Miren esta noticia, de la que ya habrán oído o leído hoy. Es una más, otra, nada de particular. Las hay así todos los días, sin excepción. ¿Merece la pena detenerse en particular en ella? No. Alguno podrá ponerse a darle vueltas a este caso en concreto, que si la grabación la hizo Fulano, que si el periódico es tal o cual (¿ha dicho algo El País?), que si se da este o aquella circunstancia. Ese es el error que hay que empezar a evitar.
Todo aquel que antes de opinar, de indignarse o de buscar atenuantes pregunte por o se fije en cuál es el partido político, el apellido, el color de pelo o la talla de zapato de los implicados o denunciados debe ser inmediatamente excluido de nuestra cívica deliberación. Hooligans no. Los hooliganas a un zoológico especial; con todas las comodidades, pero un puto zoológico para hooliganas, llenos de televisores que retransmitan todo el día fútbol y mítines. ¿Que usted por sistema intentará exculpar a todos los que sean del PP, del PSOE, de IU o del PNPDAM (Partido Nacional Parroquial de Aquí Mismo), hayan hecho lo que hayan hecho o trate el caso de lo que trate, existan pruebas contundentes o discutibles? Vale, majete, muy bien: al puñetero zoológico de los hooligans. Te llevaremos cacahuetes y tu periódico preferido y una foto del líder natural de tu partido, llámese Adolf o Perico de los Palotes Robados. Ah, y un póster del Real Madrid o del Barça para que lo cuelgues en la letrina de tu jaula, so fiera.
Naturalmente que en cada caso habrá que ver si hay caso, tendrán que comprobar los jueces si se trata de delito o de un quítame allá esas subvenciones. Por eso son tan importantes los jueces y jugamos con fuego cada vez que los pretendemos parciales o que los toleramos venales. Ay, lo que habría que hablar de este tema. Pero otro día, ¿vale? Mas lo primero que hay que descartar es el uso interesado y partidista de la presunción de inocencia. Por supuesto que los partidos van a invocarla cuando tienen un sospechoso o imputado de su cuadra, y la van a olvidar en cuanto sea del grupo rival el pillado con las manos en la masa o hablando por el móvil como el imbécil que es. Pero para los ciudadanos propongo, excepcionalmente y a sabiendas de que contradigo varias docenas de entradas, el siguiente principio: la presunción de culpabilidad de todo sospechoso de corrupción pillado cantando La Traviata o metiéndose billetes en el escote. ¿Que luego resultó que el delito había prescrito o que la prueba estaba viciada o que el juicio era con jurado? Vale, que no vaya a la cárcel. Pero nosotros, ante la duda que no es duda, adoptemos las siguientes medidas de andar por casa. Una, llamémoslo chorizo de m. si tenemos la sublime oportunidad de cruzarnos con él por un casual; a la cara, sin rubores ni dudas. Dos, no volvamos a votar en la vida, o en un plazo mínimo de diez o veinte años, al partido del bribón, si es que ese partido trató de ampararlo y de presentarlo como una madre Teresa estéril y víctima de las añagazas del enemigo. Que no, coño, que a las mafias no las votamos. ¿Qué a lo mejor ese sujeto en concreto era inocente? Da igual. Para las condenas sociales no rigen las reservas jurídicas. A tomar por la urna.
Lo malo y lo triste es que todo es verdad. Peor: en este sistema de corrupción estructural y sistemática los casos de corrupción que salen en los periódicos son una porción mínima de los millones que existen; los que acaban en juicio corresponden a una parte todavía menor y los que terminan en condena, entre dimes y diretes, suponen una milésima porción. En este país roba con saña hasta el tonto del pueblo. Y ese tendría eximente. Así que atentos: al río con el tonto, ya.
No habrá arreglo mientras no nos enfademos. Pero mucho. Acción directa inmediata. No digo yo matar, no. Pero castrar y colgar de un árbol las gónadas o lo que por género corresponda a las señoras corruptas, sí. Nuestro lema: El mejor corrupto es un corrupto sin huevos/as.
Se buscan compañeros fiables para grupo clandestino y comprensiblemente violento dentro de un orden. Se valorará la destreza en el manejo de cerdos y la experiencia con facas. Dirigirse a: castratori@org.
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ResponderEliminar¿Dónde hay que aplaudir?
ResponderEliminarDisculpa la autocita, pero al leerte eso de la presunción de la culpabilidad me vino a la memoria una entrada en mi taberna de hace casi tres años. Aquélla fue al hilo de varias negativas por parte del PSOE andaluz de formar una comisión de investigación parlamentaria ¡¡invocando la presunción de inocencia!!, pero obviamente, pretendía hacer reflexión general sobre el asunto.
Saludos y enhorabuena por el blog
Hace tiempo pensé y hasta escribí esta ocurrencia:
ResponderEliminarSe me ocurre que los políticos (¿nacen o se hacen?) deberían cargar con la presunción de culpabilidad, cuando se trate de irregularidades,ilegalidades, faltas o delitos relacionados con los asuntos que administran con potestades exorbitantes, que les son otorgadas por el llamado pueblo soberano para fines relacionados con el bien común y nunca para el medro personal propio o de sus deudos o allegados.
- Entonces nadie querría ser político.
- Bueno.
Me apunto yo también a eso de castrar políticos corruptos. ¡¡¡Que ya esta uno harto de que le tomen por gilipollas, hombre!!!...
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