Acabo de ver fugazmente -siguen los viajes- en El País digital la información sobre esos cientos de miles de documentos del Departamento de Estado de EEUU que van a ir saliendo a la luz estos días, en los periódicos y por obra de Wikileaks. Me asombra, me aterra, me desconcierta.
De lo que se anuncia como noticia en esos papeles nada me llama la atención, no tiene de particular que la diplomacia de cualquier país maneje informaciones, juicios y hasta cotilleos y chascarrillos sobre gobernantes de otras naciones. También el espionaje es tan viejo como las tribus más viejas y todos los Estados han tenido y tienen alcantarillas. Será triste y horrible, pero es así. La diferencia con lo que pudieran revelar papeles similares de la diplomacia española robados al Ministerio de Exteriores de aquí está en que en los nuestros habría, además de maniobras turbias a la medida de la importancia que tenemos en el mundo, muchas coñas con lo buena que está la Bruni, con lo fresco o no del caviar servido en la última recepción en Moscú o con la talla de bragas de la señora Obama; además de mucho encargo del tipo tráeme unas botellas de Burdeos a buen precio o mira a ver si pillas salmón noruego que cueste menos que en Mercadona.
Lo que asusta es lo otro, la desnudez, el techo de cristal. Lo preocupante son las preguntas sin respuesta. Resulta que el país supuestamente más poderoso del mundo maneja con medios subdesarrolados su información más delicada o deja que caigan en manos de traidores. Traidores a ese país, quiero decir. Si resulta que han entrado los piratas informáticos en los sistemas del Departamento de Estado, es para temblar; si lo que sucede es que hay quien, desde dentro, regala o vende esos documentos, es para seguir temblando. Súmese que un Estado supuestamente tan poderoso que no impida, por medios legales o ilegales, que salga a la luz pública tanto papel que lo compromete no es un Estado tan poderoso, ni mucho menos. Es señal de que otros lo son más. Y conste que este juicio lo hago con ánimo puramente descriptivo, como elemental y muy objetivo diagnóstico, no en términos valorativos. Y, en idénticos términos, me temo que si la guerra con el nazismo fuera hoy, Hitler la ganaría, porque ni estos gobernantes son aquellos ni estos pueblos son iguales a los de entonces, y porque, además, el enemigo ahora se emboza de mil maneras sutiles. Y no digo que Wikileaks sea el enemigo, ojo. No sé lo que es Wikileaks, sencillamente, pero me juego las dos manos a que no se trata de una organización filantrópica. A lo mejor las pierdo, vaya.
Las preguntas se amontonan, muchas. Entre las que más me gustaría que me respondieran con rigor está ésta, para la que sé que no habrá contestación propiamente dicha. Por qué los papeles que salen todo el rato son de EEUU y no, por ejemplo -o además- de Rusia, Francia, Arabia Saudí o China. Por qué. Quien tenga ese porqué tiene ahora mismo la clave de cómo y hacia dónde marcha el mundo. Y, ligado a lo mismo, ¿quién pone el dinero que esto cuesta? Insisto, ¿filantropía? No. Hace falta ser muy ingenuo para pensar que es por la importancia que una organización no gubernamental otorga a una opinión pública mundial bien informada y tal y cual. Ja.
Esta vez el Hitler de turno sí ganará la guerra. Y no nos quedará adónde ir, nada. Qué pena tremanda. Pobre Elsa, pobre.
De lo que se anuncia como noticia en esos papeles nada me llama la atención, no tiene de particular que la diplomacia de cualquier país maneje informaciones, juicios y hasta cotilleos y chascarrillos sobre gobernantes de otras naciones. También el espionaje es tan viejo como las tribus más viejas y todos los Estados han tenido y tienen alcantarillas. Será triste y horrible, pero es así. La diferencia con lo que pudieran revelar papeles similares de la diplomacia española robados al Ministerio de Exteriores de aquí está en que en los nuestros habría, además de maniobras turbias a la medida de la importancia que tenemos en el mundo, muchas coñas con lo buena que está la Bruni, con lo fresco o no del caviar servido en la última recepción en Moscú o con la talla de bragas de la señora Obama; además de mucho encargo del tipo tráeme unas botellas de Burdeos a buen precio o mira a ver si pillas salmón noruego que cueste menos que en Mercadona.
Lo que asusta es lo otro, la desnudez, el techo de cristal. Lo preocupante son las preguntas sin respuesta. Resulta que el país supuestamente más poderoso del mundo maneja con medios subdesarrolados su información más delicada o deja que caigan en manos de traidores. Traidores a ese país, quiero decir. Si resulta que han entrado los piratas informáticos en los sistemas del Departamento de Estado, es para temblar; si lo que sucede es que hay quien, desde dentro, regala o vende esos documentos, es para seguir temblando. Súmese que un Estado supuestamente tan poderoso que no impida, por medios legales o ilegales, que salga a la luz pública tanto papel que lo compromete no es un Estado tan poderoso, ni mucho menos. Es señal de que otros lo son más. Y conste que este juicio lo hago con ánimo puramente descriptivo, como elemental y muy objetivo diagnóstico, no en términos valorativos. Y, en idénticos términos, me temo que si la guerra con el nazismo fuera hoy, Hitler la ganaría, porque ni estos gobernantes son aquellos ni estos pueblos son iguales a los de entonces, y porque, además, el enemigo ahora se emboza de mil maneras sutiles. Y no digo que Wikileaks sea el enemigo, ojo. No sé lo que es Wikileaks, sencillamente, pero me juego las dos manos a que no se trata de una organización filantrópica. A lo mejor las pierdo, vaya.
Las preguntas se amontonan, muchas. Entre las que más me gustaría que me respondieran con rigor está ésta, para la que sé que no habrá contestación propiamente dicha. Por qué los papeles que salen todo el rato son de EEUU y no, por ejemplo -o además- de Rusia, Francia, Arabia Saudí o China. Por qué. Quien tenga ese porqué tiene ahora mismo la clave de cómo y hacia dónde marcha el mundo. Y, ligado a lo mismo, ¿quién pone el dinero que esto cuesta? Insisto, ¿filantropía? No. Hace falta ser muy ingenuo para pensar que es por la importancia que una organización no gubernamental otorga a una opinión pública mundial bien informada y tal y cual. Ja.
Esta vez el Hitler de turno sí ganará la guerra. Y no nos quedará adónde ir, nada. Qué pena tremanda. Pobre Elsa, pobre.
¡Importantísimos documentos! Putin es autoritario y machista; Berlusconi un inepto ineficaz...
ResponderEliminar¿Pero hace falta que desde Suecia nos filtren esta información? Sencillamente, los periódicos están dedicándose al autobombo y bla bla bla, pero de todo lo que he leído no hay NADA que no supiera a las cinco de esta tarde. Igual en próximos días me sorprenden, pero me da a mí que si tuvieran algo gordo lo habrían publicado el primer día.
Dígale a Elsa que esté tranquila, que su futuro por esto no peligra.
Me frustran bastante las comparaciones gratuitas con Hitler y la Segunda Guerra Mundial, lo siento. El nazismo está muerto y enterrado y no va a reencarnarse en Wikileaks.
ResponderEliminar¿Que hay algo sospechoso detrás de la prodigiosa eficacia de Wikileaks a la hora de publicar documentos secretos norteamericanos? ¡Oh, quién lo hubiese imaginado! ¿Qué ese algo sea tan amenazante como Hitler y los nazis? Lo creeré cuando lo vea.
En realidad lo único que demostrará wikileaks es que la guerra de ahora es como la guerra de antes, ni más ni menos. Las guerras son crueles, hay muertos culpable e inocentes. Lo que me llama la atención es como esta democracia aburguesada se sorprende y analiza como peculiar novedad una realidad siempre presente en la historia.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con wikichorradas, nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarEsto es una cortina de humo, chismes de pasillo, una tomadura de pelo, vaya.
Anda que no tendrá cualquier país peores trapos que lavar.
No quiero ser mal pensada, pero esto favorece a la supuesta víctima, la verdad.
¡Nos toman el pelo!
Éste sí sabe de que va el tema...
http://www.elpais.com/articulo/economia/prisionero/espanol/elpepueco/20101129elpepueco_3/Tes
Pobres generaciones, uffffff
Yo disiento. Reducir el análisis a los contenidos filtrados (cuya previsibilidad era más que completa, y ahí concuerdo) me parece limitativo.
ResponderEliminarPrimero, la filtración cambia el estatus de dichos contenidos, acercándolos no poco del 'previsible' al 'confirmado', algo que debería ser relevante para formar opiniones (salvo para los cínicos irrecuperables). Aparte de ello, lo que ocurre estructuralmente es algo diferente. Se demuestra que vivimos cada vez más en una casa de cristal, no sólo los miserables, sino también los príncipes. Incluso los del imperio.
Esta transparencia debilita al poder, no importa a cuál poder. Y lo que debilita al poder es bueno para los ciudadanos.
Entre tanto nauseabundo servilismo, característico de las épocas de concentración desalmada de poder, nunca está de más es que venga alguien -ingenuo o interesado que sea- y que diga que el príncipe está desnudo.
Salud,
En EE.UU muchos independientes afirman que wikileaks es una forma de que EE.UU caiga ya que su etapa ha pasado y para dar el siguiente paso,(Nuestro querido grupo de élite que maneja casí todos los hilos) se necesita hundir una nación tan militarmente poderosa ya que en manos diferentes, supondría un terrible obstaculo. A mi se me queda la boca abierta.
ResponderEliminarOtra teoria es que wikileaks está aflojando ciertas informaciones sobre terceros paises mostrando su peligro con el fín de que la opinión mundial dé todo esto por veraz y ante su mirada la industria armamentistica (la suya) siga haciendo oro hasta que se pete el país por hiperinflación del dolar. Cosas vieres...