Esta
historia que paso a relatar puede ser probada sin muchas dificultades.
Personaje de mi Universidad, no lejano de por donde un servidor se mueve.
Catedrático. Hace unos años, un hijo suyo se presentaba a la selectividad. Las
pruebas de selectividad son anónimas y con un complejo sistema de
identificación, para evitar enchufes y zarandajas similares. El pájaro este se
dirige a profesores universitarios que están en los tribunales y les dice que
su hijo se examina y que todos sus ejercicios los va a empezar por la misma
frase exacta. Y les aclara cuál es esa frase, para que localicen fácilmente sus
ejercicios y lo traten cariñosamente. Se comentó el caso en su momento y han
vuelto a contármelo hoy mismo. Parece que hay pruebas todavía.
No
me consta que ninguna autoridad, académica o de las otras, se haya interesado
por el asunto. Tampoco espero que ninguna venga a preguntarme a mí ahora. Si
así fuera, con mucho gusto la pondría en contacto con testigos y personas que
tienen los datos.
Pues nada, habrá que cruzar los dedos y esperar a ver si alguna autoridad de algún tipo contacta con usted...
ResponderEliminarLa entrada de hoy del Profesor García Amado es corta pero certera. No dudo de las buenas intenciones de la mayoría de los cooperantes en lugares arriesgados pero la obligación del Estado de velar por sus ciudadanos no es ilimitada. Si esos mismos cooperantes han sido avisados del peligro que entraña dirigirse a un determinado lugar (o permanecer en él) y aun así deciden correr el riesgo deben asumir las consecuencias. Hacer lo contrario es comparable a que un niño, en contra del consejo de sus padres, juegue con la loza del vecino y espere que si se rompe mamá y papá paguen por ella. Quienes esperan el mismo comportamiento del Estado en situaciones como las descritas debería reflexionar sobre si un adulto debe ser tratado como tal y ser responsable por sus actos. Las posibles buenas intenciones son completamente subjetivas y no corresponde al Estado evaluarlas.
ResponderEliminarPepe, su comentario plantea una interesante cuestión, pero en mi opinión su relevancia es limitada fuera de un sistema de salud privada. Cuando es el Estado quien corre con la mayor parte de los gastos sanitarios (como sucede casi siempre en Europa), el origen del daño o de la enfermedad no se suele tener en consideración. Por tanto, en cualquiera de los supuestos planteados aquí (cooperante, montañista, conductor, fumador y corredor), el Estado cubriría los posibles gastos sanitarios con independencia de que haya habido o no imprudencia.
Mi comentario anterior iba referido a la entrada “¿Actuar a propio riesgo o que pague el Estado?”. Pido disculpas por el error.
ResponderEliminaroye pues a mi me gustaría saber quien es.
ResponderEliminarOye pues a mi me gustaría saber quien es.
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