¡Ay, qué mundo éste! En la última de El Mundo de ayer, martes 23, viene una noticia que es la monda, acompañada de una foto que corta el aliento. Resulta que una italiana protuberante y que tiene una grupa como para darse la vuelta al mundo al trote (ustedes ya me entienden, y pido perdón a los fanáticos de la corrección política y del género tonto) ha sacado su virginidad a subasta y el precio de partida está en un millón de euros. Fruslerías. Se llama Raffaella Fico la torda y puede ser la que dé la puntilla al vacilante sistema bancario. Alguno firmará una hipoteca basura para morir tan arruinado como contento.
Lo espectacular del caso (bueno, una de las cosas espectaculares del caso) es que la tal Raffaella se presenta como “católica devota y declaradamente casta”. Esta señora en España podría dedicarse a la política, pues tiene el talante que aquí más gusta: hace lo contrario de lo que proclama. Expresamente declara la virgen venal: “No sé lo que es practicar el sexo, y si alguien pagase un millón de euros por mí está claro que me sentiría cohibida”. Puesto que en Italia la familia sigue siendo la célula básica de la sociedad y todas esas cosas, tercia su hermano, quien sentencia que “No ha estado nunca con ningún hombre. Pongo la mano en el fuego y desafío a quien diga lo contrario a demostrarlo”. Prueba diabólica llaman a eso los procesalistas, y nunca mejor traída la expresión. Para que no quede lugar a dudas, apela el fratello al argumento de autoridad: “Mi hermana es muy devota del Padre Pío”. Es estupenda la manera de ser píos que tienen los italianos.
Es más, como corresponde a la presentación, la ragazza está dispuesta a montárselo en plan mártir y declara que “Si no me gusta (se refiere al varón que se le presente con los euros en los belfos), me beberé un vaso de vino y adelante”. Espero que no sea vino de misa lo que se tome esta versión posmoderna de María Goretti.
Lo de la santa moza pase, pues tanta abstinencia le habrá nublado el sexo, y vaya usted a saber si no está malamente influida por algún teólogo de la liberación propiamente dicha. Pero lo de los caballeros que pujen y empujen tiene más difícil explicación. Porque, vamos a ver, esto es como si le ofrecen a usted un coche de lujo de a millón, pero con la advertencia de que vaya usted a saber cómo rueda y si no se le gripará el motor en la primera curva. Una cosa es que algunos sinceramente creamos que son mucho más eficientes y agradables las señoras un poquito devotas, mucho mejores que las militantes estragadas que te cuestionan tu estilo y tus maneras, como si tú tuvieras tú la culpa de que los dioses te crearan con un apéndice así en lugar de con una flor de loto para la ocasión, y encima pretenden orgasmos a ráfaga y de manual de autoayuda mientras se comentan en la cama las obras completas de Lyotard o la Kristeva, y otra cosa es que los hombres tengamos que entrar al trapo de cualquier oferta y lanzarnos a gastar nada más que porque nos encanta el chasis. Lo de perfumada con incienso para la ocasión, pase. Pero que sea tan inexperta, se emborrache para no verte la jeta, avise de que a lo mejor se cohíbe y amenace con tatuarte en las posaderas una estampita del Padre Pío ya me parece demasiado, francamente. O a lo mejor es que hoy ando poco romántico, todo puede ser.
Además, deberíamos los varones rectamente ideologizados protestar por el agravio que a nuestro género se hace con promociones así. Ya no es sólo que esta señora se salga de todas las tarifas vigentes, a base de dárselas de bendita. Es que debemos preguntarnos qué pasaría si cualquiera de nosotros, que tampoco es que estemos tan mal y que para eso nos matamos en el gimnasio y hemos dejado de fumar y de beber Fundador, se presentase con una propuesta similar: “se ofrece varón, con alguna experiencia pero torpe como el primer día, acojonadillo y dispuesto a perder la resignación con cualquier señora que me pague generosamente por la faena, aunque sea fea como un demonio. Soy creyente, practicante y coleccionista de sellos, y si no me gustas me pondré hasta arriba de Jumilla para que se me pase el susto”. ¿Alguien nos pagaría un céntimo? No ¿Daría cuenta de nuestra arriesgada empresa el nuevo periodismo? No. ¿Se apiadaría de nosotros Raffaella? No. Pues entonces, y en aras de la paridad, resistámonos, pasemos de ella, defendamos los sacrosantos valores de nuestra cultura tradicional, demos ejemplo de entereza y proclamemos que como en casa no se está en ningún lado.
No como ese “industrial de Treviso de 50 años” que le ha ofrecido medio millón de euros. Que ya hay que ser cutre, porque, ya puestos, para qué vas a quedar mal por quinientos mil euros de nada. Así andamos, y así nos luce el pelo.
Lo espectacular del caso (bueno, una de las cosas espectaculares del caso) es que la tal Raffaella se presenta como “católica devota y declaradamente casta”. Esta señora en España podría dedicarse a la política, pues tiene el talante que aquí más gusta: hace lo contrario de lo que proclama. Expresamente declara la virgen venal: “No sé lo que es practicar el sexo, y si alguien pagase un millón de euros por mí está claro que me sentiría cohibida”. Puesto que en Italia la familia sigue siendo la célula básica de la sociedad y todas esas cosas, tercia su hermano, quien sentencia que “No ha estado nunca con ningún hombre. Pongo la mano en el fuego y desafío a quien diga lo contrario a demostrarlo”. Prueba diabólica llaman a eso los procesalistas, y nunca mejor traída la expresión. Para que no quede lugar a dudas, apela el fratello al argumento de autoridad: “Mi hermana es muy devota del Padre Pío”. Es estupenda la manera de ser píos que tienen los italianos.
Es más, como corresponde a la presentación, la ragazza está dispuesta a montárselo en plan mártir y declara que “Si no me gusta (se refiere al varón que se le presente con los euros en los belfos), me beberé un vaso de vino y adelante”. Espero que no sea vino de misa lo que se tome esta versión posmoderna de María Goretti.
Lo de la santa moza pase, pues tanta abstinencia le habrá nublado el sexo, y vaya usted a saber si no está malamente influida por algún teólogo de la liberación propiamente dicha. Pero lo de los caballeros que pujen y empujen tiene más difícil explicación. Porque, vamos a ver, esto es como si le ofrecen a usted un coche de lujo de a millón, pero con la advertencia de que vaya usted a saber cómo rueda y si no se le gripará el motor en la primera curva. Una cosa es que algunos sinceramente creamos que son mucho más eficientes y agradables las señoras un poquito devotas, mucho mejores que las militantes estragadas que te cuestionan tu estilo y tus maneras, como si tú tuvieras tú la culpa de que los dioses te crearan con un apéndice así en lugar de con una flor de loto para la ocasión, y encima pretenden orgasmos a ráfaga y de manual de autoayuda mientras se comentan en la cama las obras completas de Lyotard o la Kristeva, y otra cosa es que los hombres tengamos que entrar al trapo de cualquier oferta y lanzarnos a gastar nada más que porque nos encanta el chasis. Lo de perfumada con incienso para la ocasión, pase. Pero que sea tan inexperta, se emborrache para no verte la jeta, avise de que a lo mejor se cohíbe y amenace con tatuarte en las posaderas una estampita del Padre Pío ya me parece demasiado, francamente. O a lo mejor es que hoy ando poco romántico, todo puede ser.
Además, deberíamos los varones rectamente ideologizados protestar por el agravio que a nuestro género se hace con promociones así. Ya no es sólo que esta señora se salga de todas las tarifas vigentes, a base de dárselas de bendita. Es que debemos preguntarnos qué pasaría si cualquiera de nosotros, que tampoco es que estemos tan mal y que para eso nos matamos en el gimnasio y hemos dejado de fumar y de beber Fundador, se presentase con una propuesta similar: “se ofrece varón, con alguna experiencia pero torpe como el primer día, acojonadillo y dispuesto a perder la resignación con cualquier señora que me pague generosamente por la faena, aunque sea fea como un demonio. Soy creyente, practicante y coleccionista de sellos, y si no me gustas me pondré hasta arriba de Jumilla para que se me pase el susto”. ¿Alguien nos pagaría un céntimo? No ¿Daría cuenta de nuestra arriesgada empresa el nuevo periodismo? No. ¿Se apiadaría de nosotros Raffaella? No. Pues entonces, y en aras de la paridad, resistámonos, pasemos de ella, defendamos los sacrosantos valores de nuestra cultura tradicional, demos ejemplo de entereza y proclamemos que como en casa no se está en ningún lado.
No como ese “industrial de Treviso de 50 años” que le ha ofrecido medio millón de euros. Que ya hay que ser cutre, porque, ya puestos, para qué vas a quedar mal por quinientos mil euros de nada. Así andamos, y así nos luce el pelo.
Don Sosawágner, don Sosawágner... ¿de ésta no tiene ningún secretillo que contarnos?
ResponderEliminar"pretenden orgasmos a ráfaga (...) mientras se comentan en la cama las obras completas de Lyotard".
ResponderEliminarEntendió usté mal a la aguerrida en cuestión, don Garci. Lo que le diría sería que se pusiera el leotardo y que estuviese por la obra.
Por cierto: ¿gasta usté leotardo en esas lides? Joer, nunca termina uno de conocer a los amigos...
P.S. Anuncios brev
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VIRGINIDAD USADA SE ALQUILA A MUJER DEVOTA (o lomba). Sólo 500.000 euros. Soy católico devoto de la Píamadre y del Santo Padre. Si no me gusta, me tomo un vaso de vino: en peores plazas habremos toreado.
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Joder con la italiana, con que naturalidad te mira a los ojos mientras te cuenta una milonga, más inverosímil que el que Bush se convierta al Islam.
ResponderEliminarTal parece un político de casa.
No obstante es una lástima tener estos problemas de tesorería.
¡Ay! mentes calenturientas ...
ResponderEliminar1º.- el precio que pide la dama es un intento de traducción a dinero de algo que no tiene precio, pues semejante belleza no es común. Ante, esta si que es una mujer bellísima y no la ministra esa de los presuntos líos con Aznar.
2º.- digo que mentes calenturientas porque si nos atenemos a lo expresado la dama no ha dicho cuando haría el intercambio, ha dicho que lo haría pero no ha dicho el año, es como cuando un yonki todo colocao dice que lo va a dejar, no sabe donde, pero lo va a dejar. Y todo hace suponer que pueda ser desvirgada con el miembro masculino pero quizá quiera que la desvirguen con otro objeto y por eso lo del vino y tal, vamos a suponer que el postor fuese un nonagenario cuyo corazón sea incompatible con la Viagra.
3º.- yo opino que semejante belleza ha querido darse a conocer en plñan vacilona, que la veremos y que no la cataremos y que al final conocerá a un buen hombre que la amará por los restos y serán la pareja enamorada más feliz del universo o ... tal vez otro vacilón como ella la diga ¡venga! aquí tienes el millón (y coloca la cifra en la mesita de noche) pero ya sabes guapa, toma y trae como en la plaza, cuando te desvirgue te llevas el jurdó, pero mira cariño, resulta ser que yo esto del sexo sólo lo entiendo si te pones a cuatro patas en la posición del perro y tal y al final la da por el culo y como no la ha desvirgao pues se lleva el millón y no la ha deshonrado o ... la bobada que se le ocurra a cada uno como final de la historia, que con las cosas del sexo no se vacila.