05 octubre, 2007

¿Pero Kafka estuvo aquí recientemente?

Es lo que tienen los clásicos, que a todo el que los lee, sea cuando sea, le dicen algo de sí mismo y de lo que tiene alrededor. Me pongo hoy a hojear al albur cosas de Kafka en la agradable edición de sus Cuentos completos en Valdemar (2007) y voy a dar con esta pieza titulada Una comunidad de infames, que no me digan que no parece una radiografía.

Una comunidad de infames, de Franz Kafka.
Érase una vez una comunidad de infames, es decir, no se trataba de infames, sino de personas normales, del tipo medio. Siempre se mantenían juntos. Cuando, por ejemplo, uno de ellos cometía alguna infamia, es decir nada infame, sino algo normal, como es habitual, y se confesaba ante la comunidad, entonces ésta investigaba el caso, lo juzgaba, hacía penitencia, perdonaba y otras cosas parecidas. No hay que interpretarlo mal, los intereses del individuo y de la comunidad se respetaban con severidad y al penitente se le administraba el complemento, cuyo color de fondo había mostrado. Así se mantenían siempre juntos; aun después de la muerte no renunciaban a la comunidad, sino que subían al cielo en corro. En general, la impresión que daban al volar era de la más pura inocencia infantil. Pero como ante las puertas del cielo todo se descompone en sus elementos, caían en picado como bloques de hormigón.

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