Mi buen amigo Fernando Losada nos manda desde Helsinki mensaje con el siguiente texto, que, con su permiso, aquí reproduzco:
Queridos todos:
Os escribo para proponeros un acertijo. Lo primero que debéis hacer para participar en él es ver el siguiente video:
http://politica.elpais.com/politica/2012/09/26/videos/1348677265_981638.html
Como habréis observado, en él se aprecia cómo unos policías uniformados y otros de paisano (curioso, en otros tiempos eso significaría ir con boina, bastón y transistor, en los nuestros llevar capucha y la cara tapada) proceden a la inmovilización de un joven. El chico en cuestión les dice que se trata de un compañero, un policía de paisano más, y que en definitiva se están equivocando con el arresto. La actitud de los policías, que se interesan por su estado (en un momento se puede apreciar sangre en uno de sus zapatos) parece corroborar la afirmación.
Admitiendo que en efecto el joven era un policía de paisano, es ahora cuando yo os propongo el acertijo. Existen dos opciones que se excluyen mutuamente, así que tenéis que elegir una de ellas.
Opción A: El joven fue arrestado correctamente, pues estaba provocando un altercado de orden público con su actuación.
Opción B: El joven fue arrestado incorrectamente, pues no estaba provocando altercado de orden público alguno con su actuación.
¿Habéis elegido ya? Pensadlo con calma, tomaos vuestro tiempo...
¿Ya? Pues ahora vayamos con el análisis. En mi opinión, ninguna de las dos opciones resulta satisfactoria en términos de lo que debería ser la correcta actuación policial. En el primer caso porque sería la propia policía la que estaría exaltando los ánimos y fomentando los enfrentamientos en un contexto en el que el riesgo para el orden público y la integridad física de las personas que están participando en la manifestación es máximo; en el segundo, porque supondría que los arrestos son completamente indiscriminados y se producen sin una mínima base objetiva.
Ninguna de esas dos opciones es legítima en un régimen democrático. La detención aleatoria de ciudadanos que representa la opción B supone una merma gravísima de los derechos civiles, y más aun si la misma se produce en el contexto del ejercicio de un derecho fundamental como es el de manifestación. La opción A supondría, además, que la policía está desempeñando un papel más allá del que le está atribuido en nuestro estado de derecho, al tener un interés en que se produzcan enfrentamientos. Las dos razones que a mí se me ocurren para ello son las siguientes: (I) se pretende con ello deslegitimar el objeto de la manifestación, cosa que en ningún modo incumbe a la policía; (II) o bien se pretende desincentivar la asistencia de ciudadanos que puedan tener intención de manifestarse. La policía, en un sistema democrático, no puede tomar este tipo de decisiones en ningún caso. El riesgo de estar ante un uso político de la policía es más que patente y nos retrotrae a momentos históricos que deben ser repudiados por todos, con independencia de las ideas políticas que se profesen (salvo en el caso de que alguno defienda un estado totalitario).
Sé que soy muy pesado con esto, pero no me cansaré de decirlo: un estado democrático no resiste la quiebra permanente de sus principios básicos. Cada vez que miramos para otro lado se nos va más a pique el país (si es que es eso posible), así que actuad en consecuencia. Abrid bien los ojos, pensad por vosotros mismos y no os cortéis si tenéis que señalar con el dedo a un corrupto, defraudador, evasor de impuestos, etc. Si se trata de un familiar o amigo, al menos afeadle la conducta. Es lo menos que podemos hacer.
Resulta muy dificil hacer un juicio de valor sin ver las imágenes de lo que sucedió antes de esa intervención policial. Es posible que el policía infiltrado se encontrase en medio de otras personas de conducta agresiva, sin que ese agente las provocase.
ResponderEliminarEn tal caso, ¿por qué fue detenido? ¿Por estar cerca de personas con conducta agresiva pero manteniendo (él) una actitud pacífica? En ese supuesto la policía se habría extralimitado al detenerle a él y no a los que se conducían de manera agresiva...
ResponderEliminarExiliado, aprecio su intento de subirse por la cucaña engrasada. No lleva a ninguna parte.
ResponderEliminarChirimbolo, interesante su tentativo, pero no hace falta ninguna pregunta adicional para describir la situación.
Sr. Losada, enhorabuena - ha dividido en dos, y exhaustivamente, el campo lógico, y ha razonado que, por una lado, MUCHA MIERDA, y por el otro, MIERDA MUCHA.
Está clara la cuestión. Quien no esté harto de taparse la nariz, que se la siga tapando. Quien esté harto, que emigre.
Salud,
Pocas cosas son más despreciables que el abuso de la autoridad por parte de quien la ejerce. Soy el primero en criticar una actuación policial desproporcionada. Sin embargo, aquí se parte de la presunción de culpabilidad de los policías antidisturbios, que vistos los comentarios parece iuris et de iure. Insisto, me gustaría saber qué pasaba en los instantes anteriores.
ResponderEliminarDejen que haga la prueba del algodón, para ver si la misma indignación se aplicaría a otras situaciones. Imaginemos que un grupo religioso totalmente opuesto al aborto se manifestase de manera vociferante y tumultuosa ante una clínica abortista y que la policía interviniese de manera similar a como lo hecho en las imágenes mostradas. ¿También condenarían a la policía sin saber lo que los manifestantes han hecho anteriormente? Quizá en ese caso hipotético los manifestantes estuvieran profiriendo amenazas muy graves y lanzando botes de pintura roja, o quizá sólo estuvieran expresando sus opiniones de manera enérgica pero pacífica. Antes de condenar, habrá que tener algún dato. Y por favor no me digan que las dos situaciones no son comparables. La calle no pertenece a nadie, ni a los primeros ni a los segundos.
En cuanto a la labor de un agente infiltrado, que por cierto debe de ser difícil y desagradable, supongo que (en cualquiera de las dos situaciones planteadas) si el agente hace bien su trabajo se situará en el centro o muy cerca de la acción presuntamente contraria a la ley y se comportará de manera que pueda mimetizarse con el resto de los participantes. Si se extralimita animando o incitando la comisión de una falta o de un delito, entiendo que se merece recibir algún golpe por parte de sus compañeros e incluso un procedimiento sancionador.
coincido con exiliado. Tanto en su 'prueba del algodón' como en el hecho de que sin saber lo que ha pasado antes es imposible argumentar en una u otra dirección.
ResponderEliminarSiga con el blog, profesor.