(Publicado hoy en El Mundo de León)
Políticos y periodistas se han quedado de una pieza al saber que, según la última encuesta del CIS, los asturianos son los que más desconfían ya del llamado Estado de las Autonomías y en lugar de querer que las Comunidades aumenten su poder, les apetece que sean puestas en su sitio a base de recortarles competencias y chulerías. Yo, que soy asturiano y que llevo más de quince años de feliz residencia en León, me siento orgulloso de mis paisanos y espero que su ejemplo cunda también aquí.
Ya sé que suena poco progre eso de insinuar que no ganamos nada especialmente valioso por el hecho de que la competencia en materia de bordados y remiendos o de bielas de tranvía esté en manos de la respectiva Comunidad Autónoma en lugar de pertenecer a algún Ministerio con sede en Madrid. Se supone que es buena cosa acercar a los ciudadanos el poder y la decisión, pero, cuando voy al edificio de la Junta, en Eras, me da exactamente igual que el funcionario que me mira ceñudo o sonriente lo sea de una Consejería o de un Ministerio. Aunque también me doy cuenta de que si yo fuera militante ambiciosillo de algún partido dominante, preferiría este cuento de las Autonomías, pues da para más cargos y alguno podría caerme. Y si perteneciera a alguna familia influyente o a alguna empresa de toda la vida, me sería más fácil agenciarme un enchufe con alguien de por aquí que trabajarme a un tipo que a lo mejor llegó de Jerez de la Frontera y que pasa mucho de mi pedigrí o de mi tarjeta de visita.
Lo de aproximar el poder a los ciudadanos se hace de otra manera. Por ejemplo, aumentando la transparencia de la Administración pública, u obligando a los gobernantes a rendir más cuentas, o cambiando el sistema electoral para que sea de verdad representativo, o instaurando un sistema de listas abiertas para evitar que los partidos políticos sean un nido de trepas que sólo compiten para hacérselo con el secretario general de turno, etc., etc.
Y si además vamos a tener que soportar que haya Autonomías de primera y de segunda y que a los de Castilla y León o Asturias nos toque andar en el furgón de cola mientras los gobiernos pelotean con los que se dan más pote, ya me contarán ustedes dónde está nuestra ventaja.
Ya sé que suena poco progre eso de insinuar que no ganamos nada especialmente valioso por el hecho de que la competencia en materia de bordados y remiendos o de bielas de tranvía esté en manos de la respectiva Comunidad Autónoma en lugar de pertenecer a algún Ministerio con sede en Madrid. Se supone que es buena cosa acercar a los ciudadanos el poder y la decisión, pero, cuando voy al edificio de la Junta, en Eras, me da exactamente igual que el funcionario que me mira ceñudo o sonriente lo sea de una Consejería o de un Ministerio. Aunque también me doy cuenta de que si yo fuera militante ambiciosillo de algún partido dominante, preferiría este cuento de las Autonomías, pues da para más cargos y alguno podría caerme. Y si perteneciera a alguna familia influyente o a alguna empresa de toda la vida, me sería más fácil agenciarme un enchufe con alguien de por aquí que trabajarme a un tipo que a lo mejor llegó de Jerez de la Frontera y que pasa mucho de mi pedigrí o de mi tarjeta de visita.
Lo de aproximar el poder a los ciudadanos se hace de otra manera. Por ejemplo, aumentando la transparencia de la Administración pública, u obligando a los gobernantes a rendir más cuentas, o cambiando el sistema electoral para que sea de verdad representativo, o instaurando un sistema de listas abiertas para evitar que los partidos políticos sean un nido de trepas que sólo compiten para hacérselo con el secretario general de turno, etc., etc.
Y si además vamos a tener que soportar que haya Autonomías de primera y de segunda y que a los de Castilla y León o Asturias nos toque andar en el furgón de cola mientras los gobiernos pelotean con los que se dan más pote, ya me contarán ustedes dónde está nuestra ventaja.
Pues yo, que soy madrileño, también estoy de acuerdo con mis compatriotas asturianos.
ResponderEliminarY sí, la cercanía de la Administración al "pueblo" se consigue de otras maneras.
Un saludo,
JPLT
Yo soy catalán y también pienso que lo de la "cercanía" de las administración al administrado no es más que otra justificación del caciquismo de siempre. En Cataluña mucho rollo patriotero pero mandan las mismas 300 familias desde al menos el último tercio del siglo XIX. Lo del Estatuto no es más poder para Cataluña, como dicen los nacionalistas, sino más poder para los mismos de siempre.
ResponderEliminarLa cercanía Administración-ciudadano (que no "pueblo", que es una entidad metafísica) tiene varias componentes. Una es la física - que se está resolviendo cada día más a través de la creación de ventanillas electrónicas y demás.
ResponderEliminarOtra estriba en que la Administración local rinda cuentas detalladas y veloces al ciudadano - no sólo en las elecciones, sino día a día, a través de transparencia informativa, procedimientos de control, y de participación. Y ahí la jodemos manifiestamente. Porque la Administración "cercana" da las espaldas al ciudadano, y a la Administración central, o a la Justicia, o al Defensor del Pueblo local, o a quien se tercie, con tal de mantener su negociete tapado y bien tapado. Hay casos famosos de incumplimientos de directivas de la Unión Europea por parte de gobiernos autonómicos, donde el peloteo a tres bandas ha sido vergonzoso - la Administración Autonómica respondía a Bruselas que ella no había firmado los Tratados, que hablase con Madrid, ... y la Administración Central respondía a Bruselas que ella había transferido las competencias, que hablase con la autonomía. Imaginémonos, si esa es la actitud con Bruselas, cuál puede ser la actitud con María Pérez, que tiene la desgracia de estar empadronada en ese cacical.
Pero los poderes que son nos siguen vendiendo la moto de siempre: que el país se moderniza mediante las mal llamadas 'infraestructuras' (entendiendo por tales aeropuertos, ferrocarriles, autopistas, ... banda ancha ... añada usted lo que quiera).
Seguimos sin denunciar el timo histórico evidente, que proviene por lo menos de los pseudotecnócratas del 1959: que todas esas dulces y entretenidas distracciones tecnológicas son en realidad superestructuras, y que sólo funcionan si descansan sobre verdaderas infraestructuras (justicia sobre todo, pero también seguridad, educación, sanidad, servicios sociales, ...) igualmente funcionantes.
Salud,
Ocurrencias inconsecuentes:
ResponderEliminarAutonomías: unos por otros y la casa sin barrer.
Proximidad: del superior y del mulo, cuanto más lejos más seguro.
Derechos territoriales: ¿eso es cosa moderna y "progre"? ¿Sí? O sea que los derechos del individuo son una retrogradez fascistoide.
¿Y la llamada izquierda? Tan contenta ella de haberse/no haberse conocido.
Estimado amigo, precisamente porque se trata de una entidad metafísica hablo de pueblo entre comillas. ¿O acaso no somos una entidad metafísica para nuestros políticos el conjunto de ciudadanos todos los días del año salvo uno cada cuatro?
ResponderEliminarUn saludo,
JPLT
Pues nosotros estamos recogiendo firmas para pedir un referéndum a fin de que los españoles podamos decidir que se supriman las CCAA. Si pincháis en el nombre os saldrá el manifiesto más el enlace desde el que poder firmar.
ResponderEliminarAmigos del Blog
ResponderEliminarSi tienen tiempo, por favor, lean la entrevista de la contraportada del diario El Mundo de hoy. Muy agil, interesante y divertida a un maestro del fogón.
JAVIER
Ya he firmado el manifiesto.
¿Hay alguna manera de regalarles la independencia? Por no decir quitarlos de en medio de una vez. Se hace muy difícil vivir con gentes que amenazan con marcharse sin irse nunca. Hay una canción: dices que te vas, te vas y nunca te vas..., o algo así. Pereza y melancolia. Buenas tardes.
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