27 noviembre, 2009

Varas de medir

El ciudadano del montón se queda perplejo cada vez que se da cuenta de lo claras que son las cosas para él y lo brumosas que se vuelven en las altas esferas. Baste pensar en que si uno de nosotros se dedica a espiar a otro pinchándole el teléfono para escucharle las conversaciones, le puede caer el pelo. En cambio, hay quien acusa al Estado de andar controlando las llamadas telefónicas de medio mundo con un chisme que llaman SITEL y no hay manera de saber si es verdad o es mentira o si está bien o está mal que el Gran Hermano vigile a diestro y siniestro.
Y qué me dicen de jueces y fiscales. Por un par de palabrotas mal dichas que uno le suelte a su pareja se ponen en marcha la policía, la fiscalía y algún juzgado especial y, para empezar, hay una orden de alejamiento. En cambio, a un etarra le chivan, parece que desde la policía o alguna instancia oficial, que lo van a detener y que ponga tierra de por medio, y nadie sabe ni contesta y las diligencias acaban archivándose porque dicen que no hay caso. Eso por no hablar de que si usted en su trabajo tiene que cumplir una tarea urgente para la empresa y responde que no le metan prisa y que ya lo hará cuando le dé la gana, lo ponen de patitas en la calle. Sin embargo, todo un Tribunal Constitucional puede tenernos años esperando por la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña y no pasa nada.
Si hablamos de dineros, usted y yo tenemos las nóminas controladas por Hacienda hasta el último céntimo y a la mínima que uno esconde cuatro perras, le comunican que le abren expediente y que a apoquinar como Dios manda. Pero si fuéramos multimillonarios, se perdería la pista de nuestros euros entre paraísos fiscales y cuentas que juegan al escondite y, de propina, nos harían un régimen fiscal la mar de ventajoso para que no nos fuéramos con los cuartos al extranjero.
También es ejemplar lo de los partidos políticos, pues su financiación ilegal no es delito. O sea, que usted lleva las finanzas de un partido, cobra unas comisiones a cambio de unos favores turbios y las ingresa en la cuenta del partido, y no delinque. En cambio, si las ingresa en su propia cuenta, sí.
Todo eso antes se llamaba ley del embudo, pero ahora quién sabe qué nombre tendrá.
(Publicado hoy, jueves 26, en El Mundo de León)

3 comentarios:

  1. Ahora se llama la ley de todos al suelo esto es un atraco.

    Por cierto, la foto de la estatua desnuda, tiene los dedos de los pies raros. Resulta harto difícil curvarlos todos de esa manera y sin que se adelante alguno. Prueben y verán.

    Un cordial saludo.

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  2. Carmen
    son licencias artísticas porque más difícil es tener senos del volumen de los de la estatua y estar así de firmes ¿no?

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