(Publicado hoy en El Mundo de León. Al final de esta entrada añadiré alguna cosa).
¿Cuántas actividades productivas se han acabado y a cuántos trabajadores y pequeños empresarios hemos visto tirar la toalla a la fuerza? En mi juventud asturiana empezaba a hacerse inviable la producción de leche en las pequeñas explotaciones campesinas y la aplicación desde la Comunidad Europea de la cuota láctea asfixiaba a los ganaderos. De tantos pequeños puertos fueron desapareciendo las barcas de pesca. En las ciudades, casi todo el pequeño comercio, y especialmente aquellas entrañables tiendas de ultramarinos, fue lentamente a pique porque no podía aguantar el embate de las grandes superficies. Y así sucesivamente. También vimos en Asturias cómo se recortaba drásticamente la producción de carbón y cuántas minas se cerraban, si bien con el momentáneo alivio de una prejubilaciones generosas. Uno de mis mejores amigos de juventud, que anda por los cincuenta y pocos años, hace ya un tiempo que pasó a pensionista con buena paga, al cerrarse en Gijón la única mina, la de La Camocha.
Ahora toca otra vez, en León. Los mineros son más luchadores, más correosos, diríase que les gusta su tajo, aunque sea razonable pensar que pelean para lograr un retiro digno, igual que otros antes. La sociedad se solidariza con la minería como no lo hizo otras veces con la ganadería ni con la pesca ni con el comercio ni con casi nada. Tampoco con esos pequeños empresarios que cada día se ven obligados a dejar su negocio. Tengo otro amigo que era dueño de una fábrica y ahora prepara oposiciones para conserje. Hasta en la Universidad se ha comenzado a negar la renovación de sus contratos a profesores con gran formación y amplia experiencia.
Deberían darnos a todos, al país entero, una moratoria hasta el 2018, o más. Alguien debería conseguir que el Estado ponga un colchón que evite estos batacazos continuos y ayude con buen dinero para que el tendero siga en su tienda, el pescador en su navío, el ganadero en su cuadra, el investigador en su laboratorio, el empresario en su industria…
Dicho esto, deseo de corazón la mejor suerte a los trabajadores de la minería, y también a los patronos honestos del sector. Y que a todos nos pille confesados el temible futuro que nos aguarda agazapado.
Ahora toca otra vez, en León. Los mineros son más luchadores, más correosos, diríase que les gusta su tajo, aunque sea razonable pensar que pelean para lograr un retiro digno, igual que otros antes. La sociedad se solidariza con la minería como no lo hizo otras veces con la ganadería ni con la pesca ni con el comercio ni con casi nada. Tampoco con esos pequeños empresarios que cada día se ven obligados a dejar su negocio. Tengo otro amigo que era dueño de una fábrica y ahora prepara oposiciones para conserje. Hasta en la Universidad se ha comenzado a negar la renovación de sus contratos a profesores con gran formación y amplia experiencia.
Deberían darnos a todos, al país entero, una moratoria hasta el 2018, o más. Alguien debería conseguir que el Estado ponga un colchón que evite estos batacazos continuos y ayude con buen dinero para que el tendero siga en su tienda, el pescador en su navío, el ganadero en su cuadra, el investigador en su laboratorio, el empresario en su industria…
Dicho esto, deseo de corazón la mejor suerte a los trabajadores de la minería, y también a los patronos honestos del sector. Y que a todos nos pille confesados el temible futuro que nos aguarda agazapado.
ADENDA PARA EL BLOG.
Díganme una cosa los habituales de este blog de ustedes. ¿Verdad que pensaron, al leer el título de esta entrada, que venía el cántico ocho mil a la fogosidad de los mineros y las virtudes del carbón? Pues no.
Los mineros son unos obreros que merecen muchísimo apoyo por su condición de asalariados, pero ni un ápice más que otros currantes, mismamente los del andamio, que pasan peligros tan grandes o más y que suelen cobrar menos y no se prejubilan tanto.
Algún día se deberá estudiar la mitología del carbón. Mi hipótesis es que se trata de la enésima herencia franquista no curada. Aquellos mineros del carbón que, en mi tierra, en la mina de La Camocha -a la que aludo más arriba-, fundaron Comisiones Obreras eran auténticos héroes, en todos los sentidos. Hoy, ahora mismo, es más difícil saber quién es héroe y quien víctima y quién las dos cosas.
Este año, sólo en León, se han dado de baja más de seiscientos autónomos. Nadie les regalaría ni agua si organizaran una marcha de protesta. Y en la calle se han quedado un montón de trabajadores de pequeñas empresas. Nadie les pone cara o nombre en los medios de comunicación ni les procura moratorias a base de subvenciones para las empresas, con beneplácito de la UE.
Entiéndase: hay que apoyar a los mineros y la minería del carbón, no objeto a eso. Pero tanto como al resto de los empleados y sectores productivos. Y eso porque no me pongo a hablar de los investigadores científicos de primera que aquí son mileuristas y que día tras día emigran a buscarse la vida, porque aquí no se les da tajo ni paga.
PD.- No sería raro que hoy me cayera algún gorrazo. Me lo habré buscado, por dar la nota a lo tonto. Puto redil de bienpensantes.
A propósito de otra herencia franquista no curada...
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/opinion/Hemos/perdido/juicio/elpepuopi/20101216elpepiopi_5/Tes
El problema es el dinero. Apoyar con cánticos no creo que sea bienvenido por parte de los colectivos que usted apunta. Y claro, ahora no hay un duro para nada. Y lo peor es que no se sabe hasta cuando vamos a estar en esta coyuntura. Pero claro, a unos les ha cogido la tormenta más a resguardo que a otros. Eso no cabe duda.
ResponderEliminarNo te preocupes por los gorrazos... hay más gente que piensa como tu, que va más allá de los mitos..
ResponderEliminarUn saludo
La minería del carbón, al menos en León, tiene otro matiz que no se nos puede escapar. Hace treinta años la provincia de León era una tierra de inmigración, donde comarcas enteras (Alto Bierzo, Laciana, Babia, Sabero, Pola de Gordón..) florecian con el carbón y estaban llenas de gente... como en el oeste. De allí salieron toneladas y toneladas de carbón y de de riqueza.
ResponderEliminarUn día comenzó a irse y lo dejó todo devastado, incluso acabó con la pequeña agricultura y ganadería que había existido en las zonas circundantes.
Cuando yo estudiaba el bachillerato, en aquellos años, León era una provincia de riqueza intermedia en el conjunto de España; hoy está en el furgón de cola. Villablino llegó a ser la tercera ciudad de la provincia, pueblos que entonces tenían más de mil habitantes son hoy pueblos fantasma (Olleros de Sabero, sin ir más lejos).
León fue tratada como una colonia, y abandonada como una colonia.
Es verdad que dejaron algunas prejubilaciones (a algunos, los de los primeros cierres, no les tocó; vinieron más tarde), pero no dejaron ni trabajo ni donde buscarlo. Una colonia abandonada. Eso es ahora buena parte de la provincia de León.
Nadie tiene en cuenta, referente a los mineros,que las medidas de seguridad que hay en una mina actualmente nada tiene que ver con lo que había hace 15, 20 o 30 años. En cambio, la fijación de los sueldos y las condiciones de prejubilación y demas multiplicadores en la SS, siguen siendo los mismos que hace esos 15, 20 0 30 años. SOMOS UNOS CÍNICOS
ResponderEliminar