Están los de mi pueblo como locos, no les cabe en el cuerpo la alegría. Ayer me llamaron varios, a distintas horas, y por la noche, al parecer, salieron muchos a remojar su entusiasmo en bebedizos. Y no es para menos. Cuántas veces escuché la misma queja en aquel único bar que teníamos, el Miramar, con qué frecuencia salía a colación esta cuestión tremenda en las conversaciones que entablaban los paisanos que se encontraban en cualquier encrucijada de caminos. Siempre, años y más años, la misma aspiración, el mismo anhelo, una y otra vez frustrado, la incontenible ansiedad tenida por utópica ensoñación.
Pero tomen nota los incrédulos de que todo llega, sepan los escépticos que el progreso existe, reparen los tímidos en que el mundo lo impulsan los osados y, sobre todo, mediten bien y rectifiquen los apóstoles del fin de las ideologías. No, señor, no, las ideologías siguen pujantes, convicciones profundas de personas sin tacha tiran, y tiran bien, del carro de la historia.
Albricias, pues. Apacígüense los iracundos, sáciense los sedientos de justicia, sientan los progresistas el viento en la cara, pues este país coge velocidad de crucero y no hay ya quién lo detenga. Hallen consuelo los afligidos y alivio los parias de la tierra. Confiad, hermanos, ya se otea la tierra prometida, efluvios del paraíso anuncian la epifanía inminente. Agrupémonos todos en la lucha final, basta de tutela odiosa, que la igualdad ley ha de ser. Atruena la razón en marcha, es el fin de la opresión. El mundo va a cambiar de base, los nada hoy todo han de ser.
Pueblo mío que estabas en la colina, tendido como un viejo que se muere. Mi corazón está con tus gentes, ya felices, me congratulo con vosotros de que por fin encuentre remedio vuestra opresión secular. Enhorabuena, hermanos, amigos, queridos todos. ¿Estaré soñando o será verdad tanta dicha? Van a suprimir, sí, nuestros legisladores van a suprimir, la preferencia del varón en la sucesión de los títulos nobiliarios y de las Gradezas de España. Habrá más marquesas, duquesas y condesas, crecerán las baronesas, con o sin pinacoteca. Al Alba, al Alba. A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar. Todos atentos a Tele5 en cuanto acabe el Mundial.
No, ninguno de mi pueblo alcanzó jamás título nobiliario, sólo faltaba, semejantes plebeyos honrados. No. Pero más de la mitad de sus tierras lo fueron de marqueses y condes hasta hace cuatro días, como quien dice. Por eso se alegran sus gentes sencillas, porque a aquellos amos los han jodido bien, aunque sea a toro pasado. Para nosotros esta ley no sólo hace justicia, riega también nuestra memoria histórica. Mañana irán todos mis coterráneos a segar o al andamio con una sonrisa en los labios y con otro espíritu, sabedores de que la revolución está en marcha y de que seguirán existiendo nobles, pero no machismo, cuidadín y ojo al matiz. Viva la igualdad. Volvemos a ser la reserva espiritual de Occidente, la monda lironda. Da gusto.
Pero tomen nota los incrédulos de que todo llega, sepan los escépticos que el progreso existe, reparen los tímidos en que el mundo lo impulsan los osados y, sobre todo, mediten bien y rectifiquen los apóstoles del fin de las ideologías. No, señor, no, las ideologías siguen pujantes, convicciones profundas de personas sin tacha tiran, y tiran bien, del carro de la historia.
Albricias, pues. Apacígüense los iracundos, sáciense los sedientos de justicia, sientan los progresistas el viento en la cara, pues este país coge velocidad de crucero y no hay ya quién lo detenga. Hallen consuelo los afligidos y alivio los parias de la tierra. Confiad, hermanos, ya se otea la tierra prometida, efluvios del paraíso anuncian la epifanía inminente. Agrupémonos todos en la lucha final, basta de tutela odiosa, que la igualdad ley ha de ser. Atruena la razón en marcha, es el fin de la opresión. El mundo va a cambiar de base, los nada hoy todo han de ser.
Pueblo mío que estabas en la colina, tendido como un viejo que se muere. Mi corazón está con tus gentes, ya felices, me congratulo con vosotros de que por fin encuentre remedio vuestra opresión secular. Enhorabuena, hermanos, amigos, queridos todos. ¿Estaré soñando o será verdad tanta dicha? Van a suprimir, sí, nuestros legisladores van a suprimir, la preferencia del varón en la sucesión de los títulos nobiliarios y de las Gradezas de España. Habrá más marquesas, duquesas y condesas, crecerán las baronesas, con o sin pinacoteca. Al Alba, al Alba. A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar. Todos atentos a Tele5 en cuanto acabe el Mundial.
No, ninguno de mi pueblo alcanzó jamás título nobiliario, sólo faltaba, semejantes plebeyos honrados. No. Pero más de la mitad de sus tierras lo fueron de marqueses y condes hasta hace cuatro días, como quien dice. Por eso se alegran sus gentes sencillas, porque a aquellos amos los han jodido bien, aunque sea a toro pasado. Para nosotros esta ley no sólo hace justicia, riega también nuestra memoria histórica. Mañana irán todos mis coterráneos a segar o al andamio con una sonrisa en los labios y con otro espíritu, sabedores de que la revolución está en marcha y de que seguirán existiendo nobles, pero no machismo, cuidadín y ojo al matiz. Viva la igualdad. Volvemos a ser la reserva espiritual de Occidente, la monda lironda. Da gusto.
jejeje
ResponderEliminarAbsolutamente genial, garciamado.
ResponderEliminarEL GENTILNOBLE ZP
ResponderEliminarGrotescobrero, falso pacifista y falso hacedor de la convivencia en paz, mamífero de sonrisa labrada en estuco estirado, presidente esteril para los pobres, hacendado maligno (por el arco satánico de tus cejas), héroe de las manos blancas, salteador de bancos por el procedimiento del "montilla" (otros usaban el butrón)y obispo don OPAS energético, apuesto chupador de sangre un marzo, dejas la patria confederada hacinando a sus habitantes en hipotecas y rodeados de comisarías mientras a los de tu PSOEmpresa les enchufas al curro fijo del funcionariado (los nuevos estancos) y a funcionar y tú a sonreir como una máscara que oculta el olor al burguesete que siempre fuiste pavoneándote con tu gabardina junto a tu amigo el juez-ministro de confianza, siempre el palo detrás de la sonrisa.
Te imagino pagando unas cañas llevado en procesión como un ídolo por una muchedumbre arco iris, saltando y bailando con el ano dilatado e inmigrantes y onegeneros tocando tambores chumba chum mirándote a los ojos que nunca hablan mientras asciendes legislando incisos a artículos que nunca contienen ya apelación para los pobres que caen a diario en los juzgados de instrucción goteando como sanguiñolientas gotas del color del que tu presumes : rojo.