He vuelto a tener visiones. Transcribo a continuación el texto íntegro de un reportaje que publicará el diario El Piar en agosto de 2026. Va tal cual lo he visto, y lo que no se entienda no es culpa mía, aviso.
Vueltas y revueltas de las palabras. Por Porfirio Balasera.
En este año 2026 suena ya lejano aquel tiempo de los años ochenta del siglo XX en que se impuso el lenguaje llamado de la “political correctness” o corrección política. Comenzó en las universidades americanas por obra y gracia de una serie de profesores opuestos a toda represión y a cualquier discriminación, y fue de inmediato imitado en cada país por los académicos e intelectuales más furibundamente contrarios al imperialismo yanqui. Nunca una moda estadounidense fue mejor propagada por los críticos de los Estados Unidos.
Ahora, unos cincuenta años más tarde, en una reciente reunión de lingüistas, sociólogos y semiólogos se ha concluido que tal vez sea el tiempo de callarse o de intentar refundar un nuevo idioma, pues el hasta ahora vigente probablemente no va a sobrevivir a las dificultades comunicativas que en él introduce la acumulación imparable de reglas. Veámoslo con un ejemplo bien representativo, el del modo de denominar a las personas de uno u otro color de piel, lo que antiguamente se llamaba raza.
En muchos países, como Estados Unidos, se decía que convivían personas blancas y personas negras. Como las personas de piel negra habían estado discriminadas, entendieron muchos especialistas blancos que decir “ciudadano negro” o “persona negra” era contribuir a esa discriminación que hacía inferior al de piel negra, razón por la cual primero se les llamó “ciudadanos de color” y luego “afroamericanos”. Pero al cabo de un tiempo retornó la polémica, pues, como se estableció en un prestigioso volumen colectivo editado por la Universidad de Pennsilvania en 2010, también el blanco es un color y, además, decir África sigue siendo señalar una marca que afea alguna condición del aludido. En efecto, al catalogar al ser humano de piel negra como “persona de color”, se está haciendo ver que el de piel blanca carece de ese atributo del color, pues a él no se lo llama así, persona o ciudadano “de color”, como si los “blancos” tuvieran mayor pureza y fueran seres más elevados. Así se pensó de 2010 hasta aproximadamente 2012, cuando una investigación de un afamado Instituto de la Charles III University de Madrid hizo ver que en realidad eran los “blancos” los que resultaban infravalorados al ser privados del atributo de su color a la hora de designarlos. Por otra parte, lo de “afroamericanos” se fue cuestionando a medida que la epidemia del SIDA diezmaba África, ya que se temía que recordar el origen africano de los habitantes de cierto color podía asociarse con enfermedad o con degradantes condiciones de vida.
Todo sumado, y manteniéndose el propósito de diferenciar entre opresores -los antiguamente llamados blancos- y oprimidos -los que antes se denominaban negros-, se fue sentando en ciertos ambientes intelectuales la costumbre de llamar blancos a los que tienen la piel negra y de llamar negros a los de piel blanca. Como declaró un especialista de Kansas en 2015, Noam Chuky, de esa manera el dominador recibe el apelativo del dominado, y a la inversa, lo cual constituye un importante recurso simbólico para reconducir las relaciones sociales hacia la paridad cromática.
Pero allá por 2018 surgió en un barrio neoyorkino un sangriento enfrentamiento cuando una pandilla de jóvenes negros llamó negros de mierda a un grupo de muchachos blancos y éstos contestaron llamando a los primeros blancos asquerosos y lechecita de su madre. Expliquémonos. En realidad, los del primer grupo tenían lo que, conforme a la teoría de los colores establecida por la Física, sería piel blanca, pero, eran llamados negros por los motivos antedichos; en cuanto a los del otro grupo, eran negros de piel, pero se les denominaba blancos por las mismas razones. De modo que los de piel negra eran llamados blancos e insultaban a los de piel blanca llamándolos negros, pues para entonces los de piel blanca ya eran calificados como negros. Cuando a varios de los detenidos se les preguntó qué habían querido decir, no supieron dar explicación de su agresiva actitud.
Hubo muertos de todos los colores y el suceso dio lugar a un Congreso Internacional Sobre Cromatismo Simbólico y Simbolismo Cromático que se celebró en Londres en 2020 bajo patrocinio el First Grey Bank of Scottland. Fue en tal Congreso donde se estableció un Comité de Expertos en Perspectiva Humana Sin Color (CEOHSC; las iniciales inglesas son CSHOEC), Comité que a los tres meses hizo pública su propuesta: que en adelante todos los ciudadanos del mundo fuesen reconocidos como ciudadanos grises.
Ahora, unos cincuenta años más tarde, en una reciente reunión de lingüistas, sociólogos y semiólogos se ha concluido que tal vez sea el tiempo de callarse o de intentar refundar un nuevo idioma, pues el hasta ahora vigente probablemente no va a sobrevivir a las dificultades comunicativas que en él introduce la acumulación imparable de reglas. Veámoslo con un ejemplo bien representativo, el del modo de denominar a las personas de uno u otro color de piel, lo que antiguamente se llamaba raza.
En muchos países, como Estados Unidos, se decía que convivían personas blancas y personas negras. Como las personas de piel negra habían estado discriminadas, entendieron muchos especialistas blancos que decir “ciudadano negro” o “persona negra” era contribuir a esa discriminación que hacía inferior al de piel negra, razón por la cual primero se les llamó “ciudadanos de color” y luego “afroamericanos”. Pero al cabo de un tiempo retornó la polémica, pues, como se estableció en un prestigioso volumen colectivo editado por la Universidad de Pennsilvania en 2010, también el blanco es un color y, además, decir África sigue siendo señalar una marca que afea alguna condición del aludido. En efecto, al catalogar al ser humano de piel negra como “persona de color”, se está haciendo ver que el de piel blanca carece de ese atributo del color, pues a él no se lo llama así, persona o ciudadano “de color”, como si los “blancos” tuvieran mayor pureza y fueran seres más elevados. Así se pensó de 2010 hasta aproximadamente 2012, cuando una investigación de un afamado Instituto de la Charles III University de Madrid hizo ver que en realidad eran los “blancos” los que resultaban infravalorados al ser privados del atributo de su color a la hora de designarlos. Por otra parte, lo de “afroamericanos” se fue cuestionando a medida que la epidemia del SIDA diezmaba África, ya que se temía que recordar el origen africano de los habitantes de cierto color podía asociarse con enfermedad o con degradantes condiciones de vida.
Todo sumado, y manteniéndose el propósito de diferenciar entre opresores -los antiguamente llamados blancos- y oprimidos -los que antes se denominaban negros-, se fue sentando en ciertos ambientes intelectuales la costumbre de llamar blancos a los que tienen la piel negra y de llamar negros a los de piel blanca. Como declaró un especialista de Kansas en 2015, Noam Chuky, de esa manera el dominador recibe el apelativo del dominado, y a la inversa, lo cual constituye un importante recurso simbólico para reconducir las relaciones sociales hacia la paridad cromática.
Pero allá por 2018 surgió en un barrio neoyorkino un sangriento enfrentamiento cuando una pandilla de jóvenes negros llamó negros de mierda a un grupo de muchachos blancos y éstos contestaron llamando a los primeros blancos asquerosos y lechecita de su madre. Expliquémonos. En realidad, los del primer grupo tenían lo que, conforme a la teoría de los colores establecida por la Física, sería piel blanca, pero, eran llamados negros por los motivos antedichos; en cuanto a los del otro grupo, eran negros de piel, pero se les denominaba blancos por las mismas razones. De modo que los de piel negra eran llamados blancos e insultaban a los de piel blanca llamándolos negros, pues para entonces los de piel blanca ya eran calificados como negros. Cuando a varios de los detenidos se les preguntó qué habían querido decir, no supieron dar explicación de su agresiva actitud.
Hubo muertos de todos los colores y el suceso dio lugar a un Congreso Internacional Sobre Cromatismo Simbólico y Simbolismo Cromático que se celebró en Londres en 2020 bajo patrocinio el First Grey Bank of Scottland. Fue en tal Congreso donde se estableció un Comité de Expertos en Perspectiva Humana Sin Color (CEOHSC; las iniciales inglesas son CSHOEC), Comité que a los tres meses hizo pública su propuesta: que en adelante todos los ciudadanos del mundo fuesen reconocidos como ciudadanos grises.
En todos los ordenamientos jurídicos de nuestro entorno se han introducido reformas legislativas a fin de sancionar como delito la mención del color blanco, negro o, incluso, sonrosado de la piel de una persona, y para fomentar el uso de expresiones como “ciudadano gris”, “compañero gris” o simplemente “gris”. Es muy común, por ejemplo, escuchar hoy en día a los comentaristas deportivos decir que el Real Madrid ha fichado un gris procedente de Togo o que el Manchester United ha contratado un defensa islandés que es un gris que parece albino.
Con todo, y pese a tan sabias medidas y reformas, cunde la preocupación entre los mandatarios de EEUU y de la UE, pues algunos jóvenes actuales han empezado a referirse a los subsaharianos como grises oscuros y a los europeos nórdicos como grises claros. En España, el juez Grullón ha abierto una investigación por si se tratara de un delito de genocidio cromático y se pudiera imputar por ello a un tío-abuelo de un chico de Teruel que tuvo una novia que fue vecina de un gris que se hacía pajas cuando aún no eran delito.
Con todo, y pese a tan sabias medidas y reformas, cunde la preocupación entre los mandatarios de EEUU y de la UE, pues algunos jóvenes actuales han empezado a referirse a los subsaharianos como grises oscuros y a los europeos nórdicos como grises claros. En España, el juez Grullón ha abierto una investigación por si se tratara de un delito de genocidio cromático y se pudiera imputar por ello a un tío-abuelo de un chico de Teruel que tuvo una novia que fue vecina de un gris que se hacía pajas cuando aún no eran delito.
Muy interesante, no tenia ni idea, será que no soy "fulbolero".
ResponderEliminarMe estoy imaginando la cara de mi gris cuñada cuando se lo cuente ;)
"Anoche cuando soñaba, soñé bendita ilusión..."
ResponderEliminar¡Don GA, yastá tó inventao!
ResponderEliminarMire esta ucronía que tanto les gusta a los (sedicentes) (neo)liberales, porque la cita Nozick y algo tiene el agua cuando la bendicen:
HARTLEY, LP. Facial Justice (1960).Tras la III Guerra Mundial, emerge una dictadura antiindividualista. Como la fuente de todo conflicto es la envidia, se intenta desterrar el privilegio. Los ciudadanos han de vestir de saco y cubrirse de ceniza.
Como la naturaleza sigue dando privilegios, como la belleza física, debe acabarse con ella. Por eso, los ciudadanos son clasificados como Alfa (hermosos), Beta (del montón) y Gamma (feos).
Alfas y Gammas deben ser sometidos a cirugía estética para convertirse en Betas.
(No conozco traducción).
¡Da siempre en el blanco, poniendo negro sobre blanco!
ResponderEliminar@ATMC- ¡claro que todo está inventado! ¡Como los hombres grises de Momo! ¿y qué?
Salud, m.
Y, a todo esto, servidor es afroeuropeo. Que mis ancestros vienen de Kenia, como los de los demás.
ResponderEliminarEstá bueno el cuento de ir de "meta progre" cuestionando las acciones afirmativas, el lenguaje políticamente correcto y las desviaciones de un montón de movimientos políticos reivindicatorios. Igual está bueno arrancarse parejo contra las insuficiencias y las barbáridades pecaminosas que en lo intelectual tienen muchos activismos.
ResponderEliminarY está bueno porque da un montón de gracia leerlo y hasta pa' la carcajada que de cuenta del momento creativo alcanza. A mi se botan (y lo digo en serio) las lágrimas de risa.
Pero de que también deja salir la miseria de criterio y la distancia para entender: el por qué esas medidas, las razones que le dieron cuerda, que el problema está anclado y cala duro y que no es fácil ser morocho en la blanca españa, ni vieja en el mestizo méxico, ni negro en el suburbio adinerado francés. Tampoco me queda duda.
Linda prosa igualitarista desde el contetillo de un hocico bien tragado, poco discriminado y sabrosamente privilegiado. Ajua. Compartir un poquito de esa rabia, esa burla y ese repudio con las condiciones estructurales que inspiran movimientos idiotas y modas superficiales y fantasiosas no estaría mal. Naaa, me da por pesnar que es mucho pedirte.