15 mayo, 2006

Miren este párrafo.

Miren este párrafo. La parte que me he permitido subrayar le viene como anillo al dedo mismamente a un puñadito de colegas míos. Y, por supuesto, a unos cuantos miles más de señoritos del mundo de la universidad, el arte y la farándula, tan comprometidos ellos en las causas que dan rédito económico y mediático y tan poco con las que ponen en peligro el pellejo o, sencillamente, un solo garbanzo de su cocido. Ladillas.
Y ya sé que siempre me estoy metiendo con los progres, tienen razón algunos amigos que me lo reprochan. Pero puntualizo dos cosas. Una, que de los otros, de los reaccionarios de toda la vida nada espero, por lo que en nada me defraudan. Y dos, que cada vez que escribo "progre" debe entenderse, poco más o menos, lo siguiente: "persona que presume de su ideología avanzada, crítica e izquierdista sin que sus modos sociales (salvo asuntos menores de indumentaria, periódico bajo el brazo o marca y cosecha de vino favorito) o su comportamiento general muestren diferencia ninguna con los de los conservadores o, incluso, con los de los más reaccionarios, y que repite acríticamente fórmulas y consignas con el solo propósito de parecer majo y ser aceptado en ciertos círculos de poder e influencia". En resumen, un cantamañanas, un cretino y un jeta. Además, y por lo general, ésos no pagan una copa ni de coña, hasta en eso les gusta chupar del frasco. No todos los progresistas son "progres" en este sentido, pero de éstos los hay a puñados, son una peste, una infección, una purulencia social.
A lo que íbamos, éste es el párrafo que me ha gustado tanto.
"¡Qué contraste! Cuando mantener esperanzas implicaba implicarse, sobraban plazas. En la Unión Europea, muchos de los que ahora se muestran tan "esperanzados" despachaban a quienes les molestábamos con cuentos de lo que ocurría en el País Vasco encogiéndose de hombros tras el dictamen fatal: "Asunto interno". Mientras duraba en actividad, ETA pertenecía al mundo de lo español, como los toros o el flamenco; ahora que parece acabar, por fin la ven como real e indudable grupo terrorista. Los ingenuos abrigadores de esperanza asediábamos también a los intelectuales de izquierda españoles para que nos apoyasen en nuestra lucha, pero salvo honrosas e inolvidables excepciones, tuvimos poco éxito. No nos hubiera venido mal un batallón de voluntarios como el que ahora, valerosamente, sale en defensa de la Segunda República Española... Pero, claro, siempre hay más abnegados reclutas para las batallas del pasado que para las del presente: es más difícil equivocarse de bando, se contamina uno menos con las ambigüedades del grupo en liza preferido y la cruz roja apenas tiene trabajo. La presente izquierda intelectual española ha preferido mayoritariamente el juego de rol antifranquista a la realidad menos virtual del enfrentamiento con el terrorismo nacionalista... Según ellos, para no dar armas a la derecha. ¡Ay, qué estupendo es ser anti-sistema cuando uno confía en que el sistema, mantenido por otros, nos va a proteger de todas formas!".
Esto lo escribe hoy en El País Fernando Savater, en su artículo Abrigar la Esperanza.

1 comentario:

  1. Y no sólo eso, es que son miembros de una empresa en la que se hace la vista gorda, cuando interesa, respecto al crimen del GAL de Galindo y de las detenciones ilegales recientemente practicadas.

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