11 octubre, 2008

Todo patas arriba

Nadie está donde se le espera, nada como se lo supone, todo va “al devalu”, como se dice en Asturias, y que significa al albur de las mareas, sin timón, sin control ni guía. Ya da risa.
Lo último entre lo anecdótico, pero significativo, es esa frase de Rajoy cuando no sabe que tiene los micrófonos abiertos: “Mañana tengo el coñazo del desfile. En fin, un plan apasionante”.
Se consuma lo que se veía venir. A la derechona ya no le gustan ni las banderas, ni las patrias, ni los himnos ni los desfiles. Pronto dejará de ir a misa. Se están haciendo ácratas a todo meter. Y como en estas cosas funciona algo así como la dinámica de fluidos o de yo qué sé qué misterios cósmicos, hueco que deja libre un cuerpo, lo ocupa otro cuerpo, no necesariamente serrano. Por ejemplo, según la derechona va pensando que vaya rollo lo de los ejércitos y los desfiles y que por qué no vamos todos a comernos los huevos a casa Lucio, una parte de eso que antes era la izquierda y ahora vaya usted a saber qué será, anda soñando con patrias nuevas con muchas embajadas, ejército y policías propios con uniformes comprados en China. ¿Se imaginan que Cataluña ya fuera independiente y soberana del copón, que se celebrara el día de la nación catalana con un desfile de los ejércitos aborígenes, con todos sus cuerpos, y que Carod, Puigcercos o Montilla -se me ha olvidado el nombre del de Izquierda Unida o como se llame, importántisimo personaje del progresismo actual con corbata de seda; lo siento- dijeran eso de “Tengo que ir la pijada del desfile”? La que se armaría: chirriarían las esencias de la nación, se reabrirían las cicatrices de la patria, llorarían en sus tumbas los viejos héroes de la tierra, se deprimirían la Blut y el Boden. Y todas esas cosas tan monas que dicen siempre los nacionalistas, antes de derechas y ahora de izquierdas.
Ahora bien, aviado va Rajoy si piensa que, ya metida la pata hasta el corvejón, esto le va a quitar ni un ápice de su condición de facha irredento y de culpable de que todos los veranos llueva en unas partes que ya están mojadas y haya sequía donde hace falta el agua. Ah, y de la crisis económica mundial, nacional, municipal y parroquial. Porque cuando decía que la preveía, lo que quería era provocarla; y la provocó, el muy taimado.
Urge que Pepiño lance una soflama a las fuerzas armadas y les explique que el ejército es la columna vertebral de la nación y que la nación es lo primero, que lo que le falta a la derecha es amor a la patria y que vamos todos juntos en unión defendiendo la bandera de la santa tradición y que arriba España y vivan sus diferentes naciones. Apuesto una merienda a que en menos de tres días lo casca. Porque, al fin y al cabo, la casquería es lo suyo.
Pero pongamos la mira donde debemos y dejemos al pobre Pepiño, que bantante tiene ya. Es la derecha la que nos sume en el desconcierto y la desmoralización. Porque vamos a ver. Empezó el despendolado Cascos enlazando señoras y divorcios como un nihilista sin norte. Razón por la cual tuvo el gobierno progresista que dictar normas a tutiplén para rescatar la viaja idea de familia basada en el matrimonio, por ejemplo tentando a los homosexuales para que se casen en lugar de darse a la disolvente promiscuidad. Luego va la derecha, encabezada por su líder natural, el Bush, y se pone a meterle mano al capitalismo, poco menos que nacionalizando bancos. Y la izquierda, pillada con el paso cambiado, se apresta como loca a rescatar también el capitalismo y a ayudar a las ejemplares instituciones financieras. ¿No era esta la ocasión para darle la puntilla al capital multinacional, globalizado y supercalifragilístico?
La progresía salva la familia, salva el capitalismo, salva la idea de nación, quiere que la universidad esté cada vez más en manos de las empresas y le pone pegas a la inmigración. ¿A dónde vamos a parar? Ahora que Rajoy nos sale con que los desfiles son un rollo va a tener la izquierda que recordarnos lo de que si vis pacem, para bellum y que el mejor ataque es una buena defensa, con Sergio Ramos en el eje de la zaga.

4 comentarios:

  1. ¿Quién -salvo las putas, que decía Cela- puede emocionarse con un coñazo de desfile... si encima lo ve año tras año desde no se sabe cuándo? Es lo normal. Ni siquiera la puta más veterana, es más: ni siquiera un profesor de Derecho podría aguantar semejante tostón.

    Lo ridículo, lo espantosamente ridículo, era esta patochada que protagonizó Rajoy el año pasado, haciendo de Jefe de Estado e invitando a todos los españoles a ir al (coñazo de) desfile del 12 de octubre.

    Y claro: con los dos documentos delante, no queda sino descojonarse en la cara del amigo; con cierta tristeza, eso sí, por ver cómo los enanos le crecen siempre al mismo.

    Algo haría.

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  2. me ha encantado la referencia que le ha hecho a la izquierda: "¿No era esta la ocasión para darle la puntilla al capital multinacional, globalizado y supercalifragilístico?"
    realmente genial´. Un clarísimo ejemplo de la desintegración que viene sufriendo la política española desde hace algún tiempo.

    También muy buen la apuesta de la merienda a que Rajoy suelta el sermón con que hay que ir al desfile del 12 de octubre.

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