Esperen, no sean malpensados. Sí es verdad que me refiero a Soraya Sáenz de Santamaría. Pero la misma pregunta la podría hacer de Carme(n) –la ene depende de los días o del ciclo lunar o así- Chacón, sólo que con esta última se me pega la risa tonta y me da añoranza de lo que en tiempos -lejanos- fue un partido serio y con empaque.
Vean a qué me refiero. Soraya tuvo un hijo hace muy pocos meses y el de Carme(n) Chacón ya debe de andar por los tres o cuatro años, no sé, pero nació cuando su madre era ministra y seguimos viéndola todo el tiempo en desfiles, recepciones, viajes y consejos de ministros. De lo que debe de estar currando Soraya –para bien o para mal, esa no es aquí la cuestión- no hace falta que hablemos. De verdad les digo que yo creía que era ontológicamente imposible ser madre y trabajar de esas maneras. Vale a veces lo mismo para los varones padres, las disculpas de género ya las daré al final. De pequeño lo vi, en la aldea, pero se me había olvidado. Puede que si ahora apenas conozco casos de compatibilizar la maternidad con el trabajo a tope se deba a lo peculiar de la profesión académica y a la catadura de los que en ellas estamos.
Habrá de todo, no pretendo negar excepciones. Pero en algunos sectores del funcionariado y, desde luego, entre el profesorado universitario, cuando una señora tiene un niño o varios se da por descontado que cómo va a trabajar como las y los demás. Para nada. Hay que llevar el niño al colegio, recogerlo de él, asistir a reuniones con profesores y miembros del ampa, acudir al pediatra a cualquier hora de la mañana, prepararles trajes para todo tipo de festivales y eventos en el colegio, comprarles ropa, siempre en horario mañanero, hacer con el hijo los deberes -esto entre los tres y los vieinticuatro años, poco más o menos-, llevarlos a actividades extraescolares, con un promedio de dos por día y por vástago, transportarlos a clases particulares y variopintas academias, acompañarlos a los encuentros, partidos y torneos de los deportes que practiquen como actividad extraescolar o al margen de la escuela, ir con ellos a catequesis, explicarles todas las semanas la reproducción humana, ver con ellos la tele para que no vean demasiado tiempo la tele, acompañarlos al cine para que no vean la tele solamente, leer con ellos unos cuentos para acostumbrarlos a que les lea su madre, cocinar para ellos, darles la comida o estar presente durante las tres horas que dura cada ingestión del enano, con el objetivo de que no deje de comer fruta, contarles un cuento antes de que se duerman, bañarlos con su esponjita hasta que les salgan pelos en el pubis, administrarles el Apiretal o el Dalsy cada cuatro horas en cuanto tienen algo de catarro, que es todos los días…. Y mil y una cosas más.
Todo ello es absolutamente i-ne-lu-dible, im-pe-pi-na-ble, in-dis-cu-ti-ble. Como las mareas, como los vientos alisios o el monzón, como los hielos en el Polo Norte. No hay vuelta de hoja. ¿Qué hay que organizar una actividad o preparar un horario? Chindasvinta apunta que ella sólo tiene disponibilidad los miércoles de diez y media a once, pues todo el resto de la semana lo tiene ocupado porque debe llevar a los niños, buscar a los niños, preparar las comida para los niños, hacer un disfraz para los niños… En fin, véase todo lo anterior. Y lo bueno del caso es que mamá Chindasvinta suelta eso y allí todo el mundo achanta, a nadie se le ocurre que también podrían otros poner como excusa que su padre es mayor y necesita compañía, o que a su pareja el polvo que más le gusta es el mañanero y casualmente está en casa todas las mañanas. No, la maternidad es patente de corso, archiexcusa. No se le ocurra a usted levantar la voz contra semejante atropello prolífico porque se le van a echar encima declarándolo reaccionario, enemigo del trabajo de las señoras (de eso hablaremos luego) e infiltrado del Vaticano.
Ahora ya se comprenderá mi pregunta. ¿Cómo se lo monta Soraya, que también es madre de bebé de meses? ¿Cómo se organiza Carme(n), que tiene un crío que ya debe de empezar en el colegio? ¿Serán unas descastadas, unas machorras, unas madres desnaturalizadas? Quieto parao, ya sé por dónde me va a salir alguno: que con el sueldo de ellas cualquiera, que ganan de sobra para pagar niñeras y cuidadoras y hasta mayordomos de cuerpo entero, si se les antoja. Pues miren, algunas de las señoras que yo he visto ya van por la tercera o cuarta casa en propiedad, viven a todo trapo y tienen unos sueldos que no están nada mal, no señor, y menos si los sumamos a los de sus parejas. Así que por dinero no es. Por dinero podría ser lo de la cajera de Eroski, pero casualmente esa cumple a rajatabla y no falta ni un día al tajo. ¿Acaso las cajeras no tienen hijos o es que no se los admiten en actividades extraescolares o en pediatras matutinos?
Me gustaría saber en qué trabaja o a qué se dedica el marido de Soraya. A lo mejor se lo monta de amo de casa y se encarga él de todo y así es vicepresidenta cualquiera. O se reparten las labores hogareñas y las atenciones al bebé. Aunque no sé si esto tiene que ver, pues conozco parejas de funcionarios que también se dividen las tareas, si bien a menudo con un resultado sorprendente: los dos tienen qué hacer todos los días en casa y con los niños, y los dos, por tanto, se escaquean con la misma disculpa. Ese es un interrogante bonito que debería estudiar científicamente algún equipo interdisciplinar: para cuántos puede ser disculpa, pretexto y tapadera un solo niño, un niño de nada.
Me estarán esperando con el escarpelo porque parece que me estoy metiendo con las féminas y eso hoy es pecado mortal y delito de lesa majestad. No majestad, no me meto con usted. Me refiero a lo que me refiero: a cuántas señoras con salario público se lo hacen muy estupendamente a base de poner a su prole como pretexto. Y también me preguntaba cuánto mérito tendrán las que, como Soraya, Carme(n) y muchas más no recurren a esas tretas. Me parece, además, que las descaradas emplean en su favor lo que de machismo larvado queda en la mentalidad colectiva, pues a muchos aún les parece de lo más natural y virtuoso que la madre lo deje todo para ocuparse ella de los hijos, precisamente ella. Y alguna que otra se aprovecha. Igual que más de un papá le echa cara dura también y, so pretexto de parecer la monda de progre, moderno y comprometido con su hogar, escaquea lo mismo. Juro por Popeye que me han hablado de un matrimonio con un solo hijo en el que los dos cónyuges se evaden por completo poniéndolo como pretexto, ella porque una madre es una madre y él porque un hombre de hoy tiene que ocuparse tanto como una madre que es una madre.
En la Administración pública, en todas sus instancias y manifestaciones, lo de la conciliación de la vida laboral y familiar va siendo hora de que nos lo tomemos muy en serio, pero por el lado contrario al que suele pensarse: a ver si hay puñetera manera de que siga trabajando la gente con hijos. Como si fuera en la empresa privada, vaya.
No se me enfaden las excepciones, no va por ellas. Yo mismo soy una excepción, y mi señora, otra. Y conozco unas cuantas más. Que son menos, ciertamente, que los otros casos.
Vean a qué me refiero. Soraya tuvo un hijo hace muy pocos meses y el de Carme(n) Chacón ya debe de andar por los tres o cuatro años, no sé, pero nació cuando su madre era ministra y seguimos viéndola todo el tiempo en desfiles, recepciones, viajes y consejos de ministros. De lo que debe de estar currando Soraya –para bien o para mal, esa no es aquí la cuestión- no hace falta que hablemos. De verdad les digo que yo creía que era ontológicamente imposible ser madre y trabajar de esas maneras. Vale a veces lo mismo para los varones padres, las disculpas de género ya las daré al final. De pequeño lo vi, en la aldea, pero se me había olvidado. Puede que si ahora apenas conozco casos de compatibilizar la maternidad con el trabajo a tope se deba a lo peculiar de la profesión académica y a la catadura de los que en ellas estamos.
Habrá de todo, no pretendo negar excepciones. Pero en algunos sectores del funcionariado y, desde luego, entre el profesorado universitario, cuando una señora tiene un niño o varios se da por descontado que cómo va a trabajar como las y los demás. Para nada. Hay que llevar el niño al colegio, recogerlo de él, asistir a reuniones con profesores y miembros del ampa, acudir al pediatra a cualquier hora de la mañana, prepararles trajes para todo tipo de festivales y eventos en el colegio, comprarles ropa, siempre en horario mañanero, hacer con el hijo los deberes -esto entre los tres y los vieinticuatro años, poco más o menos-, llevarlos a actividades extraescolares, con un promedio de dos por día y por vástago, transportarlos a clases particulares y variopintas academias, acompañarlos a los encuentros, partidos y torneos de los deportes que practiquen como actividad extraescolar o al margen de la escuela, ir con ellos a catequesis, explicarles todas las semanas la reproducción humana, ver con ellos la tele para que no vean demasiado tiempo la tele, acompañarlos al cine para que no vean la tele solamente, leer con ellos unos cuentos para acostumbrarlos a que les lea su madre, cocinar para ellos, darles la comida o estar presente durante las tres horas que dura cada ingestión del enano, con el objetivo de que no deje de comer fruta, contarles un cuento antes de que se duerman, bañarlos con su esponjita hasta que les salgan pelos en el pubis, administrarles el Apiretal o el Dalsy cada cuatro horas en cuanto tienen algo de catarro, que es todos los días…. Y mil y una cosas más.
Todo ello es absolutamente i-ne-lu-dible, im-pe-pi-na-ble, in-dis-cu-ti-ble. Como las mareas, como los vientos alisios o el monzón, como los hielos en el Polo Norte. No hay vuelta de hoja. ¿Qué hay que organizar una actividad o preparar un horario? Chindasvinta apunta que ella sólo tiene disponibilidad los miércoles de diez y media a once, pues todo el resto de la semana lo tiene ocupado porque debe llevar a los niños, buscar a los niños, preparar las comida para los niños, hacer un disfraz para los niños… En fin, véase todo lo anterior. Y lo bueno del caso es que mamá Chindasvinta suelta eso y allí todo el mundo achanta, a nadie se le ocurre que también podrían otros poner como excusa que su padre es mayor y necesita compañía, o que a su pareja el polvo que más le gusta es el mañanero y casualmente está en casa todas las mañanas. No, la maternidad es patente de corso, archiexcusa. No se le ocurra a usted levantar la voz contra semejante atropello prolífico porque se le van a echar encima declarándolo reaccionario, enemigo del trabajo de las señoras (de eso hablaremos luego) e infiltrado del Vaticano.
Ahora ya se comprenderá mi pregunta. ¿Cómo se lo monta Soraya, que también es madre de bebé de meses? ¿Cómo se organiza Carme(n), que tiene un crío que ya debe de empezar en el colegio? ¿Serán unas descastadas, unas machorras, unas madres desnaturalizadas? Quieto parao, ya sé por dónde me va a salir alguno: que con el sueldo de ellas cualquiera, que ganan de sobra para pagar niñeras y cuidadoras y hasta mayordomos de cuerpo entero, si se les antoja. Pues miren, algunas de las señoras que yo he visto ya van por la tercera o cuarta casa en propiedad, viven a todo trapo y tienen unos sueldos que no están nada mal, no señor, y menos si los sumamos a los de sus parejas. Así que por dinero no es. Por dinero podría ser lo de la cajera de Eroski, pero casualmente esa cumple a rajatabla y no falta ni un día al tajo. ¿Acaso las cajeras no tienen hijos o es que no se los admiten en actividades extraescolares o en pediatras matutinos?
Me gustaría saber en qué trabaja o a qué se dedica el marido de Soraya. A lo mejor se lo monta de amo de casa y se encarga él de todo y así es vicepresidenta cualquiera. O se reparten las labores hogareñas y las atenciones al bebé. Aunque no sé si esto tiene que ver, pues conozco parejas de funcionarios que también se dividen las tareas, si bien a menudo con un resultado sorprendente: los dos tienen qué hacer todos los días en casa y con los niños, y los dos, por tanto, se escaquean con la misma disculpa. Ese es un interrogante bonito que debería estudiar científicamente algún equipo interdisciplinar: para cuántos puede ser disculpa, pretexto y tapadera un solo niño, un niño de nada.
Me estarán esperando con el escarpelo porque parece que me estoy metiendo con las féminas y eso hoy es pecado mortal y delito de lesa majestad. No majestad, no me meto con usted. Me refiero a lo que me refiero: a cuántas señoras con salario público se lo hacen muy estupendamente a base de poner a su prole como pretexto. Y también me preguntaba cuánto mérito tendrán las que, como Soraya, Carme(n) y muchas más no recurren a esas tretas. Me parece, además, que las descaradas emplean en su favor lo que de machismo larvado queda en la mentalidad colectiva, pues a muchos aún les parece de lo más natural y virtuoso que la madre lo deje todo para ocuparse ella de los hijos, precisamente ella. Y alguna que otra se aprovecha. Igual que más de un papá le echa cara dura también y, so pretexto de parecer la monda de progre, moderno y comprometido con su hogar, escaquea lo mismo. Juro por Popeye que me han hablado de un matrimonio con un solo hijo en el que los dos cónyuges se evaden por completo poniéndolo como pretexto, ella porque una madre es una madre y él porque un hombre de hoy tiene que ocuparse tanto como una madre que es una madre.
En la Administración pública, en todas sus instancias y manifestaciones, lo de la conciliación de la vida laboral y familiar va siendo hora de que nos lo tomemos muy en serio, pero por el lado contrario al que suele pensarse: a ver si hay puñetera manera de que siga trabajando la gente con hijos. Como si fuera en la empresa privada, vaya.
No se me enfaden las excepciones, no va por ellas. Yo mismo soy una excepción, y mi señora, otra. Y conozco unas cuantas más. Que son menos, ciertamente, que los otros casos.
Pues yo soy hija de dos profesores universitarios y me pasé la infancia de casa de los abuelos a casa con la tía, con canguros, dibujando en la mesa de la secretaria del departamento de mamá durante horas, comiendo croquetas en la cafetería de la facultad al cuidado del camarero e incluso en una clase de bioquímica de papá, porque siempre tenían claustros, tesis, reuniones de departamento, congresos y etc. Eso hasta que tuve edad suficiente como para ponerle la comida a mi hermano pequeño, porque entonces pasamos a ir y venir los dos solos.
ResponderEliminarIgual que mis compañeros que eran hijos de peluqueras o de mecanicos, que se pasaban la vida en el taller, en la peluquería, en la ludoteca o con una prima mayor, vamos. No sé, igual la conciliación de la vida laboral del docente ha avanzado mucho en los ultimos quince años...
El marido de Soraya es tambien Abogado del Estado.
ResponderEliminarGente con morro hay en todas las profesiones, pero esta claro que el funcionariado se lleva la palma, la plaza fija favorece mucho las ausencias, unas veces por ninos , otras por depresiones varias el callo en el dedo que duele mucho... Si, tristemente la mayoría funciona así. No obstante, cada uno, dentro del núcleo familiar concede prioridades, bien al trabajo o bien la educación de los ninos, según disponibilidad económica o ganas.No es criticable que uno de los padres decida aparcar su vida laboral en beneficio de la familia, porque esta claro que cuando hay ninos en casa o estas tu o una cuidadora que haga las funciones del padre o la madre, la lista de tareas la enumero usted a la perfección. Diciendo esto me viene a la cabeza "el problema" que tuvieron unos amigos con supequeño, le cuento: ...............................
ResponderEliminarel nino en cuestión tenía preocupadisimos a sus ocupadisimos padres porque a la edad de tres anos aproximadamente el nino no hablaba con claridad, lo hacia de forma confusa y sin sentido. Mis ocupadisimos amigos llevaron al pequeño a un conocido neurólogotemiendo lo peor, tras la entrevista con el ilustre doctor y previo reconocimiento del retoño, los padres quedaron tranquilos,porque el pequeñín estaba bien , lo único que sucedía según informo el especialista, era que el nino hablaba tagalo, parece ser que la cuidadora era filipina...y claro señores, el nino hablaba el idioma materno. O no Cuestión de prioridadades, dinerito se puede ganar siempre pero educar a nuestros propios hijos solo una vez. O ustedes se compran el súper cochezo de lujo, la casita en el monte o en la playa para que la disfruten loscuidadores o mayordomos? A lo mejor si, como estamos tan ocupados salvando el mundo, en fin. En cuanto a las mencionadas señoras...................................
Carma(n) y Soraya - un par de machotas las dos, dotadas ellas de la gracia del Espíritu Santo, capaces de estar en todas partes siempre perfectas y dispuestas, evidentemente son pocas las elegidas..................................
pero como son muy listas y apanaditas seguro que en vez de una cuidadora filipina se agencian una británica y así se ahorran la pasta de un colegio ingles. Un saludo.
Pues Soraya lo hará como pueda, contando con mucha ayuda, sin duda, y contenta (o eso espero) de no haberse dejado ganar por los patrones maternales que están tratando de imponernos a toda costa y por preferir dedicar muchas horas a la política y menos a su hijo. Chapó por ella y por la decisión que ha tomado. Mientras no se le ocurra hacer declaraciones lamentando el sacrificio que ha supuesto dejar a su bebé para dedicarse a la cosa pública, tiene todo mi apoyo y mi admiración. Es una cuestión de preferencias y, la verdad, siendo sinceros, y aunque la situación es chunga, chunga, para un político, entre un bebé de unos meses y un cargo ministerial, no hay color. Por muy hijo tuyo que sea. Luego están los/las que van por el mundo oliendo las nubes: estupendo, también mis respetos para ellas si deciden dedicarse a sus hijos en cuerpo y alma. Resumiendo: Soraya lo hace eligiendo y sirviéndose de los medios de los que puede disponer, y ni me parece que haya que ponerla de modelo de nada, ni tampoco que haya razones para denostar su actitud. Obviamente tampoco los hijos deben servir a un trabajador, o a un funcionario, para escaquear. Pero si uno tiene hijos y prefiere cumplir estrictamente con sus deberes profesionales y no hacer más de lo estrictamente neceario, tampoco por ello se le puede criticar.
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