09 junio, 2009

¿Europa?

Esta Europa llena de países-trampa que sólo la quieren al grito de coge el dinero y corre empieza a resultar decepcionante y sospechosa. Está muy bien que se incorporen búlgaros, rumanos y checos, por supuesto que sí, ya que lo han rogado tanto tiempo y, al fin y al cabo, están en el continente. Pero que luego se dediquen a votar a la extrema derecha y a dárselas de antieropeístas ya es harina de otro costal.
Como uno es eupeísta de convicción por ser cosmopolita de vocación y poco amigo de fronteras y naciones, se le va imponiendo la idea de que esto de la Europa unida o lo refundamos o se nos va a hacer puñetas. Y, puestos a soñar y a especular impunemente, ¿saben qué me gustaría? Pues se lo cuento, aunque suene a locura y me caigan chuzos de punta: que unos cuantos países influyentes en serio y bien dirigidos y fuertemente convencidos tomaran la iniciativa para un nuevo tratado (o la forma jurídica que proceda) que de una vez hiciera nacer un auténtico Estado europeo con todas las de la ley. A la porra soberanías y tradiciones, un Estado europeo democrático en toda regla, con su parlamento en serio, su gobierno en serio y su poder judicial en serio. Con una constitución común de verdad y una ciudadanía única, pero de las auténticas, no de pega. Y hasta su ejército y su policía. ¿Bajo forma federal? Por qué no. Los Estados Unidos de Europa. Eso sí, con dos condiciones bien claras: entran sólo los Estados que quieren, que de inmediato dejan de ser Estados soberanos o mediopensionistas, como ahora, y, además, se reserva escrupulosamente el derecho de admisión. ¿Que hay naciones que prefieren autodeterminarse estupendamente o convertirse en tiranías autónomas, sucursales de la Camorra o repúblicas bananeras de nuevo cuño? Pues aire, y con su pan se lo coman. Más aún, ¿que hay partes diferenciadas de algún Estado actual, como pueda ser aquí cualquier comunidad autónoma con ínfulas de estadito, que optan por quedarse fuera y jugar por libre a ser una nueva edición de Belice o Andorra? Pues hágale, que no se corten.

3 comentarios:

  1. Sigamos soñando. Soy muy optimista; quizás sea posible; pero eso no lo harán los Estados con los partidos actuales; ninguno, nunca. Debe ser cosa de los ciudadanos. Necesitamos que algunos partidos en varios países europeos asuman ese programa; y cuando cada uno de ellos consiga suficiente apoyo en su propio país; celebrar el tratado fundacional de "Europa" (o el nombre que queramos).
    Difícil, pero no imposible.
    ¿Nos animamos?

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  2. Pues no le había de dar poco gusto a algún Zarévich ser el Presidente; porque supongo que no habría Monarcas; de un Estado de la envergadura de Europa.

    Pero imagínese que al timón de ese portaviones cae un besugo del tamaño (con que fuese de la mitad del tamaño) de uno que conocemos por estas latitudes.

    Antes de pronunciar Pamplona tenemos una Europa como la Irlanda de la crisis de la patata, con la diferencia que en los E.E.U.U. no estarían con los brazos y las piernas abiertos esperándonos.

    De mi parte y hasta que no se diseñen y pongan en marcha mecanismos democráticos de participación y control eficaces en la cosa pública casi me quedo como estoy, que siempre podré emigrar a Alemania como Pepe.

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  3. No hay que preocuparse, a la que vamos no tendremos planeta que dejar en herencia.

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