Cada mes, al conocerse el aumento astronómico de los índices de paro, la calle se convierte en un inquieto hervidero y los sindicatos organizan nuevas protestas y más contundentes acciones. Es posible que el sistema capitalista no resista con su actual configuración la organizada presión de los trabajadores. La protesta sindical también está poniendo contra las cuerdas al Gobierno. Tuvo uno de sus puntos culminantes cuando este Ejecutivo pseudosocialista aprobó la entrega de grandes cantidades a los bancos para que éstos pudieran compensar lo perdido en pelotazos fallidos y créditos imprudentes. El lema de las manifestaciones fue "Más justicia social y menos botín".
Ante las cifras del paro, los sindicatos se han convertido en mucho más que protectores de los trabajadores con empleo y organizan auténticas cajas de resistencia para asistir a los desempleados que ya no tienen más recursos. También los trabajadores inmigrantes hallan en las organizaciones sindicales su sostén y su mejor amparo, y sólo hace falta recordar la virulencia con que los dos grandes sindicatos reaccionaron ante la reciente noticia sobre la persecución policial de inmigrantes sin papeles. Un portavoz de Cáritas declaraba la semana pasada lo siguiente: "Desde que los sindicatos se han movilizado para ayudar a la asistencia de los más desamparados, éstos ya no acuden tanto a pedir nuestro axilio".
Ante la presión de la calle, liderada por los trabajadores afiliados a CCOO y UGT, tanto el Gobierno central como muchos gobiernos autonómicos han tenido que elaborar planes de austeridad, han renunciado a lujos y tren de vida propios de ricachones sin escrúpulos y de pijos estreñidos y se han bajado los sueldos, todo ello para dar ejemplo y aplacar las iras obreras. Igualmente, varios grupos de izquierdas, integrados tanto por sindicalistas como por veteranos políticos como Alfonso Guerra, han emprendido una dura campaña para el saneamiento tanto económico como político y moral de las cajas de ahorros. Para empezar, se está exigiendo que en todas ellas se acrediten los títulos y los conocimientos económicos de sus presidentes y de los demás miembros de los consejos de administración, pues se ha corrido la voz de que algunos no tienen oficio conocido y de que hasta los hay que no dominan ni las cuatro reglas.
No acaban con eso, ni mucho menos, los quebraderos de cabeza de Zapatero y sus ministros. Por ejemplo, varios grupos ecologistas y numerosas asociaciones antitaurinas y de defensa de los derechos de los animales han tomado recientemente las calles al grito de “queremos muflón vivo y ministro dimitido”, “Bermejo, cabrón, respeta al muflón” y “Los derechos del muflón que los defienda Garzón”. Por su parte, la Coordinadora de Grupos Pacifistas del Estado español ha comenzado a recoger firmas contra el envío de más tropas españolas a Afganistán en cuanto Obama se lo ordene por fax a Zapatero, y le recuerdan a éste que su compromiso con la paz y la autodeterminación de los pueblos es incompatible con su empeño en hacerle la pelota al nuevo presidente norteamericano.
Y por si todo esto aún fuera poco, varios directores de cine pretenden llevar a la pantalla grande la vida y milagros de algunos de los más pintorescos ministros de Zapatero, como Bermejo, Maleni o la Aido. La película sobre esta última la dirigirá José Luis Cuerda y se titulará “La ahijada”, pues, al parecer, la tal chavala, ministra por méritos propios y por no tener pito, es ahijada del señor Chaves, padrino y, a la sazón, presidente de Andalucía.
Sí, todos sabemos que esto que acabo de escribir es una sarta de mentiras, que nada de tales cosas está ocurriendo ni va a ocurrir, pero ¿por qué? ¿Es tan raro? ¿Por qué se callan casi (subráyese el casi) todos los grupos críticos, progres y supuestamente levantiscos? Respuesta: porque tienen la boca llena. Pues ya está, que les aproveche.
Nuevo lema para la semana: “Mamones nunca mais, protestemos por libre”.
Ante la presión de la calle, liderada por los trabajadores afiliados a CCOO y UGT, tanto el Gobierno central como muchos gobiernos autonómicos han tenido que elaborar planes de austeridad, han renunciado a lujos y tren de vida propios de ricachones sin escrúpulos y de pijos estreñidos y se han bajado los sueldos, todo ello para dar ejemplo y aplacar las iras obreras. Igualmente, varios grupos de izquierdas, integrados tanto por sindicalistas como por veteranos políticos como Alfonso Guerra, han emprendido una dura campaña para el saneamiento tanto económico como político y moral de las cajas de ahorros. Para empezar, se está exigiendo que en todas ellas se acrediten los títulos y los conocimientos económicos de sus presidentes y de los demás miembros de los consejos de administración, pues se ha corrido la voz de que algunos no tienen oficio conocido y de que hasta los hay que no dominan ni las cuatro reglas.
No acaban con eso, ni mucho menos, los quebraderos de cabeza de Zapatero y sus ministros. Por ejemplo, varios grupos ecologistas y numerosas asociaciones antitaurinas y de defensa de los derechos de los animales han tomado recientemente las calles al grito de “queremos muflón vivo y ministro dimitido”, “Bermejo, cabrón, respeta al muflón” y “Los derechos del muflón que los defienda Garzón”. Por su parte, la Coordinadora de Grupos Pacifistas del Estado español ha comenzado a recoger firmas contra el envío de más tropas españolas a Afganistán en cuanto Obama se lo ordene por fax a Zapatero, y le recuerdan a éste que su compromiso con la paz y la autodeterminación de los pueblos es incompatible con su empeño en hacerle la pelota al nuevo presidente norteamericano.
Y por si todo esto aún fuera poco, varios directores de cine pretenden llevar a la pantalla grande la vida y milagros de algunos de los más pintorescos ministros de Zapatero, como Bermejo, Maleni o la Aido. La película sobre esta última la dirigirá José Luis Cuerda y se titulará “La ahijada”, pues, al parecer, la tal chavala, ministra por méritos propios y por no tener pito, es ahijada del señor Chaves, padrino y, a la sazón, presidente de Andalucía.
Sí, todos sabemos que esto que acabo de escribir es una sarta de mentiras, que nada de tales cosas está ocurriendo ni va a ocurrir, pero ¿por qué? ¿Es tan raro? ¿Por qué se callan casi (subráyese el casi) todos los grupos críticos, progres y supuestamente levantiscos? Respuesta: porque tienen la boca llena. Pues ya está, que les aproveche.
Nuevo lema para la semana: “Mamones nunca mais, protestemos por libre”.
muchas gracias por este aire .
ResponderEliminarEl día, no muy lejano, en que hordas de ciudadanos desesperados tomen las calles y los disturbios cobren la magnitud que muy pocos todavía recuerdan, no será el patrimonio sindical de los que escape mejor parado.
ResponderEliminarSus propios nombres los delatan: "comisiones" y "general", quizás deberían fusionarse y denominarse "General de Comisiones, S.A.".
Pero eso sí 360 millones de euracos se llevan de calle al año para formar o uniformar a los trabajadores, ja, ja, ja.
Como para no creer en los milagros, si los cuatro putos edificios que tenían antes de la guerra los han multiplicado por 10.
Además le han cogido una afición a los villancicos terrible: "Y Jesús en el PESEBRE se ríe porque está alegre", ¡¡¡ BEEEEEE !!!.
Venga pesebristas a corear las consignas: "Casi Nunca Mais", "No a Esta Guerra", "Los Ciudadanos no se merecen Este Gobierno que les Mienta".
TOCACOLIONIS CAUSA
ResponderEliminar¿Tienen la boca llena?
Es cierto. No hay nadie que no tenga la boca llena en un modelo como el europeo, en el que si no negocias con el Estado no haces negocio.
Pero me sorprende que a estas alturas del partido alguien siga picando en la cantinela de los "actores chupasubvenciones que sólo critican a la derecha".
No me atrevo a señalar NI UN SECTOR ECONÓMICO RELEVANTE que no chupe MUCHA MÁS subvención. Pero sólo se critica la parcialidad de los actores.
El del cine es un sector con una orientación política mayoritaria (como, por ejemplo, la banca, los jueces o los sacerdotes). Y periódicamente intervienen en la vida política, criticando a unos partidos y defendiendo a otros.
No son imparciales. No tienen por qué serlo. Sólo una concepción mafiosa de la intervención del Estado en la economía entendería que quien cobra ha de "no meterse en política, joven", como decía Paquitorl.
Como no tienen que serlo
- las PYMES subvencionadas,
- las asociaciones de agricultores subvencionados,
- los ganaderos subvencionados,
- los hoteleros subvencionados,
- las asociaciones de víctimas subvencionadas
- los PERIÓDICOS subvencionados (!!),
- las IGLESIAS subvencionadas,
- las eléctricas subvencionadas,
- las constructoras subvencionadas,
- los THINK-TANKS SUPUESTAMENTE LIBERALES SUBVENCIONADOS (eso ya es el descojone)
Yo tendría que reírme de quien dijese que los profesores universitarios, por cobrar del Estado, estamos obligados a no intervenir en política cojeando más de un pie.
Distinto sería decir: "señores titiggiteggos (o señores profesores universitarios): sus argumentos son parciales, porque los usan sólo contra un partido y no contra el otro" (cobren ustedes de quien cobren). Esa sería una crítica leal.
Leal, pero menos efectiva, como lo es siempre el fair play. Y es que que el de enfrente no es perverso sino sólo tan calculador como nosotros. Por eso, cuando el de enfrente responde "ya, yo no soy un politólogo: no me interesa la pureza argumental sino el mal menor electoral", nos quedamos jodidos, porque nuestra crítica purísima pierde fuerza "ad auditores". ¡Les podemos imputar incoherencia, pero como eso no tiene fuerza ad auditores, tenemos que golpear dialécticamente con algo más!
¡Pues metamos lo de la "boca llena"! Total, mi target cree que los que cobran del Estado y manifiestan sus ideas políticas son los actores sociatas: ni piensan que no hay ni un solo sector económico que cobre menos del Estado. A fin de cuentas, cobrar billones del erario público es cosa de grandes empresarios de orden, que se manifiesta contra Cetapé por coherencia con la natura rerum. Pero quien cobra sólo miles de euros, tiene que comportarse como el buen mendigo: agradecer y callar.
Y al final, los gritos de rigor, para que no se diga:
¡Que le caiga encima un meteorito a la SGAE y un libro a Raboncín!
¡Tasas más altas para las películas sobre la guerra civil!
Efectivamente es dificil encontrar la imparcialidad en estado puro, pues el más imparcial suele serlo a tiempo parcial.
ResponderEliminarDificil también encontrar a alguien que directa o indirectamente no trinque algo de dinero público via salarios, subsidios, subvenciones, desgravaciones, pensiones, ayudas, etc...
Pero de ahí a subvertir a través de los recursos públicos el órgano y la función hay un buen trecho.
A modo de ejemplo, y para concretar, estas organizaciones absolutamente sobredimensionadas e innecesarias, al menos tal y como hoy están configuradas, son tan imparciales como para, en un evidente conflicto de intereses, participar en el establecimiento de los baremos de valoración de méritos para el acceso y la promoción a las plazas y/o puestos de los empleados públicos y en la organización; casi en régimen de exclusividad; de los cursos, cursillos, mandangas y moñaditas que sirven como soporte y generación de esos "incuestionables méritos".
Esa práctica me recuerda a la que usan los traficantes de droga: crean a los chicos una necesidad y luego les venden; a qué precios; la solución.
Al margen ya de esas consideraciones ético-estéticas ¿ sería razonable y/o justificable el hecho de que los miembros de un alto o bajo Tribunal, existiendo identidad de hechos, juzgasen de forma diferente a dos reos por el hecho de tener una comprensible afinidad y/o simpatía con alguno de ellos ?.