Esta España mía, esta España nuestra, ay, ay, ay, estira y encoge según quién se la quiera trajinar. Ahora resulta que Saramago, don José, escritor muchos años afincado en Lanzarote, comunista vitalicio y vocacional recitador de variados manifiestos, anda diciendo que Portugal debería unirse a España en un solo país, un Estado Ibérico. Hombre, y en el escudo un jamón, también ibérico, junto con don Saramago y un micrófono en la Puerta del Sol.
Quieren marearnos. Allá en la lejana juventud, uno se leyó lo suyo de Marx y los marxistas de cuando había marxistas, y se llegaba a la conclusión de que la meta era un mundo sin patrias, pues terminará con todas el proletariado, agente insobornable de la revolución, cuando el proceso de acumulación capitalista llegue a su culmen y cuando las masas depauperadas acaben de tomar conciencia de su condición de clase universal. Las naciones y los nacionalismos les hacían una gracia escasa a don Carlos y a don Federico y, para colmo, los estados todos habrían de irse a la porra cuando, pasada la fase de dictadura del proletariado, las estructuras represivas de la política y el Derecho se disolvieran como un azucarillo en el caudal de la justicia cósmica. Uy, qué sofoco me ha dado con esto de los recuerdos. Con el tiempo excita más acordarse de la primera fe que de la primera novia magreable. Por cierto, y valga la confesión de parte: sólo los conservadores y machistas hemos tenido novias magreables. Los curas y los progres siempre han visto en cada ser humano femenino un remedo de la Virgen María y siempre han obrado en consecuencia. Conste así, y a los pies de los caballos me pongo por rijoso y por ateo.
Dónde íbamos. Ah, sí, que Saramago es comunista para lo que quiere y marxista cuando no se olvida, como éstos nuestros de IU, que ponen la mesa para nuevos estados ibéricos a nada que se los sirvan bien cortaditos y les den una consejería autonómica, aunque sea de Macramé o, pásmate, de Interior. Me voy a los periódicos a ver cómo es eso del nuevo Estado saramaguense, pues me imagino su Constitución sin puntos y aparte, una parrafada asfixiante para echarse al coleto jurídico, como las novelas de don José. Este hombre no sólo lo dice todo de una tacada de trescientas páginas sin respirar, sino que tiene un problema con su tierra, vaya usted a saber si por algún desarreglo psicológico. Quizá le vendría bien una temporada con psicoanalistas argentinos. Para que se entere de lo que vale un peine y de que no te puedes juntar con cualquiera al buen tuntún. Digo lo del trastorno con su Portugal porque tan pronto escribe que se desgaja del continente junto con el resto de la Península, a modo de balsa de piedra, como pide que se junte con España para tener más público él para esos manifiestos antiimperialistas que recita cada mes ante la mirada apasionada de actores y actoras.
Me pongo a leer un poco más las noticias atrasadas y me topo con que Günter Grass apoya la propuesta de Saramago y ve con simpatía el nuevo ensayo sobre la ceguera. Cada uno se pela la cebolla como puede. Entiéndaseme, a un servidor la idea del nuevo Estado de bellota no le molesta nada y benditos sean los Estados cada vez más grandes y menos naciones. Aunque, puestos a pedir, yo rogaría que nos juntaran también con Dinamarca, Suecia y las Seychelles. Pero no es eso. Lo que se me hace raro es que el Grass diga tal cosa, cuando él estuvo más que en contra de la reunificación alemana. Y, ya puestos a buscarle tres pies al gato, tengo una pregunta para usted, señor Saramago: ¿cree que las mismas razones que valen para arrimar a Portugal sirven para mantener a Cataluña y el País Vasco o sobre tal asunto no sabe o no contesta? Y, si no contesta, ¿no lo hace porque para qué o porque igual no le llaman a leer más manifiestos los progres de la nueva España cañí? ¿Su vieja mirada de comunista con buenos derechos de autor abomina de los nacionalismos y patrioterismos en general o sólo del portugués?
Bah, supongo que usted, don José, con esas canas, esa experiencia y esa obra sin pausa ni puntos, ya no se corta ni un pelo. Hasta el mismo Grass, don Günter, dice que lo admira porque usted dice cosas que pueden resultar incómodas. Así que venga, anímese y suelte alguna que pueda parecer incómoda aquí. Y no vale la de que Bush es un malón y un imperialista, que esa ya se la conocemos y la dice, con razón, hasta el/la tonto/a de mi pueblo.
Ay, qué chicos estos. Todo el día dando la matraca con el dichoso aguinaldo.
Quieren marearnos. Allá en la lejana juventud, uno se leyó lo suyo de Marx y los marxistas de cuando había marxistas, y se llegaba a la conclusión de que la meta era un mundo sin patrias, pues terminará con todas el proletariado, agente insobornable de la revolución, cuando el proceso de acumulación capitalista llegue a su culmen y cuando las masas depauperadas acaben de tomar conciencia de su condición de clase universal. Las naciones y los nacionalismos les hacían una gracia escasa a don Carlos y a don Federico y, para colmo, los estados todos habrían de irse a la porra cuando, pasada la fase de dictadura del proletariado, las estructuras represivas de la política y el Derecho se disolvieran como un azucarillo en el caudal de la justicia cósmica. Uy, qué sofoco me ha dado con esto de los recuerdos. Con el tiempo excita más acordarse de la primera fe que de la primera novia magreable. Por cierto, y valga la confesión de parte: sólo los conservadores y machistas hemos tenido novias magreables. Los curas y los progres siempre han visto en cada ser humano femenino un remedo de la Virgen María y siempre han obrado en consecuencia. Conste así, y a los pies de los caballos me pongo por rijoso y por ateo.
Dónde íbamos. Ah, sí, que Saramago es comunista para lo que quiere y marxista cuando no se olvida, como éstos nuestros de IU, que ponen la mesa para nuevos estados ibéricos a nada que se los sirvan bien cortaditos y les den una consejería autonómica, aunque sea de Macramé o, pásmate, de Interior. Me voy a los periódicos a ver cómo es eso del nuevo Estado saramaguense, pues me imagino su Constitución sin puntos y aparte, una parrafada asfixiante para echarse al coleto jurídico, como las novelas de don José. Este hombre no sólo lo dice todo de una tacada de trescientas páginas sin respirar, sino que tiene un problema con su tierra, vaya usted a saber si por algún desarreglo psicológico. Quizá le vendría bien una temporada con psicoanalistas argentinos. Para que se entere de lo que vale un peine y de que no te puedes juntar con cualquiera al buen tuntún. Digo lo del trastorno con su Portugal porque tan pronto escribe que se desgaja del continente junto con el resto de la Península, a modo de balsa de piedra, como pide que se junte con España para tener más público él para esos manifiestos antiimperialistas que recita cada mes ante la mirada apasionada de actores y actoras.
Me pongo a leer un poco más las noticias atrasadas y me topo con que Günter Grass apoya la propuesta de Saramago y ve con simpatía el nuevo ensayo sobre la ceguera. Cada uno se pela la cebolla como puede. Entiéndaseme, a un servidor la idea del nuevo Estado de bellota no le molesta nada y benditos sean los Estados cada vez más grandes y menos naciones. Aunque, puestos a pedir, yo rogaría que nos juntaran también con Dinamarca, Suecia y las Seychelles. Pero no es eso. Lo que se me hace raro es que el Grass diga tal cosa, cuando él estuvo más que en contra de la reunificación alemana. Y, ya puestos a buscarle tres pies al gato, tengo una pregunta para usted, señor Saramago: ¿cree que las mismas razones que valen para arrimar a Portugal sirven para mantener a Cataluña y el País Vasco o sobre tal asunto no sabe o no contesta? Y, si no contesta, ¿no lo hace porque para qué o porque igual no le llaman a leer más manifiestos los progres de la nueva España cañí? ¿Su vieja mirada de comunista con buenos derechos de autor abomina de los nacionalismos y patrioterismos en general o sólo del portugués?
Bah, supongo que usted, don José, con esas canas, esa experiencia y esa obra sin pausa ni puntos, ya no se corta ni un pelo. Hasta el mismo Grass, don Günter, dice que lo admira porque usted dice cosas que pueden resultar incómodas. Así que venga, anímese y suelte alguna que pueda parecer incómoda aquí. Y no vale la de que Bush es un malón y un imperialista, que esa ya se la conocemos y la dice, con razón, hasta el/la tonto/a de mi pueblo.
Ay, qué chicos estos. Todo el día dando la matraca con el dichoso aguinaldo.
Yo, a lo mío.
ResponderEliminarO sea: que sólo los conservadores y machistas han tenido novias magreables, a diferencia de los curas y los progres.
O sea: ahí, según usted, los camaradas marxistas coincidirían con los hermanos marixtas.
Fantáhtico.
1. ¿Pero no dice usted que de aquella era progretón, y que cayó del caballo camino de Tabasco? Ergo: no tenía usted novia magreable sino una Moreneta o una Notre Dame de Manjavacas.
2. A menos que su supuesto TRÁNSITO de marxista a conservador machista implique cambiar el pasado y convertir la sucedánea virginal en magreable compañera de retoces. Lógicamente, eso no pueden asumirlo los curas, que desde pequeñitos saben, según les enseña la Escolástica y les niega algún curita inglés del siglo X, que no está entre los atributos divinos el poder de cambia el pasado. El pasado no lo cambia ni Dios. Sólo, a lo sumo, Pío Mea.
3. Busquemos una explicación que no nos obligue a alterar la concepción de Dios, que ya es. Por ejemplo: que las mujeres con apetito sexual relevante buscan, con certero instinto, a varones que AÑOS DESPUÉS serán conservadores o machistas, aunque ahora vayan de igualitarios y críticos hasta la última Gotha...
Qué duda más metódica, dispensando...
Doctor sutil este AnteTodo. Pero repare, querido amigo, en que yo no he dicho cuándo me llegó la primera novia magreable. Es usted quien la sitúa en aquella juventud perdida y despistada, pero cabe pensar también que no me tocara entonces tal ventura, sino más tarde, ya conservadorón y ansioso de ser nomenklatura.
ResponderEliminarPues claro, qué craso error. Pudo ser el "magreé lui" ya en pleno Tabasco.
ResponderEliminarQuod erat menstruandum. O algo.
O sea: que son más interesantes las cinco línea sobre el comportamiento sexual pasado, que el comentario sobre las genialidades de ciertas personas acerca de unir España y Portugal
ResponderEliminarNâo é "unir", senâo REunir, minha estimada amiga. Inclusive reunir-se
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