25 enero, 2011

¿Hay alguien ahí, al otro lado?

Que si redes sociales, que si variadas intercomunicaciones, que si globalización, que si multicul(tural)ismo, que si... Nada. Todo cuento, mentiras. Aquí nadie sabe un pimiento de nada. Ciegosreunidos.com. Vamos en todo, de lo pequeño a lo grande, perfectamente al garete; al debalu, que se dice en mi tierra.

En los grandes temas es más que evidente y está suficientemente glosado por la prensa de cada día, amén. Hoy es lo de las cajas de ahorros. Que no había problema, luego que sí, luego que con unas fusiones en frío o unos polvos sin ganas o no sé qué se habían resuelto los inconvenientes de capitalización, pasivos, activos, tríos y tal. Además, que tenemos un sistema bancario a prueba de bomba y que quedamos los primeros en el campeonato de Europa de bancas, bancos y taburetes. Bueno, pues ahora, que están horribles las cajas de las cajas (con esto de quitar mayúsculas, porque tampoco la Academia de la Húmeda se aclara, menudos líos me armo) y que el gobierno las va a nacionalizar, si sobrevive una semana más el tal gobierno, pues el día menos pensado saltará la noticia de que Zapatero es un ectoplasma, la Salgado un holograma y Rubalcaba una pegatina que reemplazó a un celofán, para que todo sea sección de papelería de un bazar chino.

¿De qué podemos estar seguros, visto lo visto? De nada. Las previsiones no se cumplen, los cálculos no salen, las esperanzas se frustran, los brotes verdes amarillean o se los come algún jamelgo con carnet. Eso sí, los temores se confirman, sistemáticamente. ¡Joder!

No hay nadie al otro lado. Nadie, nada, vacío total. Estamos solos. ¿Quiénes? Todos. ¿Dónde? Aquí. ¡Hostias! Sombras chinescas, embaucamiento, juegos de manos. Pues el gobierno no gobierna, aunque haga normas o quite números y los ponga, los financieros no financian, a los contables no les salen las cuentas, los guardias civiles han dejado de poner multas, los inspectores no inspeccionan, los funcionarios no funcionan, los constructores ya no construyen, los deudores no pagan, los acreedores no cobran, los morosos no se sabe dónde moran, el gobierno se opone a la oposición y la oposición hace como si ya gobernara sin saber cómo, igual que el gobierno, Europa es Alemania, a Alemania volvemos a emigrar los que íbamos a hacer cuatro o cinco estados nuevos aquí mismo, con sus banderas tan monas, sus himnos y unos mártires con jengibre y unas gotas de Cointreau.

Y puede empeorar las situación, porque en cuanto les quiten sus televisiones a las autonomías, se verá que no eran autonomías ni nada, sino versiones brutales de un Gran Hermano en el que todos joden a todos, y en menos de nada los piratas reivindicarán sus derechos de autor y su propiedad intelectual y hasta inmobiliaria sobre las obras “bajadas” y habrá una nueva Ley Sinde para que se le parta la cara al que diga pirata en lugar de “perceptor avezado de servicios internáuticos no contributivos”.

No sé. Por ejemplo, quién hace las normas. El legislador es mentira, puro embeleco. Los que nos representan no se presentan ni nos oyen ni nos ven; ni existen, son alucinación democrática, espejismo demoscópico. Porque, vamos a ver, cómo es posible, por poner un caso, que si el tropecientos por ciento de los profesores universitarios saben y proclaman que lo de Bolonia es un timo y que los del ministerio y las consejerías del ramo son analfabetos y retrasadillos, cómo es posible en esa situación, digo, que lo de Bolonia cuele. Por poner otro caso, si hasta el maestro más humilde de la aldea más recóndita es plenamente consciente de que quien le enseñó Didáctica no sabe enseñarla y de que aquel que lo aleccionó sobre las ventajas de la escuela no represiva es un manitas de la violencia doméstica, cómo es posible, pregunto, que en la enseñanza manden los pedagogos, pobrecillos, en lugar de estar presos.

Y así todo. Por qué en los periódicos las secciones de economía ocupan muchas más páginas que las de horóscopos y quiromancia, si la exactitud y el rigor de una ciencia y las otras son parejos y, además, los magos y brujos y lectores de higadillos por lo menos existen y los ves, pero los otros son meros entes de razón que ninguna razón tienen, invenciones de mentes descarriadas, fantasmas encadenados a alguna estadística furtiva. Porque dígame usted, querido amigo, cuándo ha visto usted un economista de carne y hueso, cuándo. Sí, ya sé que usted devora las cosas que le sacan a Paul Krugman en El País, igual que yo devoro las huevas que le saco a la señora del centollo, pero, hablando en serio, ¿ha visto usted alguna vez a Paul Krugman en carme mortal o conoce a alguien que lo haya tocado, aunque sea nada más que un poco y no importa dónde? A que no, ¿ve?

Y si alguno hubiere, economista, ya estábamos tardando en tirarlo al pilón, previo tratamiento violento de sus partes pudendas, léase balances y prospecciones, pues con ellos aguantamos lo que jamás civilización alguna soportó a hechiceros falsarios o a chamanes desnortados.

Cuando yo era pequeño y genuinamente de pueblo, creía que la realidad existía y que las cosas eran. Pobre diablo. A los aldeanos nos engañan así, nos cuentan que las sombras en la pared de la puta caverna son la verdad verdadera. Y luego no. Por ejemplo, pensaba que si estudiabas mucho y eras muy competente en alguna materia, venían a buscarte de empresas, administraciones públicas y universidades para ficharte y pagarte un pastón. Qué imbécil. Es al revés, te dan una patada en el culo para contratar con ese dinero a un par de economistas, a una experta en marquetín y a la sobrina del cura, que está en promoción este mes; la sobrina, me refiero a la sobrina, aunque todo se andará, si no se ha andado ya.

Existir, existir, sólo existe el fútbol. Lo único real. Ahí se aplica aquello que yo creía: cada equipo puntero tiene ojeadores que van por todas partes para descubrir los talentos en formación y ficharlos para la alineación de juveniles. Y luego sólo ascienden a titulares si son muy capaces y no dejan de entrenar. Y si hay que reforzar la plantilla con un lateral zurdo, lo traen hasta de Camerún, si hace falta, y le ponen un sueldazo, varios coches y una modelo que ya ha sido novia de unos cuantos del Madrid y sabe cómo se corre la banda o se para un penalty.

¿Por qué los equipos de fútbol se procuran el mejor defensa del planeta o el delantero más goleador y las universidades prefieren simplemente una tía con los labios así y un sobrinísimo de culete alegre? Ya lo he dicho, porque el fútbol sí existe y lo otro es “Lo Otro”, virtual únicamente, materia oscura, agujero negro.. y peludo. Nosotros somos “los otros”. Sí, muertos. Definitivamente. Y todo el rollo este de la política y la economía son pelis que nos pasan mientras aguardamos el Juicio Final, este con mayúsculas porque no hay otro ni admite recursos, cosa juzgada y cero garantías. Pero verás como al final lo suspenden también y nos quedamos así, suspendidos y suspensos, en un bucle, a uvas, a verlas venir y escuchando y escuchando durante una eternidad entera que se van a reformar las cajas de ahorros. Horror de vida esta que no es vida y que ya no sé dónde poner las comas o si va con acento.

5 comentarios:

  1. Veamos, los chiquicientos profesores universitarios afirman que lo de Bolonia es un timo y los legisladores, pasan. ¿Qué le hace suponer que a los economistas les hacen caso?

    Un cordial saludo.

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  2. Los fichajes de fútbol también llevan su ración previa de morritos de rodillas, de jugosas comisiones y de suculentos préstamos (CR unos 140 millones de Caja Madrid), aunque sí es cierto que siquiera tienen la decencia de coger a alguno que sabe meter goles.

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  3. Pero JA ¿con que te has rayado hoy que está tan literaliamente creativo?
    Solo te falta nombrar a los letrados del derecho que escriben con renglones torcidos

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  4. Quizás aclare un poco más sobre este tema la crónica de Ignacio Díaz Pérez sobre un encuentro en el que se "pretendía" hablar de redes sociales con tres candidatos a Alcalde de Sevilla.
    P.S. El moderador es mi hijo. Un más completo informe puede ser encontrado aquí.

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  5. Pues sí; hay alguien al otro lado: "Los Mercados".

    Si Marx, Don Carlos, pero quizas, también, Don Groucho, levantaran la cabeza, nos dirían: "Los Mercados son el opio del Pueblo".

    Y yo añado: "Y los Economistas son los vendedores del humo producido por los fumadores de opio, digo de Los Mercados, a los que no se les aplica la Ley Antitabaco".

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