. ¿Se atreverán a tanto? Es como si colocan de miembro del jurado en un concurso de vinos al bodeguero que produjo uno de los caldos que compiten. Tiene bemoles la cosa.
Aunque, pensándolo bien, da igual que elijan a un primo hermano de Zapatero, de Rajoy o al catedrático más prestigioso del mundo mundial. Si al final unos u otros van a hacer, exactamente igual, lo que mande su señorito, qué carajo importa.
Si es así como va a funcionar el Tribunal Constitucional, que lo supriman ya, de inmediato. Si las únicas alternativas que sus magistrados manejan son las de hacerle el caldo gordo al gobierno o hacérselo a la oposición, importándoles un bledo toda consideración propiamente constitucional y jurídica, que vayan con Dios. Para órgano político y sede de tales debates nos basta y nos sobra con el Parlamento. Soltemos lastre inútil.Como dicen en mi pueblo, y perdón por la expresión, bien está joder, pero no arrancar los pelos. Que lo quiten, si no por su dignidad, al menos por la nuestra. Qué cara más dura, hombre. No les dará vergüenza. Y luego van por ahí marcando paquete. Habráse visto.
Nos reíamos de Fujimori o criticábamos a Chaves. Y ahora mira.
Hoy me encuentra de acuerdo tu filípica. Lo bonito es que hay gente, mucha gente (los dos partidos principales y sus relativos rebaños de corderos), que siguen sosteniendo, con leves matices de diferencia, que la constitución del 1978 es la mejor de las posibles.
ResponderEliminarCuando cada vez es más obvio el modelo de equilibrio de poderes que consolida, digno de "La filosofía en el tocador": el ejecutivo sólidamente en pie, sin quitarse las botas, con el legislativo arrodillado delante, y el judicial arrodillado detrás. Los dos últimos venga que te dale, no se le vayan a resecar las pudendas anteriores ni posteriores al César.
En fin ...
Este lo voy a enlazar en mi página, porque me parece impagable.
ResponderEliminarQué falta de respeto a la verdad...
ResponderEliminar¡¡EN CERCEDILLA NO HAY ALIMERKA!!
Qué escándalo para este blog, por Diossss...
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Ah, por cierto: ¿qué opina de eso de que en 2006 el TC no considerase que había que recusar a Pérez-Tremps (qué peligro de apellido para los correctores de Word) y en 2007 sí? ¿Le han pasado por e-mail los amigos politiqueros ya el trabajo de la discordia para que juzgue?
AnteTodoValeriana.
ResponderEliminarCálmese, AnteTodo, tómese algo, qué lo noto hoy muy excitado.Ya vendrá tiempos mejores, no desespere. Dios nunca abandona a los Justos.
Sobre lo del TC: pues que me parecen todos unos impresentables, visto lo visto. ¿Que aquéllos un poquito más? Bueno, pues vale. Soy muy malo para los chistes, pero esto me recuerda uno muy viejo. Se caen tres tipos a un pozo de mierda. Uno dice: a mí me llega la mierda por los tobillos; otro: a mi por las rodillas; el tercero: a mí por el pecho. Replican los dos primeros al unísono: ¡imposible! A lo que el tercero contesta: es que yo he caído de cabeza. Diferencias de matiz y de perspectiva, ya ve.
Pero si quiere se lo digo más claro. La actitud del PP con el TC, una porquería. La del PSOE & Cia (?), otra. El matiz póngalo VD.
Lo de Alimerka: qué faena para los de Cercedilla. Pero el marcaje al hombre muy bueno. Digamos que mi supermercado era contrafáctico.
En lo otro tiene razón, se me acaba el tiempo para echarle un vistazo a la sentencia de lo de De Juana. He tenido que conseguirme la sentencia yo solito, a pinrel, pues ustedes, los amigos politiqueros, no me la han pasado.Oiga, y si por un casual estoy de acuerdo con su análisis, no se lo tome a mal, no significaría más que un alto el fuego permanente.
Uno de los momentos simbólicos en este sainete: los catedráticos de constitucional, todos a una, protestando. En realidad, no protestaban del TC ni del asunto de marras, sino de cualquier cosa que les pueda dificultar hacer dictámenes y cobrarlos a precio de oro, su principal aspiración.
ResponderEliminarEl verdadero cáncer del TC, como sabe todo el que ha pasado por aquella casa, no es otro que la presencia de catedráticos y demás profesorcillos, que juegan a ser jueces (se lo pasan bomba) y, de paso, lo han convertido en un chiringuito para la promoción personal, al que han llevado todas las corruptelas universitarias, polítiquería incluida. De nada.
1. No sé si Ali Mergca se aplacará con eso. Mire que la anterior vez le pegó seis tiros al Papa, el jodío de él...
ResponderEliminar2. Ya, caray, lo de las actitudes personales politiqueras lo daba por supuesto entre descreídos: lamento haberle llevado a error. Yo le preguntaba por la argumentación que llevó a tal resultado, porque (como he aprendido entre otros de usted) lo importante en esto de la Rule of Law era no arrancar pelos (la fórmula, y cito de memoria, creo que es de Dworkin o de Alexy. O de Raz -Matazz-).
3. Si encima ahora dios se va a poner del lado De Los Justos, es lo que me quedaba.
4. Y hombre... politiquero... ya ve: cuando sale el tema aquí... Y cuando no sale, hablo de Ali Mergca.
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