En materia de derecho al aborto no tengo las ideas demasiado claras, y por ahí empiezo. Es posible, por tanto, que se me cabreen tanto tirios como troyanos, capuletos y montescos. Qué le vamos a hacer.
No soy antiabortista. Tampoco encuentro razones de peso para defender el aborto libre. Reconozco que he prestado alguna vez ayuda a gente que iba a abortar y que no me arrepiento. También que, ahora mismo, miro a Elsa y medito sobre lo tremendo que sería no haber dejado que naciera.
En suma, y para empezar, que no condeno –en la medida que importe un pimiento que un fulano como yo condene o absuelva- moralmente ni a los que defienden el derecho al aborto ni a los que lo combaten. Pero, como tantas veces, me repelen un poco ciertas poses o maneras de argumentar de los unos y de los otros.
Los antiabortistas, muy por lo general, lo son a partir de muy respetables convicciones religiosas, de su fe en alguna verdad revelada o, más probablemente, en dogmas eclesiásticamente sentados. A tenor de dichos dogmas de fe, la vida es sagrada e inviolable desde el momento mismo de la concepción. Lo de la pena de muerte y tal es harina de otro costal, al menos mientras la Iglesia no la condene oficialmente. Otros parecen insinuar que desde antes mismo del ayuntamiento carnal de los padres –casados como Dios manda- ya tiene derecho el aún no concebido a que lo conciban, y por eso no hay que verterse fuera ni poner barreras mecánicas al libre encuentro de las celulitas predestinadas a entenderse. Permítaseme la broma que no es del todo broma, pues una vez escuché, en un concurs0 a plaza de profesor univesitario a un tipo que hablaba de los derechos del concepturus. Creo que luego lo publicó y no le pasó nada. Últimamente he oído que tenía cargos y prebendas en gobierno autonómico del PP. Es lo bueno de ser experto en biotética, que te descojonas de risa. Pero, sea como sea, ¿no quedamos en que la fe está más allá de la razón, en dimensión distinta? Cuando como argumento sólo nos dan la repetición machacona del dogma de fe, difícilmente nos van a convencer a los que vamos por la vida sin fe, sin más fe que la fe en la razón, poca o mucha. En otras palabras, ¿no hay contra el derecho al aborto razones que todos puedan atender por encima o al margen de sus convicciones religiosas y que se expresen en argumentos que sean algo más que repetición de dogmas como los alusivos al comienzo de la vida humana o al inicio de la condición de ser humano titular del derecho a la vida?
Porque no me convencen los argumentos de los antiabortistas radicales, no estoy en contra del derecho al aborto en todo caso. Pero, ya que tampoco me satisfacen las alegaciones de los abortistas radicales, tampoco me siento partidario de un libérrimo derecho a abortar. Me parece que entre los defensores del aborto hay mucha frivolidad y muy escasa densidad de razones y argumentos de peso, mucha consigna y mucho dogma de la otra iglesia triunfante: la iglesia progre, sector pijo-progre, ala “nómbreme algo, señorito”.
Antes de echar un vistazo a algunas de esas perplejidades que me suscitan las justificaciones más en boga del derecho a abortar, permítaseme una observación, por la que deberíamos haber comenzado. Ya se acerca una nueva discusión en España sobre este tema vidrioso, pues el Gobierno ha creado una comisión (¿por qué no también un observatorio?) que propondrá una regulación nueva del aborto. Y medio país –el otro va a su bola y pasa de todo, absolutamente- se va a rasgar las vestiduras para un lado o para otro, en perfecto ejercicio de hipocresía o consumada muestra de despiste, pues todos pasan por encima de la pregunta por la que deberíamos comenzar el análisis: ¿ACASO DEJA DE ABORTAR EN ESPAÑA EN ESTE MOMENTO, BAJO PLENA APARIENCIA DE LEGALIDAD Y PRÁCTICAMENTE SIN RIESGOS PENALES, CUALQUIER MUJER QUE QUIERA ABORTAR? Me parece absolutamente obvio que no y a ver quién es el cretino que aparenta caerse de la burra en este instante. Todos los que andamos por el mundo con los ojos abiertos y con pocas anteojeras sabemos cómo funcionan y cómo facilitan las cosas la mayor parte de las clínicas especializadas en abortos. Ellos te proporcionan el papeleo necesario para acreditar –falsamente- que corre peligro la vida de la madre o que hay riesgo de malformaciones del feto. Y punto. No juzgo esa práctica, no la califico ni para bien ni para mal en términos morales. En términos legales, es ilícita, eso es obvio; mas esto es una constatación evidente, no un juicio de otro tipo. Sólo quiero insistir en que, si ya de hecho tenemos algo parecido al aborto libre –y hasta sin plazos-, deberíamos discutir sobre la relación entre la ley y la realidad, no embarcarnos en debates sobre la ley a palo seco y como si ésta realmente gobernara los hechos. Hipocresía de juristas acompañada de hipocresía de medios de comunicación y de fiscales y fuerzas de seguridad cuando se lanzan a refriegas como las de hace unos meses: unos fingiendo que se enteran ahora de lo que pasa todo el rato y los otros simulando que son todo habladurías y manipulaciones. En este sentido, y para acabar con este punto, una ley muy liberal en materia de permiso para abortar vendría ahora mismo a dar estatuto legal a lo que ya tiene plena vigencia práctica. Así que, lamentablemente, las verdaderas alternativas son estas tres: o se da estatuto legal, mediante una ley muy permisiva, a lo que ya masivamente sucede, o se reprime lo que ahora mismo sucede para acompasar la práctica a la norma, o se deja todo como está: aborto de hecho libre, para contentar a los proabortistas, y legalmente prohibido, para satisfacción de los antiabortistas. ¿Cuál de las tres opciones prefiero yo? No lo sé, palabra.
Y otra nota previa, más malvada. Comprendo que debe velarse por el derecho a la intimidad, pero a un servidor le encantaría conocer la relación de mujeres que han abortado por ejemplo el año pasado, nada más que para esto, única y exclusivamente: para ver qué proporción de antiabortistas, ultraconservadores y gentes de mucho orden hay entre los que salieron de la clínica por la puerta de atrás y liberados en propia persona o en la de su hija, novia o amante.
Pero volvamos a lo que más nos interesa aquí en este momento, las razones que cabe invocar para justificar el derecho a abortar.
Una parece que puede tener algo que ver con la igualdad de la mujer en la sociedad, con la evitación de la discriminación femenina. Basta ver que, si no he entendido mal la noticia de ayer, la comisión que se acaba de crear depende del Ministerio de Igualdad y está presidida por su titular, la señora Aido. Y es posible preguntarse por qué se ha de ocupar dicho Ministerio y no el de Justicia o, ya forzando un poco, el de Sanidad. Sí, la respuesta más real es la más pedestre y obvia: porque algo hay que encargarle a ese Ministerio-florero que tanto debería ofender a feministas que no lo sean sólo de subvención y pandereta, Ministerio que no se ocupa ni de una maldita de las desigualdades lacerantes que en esta sociedad perviven o se crean ahora mismo, pero que va a dedicar su tiempo a hablar de mujeres, como se hacía todo el rato en el bar -machista- de mi pueblo, o de “cosas de mujeres”, como hacían las señoras sometidas de mi pueblo.
Mas, vayamos al fondo: ¿qué tiene que ver el aborto con la igualdad, se supone que de la mujer? ¿La facilidad para abortar repercute en una mayor posibilidad de integración social igualitaria de las mujeres? ¿Y, si así fuera, sería razón bastante para permitirlo con generosidad y sin más límite que la voluntad de ellas? También puede ayudar a la igualdad de muchas mujeres el permitir que éstas castrn por la brava a sus maridos, o a sus patronos, o al vecnio del quinto, y sin embargo... Y más preguntas: las muy avanzadas políticas en materia de compatibilidad de la maternidad con la vida profesional y social de la mujer, ¿no parece que chocan conceptualmente con esa visión del aborto como atajo para que la mujer no pierda comba? Y otra: ¿en qué quedamos con la maternidad, es un estorbo o es un don que da su sello especial a la mujer, conforma su peculiar sensibilidad –mejor que la de los varones- y la hace merecedora de especiales derechos y discriminaciones positivas? Porque, si resulta que la maternidad es estupenda en todos los sentidos sólo cuando la madre quiere tener sus hijos y, de propina, no tiene invonvenientes personales, sociales o econímcos, y es algo odioso, fuente de desigualdades y desventajas sin cuento cuando a la embarazada le viene mal llegar a madre, algo suena a truquillo y a ley del embudo. Y, por último, si vinculamos igualdad y derecho al aborto, ¿no tendríamos que juzgar caso por caso, analizando la situación de cada mujer que quiere abortar y viendo cuándo, por sus circunstancias, la maternidad es efectivamente un impedimento o un obstáculo y cuándo no hay más que frivolidad, cabeza de chorlito y egoísmo superficial? ¿Tiene el mismo fundamento en la igualdad el derecho a abortar de una cajera de supermercado que no tiene pareja estable ni más familia y cuyo trabajo corre mucho peligro, que Paris Hilton o una señora de la familia Botín, pongamos por caso?
Otras veces se enarbola el derecho, como pleno dominio, de la mujer sobre su propio cuerpo, o el llamado derecho exclusivo y supremo de la mujer a decidir. Tal vez se pueda relacionar con aquel fundamento que admitió para el derecho al aborto el Tribunal Supremo de EEUU en el caso Roe vs. Wade, el derecho a la intimidad de la mujer. En todo caso, parece que se nos está diciendo que el derecho de libre disposición que la mujer tiene sobre el feto que lleva en su seno es parte de su derecho a disponer libremente del cuerpo que es suyo, de su propio cuerpo, y que el señorío sobre ese feto no puede verse limitado por nada que no sea su voluntad y su libre ponderación de sus personales intereses. Me parece que es el argumento más común entre feministas. Si se sienta como dogma y porque sí, vale tanto como cualquiera de esas afirmaciones de base religiosa que antes mencionábamos, cuestión de fe y punto. Pero si le buscamos las vueltas razón en mano, a lo mejor no parece tan evidente.
En primer lugar, no es cierto que ni la mujer ni el hombre tengan un señorío total sobre su propio cuerpo y puedan hacer con él lo que quieran. Yo no puedo aprovechar que soy el dueño de mi mano para darle a usted un golpe que lo mate. Tampoco el derecho me ampara ni me ayuda si pretendo automutilarme. Si estoy en un hospital o en una cárcel, no se me permite acabar con mi vida mediante huelga de hambre, por ejemplo, y dado que soy el amo de mí mismo. Tampoco permite que alguien me ayude a morir mediante eutanasia activa. Por tanto, el considerar al feto como parte del propio cuerpo de la que la mujer puede disponer a voluntad presupone asimilarlo a aquellas partes del cuerpo de uno de las que está permitido deshacerse porque son un estorbo o un inconveniente para el propio sujeto, sin que, además, tengan atribuido un valor social que justifique la limitación de la capacidad de autodisposición de ese sujeto. En suma, y brutalmente: se puede abortar igual que se puede extirpar una verruga o amputar algún órgano necrosado.
En segundo lugar, lo del derecho exclusivo de la mujer a decidir tiene también sus posibles vueltas. Imaginemos que usted es varón y es el padre de la criatura que la señora S lleva en su seno. Pongamos que no hay ningún elemento de violencia, engaño, etc. en la causa de ese embarazo. Simplemente, ustedes mantienen algún tipo de relación que hizo normal y grato el encuentro sexual y, queriendo o sin desearlo, surgió el embarazo. ¿Por qué debe ser la mujer la única llamada a decidir si aborta o tiene el hijo? ¿Porque tenerlo sólo la “perjudica” a ella? Tal afirmación, en términos generales, es absolutamente falsa y apenas hace falta pararse a buscar ejemplos que la contradigan. Pero admitamos la idea de que la decisión es nada más que suya, de ella, porque únicamente a ella la afecta: entonces ¿por qué han de generarse obligaciones legales para el padre en caso de que la mujer decida permitir que el niño nazca? ¿Por qué la decisión de abortar es nada más que suya y la responsabilidad, si nace el niño, tiene que corresponder a los dos? ¿Por qué la mujer con su decisión de abortar puede librarse para el futuro de toda responsabilidad y toda secuela legal y económica –dejemos aquí de lado las hipotéticas secuelas psicológicas, cuando las haya, y de las que supongo que absolutamente y por definición tampoco hay que entender liberados a los hombres- y con la de no abortar compromete, si quiere, tales consecuencias para el hombre? Si el hombre no quiere el niño y la mujer desea tenerlo y lo tiene, el hombre “paga”; si el hombre desea el niño y la mujer decide no tenerlo, la mujer “no paga”. ¿Es eso compatible con que el derecho de la mujer a abortar sea suyo sin límite, con base en que suyo es el cuerpo y lo que contiene y suyo es el derecho a decidir? Eso podría sonar verosímil cuando era posible presumir que todo embarazo no deseado era fruto del engaño masculino o de alguna vil y malintencionada seducción. Él le dijo que se casaría con ella si quedaba encinta, ella lo creyó y consintió, y ahora él silba tangos. Pues que ella decida libremente ahora y que, si hay niño, él pague. Pero, ¿realmente ése sigue siendo el paradigma de las relaciones sexuales hoy en día? ¿Favorece a la igualdad de las mujeres el que las cosas se sigan viendo o presuponiendo de tal manera?
En fin, dejémoslo aquí por hoy. Es mucho lío y esto ya va largo y atrozmente pesado. Pero termino por donde empecé: no sé que pensar, puesto que ni los argumentos usuales de los antiabortistas ni los de los proabortistas me hacen mucha gracia. Si tuviera que pronunciarme, diría que en este tema se debería estar a las circunstancias de cada caso, lo cual es inviable a la hora de sentar una regulación legal manejable. El aborto me parece un mal, pero entiendo que en muchas ocasiones la madre, o ambos padres, se encuentran en situaciones que, como mínimo suponen un atenuante moral si optan por abortar. La ley ideal, ideal sobre el papel, pero difícil de aplicar, sería aquella capaz de discriminar entre los supuestos en los que es comprensible, disculpable, el deseo de que el niño no nazca, y aquellos otros en que sólo hay frivolidad, insensibilidad, inconsciencia y egoísmo muy ramplón. Por de pronto, yo usaría la declaración de la renta como uno de los factores a considerar. Pero una regulación así es extraordinariamente difícil. Je, je, menuda se armaría: poner a las ricas a parir. Por tanto, no sé qué decir y qué pensar, salvo la insistencia en lo ya mencionado: aborto libre en este país ya hay, al menos para los que pueden pagárselo y tienen una mínima información sobre la cara B de esta sociedad tan absolutamente esquizofrénica.
Dicho esto, aquí pongo la mejilla para que me la calienten todos ustedes, amigos.
No soy antiabortista. Tampoco encuentro razones de peso para defender el aborto libre. Reconozco que he prestado alguna vez ayuda a gente que iba a abortar y que no me arrepiento. También que, ahora mismo, miro a Elsa y medito sobre lo tremendo que sería no haber dejado que naciera.
En suma, y para empezar, que no condeno –en la medida que importe un pimiento que un fulano como yo condene o absuelva- moralmente ni a los que defienden el derecho al aborto ni a los que lo combaten. Pero, como tantas veces, me repelen un poco ciertas poses o maneras de argumentar de los unos y de los otros.
Los antiabortistas, muy por lo general, lo son a partir de muy respetables convicciones religiosas, de su fe en alguna verdad revelada o, más probablemente, en dogmas eclesiásticamente sentados. A tenor de dichos dogmas de fe, la vida es sagrada e inviolable desde el momento mismo de la concepción. Lo de la pena de muerte y tal es harina de otro costal, al menos mientras la Iglesia no la condene oficialmente. Otros parecen insinuar que desde antes mismo del ayuntamiento carnal de los padres –casados como Dios manda- ya tiene derecho el aún no concebido a que lo conciban, y por eso no hay que verterse fuera ni poner barreras mecánicas al libre encuentro de las celulitas predestinadas a entenderse. Permítaseme la broma que no es del todo broma, pues una vez escuché, en un concurs0 a plaza de profesor univesitario a un tipo que hablaba de los derechos del concepturus. Creo que luego lo publicó y no le pasó nada. Últimamente he oído que tenía cargos y prebendas en gobierno autonómico del PP. Es lo bueno de ser experto en biotética, que te descojonas de risa. Pero, sea como sea, ¿no quedamos en que la fe está más allá de la razón, en dimensión distinta? Cuando como argumento sólo nos dan la repetición machacona del dogma de fe, difícilmente nos van a convencer a los que vamos por la vida sin fe, sin más fe que la fe en la razón, poca o mucha. En otras palabras, ¿no hay contra el derecho al aborto razones que todos puedan atender por encima o al margen de sus convicciones religiosas y que se expresen en argumentos que sean algo más que repetición de dogmas como los alusivos al comienzo de la vida humana o al inicio de la condición de ser humano titular del derecho a la vida?
Porque no me convencen los argumentos de los antiabortistas radicales, no estoy en contra del derecho al aborto en todo caso. Pero, ya que tampoco me satisfacen las alegaciones de los abortistas radicales, tampoco me siento partidario de un libérrimo derecho a abortar. Me parece que entre los defensores del aborto hay mucha frivolidad y muy escasa densidad de razones y argumentos de peso, mucha consigna y mucho dogma de la otra iglesia triunfante: la iglesia progre, sector pijo-progre, ala “nómbreme algo, señorito”.
Antes de echar un vistazo a algunas de esas perplejidades que me suscitan las justificaciones más en boga del derecho a abortar, permítaseme una observación, por la que deberíamos haber comenzado. Ya se acerca una nueva discusión en España sobre este tema vidrioso, pues el Gobierno ha creado una comisión (¿por qué no también un observatorio?) que propondrá una regulación nueva del aborto. Y medio país –el otro va a su bola y pasa de todo, absolutamente- se va a rasgar las vestiduras para un lado o para otro, en perfecto ejercicio de hipocresía o consumada muestra de despiste, pues todos pasan por encima de la pregunta por la que deberíamos comenzar el análisis: ¿ACASO DEJA DE ABORTAR EN ESPAÑA EN ESTE MOMENTO, BAJO PLENA APARIENCIA DE LEGALIDAD Y PRÁCTICAMENTE SIN RIESGOS PENALES, CUALQUIER MUJER QUE QUIERA ABORTAR? Me parece absolutamente obvio que no y a ver quién es el cretino que aparenta caerse de la burra en este instante. Todos los que andamos por el mundo con los ojos abiertos y con pocas anteojeras sabemos cómo funcionan y cómo facilitan las cosas la mayor parte de las clínicas especializadas en abortos. Ellos te proporcionan el papeleo necesario para acreditar –falsamente- que corre peligro la vida de la madre o que hay riesgo de malformaciones del feto. Y punto. No juzgo esa práctica, no la califico ni para bien ni para mal en términos morales. En términos legales, es ilícita, eso es obvio; mas esto es una constatación evidente, no un juicio de otro tipo. Sólo quiero insistir en que, si ya de hecho tenemos algo parecido al aborto libre –y hasta sin plazos-, deberíamos discutir sobre la relación entre la ley y la realidad, no embarcarnos en debates sobre la ley a palo seco y como si ésta realmente gobernara los hechos. Hipocresía de juristas acompañada de hipocresía de medios de comunicación y de fiscales y fuerzas de seguridad cuando se lanzan a refriegas como las de hace unos meses: unos fingiendo que se enteran ahora de lo que pasa todo el rato y los otros simulando que son todo habladurías y manipulaciones. En este sentido, y para acabar con este punto, una ley muy liberal en materia de permiso para abortar vendría ahora mismo a dar estatuto legal a lo que ya tiene plena vigencia práctica. Así que, lamentablemente, las verdaderas alternativas son estas tres: o se da estatuto legal, mediante una ley muy permisiva, a lo que ya masivamente sucede, o se reprime lo que ahora mismo sucede para acompasar la práctica a la norma, o se deja todo como está: aborto de hecho libre, para contentar a los proabortistas, y legalmente prohibido, para satisfacción de los antiabortistas. ¿Cuál de las tres opciones prefiero yo? No lo sé, palabra.
Y otra nota previa, más malvada. Comprendo que debe velarse por el derecho a la intimidad, pero a un servidor le encantaría conocer la relación de mujeres que han abortado por ejemplo el año pasado, nada más que para esto, única y exclusivamente: para ver qué proporción de antiabortistas, ultraconservadores y gentes de mucho orden hay entre los que salieron de la clínica por la puerta de atrás y liberados en propia persona o en la de su hija, novia o amante.
Pero volvamos a lo que más nos interesa aquí en este momento, las razones que cabe invocar para justificar el derecho a abortar.
Una parece que puede tener algo que ver con la igualdad de la mujer en la sociedad, con la evitación de la discriminación femenina. Basta ver que, si no he entendido mal la noticia de ayer, la comisión que se acaba de crear depende del Ministerio de Igualdad y está presidida por su titular, la señora Aido. Y es posible preguntarse por qué se ha de ocupar dicho Ministerio y no el de Justicia o, ya forzando un poco, el de Sanidad. Sí, la respuesta más real es la más pedestre y obvia: porque algo hay que encargarle a ese Ministerio-florero que tanto debería ofender a feministas que no lo sean sólo de subvención y pandereta, Ministerio que no se ocupa ni de una maldita de las desigualdades lacerantes que en esta sociedad perviven o se crean ahora mismo, pero que va a dedicar su tiempo a hablar de mujeres, como se hacía todo el rato en el bar -machista- de mi pueblo, o de “cosas de mujeres”, como hacían las señoras sometidas de mi pueblo.
Mas, vayamos al fondo: ¿qué tiene que ver el aborto con la igualdad, se supone que de la mujer? ¿La facilidad para abortar repercute en una mayor posibilidad de integración social igualitaria de las mujeres? ¿Y, si así fuera, sería razón bastante para permitirlo con generosidad y sin más límite que la voluntad de ellas? También puede ayudar a la igualdad de muchas mujeres el permitir que éstas castrn por la brava a sus maridos, o a sus patronos, o al vecnio del quinto, y sin embargo... Y más preguntas: las muy avanzadas políticas en materia de compatibilidad de la maternidad con la vida profesional y social de la mujer, ¿no parece que chocan conceptualmente con esa visión del aborto como atajo para que la mujer no pierda comba? Y otra: ¿en qué quedamos con la maternidad, es un estorbo o es un don que da su sello especial a la mujer, conforma su peculiar sensibilidad –mejor que la de los varones- y la hace merecedora de especiales derechos y discriminaciones positivas? Porque, si resulta que la maternidad es estupenda en todos los sentidos sólo cuando la madre quiere tener sus hijos y, de propina, no tiene invonvenientes personales, sociales o econímcos, y es algo odioso, fuente de desigualdades y desventajas sin cuento cuando a la embarazada le viene mal llegar a madre, algo suena a truquillo y a ley del embudo. Y, por último, si vinculamos igualdad y derecho al aborto, ¿no tendríamos que juzgar caso por caso, analizando la situación de cada mujer que quiere abortar y viendo cuándo, por sus circunstancias, la maternidad es efectivamente un impedimento o un obstáculo y cuándo no hay más que frivolidad, cabeza de chorlito y egoísmo superficial? ¿Tiene el mismo fundamento en la igualdad el derecho a abortar de una cajera de supermercado que no tiene pareja estable ni más familia y cuyo trabajo corre mucho peligro, que Paris Hilton o una señora de la familia Botín, pongamos por caso?
Otras veces se enarbola el derecho, como pleno dominio, de la mujer sobre su propio cuerpo, o el llamado derecho exclusivo y supremo de la mujer a decidir. Tal vez se pueda relacionar con aquel fundamento que admitió para el derecho al aborto el Tribunal Supremo de EEUU en el caso Roe vs. Wade, el derecho a la intimidad de la mujer. En todo caso, parece que se nos está diciendo que el derecho de libre disposición que la mujer tiene sobre el feto que lleva en su seno es parte de su derecho a disponer libremente del cuerpo que es suyo, de su propio cuerpo, y que el señorío sobre ese feto no puede verse limitado por nada que no sea su voluntad y su libre ponderación de sus personales intereses. Me parece que es el argumento más común entre feministas. Si se sienta como dogma y porque sí, vale tanto como cualquiera de esas afirmaciones de base religiosa que antes mencionábamos, cuestión de fe y punto. Pero si le buscamos las vueltas razón en mano, a lo mejor no parece tan evidente.
En primer lugar, no es cierto que ni la mujer ni el hombre tengan un señorío total sobre su propio cuerpo y puedan hacer con él lo que quieran. Yo no puedo aprovechar que soy el dueño de mi mano para darle a usted un golpe que lo mate. Tampoco el derecho me ampara ni me ayuda si pretendo automutilarme. Si estoy en un hospital o en una cárcel, no se me permite acabar con mi vida mediante huelga de hambre, por ejemplo, y dado que soy el amo de mí mismo. Tampoco permite que alguien me ayude a morir mediante eutanasia activa. Por tanto, el considerar al feto como parte del propio cuerpo de la que la mujer puede disponer a voluntad presupone asimilarlo a aquellas partes del cuerpo de uno de las que está permitido deshacerse porque son un estorbo o un inconveniente para el propio sujeto, sin que, además, tengan atribuido un valor social que justifique la limitación de la capacidad de autodisposición de ese sujeto. En suma, y brutalmente: se puede abortar igual que se puede extirpar una verruga o amputar algún órgano necrosado.
En segundo lugar, lo del derecho exclusivo de la mujer a decidir tiene también sus posibles vueltas. Imaginemos que usted es varón y es el padre de la criatura que la señora S lleva en su seno. Pongamos que no hay ningún elemento de violencia, engaño, etc. en la causa de ese embarazo. Simplemente, ustedes mantienen algún tipo de relación que hizo normal y grato el encuentro sexual y, queriendo o sin desearlo, surgió el embarazo. ¿Por qué debe ser la mujer la única llamada a decidir si aborta o tiene el hijo? ¿Porque tenerlo sólo la “perjudica” a ella? Tal afirmación, en términos generales, es absolutamente falsa y apenas hace falta pararse a buscar ejemplos que la contradigan. Pero admitamos la idea de que la decisión es nada más que suya, de ella, porque únicamente a ella la afecta: entonces ¿por qué han de generarse obligaciones legales para el padre en caso de que la mujer decida permitir que el niño nazca? ¿Por qué la decisión de abortar es nada más que suya y la responsabilidad, si nace el niño, tiene que corresponder a los dos? ¿Por qué la mujer con su decisión de abortar puede librarse para el futuro de toda responsabilidad y toda secuela legal y económica –dejemos aquí de lado las hipotéticas secuelas psicológicas, cuando las haya, y de las que supongo que absolutamente y por definición tampoco hay que entender liberados a los hombres- y con la de no abortar compromete, si quiere, tales consecuencias para el hombre? Si el hombre no quiere el niño y la mujer desea tenerlo y lo tiene, el hombre “paga”; si el hombre desea el niño y la mujer decide no tenerlo, la mujer “no paga”. ¿Es eso compatible con que el derecho de la mujer a abortar sea suyo sin límite, con base en que suyo es el cuerpo y lo que contiene y suyo es el derecho a decidir? Eso podría sonar verosímil cuando era posible presumir que todo embarazo no deseado era fruto del engaño masculino o de alguna vil y malintencionada seducción. Él le dijo que se casaría con ella si quedaba encinta, ella lo creyó y consintió, y ahora él silba tangos. Pues que ella decida libremente ahora y que, si hay niño, él pague. Pero, ¿realmente ése sigue siendo el paradigma de las relaciones sexuales hoy en día? ¿Favorece a la igualdad de las mujeres el que las cosas se sigan viendo o presuponiendo de tal manera?
En fin, dejémoslo aquí por hoy. Es mucho lío y esto ya va largo y atrozmente pesado. Pero termino por donde empecé: no sé que pensar, puesto que ni los argumentos usuales de los antiabortistas ni los de los proabortistas me hacen mucha gracia. Si tuviera que pronunciarme, diría que en este tema se debería estar a las circunstancias de cada caso, lo cual es inviable a la hora de sentar una regulación legal manejable. El aborto me parece un mal, pero entiendo que en muchas ocasiones la madre, o ambos padres, se encuentran en situaciones que, como mínimo suponen un atenuante moral si optan por abortar. La ley ideal, ideal sobre el papel, pero difícil de aplicar, sería aquella capaz de discriminar entre los supuestos en los que es comprensible, disculpable, el deseo de que el niño no nazca, y aquellos otros en que sólo hay frivolidad, insensibilidad, inconsciencia y egoísmo muy ramplón. Por de pronto, yo usaría la declaración de la renta como uno de los factores a considerar. Pero una regulación así es extraordinariamente difícil. Je, je, menuda se armaría: poner a las ricas a parir. Por tanto, no sé qué decir y qué pensar, salvo la insistencia en lo ya mencionado: aborto libre en este país ya hay, al menos para los que pueden pagárselo y tienen una mínima información sobre la cara B de esta sociedad tan absolutamente esquizofrénica.
Dicho esto, aquí pongo la mejilla para que me la calienten todos ustedes, amigos.
No, no ponga la mejilla que el post es estupendo. Yo, que tampoco lo tengo claro, sólo querría apuntar, escondido tras este anonimato, que lo que me resulta escandaloso es que se pueda abortar hasta un momento antes de parir. En Asturias saltó hace un par de años a la luz pública un caso así, el aborto de un feto de más o menos ocho meses. Cuántos otros habrá de los que nada sabemos. Qué vida ésta!
ResponderEliminar¿Por qué abortar es un mal? ¿Por qué es malo, en este caso, ser egoísta, insensible, o cabeza de chorlito? Hay quienes creen que ahí, al menos los primeros meses, no hay nada, no hay un ser humano, hay una célula que late. En potencia podrá ser lo que sea: en acto no es (aún) nada. Y eso que aún no es nada se puede eliminar por insensatez, por frivolidad, por egoismo, por conveniencia, porque sí. Un problema distinto es el del padre -qué pasa si quiere tenerlo-, o el de los plazos para abortar. Pero yo creo que el aborto, al menos en esos primeros meses, debería ser libre, gratis y sin preguntas.
ResponderEliminarNo estoy a favor ni en contra...aunque me ha resultado bochornoso el hecho de que coincidan en el tiempo esta noticia y la relativa a buscar muertos de la guerra civil.
ResponderEliminarBusca a los muertos y mata a los vivos...
Podrían al menos guardar las formas estos políticos.
Querido Prof:
ResponderEliminarEntro a los argumentos y me permito pasar del folklore. Pido perdón por la extensión.
1. Creo que son muy objetables las analogías que hace respecto de la falta de soberanía sobre el propio cuerpo.
a) “No puedo aprovechar que soy el dueño de mi mano para darle a usted un golpe que lo mate”. En mi opinión, compara la soberanía sobre el propio cuerpo (capacidad de decidir sobre sus destinos) con la soberanía sobre el cuerpo ajeno (pues quien agrede lo que hace es precisamente disponer del cuerpo de otro sujeto soberano). Lo explica bien un cacho ladrillo muy divertido: The Moral Limits of Criminal Law, de su colega de usted Joel Feinberg. Si lo que quiere hacer es afirmar tácitamente que el feto es un sujeto soberano (como en el ejemplo de los “siameses buceadores”), sería petición de principio.
b) “Tampoco el derecho me ampara ni me ayuda si pretendo automutilarme”. Ambiguo: “no le ampara” en el sentido de que no puede pedir ayuda; pero nadie puede impedírselo si tiene usted el gorro en su sitio. Si hace una analogía comme il faut, trataría usted el aborto con la lícita automutilación individual.
c) “Si estoy en un hospital o en una cárcel, no se me permite acabar con mi vida mediante huelga de hambre”. Discrepo en relación con el hospital, si no es usted un preso. En relación con la cárcel: no puede usted precisamente porque ha perdido usted gran parte de su soberanía (está sometido a relación de sujeción especial. En alemán, aún con más matices: "Besonderes Gewaltverhältnis"). Falsación: fuera de la cárcel puede usted acabar con su vida mediante una huelga de hambre, de modo legal y sin que nadie pueda lícitamente inmiscuirse.
2. Todo ello no supone admitir la tesis algo simplona de “foetus pars ventris”. El feto va adquiriendo poco a poco mayor relevancia para el Derecho: desde que es tratado como auténtica pars ventris matris hasta que, en las últimas fases de la gestación (digámoslo a lo bruto, como el BverfG) se dirige un mandato a la madre de conducir el embarazo hasta su fin. En la ponderación con esa creciente importancia, la posición jurídica de la autonomía de la madre va correlativamente disminuyendo.
Los motivos para esa relación son varios. Además del progresivo merecimiento de protección jurídica (algo que corre parejo a la consideración social de fetos y embriones: no es tragedia el aborto natural de diez semanas, lo es con ocho meses), está la tácita aceptación de la madre tras un período suficientemente largo (ha de ser más largo, por cuestiones científicas, en el aborto llamado “eugenésico”); y, sobre todo, el hecho de que un derecho respetuoso de la libertad personal debe minimizar un status tan odioso como el de "obligada contra su voluntad a ser huésped de una futura persona, a supeditar todos los aspectos de la vida, incluso el esfuerzo físico, la alteración psicosomática, etc. al beneficio de otro ser”, etc.
3. Creo que el argumento del derecho del hombre a decidir sobre la gestación es una petición de principio.
Ejemplo: X da a Z una semilla de girasol para que la plante en su tiesto. Se la da y punto. Z la planta, la riega, pero un día decide que va a vaciar el tiesto y plantar geranios. X se opone, y dice que tiene derecho a decidir al respecto.
Dirá usted: “es que la inseminación no es una donación ni una derelicción; tiene un estatuto jurídico distinto”.
Yo le diré: “vale. Pero no en lo que se refiere a un hipotético derecho a decidir sobre la gestación”.
Usted me dirá: “sí, precisamente en eso”.
Y yo le diré: “Porque usted lo diga. Es una petición de principio”.
De hecho, el padre de la criatura no puede obligar a la gestante de diez semanas a guardar reposo, a llevar vida sana, a no fumar, a no saltar a la comba, etc. Porque satisfacer su pretensión supondría una injerencia intolerable en el ámbito de libertad de la afectada: la sometería plenamente a dominio de otro. No creo que nadie que conozca de vista el liberalismo pueda poner un pero. "Es que el padre queda desamparado". Vale: búsquese una Geschäftspartnerin con una visión del asunto más próxima a la suya.
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Soy un mentiroso: no puedo sustraerme a lo del folklore. Así que ahí van unos quodlibet de puta madre:
La contradictio:
- PRIMA. “¿ACASO DEJA DE ABORTAR EN ESPAÑA EN ESTE MOMENTO, BAJO PLENA APARIENCIA DE LEGALIDAD Y PRÁCTICAMENTE SIN RIESGOS PENALES, CUALQUIER MUJER QUE QUIERA ABORTAR? Me parece absolutamente obvio que no y a ver quién es el cretino que aparenta caerse de la burra en este instante.”
- SECUNDA: “Aborto libre en este país ya hay, al menos para los que pueden pagárselo y tienen una mínima información sobre la cara B de esta sociedad tan absolutamente esquizofrénica”.
Ahí van los QUODLIBET:
- Es un cretino quien afirme que no pueden abortar quienes no se lo pueden pagar o los que desconocen la corruptela.
- (Vigilantibus et millonetibus non durmientibus iura succurrunt) Quienes no se lo pueden pagar o los que desconocen la corruptela no merecen el mismo amparo jurídico a sus pretensiones que los que sí tienen dinero o enchufes. Quien no lo vea así es un cretino.
- No es una verdadera “MUJER” la que quiere abortar sin dinero o conocimiento de las corruptelas legales. ¿Quién es el cretino que puede negarlo?
- Inexplicablemente el Prof. ha comprado el argumento arzobispal, que maneja en el mismo plano la alarma católica porque hay quien comete abortos, incluso ilegales con que el status de la abortante ilegal sea cómodo. Como bajo el franquismo había homosexuales y comunistas, es que se podía ser homosexual o comunista bajo apariencia de legalidad y prácticamente sin riesgos penales. ¿Quién necesitaba la legalización del PC o el abandono de la regulación de peligrosidad social?
Ná, ni caso. Quesque estoy con el cretino subido, hoygan.
Soy seguidor pasivo del blog, pero a mi me tocó también hacer uno de esos ejercicios de titularidad sobre el tema que, para la tranquilidad de alguno, todavía no está publicado.
ResponderEliminarDiscrepo del Profesor: Un poco tramposo lo de reducir los argumentos contrarios al derecho al aborto a la religión: No es mi caso pero conozco muchos que sin fe defienden el derecho a la vida del nasciturus, y he leido, como usted, más de un libro o dos que lo hacen de manera científica y rigurosa.
Y discrepo de Pasaba por aquí, que esta vez se olvidó el rigor que acostumbra en casa:
"Hay quienes creen que ahí, al menos los primeros meses, no hay nada, no hay un ser humano, hay una célula que late. En potencia podrá ser lo que sea: en acto no es (aún) nada". Si de la premisa inicial, algunos creen, sacamos consecuencias generales contradictorias entre si, hay una celula que late y, a continuación, no es nada, que haríamos con:
Algunos creen en que los mongólicos no deben vivir
o Algunos creen que hay vida después de la muerte
Quizás los ejemplos no son muy buenos pero ¿del "algunos creen" se deriva la obligación de legislar en consecuencia?
Quizás por mi condición de Constitucionalista sigo pensando que las leyes deben respetar la Constitución y la jurisprudencia constitucional, que algo ha dicho.
Efectivamente: es muy difícil tener una opinión definida, al menos sobre el hecho puro y duro, con los hijos en brazos. En cuanto al derecho al propio cuerpo, igual es una tara particular mía, pero tuve claro que lo perdía con la primera vomitera matutina,como el resto de una serie de derechos (al propio sueño, al propio tiempo libre, a la propia tranquilidad cuando salen, a la propia Visa...) Es lo que tiene, la manía de aceptar las reglas del juego.
ResponderEliminarEs que una célula que late no es (aún) nada que no se pueda eliminar. Y, efectivamente, es lo que creen algunos -no todos, obviamente-. Y, hombre, lo de deducir de la primera afirmación que se puede acabar con los mongólicos, o que hay vida después de la muerte...! Es como cuando alguien se pronunciaba en contra del aborto porque Beethoven no hubiese nacido... Demagogia.
ResponderEliminarVer la vida y la realidad y los problemas con los exclusivos ojos de la constitución y de la jurisprudencia del tribunal constitucional no sé si simplifica las cosas -me temo que no- pero, desde luego, le quita a uno muchas responsabilidades. Hasta la constitución se puede modificar, aunque nos cueste admitirlo. Y la jurisprudencia del magnífico tribunal es, en esencia, oscilante...
Tampoco creo que sea bueno que se mantenga la situación actual respecto al aborto: legalmente hay límites, de hecho no tantos. Porque esa situación 'culpabiliza' a quien aborta, le hace hacer algo que bordea la legalidad -cuando no la infringe directamente- y yo creo que debería ser libre, gratuito, sin preguntas y, añado, informado (por alguien objetivo y sin juicios de valor previos: no vale que lo informe la iglesia).
No quería aprovechar los ejemplos para introducir otra polémica. Sólo quería señalar que la premisa "algunos creen" me parece del todo insuficiente para extraer consecuencias científicas, y menos jurídicas, sobre todo cuándo se podría estar poniendo en peligro un bien jurídico distinto.
ResponderEliminarY sobre la célula y la nada, si entendí bien a Aristóteles el paso de la potencia al acto requiere la continuidad de la sustancia, la célula (que no es tal sino conjunto de células desde los primeros días) para ser niño en potencia, debería ser humana sino no se podría producir el paso de la potencia al acto, y es en eso, en la continuidad de la sustancia humana desde el momento de la concepción y en la existencia de diversas etapas del mismo ser: embrión, feto, bebe, niño, adolescente..., en lo que se basan los algunos que defienden el derecho a la vida desde la concepción.
La pregunta sería si, siguiendo con la lógica del primer comentario, el que algunos piensen que hay vida humana desde la concepción no nos obligaría a legislar en consecuencia.
Si se admiten en esta partida bazas ligeras, recordaría que existe aún otra parte en este debate.
ResponderEliminarSe puede ser contrario al aborto como acto (me siento en buena compañía, nada menos que PP Pasolini), y al mismo tiempo radicalmente a favor del derecho al aborto.
Esta posición se puede generalizar: radicalmente a favor de considerar a los adultos como tales, y de respetar sus decisiones. Pero al mismo tiempo convencido de que hay un sentido social en informar, y en apoyar seriamente alternativas.
Los datos demuestran que es una posición pragmática: las dos variables más fuertemente correladas con el descenso del número de abortos son la amplia disponibilidad de anticonceptivos ... y la condición legal del aborto, con plazos y supuestos lo más generosos posible.
Claro que los datos de higiene pública sientan como ristra de ajos a los vampiros teocráticos: la región mundial con menos incidencia de abortos es la atea Europa Occidental, y el estado europeo con menor tasa de aborto son los Países Bajos. Casualmente.
Salud,
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1. Vuélvete irresistible con lencería de seda. Si te sientes bien, a gusto, estarás de ánimo sensual, lo que derrite a la mayoría de los hombres.
2. Ama tu cuerpo. Las mujeres que destilan erotismo dentro y fuera de la cama se sienten bien consigo mismas. Para empezar, párate desnuda frente al espejo y mírate a través de los ojos de tu pareja: descubre cómo te ve de atractiva... y seductora.
3. Enciende su imaginación: dile con todo detalle lo que quieres que te haga en la noche...
4. Sedúcelo durante la cena. Sonríele, toma su mano y pasa suavemente tu lengua por la parte interna de su pulgar; luego sube y baja por el dedo. Después, rodéalo y envuélvelo con tus labios.
5. Ofrécele de comer alimentos que puedas darle con los dedos: ostiones, langostinos, uvas, fresas, chocolates... y cualquier otra cosa que se te antoje.
6. Pon sábanas de seda en tu cama. La sensación bien vale la pena.
7. Hazlo temblar y estremecerse: con un cubo de hielo en tu boca, besa tooodo su cuerpo...
8. Cumple una de sus fantasías: haz que te desee como nunca mientras le haces un striptease lento, sin que pueda tocarte.
9. Haz sexercicios con la boca. Aumentará tu resistencia cuando le hagas sexo oral: saca la lengua lo más que puedas y aguanta; métela. Para fortalecer los músculos de los labios, aprieta la boca con fuerza y sostén cuanto puedas. Por último, empuja los labios hacia afuera, como dando un beso.
10. Toma la iniciativa: no dejes que siempre sea él quien lleve la batuta. No hay nada más sexy que una mujer que sabe lo que quiere en la cama.
Bonus: Habla, habla, habla durante el sexo. Sin duda le encanta saber cuánto disfrutas estar con él.
Tips que no debes olvidar
* Dale un masaje ¡Hazle saber cómo disfrutas consentirlo!
* Salgan a cenar solos y antes de entrar al restaurante dile que olvidaste ponerte ropa interior.
* Invítalo Comparte sus aficiones.
* Sorpréndelo con escenarios que dejen en claro tus intenciones: luces apagadas, velas suaves, teléfono descolgado y tú con un vestido ligerito.
* Pregúntale: ¿Qué puedo hacer hoy para complacerte? Luego cumple su deseo.
* Respeta sus espacios a solas y con sus amigos sin sentirte insegura.
* Mantén tu relación a salvo de chismes y prejuicios.
* Mantente atractiva, como en los primeros tiempos de la relación.
* Sedúcelo y disfruta cada minuto de intimidad con tu pareja.
Fuente:
www.feminis.com
Guía para lucir a la moda
ResponderEliminarSi lo que buscas es lucir como las celebridades, sigue estos consejos para verte bella, delgada y atractiva.
Tienes un armario lleno de ropa, pero no sabes la que favorece tu figura y te hace lucir más sexy. Sigue estos consejos y luce espectacular.
Curvas de tentación
Si tu cuerpo es curvilíneo como el de Beyoncé o Jennifer López, no te quejes y sácale provecho a esas caderas y nalgas.
Utiliza: Los básicos jeans ajustaditos harán que tus nalgas se vean con buena forma, también los vestidos en corte imperio lucen fantásticos y las faldas tubos son tu mejor opción.
El calzado es esencial, así que opta por vestir zapatos Peep-Toes (zapatillas de tacón con el frente descubierto), ya que los tacones estilizan la figura.
Alta y sin curvas
Si eso de las curvas no es lo tuyo, entonces tienes de aliadas a Mischa Barton y Cameron Diaz.
Utiliza: No tener curvas no significa lucir fatal, al contrario, tienes miles de opciones para vestir y lucir sensacional. Por ejemplo, puedes usar los básicos jeans a la cadera o a la cintura y puedes presumir shorts durante la primera, eso siempre y cuando tengas las piernas delgaditas.
Los minivestidos son una excelente opción, Barton los utiliza siempre y luce perfecta. Con estampados retro lucirás fashion.
Por tu estatura, no es necesario que utilices tacones, al contrario puedes utilizar lindas balerinas de distintos colores que harán lucir tus piernas, además, las botas estilo militar o las sandalias al ras del suelo son tus aliadas.
Bajita, pero picosa
Si te identificas con Salma Hayek o Scarlet Jojansson, por ser de baja estatura y tener un cuerpo curvilíneo de tentación, no te olvides de sácale partida a este detalles y luce sexy todo el año.
Utiliza: Los jeans, un básico en el guardarropa de toda mujer, debes utilizarlos a la cadera para que al usar tacones no te veas desproporcionada; pero si de elegancia se trata los vestidos que se ajustan en la cintura son perfectos para ti.
Los zapatos Peep-Toes con un taconazo son la mejor opción, ya que por su forma estilizan las piernas y te hacen ver alta.
TIPS EN COLORES:
Piel blanca.
Los colores intensos son ideales para tu tipo de piel, contrastan con tu claridad natural. El rojo y el negro son tu mejor opción. Si prefieres darle un toque de color a tu look puedes optar por los verdes, dorados y azules.
Pieles trigueñas
Te favorecen el blanco, rojo, rosa, lila, y azul.
Piel morena
Los tonos pastel junto con el amarillo, verde y blanco darán una expresión de sensualidad. No uses colores intensos, a menos que los mezcles con tonalidades claras, de lo contrario se endurecerán tus facciones.
Piel negra
Todos los colores les sientan bien, pero en definitiva lucen más los ardientes y brillantes como el naranja, amarillo o rojo. No temas usar color y luce espectacular.
Con estos prácticos consejos podrás lucir a la moda e igual de espectacular que las celebridades.
Fuente:
www.feminis.com
Guía práctica para un maquillaje perfecto
ResponderEliminarPara las mujeres es esencial lucir siempre bellas y bien maquilladas. ¿Cómo lograrlo sin tanto esfuerzo? Sigue estos consejos prácticos, harán que luzcas un maquillaje perfecto.
1. Prepara la piel con limpieza, tonificación e hidratación.
2. Usa corrector donde se necesite.
3. Extiende la base con los dedos o una esponja.
4. Aplica una capa de polvos sueltos.
5. Sombrea y delinea los párpados. Pon máscara de pestañas.
6. Peina las cejas. Si es necesario, cubre los huecos con lápiz o sombra.
7. Perfila la boca y rellena los labios.
8. Ruboriza las mejillas con blush.
Consejos fáciles
* El rouge no se fija bien sobre los labios húmedos o con restos de crema.
* Para que los labios se mantengan como recién pintados, empólvalos antes de poner el labial y luego fija el color pasando por la boca un cubito de hielo.
* Unifica el tono de tu pase con tu piel, maquillando el interior visible de las fosas nasales con un cotonete.
* Un blush de tono muy suave sirve para reducir el volumen de una frente ancha y elevar zonas hundidas, como un mentón pequeño.
* Disimula las arrugas con corrector: ponlo en la punta de un pincel y rellénalas. Utiliza el producto con moderación, si usas demasiado las resaltarás.
* En lugar de sombra aplica blush en el pliegue del párpado: da color, brillo y armonía al rostro.
Fuente:
www.feminis.com
creo que sería buena idea centrarnos mas en la pregunta ¿ Con qué tipo de aborto estamos de acuerdo o no ? Recordemos que tenemos el aborto natural,el aborto consentido, aborto con consecuencia grave o no consentido,aborto sentimental o ético, aborto eugenésico...un montón no se puede generalizar asi en el aborto desde mi humilde punto de vista.
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