Mi amigo gijonés Rafael Antuña me envía este escrito sobre cine bélico, que acaba en consideracines polémicas que pueden dar pie a más de un debate con los amigos de esta blog. Sea, pues, la discusión que tenga que ser y dígase lo que haya que decir.
EL CINE BÉLICO NO PASA DE MODA. A PROPÓSITO DE “BANDERAS DE NUESTROS PADRES” película de Clint Eastwood (primera de su bilogía sobre IWO JIMA).
Bella, horrida bella (Virgilio)
I. INTRODUCCIÓN.
Parece indudable que el cine de guerra no pasa de moda (como sí lo hizo el western), pues de modo regular vemos llegar a nuestros cines filmes sobre conflictos armados, presentes o futuros, y no sólo desde Estados Unidos, aunque las de este origen destacan por el despliegue de medios que se emplean.
Sin ánimo exhaustivo, sirvan como destacados ejemplos las siguientes (por orden cronológico):
Tora! Tora! Tora! (1970 ) de Richard Fleisher, que marcó un hito tanto a nivel técnico como por contar la historia del ataque a Pearl Harbour desde el punto de vista japonés y norteamericano.
Un puente lejano (1977) de Richard Attenborough (en realidad seria “un puente demasiado lejano” en traducción literal del inglés), que quizás es la que marca una nueva manera de enfocar la gran superproducción de cine bélico, con un elenco de grandes estrellas y multitud de historias convergentes alrededor de la conquista de un puente estratégico en Holanda.
El Cazador (1978) de Michael Cimino, deslumbrante enfoque del efecto devastador de la guerra de Vietnam en la vida de unos amigos que parten para el frente, si bien la guerra no es lo más importante en la historia; cuenta con un gran reparto de actores, entre ellos un pletórico Robert de Niro y la entonces principiante Meryl Streep. Cimino es un director genialoide (al estilo de Terrence Mallik) que pasó del éxito infinito, con esta su segunda película, al cero absoluto con el fiasco de la siguiente, La puerta del cielo; aunque pudo recuperarse un poco con otra obra muy interesante, Manhattan Sur.
Esta película tuvo en los oscar la competencia de otra basada en la guerra de Vietnam, aunque referida al retorno de los soldados tras el conflicto, El regreso de Hal Ashby (obteniendo el oscar sus dos actores principales, John Voigth y Jane Fonda, a pesar del rumor de entonces de que, en la escena de cama y desnudo la actriz había recurrido a una doble).
Apocalipse now (1979) de Francis Ford Coppola, un verdadero mito cinematográfico, de la que existe una versión del director, editada actualmente, en la que añadió mucho más metraje e historias, tomando como base -muy libremente- una de las mejores novelas de Joseph Conrad, “El Corazón de las Tinieblas”. Mito cinematográfico, como decimos, ya desde los Oscar del año 1978 (donde fue derrotada por Kramer contra Kramer), gracias a su manera de enfocar la guerra de Vietnam, con la famosa escena del ataque de los helicópteros al son de “La Cabalgata de las Valkirias” de Wagner, la frase sobre el gusto del olor a NAPALM por las mañanas, la actuación de Marlon Brando, y un largo etcétera.
Platoon (1986), absoluto triunfo en los Oscar de ese año del indomable e irregular Oliver Stone (con su reverso Nacido el 4 de julio, historia de un soldado tetrapléjico, encarnado por un sorprendente Tom Cruise y sin olvidar el cierre de su trilogía sobre Vietnam, El cielo y la tierra), al dar una nueva visión de Vietnam inspirada por sus vivencias personales. Historia bien contada y con dos personajes enfrentados que marcan el hilo dramático del argumento (los dos sargentos encarnados por dos grandes actores, Tom Berenger y Willian Dafoe, cuyas carreras han sido luego totalmente divergentes en cuanto a éxito al menos).
La chaqueta metálica (1987) del gran Stanley Kubrick, considerada antimilitar y antibélica, y cuya primera parte (el entrenamiento militar) es muy superior a la segunda (la guerra de Vietnam), lo que hace que pueda considerarse una obra menor del genio británico, esclavo del perfeccionismo.
Stalingrado (1992) del director alemán Joseph Vilsmaier, considerada la obra maestra del cine de guerra alemán, tratada de forma totalmente diferente (muy realista) a la que luego citaré de J.J. Annaud (Enemigo a las puertas). Aunque no me resisto a citar ahora (grabada en mi mente por ciertas escenas duras y el impagable desnudo de Valerie Perrine) Matadero 5 (1972), del director de la famosa El Golpe, George Roy Hill, como otra manera de enfocar la crueldad de la guerra y, más concretamente, los bombardeos aliados sobre Alemania, con mezcla de elementos fantásticos y basada en la novela del escritor Kurt Vonnegut, cuya vida y obra merecerían, sin duda, un largo artículo.
Salvad al soldado Ryan (1998) del oscarizado Steven Spielberg (precisamente por esta película obtuvo su segundo oscar al mejor director, competencia que le ganó a Terrence Malick con La Delgada Linea Roja), película basada en un hecho real, con unas escenas de guerra impresionantes y con todos las virtudes y defectos habituales del gran mago del cine moderno.
La Delgada Linea Roja (1998) de Terrence Malick, sobre la que me detendré seguidamente.
Balck Hawk derribado (2001) del genial (no siempre, véase Gladiator) Ridley Scott, referida a una acción de paz de Naciones Unidas en Somalia, tratada con un estilo que se ha calificado como de documental de ficción y que algún crítico destacado tildó de “indecente” por su falta de mensaje... como si hubiese que trasmitir algún mensaje más que la propia brutalidad de la guerra.
Enemigo a las puertas (2001) de Jean-Jacques Annaud, la entonces película más cara del cine europeo, en plena batalla de Stalingrado y el enfrentamiento de dos francotiradores de élite. El director francés es muy popular, aunque tenga un punto negro en su historial, como fue destrozar la que hasta entonces era su gran película, El nombre de la Rosa, con un final acomodaticio (el pueblo se rebela contra la Inquisición y rescata a la chica que iba a ser quemada), que además traiciona de modo escandaloso la novela de Umberto Eco.
Pearl Harbour (2001) de Michael Bay (guionista Randall Wallace), un derroche de medios económicos y técnicos, pero con poca historia que contar, en claro contraste con la antedicha Tora! Tora! Tora!
Cuando éramos soldados (2002) de Randall Wallace, un proyecto que podría decirse se puso al servicio de la mega-estrella Mel Gibson, con un gran resultado final y basado en la historia real del primer gran combate en Vietnam del ejército estadounidense y su carácter heroico al luchar contra unos enemigos que los quintuplicaban en número.
Si alguien pensaba que no era posible “otra vuelta de tuerca” (ruego mil perdones a los lectores, pero no soy capaz de unificar la traducción de la obra de Henry James, donde, aparte de “otra”, se utilizan indiscriminadamente “la” y “una”), ha llegado el gran director CLINT EASTWOOD (también gran actor, pero que, sin duda, se encuentra en una categoría superior como director) y nos ha brindado en el 2006 no una, sino DOS PELICULAS formidables de cine bélico.
La primera es Banderas de nuestros padres, a la que me referiré aquí, y la segunda es Cartas desde Iwo Jima, que cierra la bilogía sobre dicho tema, contándonos la historia desde el punto de vista japonés y a la que seguramente se podrán dedicar muchas líneas tras su inminente estreno.
Sin embargo, antes de empezar a hablar de esa primera película, no puedo dejar de hacer unos comentarios con otro gran film de la lista anterior, con la que guarda importantes paralelismos.
II. LA DELGADA LINEA ROJA: SIMILITUDES Y DIVERGENCIAS.
Quizá muchos entiendan que no hay tantas correlaciones entre ambas películas, salvo que se refieren a dos importantísimas batallas en el Pacífico de la II Guerra Mundial.
Iwo Jima tenía un gran valor, no solo estratégico (su aeródromo) sino que, además, se trataba de la primera batalla en suelo japonés, considerado además sagrado (hoy día la isla pertenece aún a la ciudad de Tokio, a pesar de estar a mas de 700 km de distancia).
Por su parte, Guadalcanal (escenario de la segunda película), una de las islas Salomon, también era de importancia básica para las operaciones del Pacífico y motivó una batalla de proporciones épicas, tras una primera conquista fácil de la isla por los aliados y un gran contraataque japonés, incluyendo la derrota aliada en Savo, donde tuvieron la mayor pérdida de buques desde Pearl Harbour; aunque la isla no se perdió y las bajas fueron considerables: unas 30.000, de las cuales japonesas fueron sobre 24.000, debiendo tenerse en cuenta que en mucho casos fue por enfermedades, para lo cual los aliados estaban mejor preparados que los japoneses.
Ahí podíamos decir que desaparecen las similitudes, salvo porque interviene la infantería de marina estadounidense; reflejando ambas películas las historias y anécdotas personales de los combatientes.
El tratamiento de tales historias personales es radicalmente diferente en la película de Malick, porque parte de una novela en la que se resaltan las reacciones humanas ante una situación de guerra, desde el punto de vista individual (todo tipo de reacciones entre los intervinientes, sin los tópicos recursos a la unión y sacrificio del grupo combatiente), con un mensaje antipatriótico (no aparecen las banderas de ninguno de los dos bandos en el film), con ensalzamiento de la naturaleza (hermosos paisajes como contraste a las acciones bélicas) y una especie de “mística” que culmina con el mensaje que se escucha al final. La página web siguiente desarrolla todo lo dicho al comentar el film: http://www.temakel.com/cinedlroja.htm
En todo caso, la obra es muy personal del director, que solo toma como pretexto la novela (solo una parte, pues ésta se extiende más en la vida en el barco hospital que participa en la operación militar, pero la película se centra solo en el desembarco en la isla), con la que tiene enormes diferencias de planteamiento.
Es muy interesante referirse igualmente a la novela, pues su autor, James Jones, era ya conocido por una anterior que dio lugar a otra excelente película, De aquí a la eternidad, (alrededor de Pearl Harbour donde estuvo el novelista como soldado, película sobre historias personales en la que el bombardeo japonés aparece solo al final de la cinta) y que fue la consagración de Frank Sinatra como actor, al parecer propiciado por la mafia (aparte de una gran interpretación de Burt Lancaster y Deborah Kerr).
El novelista siempre se basó en sus experiencias personales (recibió dos condecoraciones) y cerró su trilogía con una tercera novela que ya no tuvo el éxito de las anteriores, pasándole lo mismo al resto de su producción literaria. Era una persona especial, que pretendía escribir para el pueblo, incluso para el proletariado, como él mismo decía, huyendo de la fama y los círculos literarios sofisticados (se marchó a vivir a París con su esposa tras su triunfo editorial), siendo acusado de inculto y desconocedor del idioma y las técnicas literarias, aunque sus escritos tenían una fuerza indudable, quedando relegado al olvido tras su muerte. Su historia del episodio bélico es igualmente individualista, pero sin la mística que envuelve la película, huyendo totalmente de contar una historia entretenida y profundizando en las múltiples reacciones humanas de los combatientes. Una última anécdota: Jones trabajó como guionista de otra gran película bélica El día más largo, un clásico sobre el desembarco en Normandía.
El director Terrence Malick es uno de esos genios raros del mundo del cine USA, que había destacado con su primer film Malas Tierras (el descubrimiento del actor Martin Sheen) y digamos que casi había triunfado con el segundo Dias del Cielo (donde ya destaca un prometedor Richard Gere, el cual por cierto protagonizó otra excelente película sobre la vida de los soldados americanos en Inglaterra antes del “Diá D”, Yanquis de John Schlesinger), hundiéndose entonces en la nada…, para reaparecer 20 años después con la gran película que comentamos, disfrutando de medios y un elenco de actores popularísimos, plasmando un resultado que compitió a los Oscar con el mismísimo Spielberg, con su película bélica antes comentada. Sin embargo, la carrera del director nos deparó luego el bochorno de hacerse cargo de un típico bodrio como El nuevo mundo (la historia de Pocahontas).
Resulta muy curioso preguntarse por el sentido del nombre dado a la novela y al film, pues la explicación más fácil era sin duda referirse a la línea roja del horizonte al amanecer, a la que miran los soldados en las previas horas angustiosas a la batalla, pues esa es precisamente la hora en que se hacen los desembarcos en suelo enemigo. Ésa es incluso la idea explícita del cartel de la versión cinematográfica de 1964 (en España se llamó El ataque duró siete días).
Sin embargo, yo entendía que era posible una segunda explicación al nombre, que quizá estaba oculta en el inconsciente del autor de la novela y que tiene una base cinéfila sorprendente.
Y es que “la delgada línea roja” es la que narra, marcando sobre una mesa con su dedo mojado en vino, el viejo general de gran bigotazo, entusiasmado con sus hazañas en la guerra de Crimea (la batalla de Balaklava, en la fase que ganaron los ingleses, independiente de la desastrosa “Carga de la Brigada Ligera”, absurdo entre los absurdos, que dio lugar a una popular película de Michael Curtiz, el director de Casablanca) en una de las mejores versiones de Las Cuatro Plumas, la de 1939, primera en color, dirigida por Zoltan Korda. Pues bien, la delgada línea roja es la línea defensiva que forma la infantería británica (en realidad escoceses) para defender su posición con firmeza, y es roja porque ése es el color de las casacas de sus uniformes. ¿Es acaso coincidencia que los protagonistas de la película comentada sean precisamente la infantería de marina estadounidense?
A este respecto, se puede ver refrendada mi tesis en un interesantísimo blog sobre historia, con un artículo además excelente sobre la absurda carga de la brigada ligera y su versión fílmica, en: http://clio.blogia.com/2004/031601-bring-on-the-empty-horses-.php
III. LA OBRA DE CLINT EASTWOOD EN LA PRIMERA PARTE DE SU BILOGIA DE IWO JIMA.
Es interesantísimo profundizar en la gestación de esta película, para lo cual recomiendo, entre los materiales posibles, la siguiente web:
http://www.labutaca.net/films/47/banderasdenuestrospadres1.htm
Ya sabíamos, desde antes de su inicio, que el proyecto bélico de Eastwodd trataría sobre el famoso izado de bandera de Iwo Jima (la foto de AP que fue premio Pulitzer, no sin polémicas posteriores sobre si había sido un montaje) y que el guionista iba a ser un colaborador habitual del director, Paul Haggis (a su vez director de la magistral y sorprendente ganadora de los Oscar 2006, Crash).
Pero hay mucho más detrás de la historia, y todo muy interesante, tanto para comprender un capítulo importante de la II Guerra Mundial como para saber cómo funciona el mundo del cine por dentro.
La obra se basa en una novela que podemos llamar de investigación o reconstrucción, co-escrita por el hijo de uno de aquellos héroes. Sus derechos para film los había comprado Steven Spielberg, pero Eastwood había mostrado su interés en poder dirigirla, con la suerte de que al cabo de unos años fue el propio Speilberg el que se lo ofreció. Se formó, por tanto, un tandem formidable de director y productor, que se nota en la película.
El resultado final es de gran calidad, pues cuenta a la vez tres historias de gran interés, entrelazando las escenas con gran acierto, siempre avanzando hacia el desenlace de las tres historias, marcando tres campos temporales definidos: a) la reconstrucción de la historia por el escritor, hijo de uno de los soldados, b) la batalla y colocación de la bandera, y c) la campaña de recaudación de fondos (necesarios para una economía de guerra donde las arca públicas de USA ya no eran suficientes) utilizando a tres de los soldados que elevaron la bandera para la foto (que, por cierto, fue la segunda alzada sobre la colina que dominaba la playa del desembargo, sin que ello significara la toma de la isla, puesto que la batalla se prolongó mucho tiempo más).
La maestría de Eastwood produce su fruto y la producción de Spielber deja un sello inconfundible para las escenas puramente bélicas (donde había ya puesto el listón muy alto en Salvad al soldado Ryan).
En cualquier caso, conocer los detalles de la filmación no deja de admirarnos por el afán de perfección del cine norteamericano. Veamos:
- alguna escena se rodó en la propia Iwo Jima, pero en su mayoría las escenas se rodaron en una isla de Islandia que compartía las características de la japonesa: emanaciones volcánicas sulfurosas y playas de arena negra.
- se usaron tanques de la propia gran guerra y los uniformes fueron confeccionados para la ocasión con una tela idéntica a la empleada entonces.
- los actores no acudieron a un campo de entrenamiento, sino que fueron ejercitados en el propio lugar de rodaje por especialistas del ejército. En estas tareas, cuando luego tuvo lugar el rodaje, tuvo gran protagonismo el actor Barry Pepper ( el que encarna al sargento que en la historia real era un verdadero padre para sus soldados, todos muy jóvenes) debido a su experiencia previa en films de guerra (Salvad al Soldado Rayn y Cuando eramos soldados). En todo caso, para las escenas de batalla se realizaban explosiones por sorpresa (siempre con seguridad) para obtener respuestas más espontáneas de los actores intervinientes.
- finalmente, la música es del propio Clint Eastwood (ayudado en alguna parte por uno de sus hijos).
En resolución, una gran película que trasciende su condición de ser un simple film de guerra, incluyendo todo el atractivo de este tipo de obras, con todas sus dosis de sacrificio, heroicidad, disciplina, miedo, compañerismo, etc.
IV. REFLEXIONES SOBRE LA GUERRA, SU ETICIDAD Y LEGALIDAD.
Tengo que confesar que el motivo central de este artículo, aparte de la expectación con la que esperaba la película de Eastwood y las sensaciones acumuladas por la de Malick, fue la aparición de una noticia.
En efecto, leí con asombro que el prestigioso director Brian de Palma iba a comenzar un proyecto sobre una película documental relativa a un episodio tremendo de abusos del ejercito USA en la ultima guerra de Irak (donde violaron, quemaron y asesinaron a una niña de 14 años, matando luego a su familia y pretendiendo encubrirlo todo con un incendio; hubo un juicio, gracias a la delación de uno de los participantes, del que también hemos podido saber que fue condenado a ocho años de cárcel, pero con la posibilidad de obtener la libertad condicional en breve; el juicio para el resto está pendiente), que se llamará Redacted. Por cierto, Brian de Palma ya había dirigido en 1989 una película de ficción sobre abusos en Vietnam, llamada Corazones de Hierro.
Mi reflexión fue: ¿no tenemos ya bastante manipulado informativamente este conflicto, con penosas consecuencias para la propia estabilidad política de la zona y del mundo musulmán? Pero, claro, los cineastas supuestamente “progres” siguen empeñados en “mojarse en política” contra el presidente Bush, con gran movilización en las ultimas elecciones.
Sin embargo, un poco de prudencia no estaría mal. No es sensato usar la demagogia en un tema tan delicado, pues si bien la sociedad estadounidense está harta de la posguerra de Irak (que es posguerra, no guerra como se empeñan en repetir muchos políticos y medios de comunicación de modo interesado) y sucede lo mismo con Gran Bretaña, el momento actual sería el de reflexionar sobre lo que seria mejor para ese país (dejando a un lado polémicas del pasado), donde ahora son los propios iraquíes los que se matan entre sí por motivos religiosos. ¿Es que nadie se va a parar a reflexionar sobre las consecuencias de dejar al país a su libre albedrío? ¿O es que a nadie le importa eso verdaderamente? Por desgracia esto último es lo cierto.
La comunidad internacional debería involucrarse en el problema de sacar adelanta la democracia en Irak, al igual que en Afganistán, dos excepciones en el mundo musulmán, y que sólo han podido tener lugar tras dos guerras e intervenciones de ejércitos exteriores.
Con respecto a los cineastas “progres” el sarampión no cesa y resulta hasta simpático leer un proyecto de Joe Dante (director especializado en cine de terror) donde unos marines muertos en Irak regresan como “zombies” para votar en las elecciones contra Bush...
En fin, todas las guerras son horribles, de esto no hay duda, pero ¿algunas son necesarias”, ¿cuáles son ilegales?, ¿cuáles son inmorales?
No es un tema fácil, pero si acudimos a una simplificación quizá excesiva, una guerra legal sería aquella motivada por un estado de necesidad y que además contase con el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Con esto se le llena la boca a muchos políticos, que actúan de forma interesada y demagógica, olvidando incluso un pasado cercano, donde la OTAN procedió al bombardeo de Kosovo sin respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.
En todo caso, parece un poco triste y, por otra parte, hipócrita, entender de modo simplificado que una guerra solo sería legal con dichos dos requisitos, olvidando lo que es la ONU en sí misma (la gran mayoría de países miembros no son democracias) y cómo funciona el Consejo de Seguridad (con sus derecho de veto), actuando los Estados en ambos organismos atendiendo a sus propios intereses particulares (lo que resultó especialmente evidente en el caso de la segunda guerra de Irak, pues hubo una evidente desobediencia del régimen iraquí a los mandatos de la ONU, que no tuvo consecuencias).
Por mi parte entiendo que puede haber más supuestos en que una guerra puede ser necesaria, conforme a normas no tanto legales como de moralidad, como sería el actuar para acabar con un dictador sanguinario, con lo cual volveríamos a uno de los principios iusnaturalistas de la Escuela de Salamanca y el gran jurista Francisco de Vitoria allá pro el siglo XVI.
Añado que con ello debería romperse además el hipócrita principio de política exterior (tantas veces violentado, por otra parte) de la no intervención en los asuntos internos de otro país… ¡ como si no fuese legítimo y deseable poder acabar con los dictadores que mantienen a sus pueblos atenazados, hambrientos, amenazados, etc! Quizá cambiasen su manera de actuar si contasen con la amenaza de la intervención de la comunidad internacional para acabar con sus desmanes.
En fin, dejemos a nuestros políticos con su juego demagógico, que no pretendan aprovecharse de nuestra buena fe, pues es indudable que la guerra es siempre horrible y en modo alguno deseable, algo por desgracia consustancial a la historia de la humanidad y en muchos casos, y desgraciadamente, un mal necesario.
Hace poco tuve ocasión de ver la obra MARAT SADE en versión del grupo de teatro Animalaria (el que tanto ruido ha armado contra el PP y Aznar y la guerra…), un buen resultado final, de duración larga, donde no hubo excesos. Y en medio de los discursos, siempre dentro del carácter utópico de su mensaje, se pregunta por qué no pueden desaparecer los ejércitos y como respuesta simplificada se dice únicamente que son necesarios contra el terrorismo… Está claro que eso es quedarse casi en una anécdota enlazada con la política de G. Bush en tiempos recientes (también la de T. Blair, pero a éste se le cita menos por ser cuasi socialista…), cuando lo simple sería recordar, por ejemplo, que sin ejércitos no hubiera podido pararse a Hitler…
Insisto, toda guerra es horrible, pocos pueden negarlo, así que termino con las palabras de Ken Watanabe (el mágnifico actor japonés que protagoniza Cartas desde Iwo Jima): “En algún lugar de nuestro subconsciente podemos entender que la guerra no es buena, pero es poco probable que odiemos la guerra desde el fondo de nuestro corazón en la vida diaria. Cuando ves lo que allí ocurrió, su realidad, ya nunca más puedes desear enviar a tus hijos o seres queridos a la guerra”.
O las del “supuestamente” derechista Clint Eastwood, cuando era un adolescente durante la Segunda Guerra Mundial: “pero recuerdo que estaba contento de que se hubiera acabado. Todos los ciudadanos del mundo anhelábamos un estado de paz. Yo sólo espero que todos podamos disfrutar de muchos momentos de paz en nuestras vidas, todos nosotros”.
I. INTRODUCCIÓN.
Parece indudable que el cine de guerra no pasa de moda (como sí lo hizo el western), pues de modo regular vemos llegar a nuestros cines filmes sobre conflictos armados, presentes o futuros, y no sólo desde Estados Unidos, aunque las de este origen destacan por el despliegue de medios que se emplean.
Sin ánimo exhaustivo, sirvan como destacados ejemplos las siguientes (por orden cronológico):
Tora! Tora! Tora! (1970 ) de Richard Fleisher, que marcó un hito tanto a nivel técnico como por contar la historia del ataque a Pearl Harbour desde el punto de vista japonés y norteamericano.
Un puente lejano (1977) de Richard Attenborough (en realidad seria “un puente demasiado lejano” en traducción literal del inglés), que quizás es la que marca una nueva manera de enfocar la gran superproducción de cine bélico, con un elenco de grandes estrellas y multitud de historias convergentes alrededor de la conquista de un puente estratégico en Holanda.
El Cazador (1978) de Michael Cimino, deslumbrante enfoque del efecto devastador de la guerra de Vietnam en la vida de unos amigos que parten para el frente, si bien la guerra no es lo más importante en la historia; cuenta con un gran reparto de actores, entre ellos un pletórico Robert de Niro y la entonces principiante Meryl Streep. Cimino es un director genialoide (al estilo de Terrence Mallik) que pasó del éxito infinito, con esta su segunda película, al cero absoluto con el fiasco de la siguiente, La puerta del cielo; aunque pudo recuperarse un poco con otra obra muy interesante, Manhattan Sur.
Esta película tuvo en los oscar la competencia de otra basada en la guerra de Vietnam, aunque referida al retorno de los soldados tras el conflicto, El regreso de Hal Ashby (obteniendo el oscar sus dos actores principales, John Voigth y Jane Fonda, a pesar del rumor de entonces de que, en la escena de cama y desnudo la actriz había recurrido a una doble).
Apocalipse now (1979) de Francis Ford Coppola, un verdadero mito cinematográfico, de la que existe una versión del director, editada actualmente, en la que añadió mucho más metraje e historias, tomando como base -muy libremente- una de las mejores novelas de Joseph Conrad, “El Corazón de las Tinieblas”. Mito cinematográfico, como decimos, ya desde los Oscar del año 1978 (donde fue derrotada por Kramer contra Kramer), gracias a su manera de enfocar la guerra de Vietnam, con la famosa escena del ataque de los helicópteros al son de “La Cabalgata de las Valkirias” de Wagner, la frase sobre el gusto del olor a NAPALM por las mañanas, la actuación de Marlon Brando, y un largo etcétera.
Platoon (1986), absoluto triunfo en los Oscar de ese año del indomable e irregular Oliver Stone (con su reverso Nacido el 4 de julio, historia de un soldado tetrapléjico, encarnado por un sorprendente Tom Cruise y sin olvidar el cierre de su trilogía sobre Vietnam, El cielo y la tierra), al dar una nueva visión de Vietnam inspirada por sus vivencias personales. Historia bien contada y con dos personajes enfrentados que marcan el hilo dramático del argumento (los dos sargentos encarnados por dos grandes actores, Tom Berenger y Willian Dafoe, cuyas carreras han sido luego totalmente divergentes en cuanto a éxito al menos).
La chaqueta metálica (1987) del gran Stanley Kubrick, considerada antimilitar y antibélica, y cuya primera parte (el entrenamiento militar) es muy superior a la segunda (la guerra de Vietnam), lo que hace que pueda considerarse una obra menor del genio británico, esclavo del perfeccionismo.
Stalingrado (1992) del director alemán Joseph Vilsmaier, considerada la obra maestra del cine de guerra alemán, tratada de forma totalmente diferente (muy realista) a la que luego citaré de J.J. Annaud (Enemigo a las puertas). Aunque no me resisto a citar ahora (grabada en mi mente por ciertas escenas duras y el impagable desnudo de Valerie Perrine) Matadero 5 (1972), del director de la famosa El Golpe, George Roy Hill, como otra manera de enfocar la crueldad de la guerra y, más concretamente, los bombardeos aliados sobre Alemania, con mezcla de elementos fantásticos y basada en la novela del escritor Kurt Vonnegut, cuya vida y obra merecerían, sin duda, un largo artículo.
Salvad al soldado Ryan (1998) del oscarizado Steven Spielberg (precisamente por esta película obtuvo su segundo oscar al mejor director, competencia que le ganó a Terrence Malick con La Delgada Linea Roja), película basada en un hecho real, con unas escenas de guerra impresionantes y con todos las virtudes y defectos habituales del gran mago del cine moderno.
La Delgada Linea Roja (1998) de Terrence Malick, sobre la que me detendré seguidamente.
Balck Hawk derribado (2001) del genial (no siempre, véase Gladiator) Ridley Scott, referida a una acción de paz de Naciones Unidas en Somalia, tratada con un estilo que se ha calificado como de documental de ficción y que algún crítico destacado tildó de “indecente” por su falta de mensaje... como si hubiese que trasmitir algún mensaje más que la propia brutalidad de la guerra.
Enemigo a las puertas (2001) de Jean-Jacques Annaud, la entonces película más cara del cine europeo, en plena batalla de Stalingrado y el enfrentamiento de dos francotiradores de élite. El director francés es muy popular, aunque tenga un punto negro en su historial, como fue destrozar la que hasta entonces era su gran película, El nombre de la Rosa, con un final acomodaticio (el pueblo se rebela contra la Inquisición y rescata a la chica que iba a ser quemada), que además traiciona de modo escandaloso la novela de Umberto Eco.
Pearl Harbour (2001) de Michael Bay (guionista Randall Wallace), un derroche de medios económicos y técnicos, pero con poca historia que contar, en claro contraste con la antedicha Tora! Tora! Tora!
Cuando éramos soldados (2002) de Randall Wallace, un proyecto que podría decirse se puso al servicio de la mega-estrella Mel Gibson, con un gran resultado final y basado en la historia real del primer gran combate en Vietnam del ejército estadounidense y su carácter heroico al luchar contra unos enemigos que los quintuplicaban en número.
Si alguien pensaba que no era posible “otra vuelta de tuerca” (ruego mil perdones a los lectores, pero no soy capaz de unificar la traducción de la obra de Henry James, donde, aparte de “otra”, se utilizan indiscriminadamente “la” y “una”), ha llegado el gran director CLINT EASTWOOD (también gran actor, pero que, sin duda, se encuentra en una categoría superior como director) y nos ha brindado en el 2006 no una, sino DOS PELICULAS formidables de cine bélico.
La primera es Banderas de nuestros padres, a la que me referiré aquí, y la segunda es Cartas desde Iwo Jima, que cierra la bilogía sobre dicho tema, contándonos la historia desde el punto de vista japonés y a la que seguramente se podrán dedicar muchas líneas tras su inminente estreno.
Sin embargo, antes de empezar a hablar de esa primera película, no puedo dejar de hacer unos comentarios con otro gran film de la lista anterior, con la que guarda importantes paralelismos.
II. LA DELGADA LINEA ROJA: SIMILITUDES Y DIVERGENCIAS.
Quizá muchos entiendan que no hay tantas correlaciones entre ambas películas, salvo que se refieren a dos importantísimas batallas en el Pacífico de la II Guerra Mundial.
Iwo Jima tenía un gran valor, no solo estratégico (su aeródromo) sino que, además, se trataba de la primera batalla en suelo japonés, considerado además sagrado (hoy día la isla pertenece aún a la ciudad de Tokio, a pesar de estar a mas de 700 km de distancia).
Por su parte, Guadalcanal (escenario de la segunda película), una de las islas Salomon, también era de importancia básica para las operaciones del Pacífico y motivó una batalla de proporciones épicas, tras una primera conquista fácil de la isla por los aliados y un gran contraataque japonés, incluyendo la derrota aliada en Savo, donde tuvieron la mayor pérdida de buques desde Pearl Harbour; aunque la isla no se perdió y las bajas fueron considerables: unas 30.000, de las cuales japonesas fueron sobre 24.000, debiendo tenerse en cuenta que en mucho casos fue por enfermedades, para lo cual los aliados estaban mejor preparados que los japoneses.
Ahí podíamos decir que desaparecen las similitudes, salvo porque interviene la infantería de marina estadounidense; reflejando ambas películas las historias y anécdotas personales de los combatientes.
El tratamiento de tales historias personales es radicalmente diferente en la película de Malick, porque parte de una novela en la que se resaltan las reacciones humanas ante una situación de guerra, desde el punto de vista individual (todo tipo de reacciones entre los intervinientes, sin los tópicos recursos a la unión y sacrificio del grupo combatiente), con un mensaje antipatriótico (no aparecen las banderas de ninguno de los dos bandos en el film), con ensalzamiento de la naturaleza (hermosos paisajes como contraste a las acciones bélicas) y una especie de “mística” que culmina con el mensaje que se escucha al final. La página web siguiente desarrolla todo lo dicho al comentar el film: http://www.temakel.com/cinedlroja.htm
En todo caso, la obra es muy personal del director, que solo toma como pretexto la novela (solo una parte, pues ésta se extiende más en la vida en el barco hospital que participa en la operación militar, pero la película se centra solo en el desembarco en la isla), con la que tiene enormes diferencias de planteamiento.
Es muy interesante referirse igualmente a la novela, pues su autor, James Jones, era ya conocido por una anterior que dio lugar a otra excelente película, De aquí a la eternidad, (alrededor de Pearl Harbour donde estuvo el novelista como soldado, película sobre historias personales en la que el bombardeo japonés aparece solo al final de la cinta) y que fue la consagración de Frank Sinatra como actor, al parecer propiciado por la mafia (aparte de una gran interpretación de Burt Lancaster y Deborah Kerr).
El novelista siempre se basó en sus experiencias personales (recibió dos condecoraciones) y cerró su trilogía con una tercera novela que ya no tuvo el éxito de las anteriores, pasándole lo mismo al resto de su producción literaria. Era una persona especial, que pretendía escribir para el pueblo, incluso para el proletariado, como él mismo decía, huyendo de la fama y los círculos literarios sofisticados (se marchó a vivir a París con su esposa tras su triunfo editorial), siendo acusado de inculto y desconocedor del idioma y las técnicas literarias, aunque sus escritos tenían una fuerza indudable, quedando relegado al olvido tras su muerte. Su historia del episodio bélico es igualmente individualista, pero sin la mística que envuelve la película, huyendo totalmente de contar una historia entretenida y profundizando en las múltiples reacciones humanas de los combatientes. Una última anécdota: Jones trabajó como guionista de otra gran película bélica El día más largo, un clásico sobre el desembarco en Normandía.
El director Terrence Malick es uno de esos genios raros del mundo del cine USA, que había destacado con su primer film Malas Tierras (el descubrimiento del actor Martin Sheen) y digamos que casi había triunfado con el segundo Dias del Cielo (donde ya destaca un prometedor Richard Gere, el cual por cierto protagonizó otra excelente película sobre la vida de los soldados americanos en Inglaterra antes del “Diá D”, Yanquis de John Schlesinger), hundiéndose entonces en la nada…, para reaparecer 20 años después con la gran película que comentamos, disfrutando de medios y un elenco de actores popularísimos, plasmando un resultado que compitió a los Oscar con el mismísimo Spielberg, con su película bélica antes comentada. Sin embargo, la carrera del director nos deparó luego el bochorno de hacerse cargo de un típico bodrio como El nuevo mundo (la historia de Pocahontas).
Resulta muy curioso preguntarse por el sentido del nombre dado a la novela y al film, pues la explicación más fácil era sin duda referirse a la línea roja del horizonte al amanecer, a la que miran los soldados en las previas horas angustiosas a la batalla, pues esa es precisamente la hora en que se hacen los desembarcos en suelo enemigo. Ésa es incluso la idea explícita del cartel de la versión cinematográfica de 1964 (en España se llamó El ataque duró siete días).
Sin embargo, yo entendía que era posible una segunda explicación al nombre, que quizá estaba oculta en el inconsciente del autor de la novela y que tiene una base cinéfila sorprendente.
Y es que “la delgada línea roja” es la que narra, marcando sobre una mesa con su dedo mojado en vino, el viejo general de gran bigotazo, entusiasmado con sus hazañas en la guerra de Crimea (la batalla de Balaklava, en la fase que ganaron los ingleses, independiente de la desastrosa “Carga de la Brigada Ligera”, absurdo entre los absurdos, que dio lugar a una popular película de Michael Curtiz, el director de Casablanca) en una de las mejores versiones de Las Cuatro Plumas, la de 1939, primera en color, dirigida por Zoltan Korda. Pues bien, la delgada línea roja es la línea defensiva que forma la infantería británica (en realidad escoceses) para defender su posición con firmeza, y es roja porque ése es el color de las casacas de sus uniformes. ¿Es acaso coincidencia que los protagonistas de la película comentada sean precisamente la infantería de marina estadounidense?
A este respecto, se puede ver refrendada mi tesis en un interesantísimo blog sobre historia, con un artículo además excelente sobre la absurda carga de la brigada ligera y su versión fílmica, en: http://clio.blogia.com/2004/031601-bring-on-the-empty-horses-.php
III. LA OBRA DE CLINT EASTWOOD EN LA PRIMERA PARTE DE SU BILOGIA DE IWO JIMA.
Es interesantísimo profundizar en la gestación de esta película, para lo cual recomiendo, entre los materiales posibles, la siguiente web:
http://www.labutaca.net/films/47/banderasdenuestrospadres1.htm
Ya sabíamos, desde antes de su inicio, que el proyecto bélico de Eastwodd trataría sobre el famoso izado de bandera de Iwo Jima (la foto de AP que fue premio Pulitzer, no sin polémicas posteriores sobre si había sido un montaje) y que el guionista iba a ser un colaborador habitual del director, Paul Haggis (a su vez director de la magistral y sorprendente ganadora de los Oscar 2006, Crash).
Pero hay mucho más detrás de la historia, y todo muy interesante, tanto para comprender un capítulo importante de la II Guerra Mundial como para saber cómo funciona el mundo del cine por dentro.
La obra se basa en una novela que podemos llamar de investigación o reconstrucción, co-escrita por el hijo de uno de aquellos héroes. Sus derechos para film los había comprado Steven Spielberg, pero Eastwood había mostrado su interés en poder dirigirla, con la suerte de que al cabo de unos años fue el propio Speilberg el que se lo ofreció. Se formó, por tanto, un tandem formidable de director y productor, que se nota en la película.
El resultado final es de gran calidad, pues cuenta a la vez tres historias de gran interés, entrelazando las escenas con gran acierto, siempre avanzando hacia el desenlace de las tres historias, marcando tres campos temporales definidos: a) la reconstrucción de la historia por el escritor, hijo de uno de los soldados, b) la batalla y colocación de la bandera, y c) la campaña de recaudación de fondos (necesarios para una economía de guerra donde las arca públicas de USA ya no eran suficientes) utilizando a tres de los soldados que elevaron la bandera para la foto (que, por cierto, fue la segunda alzada sobre la colina que dominaba la playa del desembargo, sin que ello significara la toma de la isla, puesto que la batalla se prolongó mucho tiempo más).
La maestría de Eastwood produce su fruto y la producción de Spielber deja un sello inconfundible para las escenas puramente bélicas (donde había ya puesto el listón muy alto en Salvad al soldado Ryan).
En cualquier caso, conocer los detalles de la filmación no deja de admirarnos por el afán de perfección del cine norteamericano. Veamos:
- alguna escena se rodó en la propia Iwo Jima, pero en su mayoría las escenas se rodaron en una isla de Islandia que compartía las características de la japonesa: emanaciones volcánicas sulfurosas y playas de arena negra.
- se usaron tanques de la propia gran guerra y los uniformes fueron confeccionados para la ocasión con una tela idéntica a la empleada entonces.
- los actores no acudieron a un campo de entrenamiento, sino que fueron ejercitados en el propio lugar de rodaje por especialistas del ejército. En estas tareas, cuando luego tuvo lugar el rodaje, tuvo gran protagonismo el actor Barry Pepper ( el que encarna al sargento que en la historia real era un verdadero padre para sus soldados, todos muy jóvenes) debido a su experiencia previa en films de guerra (Salvad al Soldado Rayn y Cuando eramos soldados). En todo caso, para las escenas de batalla se realizaban explosiones por sorpresa (siempre con seguridad) para obtener respuestas más espontáneas de los actores intervinientes.
- finalmente, la música es del propio Clint Eastwood (ayudado en alguna parte por uno de sus hijos).
En resolución, una gran película que trasciende su condición de ser un simple film de guerra, incluyendo todo el atractivo de este tipo de obras, con todas sus dosis de sacrificio, heroicidad, disciplina, miedo, compañerismo, etc.
IV. REFLEXIONES SOBRE LA GUERRA, SU ETICIDAD Y LEGALIDAD.
Tengo que confesar que el motivo central de este artículo, aparte de la expectación con la que esperaba la película de Eastwood y las sensaciones acumuladas por la de Malick, fue la aparición de una noticia.
En efecto, leí con asombro que el prestigioso director Brian de Palma iba a comenzar un proyecto sobre una película documental relativa a un episodio tremendo de abusos del ejercito USA en la ultima guerra de Irak (donde violaron, quemaron y asesinaron a una niña de 14 años, matando luego a su familia y pretendiendo encubrirlo todo con un incendio; hubo un juicio, gracias a la delación de uno de los participantes, del que también hemos podido saber que fue condenado a ocho años de cárcel, pero con la posibilidad de obtener la libertad condicional en breve; el juicio para el resto está pendiente), que se llamará Redacted. Por cierto, Brian de Palma ya había dirigido en 1989 una película de ficción sobre abusos en Vietnam, llamada Corazones de Hierro.
Mi reflexión fue: ¿no tenemos ya bastante manipulado informativamente este conflicto, con penosas consecuencias para la propia estabilidad política de la zona y del mundo musulmán? Pero, claro, los cineastas supuestamente “progres” siguen empeñados en “mojarse en política” contra el presidente Bush, con gran movilización en las ultimas elecciones.
Sin embargo, un poco de prudencia no estaría mal. No es sensato usar la demagogia en un tema tan delicado, pues si bien la sociedad estadounidense está harta de la posguerra de Irak (que es posguerra, no guerra como se empeñan en repetir muchos políticos y medios de comunicación de modo interesado) y sucede lo mismo con Gran Bretaña, el momento actual sería el de reflexionar sobre lo que seria mejor para ese país (dejando a un lado polémicas del pasado), donde ahora son los propios iraquíes los que se matan entre sí por motivos religiosos. ¿Es que nadie se va a parar a reflexionar sobre las consecuencias de dejar al país a su libre albedrío? ¿O es que a nadie le importa eso verdaderamente? Por desgracia esto último es lo cierto.
La comunidad internacional debería involucrarse en el problema de sacar adelanta la democracia en Irak, al igual que en Afganistán, dos excepciones en el mundo musulmán, y que sólo han podido tener lugar tras dos guerras e intervenciones de ejércitos exteriores.
Con respecto a los cineastas “progres” el sarampión no cesa y resulta hasta simpático leer un proyecto de Joe Dante (director especializado en cine de terror) donde unos marines muertos en Irak regresan como “zombies” para votar en las elecciones contra Bush...
En fin, todas las guerras son horribles, de esto no hay duda, pero ¿algunas son necesarias”, ¿cuáles son ilegales?, ¿cuáles son inmorales?
No es un tema fácil, pero si acudimos a una simplificación quizá excesiva, una guerra legal sería aquella motivada por un estado de necesidad y que además contase con el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Con esto se le llena la boca a muchos políticos, que actúan de forma interesada y demagógica, olvidando incluso un pasado cercano, donde la OTAN procedió al bombardeo de Kosovo sin respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.
En todo caso, parece un poco triste y, por otra parte, hipócrita, entender de modo simplificado que una guerra solo sería legal con dichos dos requisitos, olvidando lo que es la ONU en sí misma (la gran mayoría de países miembros no son democracias) y cómo funciona el Consejo de Seguridad (con sus derecho de veto), actuando los Estados en ambos organismos atendiendo a sus propios intereses particulares (lo que resultó especialmente evidente en el caso de la segunda guerra de Irak, pues hubo una evidente desobediencia del régimen iraquí a los mandatos de la ONU, que no tuvo consecuencias).
Por mi parte entiendo que puede haber más supuestos en que una guerra puede ser necesaria, conforme a normas no tanto legales como de moralidad, como sería el actuar para acabar con un dictador sanguinario, con lo cual volveríamos a uno de los principios iusnaturalistas de la Escuela de Salamanca y el gran jurista Francisco de Vitoria allá pro el siglo XVI.
Añado que con ello debería romperse además el hipócrita principio de política exterior (tantas veces violentado, por otra parte) de la no intervención en los asuntos internos de otro país… ¡ como si no fuese legítimo y deseable poder acabar con los dictadores que mantienen a sus pueblos atenazados, hambrientos, amenazados, etc! Quizá cambiasen su manera de actuar si contasen con la amenaza de la intervención de la comunidad internacional para acabar con sus desmanes.
En fin, dejemos a nuestros políticos con su juego demagógico, que no pretendan aprovecharse de nuestra buena fe, pues es indudable que la guerra es siempre horrible y en modo alguno deseable, algo por desgracia consustancial a la historia de la humanidad y en muchos casos, y desgraciadamente, un mal necesario.
Hace poco tuve ocasión de ver la obra MARAT SADE en versión del grupo de teatro Animalaria (el que tanto ruido ha armado contra el PP y Aznar y la guerra…), un buen resultado final, de duración larga, donde no hubo excesos. Y en medio de los discursos, siempre dentro del carácter utópico de su mensaje, se pregunta por qué no pueden desaparecer los ejércitos y como respuesta simplificada se dice únicamente que son necesarios contra el terrorismo… Está claro que eso es quedarse casi en una anécdota enlazada con la política de G. Bush en tiempos recientes (también la de T. Blair, pero a éste se le cita menos por ser cuasi socialista…), cuando lo simple sería recordar, por ejemplo, que sin ejércitos no hubiera podido pararse a Hitler…
Insisto, toda guerra es horrible, pocos pueden negarlo, así que termino con las palabras de Ken Watanabe (el mágnifico actor japonés que protagoniza Cartas desde Iwo Jima): “En algún lugar de nuestro subconsciente podemos entender que la guerra no es buena, pero es poco probable que odiemos la guerra desde el fondo de nuestro corazón en la vida diaria. Cuando ves lo que allí ocurrió, su realidad, ya nunca más puedes desear enviar a tus hijos o seres queridos a la guerra”.
O las del “supuestamente” derechista Clint Eastwood, cuando era un adolescente durante la Segunda Guerra Mundial: “pero recuerdo que estaba contento de que se hubiera acabado. Todos los ciudadanos del mundo anhelábamos un estado de paz. Yo sólo espero que todos podamos disfrutar de muchos momentos de paz en nuestras vidas, todos nosotros”.
La guerra es como todo, si te ha ido bien, pues es magnífico, ejemplo : te han invadido, han querido cambiar tu forma de pensar por la fuerza y has luchado, has visto morir a algunos de tus camaradas, has matado a las tropas del enemigo, te han herido un par de veces sin excesiva gravedad, te han condecorado, has contribuído al mantenimiento de tu patria y de tu filosofía de vida o has contribuído al cambio social. Pues bienvenida halla sido la guerra.
ResponderEliminarAhora bien, si has quedado paralítico o ciego, te has rendido, a tu familia la han matado en un colateral, han violado a tus familiares, has tenido que salir por patas al exilio, etc... pues muy mal.
Todo depende también de tu educación. Yo serví en el cuerpo de máxima élite de ESPAÑA : La Legión, allí existe un credo y uno de sus pensamientos es : el morir en el combate es el mayor honor, no se muere más que una vez, la muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece, lo más horrible es, vivir siendo un cobarde. Otros pensarán que vivir siempre es mejor que morir aunque sea siendo cobarde. Eso va en gustos y cualquier postura es aceptable, pero, si yo estoy dando el callo partiendome el alma con el ejército con el que hablaba el Gila por teléfono, lo que pido es que el que no quiera luchar, que no moleste con su cagalera, que si yo lucho es porque alguien está pegándome tiros o quiere adueñarse de lo que considero mío o planea atacarme y me anticipo.
Ilmo sr catedrático
ResponderEliminarLe diré, que respecto a que si mis hijos les mandaría a la guerra, le diré, que si son por ofensas a España o a Dios no les mando a la guerra, les mando a matar en la misma situación que se encuentra en estos momentos la nación española, no me importaría a mí, inclusive , con los años que tengo ir voluntario a luchar contra esta manada de indeseables que nos quieren imponer por la fuerza de las urnas y además aparte intentando el sr papes de querer engañar al pueblo llano español diciendo que los reyes católicos no han existido o bien como Juana de Arco.
Porque le diré, que la historia no se reescribe como quiere el sr ZP y como da la casualidad que el pueblo no es un capullo, no podemos creernos en las mamarrachadas que dice el sr Zape, por tanto, fíjese VI, no sólo mis hijos, sino también millares de españoles de continuar la nación en la situación tan eminente confundida, respecto a que nos hagan estos politicastros que tenemos del tres al cuatro, estaremos presentes y en primera línea porque España sea una y no cincuentayuna.
Por España...,
How walks the backyard...
ResponderEliminarEn lo del cine disiento en no pocas cosas, pero mire: para gustos gibt es Farben.
Eso sí: si hablamos de bélico y de Kubrick, hay que mencionar el antes y el después. El después es, en efecto, La Chaqueta Metálica. Pero el antes es la INCONMENSURABLE Senderos de gloria. Desde una conversación hace unos años con un cinéfilo amigo, me gusta comparar el final de ambas. El final de Senderos de gloria (ojalá no deje de emocionarme: síganme apuntando en el bando de los pringaos) tiene claro que si nos matamos, es por culpa de los hijos de puta de siempre: en el fondo del corazón del hombre está el respeto y el afecto por el otro. Pero el final de The Full Metal Jacket ya lo filmó con 58 años. Tras ver a sus amigos caer como perros, a uno de ellos torturado a balazos como "cebo" por parte de un chavalín asiático, antes de que el protagonista y sus colegas puedan balearlo a él... tras todo eso, no pasa nada. Vuelven atravesando el campo, cantando la canción del Club Mickey Mouse; y el fulano piensa: "Este mundo es una puta mierda, sí. Pero estoy vivo y no tengo miedo"
Entre ambos finales han pasado treinta años de Kubrick.
La parte final me suscita bastantes más disensos.
En primer lugar, en el plano de la legalidad internacional, no debemos mezclar los requisitos materiales con la instancia que debe apreciarlos. Alguien ha cometido un delito si lo ha hecho, independientemente de si un juez lo condena (eso será presupuesto no de que haya delinquido -lo que sería absurdo-, sino de que pueda ir a prisión). Lo mismo con la adición de requisitos "estado de necesidad" y "respaldo de la ONU". Ah: lo habitual, desde la Escuela de Salamanca (sea patriota -- consuma Español), no es exigir un magro estado de necesidad, sino una auténtica legítima defensa. La diferencia: en el estado de necesidad agresivo, repercuto el coste de la salvación sobre uno que pasaba por allí; en la legítima defensa, sobre el culpable de que haya que emprender la acción justificada (el estado de necesidad defensivo sólo nos interesaría aquí en supuestos de laboratorio).
Y por supuesto que hay deberes en Irak, claro que sí. Existe un deber de garante (¡que por el momento se plasma en un auténtico deber de ocupación!) de quien ha sacado al país de Guateterrible y lo ha mandado a Guatelaputamierda: está obligado usted a mantener la posibilidad de suministros, de servicios básicos (policiales, orden público, etc.). Porque no sólo se ha cargado lo mínimo: es que además ha desencadenado una Guerra Civil que está en curso (en serio, quien ignore esto debería repasar un poquito la cuestión, los bandos en conflicto, etc.; el número de muertos, en las estimaciones más optimistas, ronda ya os SESENTA MIL; me remito al famoso informe de la CIA que bloqueó N. Negroponte, afirmaciones de antiamericanos o americanos progres tipo Colin Powell y demás. Ya que hay que citarle hasta pa' ir a mear, citemos al viejo Revel: la ideología, qué máquina de negar hechos).
FInalmente, por no seguir alargándome con todo lo que me parece rechazable, me llama la atención:
a) eso de que lo responsable es no insistir en si lo de Irak fue un error o no. Eh... ese error, si lo es, se llamaría crimen de agresión. La conducta criminal habría terminado hace unos pocos años (menos de los que serían necesarios para que prescribiese una estafilla; muchísimos menos que los necesarios para la prescripción de un solo homicidio). Pero en cualquier caso: me gustaría ahondar en esta línea de pensamiento. Si a alguien se le ocurre algún otro conjunto de muertes producidas con ocasión ilícita cuyo reproche debamos olvidar para poder restañar otros problemas actuales, estaría muy interesado en saberlo. Lo responsable es no exigir responsabilidad.
b) Lo de considerar la guerra en ocasiones como "un mal necesario"... ni me paro (la hostia, ¿eh?; porque mire que hay que argumentar largo para convertir esa frase en algo distinto de la apología del crimen internacional).
c) Pero lo más delicado es eso de que hay que ser prudente, hay que tener cuidado y no ser demagogo... denunciando que unos hijos de la gran perra han violado y torturado a una niña.
Denunciar violadores de niñas, que después las torturan hasta la muerte, es progre y demagógico. Y es mejor no hacerlo, porque no hay que pedir responsabilidades sino mirar adelante.
...
En serio, no sé qué decir, porque dice usted que es un amigo. Creo que voy a decir sólo eso. Bueno: y que no sé qué le ha visto a las consideraciones polémicas estas...
Un fuerte abrazo,
ATMC
AnteTodo comenta varios aspectos que tocan el corazón de las apresuradas tesis que este hombre ¿expone? tras la parte de crítica propiamente cinematográfica.
ResponderEliminarYo hice un rápido comentario ayer, y JA me dice que por razones técnicas lo canceló sin querer, así que lo repito.
Creo que hay problemas léxicos de relieve, en las dichas tesis.
Ayer yo estaba más borde, pero interviniendo tras los cumplidos argumentos de AnteTodo, me conectaré a uno de ellos: la ideología.
En efecto, llamar a Blair socialista, a los actuales ¿estados? de Afghanistán e Irak democracias, y a la situación en Irak postguerra (por orden de ideologización creciente), me parece tan forzado ideológicamente que dificulta sucesivos intercambios.
Son etiquetas de chiste malo, como llamar a Pau Gasol el enano más alto del mundo.
En fin ...
Donde dice "no sé qué le ha visto a las consideraciones", debe decir "no sé qué les ha visto a las consideraciones"
ResponderEliminarRuego den por subsanadas todas las demás erratas que, como es sabido, son las últimas en abandonar el barco.
Vuelvo a la ecarga, para ser un poquito más econstructivo, ya que el anfitrión de la ecasa pedía edebate.
ResponderEliminarMe conecto con un artículo norteamericano de esta semana, en un medio prestigioso y para nada marginal cual Slate http://www.slate.com/id/2161385/nav/tap1/ sobre lo que el autor llama las "cuatro verdades impronunciables" que "los políticos [estadounidenses] no admitirán sobre Irak", a saber:
1) que la guerra fue un error,
2) que los soldados americanos son víctimas,
3) que las vidas perdidas en Irak son vidas desperdiciadas,
4) que los USA están perdiendo, o han perdido ya, la guerra de Irak.
Salud,
Y un amigo y Ante parece que les importa algo : "60000 muertos en Irak, crimen internacional,...horror la ONU violada" ; ¡vayan allí de escudos humanos! Palabrerio, labia, se conoce que los muertos en Afganistán están "bien" muertos conforme a la ONU.
ResponderEliminarEs un artículo mal escrito, también los amigos escriben mal, pero a ver quién le pone el cascabel al gato.
ResponderEliminarLa guerra, la maldita guerra...
ResponderEliminar¿Es, a veces, necesaria la guerra?. Evidentemente, si. Había que parar los pies a Hitler, por poner un ejemplo. Pueden ponerse miles. ¿legítima defensa? ¿siempre?.
Otro ejemplo: ¿debía la comunidad internacional haber parado las matanzas genocidas de Ruanda ? ¿Incluso a costa de una guerra? Es decir, ¿es lícito que la comunidad internacional (en román paladino, el Consejo de Seguridad de la ONU) decida una intervención militar contra un régimen sanginario y genocida?. Pero, ¿quién decide qué régimen es sanginario y genocida?. Supongamos que en el Estado X, gobernado por una dictadura militar, el régimen inicia una campaña de limpieza -léase eliminación física, cárcel y deportación- de los disidentes, pero que el tal Estado X es aliado de uno de los miembros con derecho a veto del Consejo de Seguridad de la ONU, que hace uso del mismo para impedir cualquier intervención militar. ¿deben abstenerse de intervenir en el Estado X -militarmente, claro- todos los Estados de la comunidad internacional? El Estado que decida intervenir para liquidar al régimen militar del Estado X, e intentar construir un régimen democrático, ¿será un fuera de la ley?. ¿de qué ley?
Creo, apreciado ATMC, que a veces resulta incoherente aplicar a las decisiones de los Estados las normas y los principios del derecho penal (delito, estado de necesidad, legítima defensa, ...), pensadas para los individuos.
Quiero decir con todo ello que las cosas no son tán simples como a veces puede parecer.Es la incongruencia de un mundo globalizado sin un gobierno globalizado.
En mi opinión, tal incongruencia no podrá mantenerse mucho tiempo.
Estimado Antón Lagunilla:
ResponderEliminarCreo que su apreciación respecto de los juicios sobre individuos y sobre países debería leerse justo al revés. La dogmática clásica de la legítima defensa (y no poco del desarrollo de las teorías de la pena) son curiosamente un calco de las consideraciones de autores como Vitoria sobre el bellum iustum.
Quizá la mejor prueba de lo acertado de la cuestión es que TODOS los ejemplos que plantea usted son legítimas defensas (la legítima defensa, como sabe, abarca tanto la legítima defensa propia como la legítima defensa de tercero; es un error frecuente entre legos confundir “legítima defensa” con “legítima defensa propia”). ¿Se le ocurre algún supuesto en el que quepa atacar a un Estado sin que sea para detener una agresión suya contra otro Estado o un grupo de personas (o la colaboración en una tal agresión)? Es decir: declararle la guerra a un Estado que no está agrediendo a nadie (ni a otro Estado, ni emprendiendo un genocidio ni un crimen contra la humanidad). Si no se le ocurre, es que está de acuerdo con las doctrinas más extendidas desde la edad media: sólo cabe hacer la guerra en legítima defensa.
De modo que si le parece en exceso simple… mire, a veces lo complicado es el intento de justificación de lo injustificable. Simplex sigillum veri; a pesar de todo, ni Vitoria ni Grocio (vaya: éste sí admitía guerras justas punitivas, sin legítimidad defensiva) me parecen precisamente unos vulgarizadores...
El caso de la Alemania hitleriana plantea magníficamente las dos legítimas defensas posibles:
a) La legítima defensa ante una agresión a un Estado: un crimen de agresión avant la lettre (en realidad, ante un bellum iniustum). Ahí los cánones clásicos de la defensa de Estados rigen de modo pleno. Por eso la invasión de Polonia en septiembre del 39 desencadenó primero la respuesta inglesa (y después, las demás) en legítima defensa de la integridad territorial de un Estado (hasta ese momento, no habían hecho más que amenazar).
b) La legítima defensa frente a una agresión masiva a personas (genocidios y crímenes contra la humanidad). En la actualidad comienza a admitirse (como excepción al principio de no injerencia: ¿facultad de injerencia? ¿deber de injerencia?) que en estos casos puede existir legitimación para una intervención armada, por más que -como en toda legítima defensa- sea necesario tomar en cuenta otras consideraciones (¿cuánto y a quién más va a dañar esto?). Es lo que se suele denominar necessitas defensionis en concreto o necesidad racional del medio empleado. En el caso de la guerra, el modelo de legitimación siempre es más complejo, porque para repercutir el daño sobre el agresor (Estado) se hace dañando a personas que pueden no ser agresores (miembros de las fuerzas armadas cuando no están atacando); lo que en puridad lo convierte en un concurso de causas de justificación.
La intervención que habría que haber realizado en Ruanda se corresponde con el modelo de intervención en conflictos (BÉLICOS, claro) internos no declarados. Vaya: que ahí ya había una guerra civil, no sólo salvaje en tanto que guerra sino, además, reduplicadamente salvaje por ser punto por punto una infracción de todo el ius in bello. La intervención en Ruanda era un imperativo derivado de la defensa de los Derechos humanos. Pero eso no era, evidentemente, declarar una guerra, hombre.
¿Quién decide quién es sanguinario y homicida? Hombre: en este punto eso hoy nos trae al pairo. No nos importa quién es sanguinario y homicida. Nos importa quién emprende acciones criminales como parte de un ataque sistemático contra la población civil. Nos importa quién comete un crimen de agresión (y sin embargo este último delito, como sabe, se ha quedado fuera de los Elements of the Crimes, como otras tantas: como la definición de terrorismo, por ejemplo). El avance de la razón en este punto camina en la dirección del Convenio para la represión del Genocidio, del Estatuto de Roma, etc. Hay quien se escuece, por los dos lados (neocons e izquierda radical, que citan el Zum ewigen Frieden como quien rasca un gargajo). Con todo respeto, diré: ladran, luego cabalgamos.
Pero el caso de Ruanda no es el complicado: ahí la agresión contra PERSONAS era ya una guerra. Entrar en legítima defensa no suponía iniciar una guerra. ¿Y si se hubiese tratado de entrar en Darfour, donde no hay una guerra? Ahí sí se plantea el problema en toda su crudeza. Ahí sí se trataría de decidir si es posible iniciar una guerra justificadamente. Los demás supuestos son casos de legítima defensa ante quien hace la guerra.
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Ahí atrás dije que hay que argumentar largo para calificar la guerra de mal necesario sin ponerse junto a la apología del crimen internacional. Más o menos, igual que decir: “el terrorismo es un mal necesario”. Y estaremos de acuerdo en que los atentados contra el invasor, por ejemplo, pueden estar justificados, etc. Pero si un fulano dice sólo “el terrorismo es un mal necesario”… Ya he hablado aquí de algún amigo palestino, triplemente minoría (palestino en Israel; cristianos entre palestinos y beatón entre cristianos). Pues este tiene clarísimo que el terrorismo "a veces" ha sido un mal necesario... Como clarísimo lo tenían, por supuesto, los padres fundadores de los otros, que echaron a los ingleses de Israel a base de bombas asesinas en los hoteles (¿ve?:el intento de justificación aquí sólo podría ser argumentar un estado de necesidad agresivo, porque en el hotel no hay invasores, hay turistas; y porque los atletas israelíes no eran agresores. Hay una racionalidad interna en la dogmática de la justificación que encauza el debate para evitar que el argumentador filibustero se escape vivo y con la presa. Siempre pensé que la justificación procedimental había estado ahí siempre. Más, después de leer esto).
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El problema que plantea sobre lo de la ONU, creo que incide sobre lo mismo que señalé antes. Si nos empeñamos en confundir la regulación material con la panda que tiene que aplicarla, llegará un momento en que no sabremos qué es lo que había que arreglar.
Y sobre su brindis cosmopolítico, me reafirmo con usted: ese es el camino de la razón hoy.
Un abrazo,
ATMC
Apreciado ATMC:
ResponderEliminarMagnífica su reflexión, que comparto por completo.
Sin embargo, hay algunas cuestiones que creo interesante abordar, teniendo presente que entiendo por guerra la guerra entre Estados, no la lucha entre bandas, clanes, tribus, etc.
Partimos de que solo cabe hacer la guerra en legítima defensa, propia o de otros. Pero,¿puede llevarse a cabo una guerra preventiva en legítima defensa?. Por ejemplo, un Estado es amenazado continuamemte por uno de sus vecinos con borrarlo para siempre del mapa. No lo agrede, solo lo amenaza. Pero, además de amenazarlo, comienza a producir armamento nuclear, en cantidad suficiente para que sea posible llevar a cabo, literalmente, su amenaza. ¿Estaría justificada una acción militar del Estado amenazado, dirigida a destruir por completo la industria armamentística nuclear del otro estado? A tener en cuenta que, de cumplirse la amenaza, no cabría defensa posible: el Estado bombardeado y la mayor parte de sus habitantes habrían dejado de existir.
Otra cuestión: ¿Legítima defensa de qué?. ¿Cabría una guerra en legítima defensa contra el intento secesionista de una parte de un Estado?. Evidentemente, la secesión de una parte, que implica la declaración de los secesinonistas como Estado independiente del primero, perjudicaría gravemente los intereses del Estado originario, y éste tiene derecho a defenderlos. Agotados todos los demás caminos, no parece quedar otra salida que la guerra contra el nuevo Estado.
El tema del terrorismo exigiría, a mi juicio, una precisión: no es lo mismo que el terrorismo se lleve a cabo por un Estado (o por un embrión de Estado) sobre otro, que si los terroristas no forman parte del ejército (ni siquiera en un sentido laxo del término) de un Estado concreto, aunque sean apoyados, financiados o protegidos de hecho por uno o varios Estados. En éste último caso, y ante una agresión terrorista, ¿cabría, en legítima defensa, el uso de la guerra contra estos estados que apoyan, financian o dan cobertura a los terroristas?.
Personalmente, me inclino a responder afirmativamente a las tres cuestiones, aunque con bastantes matices. Y me vendrían bien otros puntos de vista, de haberlos.
Con afecto,
Antón L.
Estimado Antón Lagunilla:
ResponderEliminarLa verdad es que siempre discrepamos (por cierto: avec plaisir).
1. Respecto de la guerra en legítima defensa anticipada. La cuestión en términos genéricos es antigua. Está ya en Vitoria y en Grocio. Sin embargo, en términos actuales la cosa es distinta, debido a la existencia de armas de destrucción masiva, que permiten a un Estado un caudal de destrucción inimaginable entonces.
Sin embargo, si abandonamos mundos ideales y nos quedamos en el seco hoy, la cuestión podría dibujarse en los siguientes términos.
El arma nuclear se encuentra en manos de un amplio rango de estados y grupos paraestatales. Su uso en la actualidad es evidentemente disuasorio (entre otras cosas, haga un cálculo de costes y verá como cualquier otra arma, incluida la humildísima arma bacteriológica, es más rentable). Hoy, repito, tener un arma nuclear es un instrumento de disuasión. La poseen Estados tan rogue como Pakistán (y ello, por no hablar de las humildes y terribles bombas sucias: estas creo que te las regalan con la primera entrada en la lista de grupos terroristas de Naciones Unidas. Mi vecina, doña Eulalia –la sorda que los sábados pone el rosario por la noche A TODA CAÑA-, vino el otro día a ver si yo entendía las instrucciones de su bomba sucia, que ella no le veía los neutrones esos). Dicho esto:
A) ¿Se puede emprender una guerra para evitar que el enemigo pueda disuadir? No. No creo que sea necesaria mucha más argumentación. Entre otras cosas: si su Estado tiene la fuerza para emprender esa guerra, ¿no se podría decir que en efecto tiene una potencia disuasoria llamativa? Y ¿qué se podría aducir para que otro Estado no quisiera privarle de ella?
B) La guerra para privar del arma nuclear en sentido práctico, en los ejemplos académicos y en el supuesto de Irak, es filfa. Si la tiene, a ningún semoviente con dedo y medio de frente se le ocurriría poner en peligro tantos millones de vidas sólo para evitar… ¡que la tenga! ¿Cuántos ataques con armas nucleares ha habido desde que existen? En mi ignorancia, sólo conozco dos. Los dos actos criminales de guerra más brutales jamás imaginados por el ser humano. Y desde entonces han pasado 62 años sin que ninguna dictadura, ningún régimen criminal (ni China, ni la U.R.S.S., ni Pakistán, ni Corea del Norte...) haya hecho uso bélico del arma nuclear. Y sin que ni un puñetero grupo estatal o paraestatal haya hecho un uso bélico de una bomba sucia. ¿Cuántas vidas se pueden segar para que no entre otro país más en el club nuclear? ¿Diez mil? ¿Cien mil? ¿Dos millones?
2. Vitoria vio con claridad que la legítima defensa en las relaciones entre Estados muestra una doble vertiente: legitimación de Estado a Estado y legitimación en relación con las muertes y lesiones que sufren las personas. Sin embargo, esta segunda consideración, en vez de codificarla como un necesario concurso de causas de justificación, la relegó a mera regla de proporcionalidad y racionalidad en la respuesta.
Entremos, pues, a lo Vitoria. ¿Cuántas vidas se pueden segar para evitar una secesión?
Depuremos antes de entrar una serie de cuestiones.
a) Hipótesis A. La secesión es declarada tras el empleo de métodos no violentos y materialmente democráticos.
b) Hipótesis B. La secesión es declarada por vías de hecho, dominio de las fuerzas de seguridad, etc.
En el segundo de los casos, se trata de la legítima defensa ante un golpe de Estado. No es la declaración de una guerra, sino de la interrupción de una conducta criminal que pretende someter la libertad de las personas. De todas. Si interviene el Ejército, lo hace en funciones policiales. Daría igual que fuese una secesión o el intento de instaurar un régimen fascista.
En el primero de los casos, el liberalismo y el pensamiento de los Derechos Humanos ha venido a modificar la visión que antes teníamos de la defensa de la integridad territorial. La legitimación del Estado precisamente en tanto que custodio de los derechos pone el freno de la proporcionalidad (¿por qué la peña traduce “Exzessverbot” como “prohibición de exceso”? El calambur tiene sentido histórico en Alemania, pero no creo que sea importable): para mantener íntegro este “aparato de defensa de los derechos”, ¿cuántos derechos debo lesionar? La respuesta es fácil en la legítima defensa (el agresor merece la respuesta, al menos, hasta cierto punto). Pero no es así en el estado de necesidad agresivo.
En dos platos: ¿puede intervenir el Ejército, con funciones policiales, en la defensa de la legalidad vigente, para el mantenimiento de la distribución territorial del poder? No nos liemos: ahí son policías con galones. Es mejor que las funciones policiales las desempeñen policías, por infinidad de razones. Pero eso es una cuestión menor, que no afecta a lo esencial.
Pero ¿es legítimo iniciar un conflicto armado interno, una guerra civil, para evitar que un territorio, sin que sus habitantes se vean coaccionados de modo materialmente antidemocrático, se secesione? Hay que construir el estado de necesidad agresivo: ¿cuántas vidas de no-implicados va a costar esto? En mi opinión, la ponderación apunta razonablemente a un absurdo. Esto va a costar vidas de no implicados o de implicados a la fuerza. ¿Qué beneficio se logra? Que la legal distribución territorial del poder en este país se mantenga frente a un cambio formalmente inválido. ¿A quién beneficiaría que no hubiese cambios formalmente inválidos en esa distribución? A los habitantes de ese territorio. ¿En qué dirección apunta su voluntad política? En la del acto que estoy reprimiendo. Voy a hacer uno de esos bonitos ejercicios de demagogia, tan útiles para apartar un momento los matices cuando nos obsesionan y los elevamos a rango de ratio decidendi:
A- o les mato para protegerles de ellos mismos;
B- o es que hay un interés superior a los derechos de esos individuos
b.1.¿Derechos de otras personas? (rechazable, sin ir muy lejos. Los derechos políticos de los miembros del grupo A estarían sometidos a los del grupo B)
b.2. ¿Derechos de colectivos? (1. Buf. Y 2. Pero ¿esos colectivos no están para la defensa de los derechos de las personas?)
C- o es la defensa de los cauces formales por los que se han de adoptar esas decisiones. Claro que hay que defenderlos; pero se plantea de nuevo la cuestión de la proporcionalidad.
(Todo ello, sin entrar en otra cuestión más vieja: ¿qué Estado es ese? ¿Hay que mantener un Estado con su conformación actual cuando un proceso materialmente democrático (luego nos ponemos de acuerdo en los requisitos, no se me amontonen) dice que este sector, a lo sumo, dentro sólo pretenderá ser una “provincia rebelde”? No es la cuestión central, lo sé; pero sin duda nos ayuda a la hora de determinar la proporcionalidad de la respuesta).
En mi opinión, la “guerra contra el nuevo Estado”, tal como usted la plantea, no supera los requisitos de justificación del ius ad bellum. No se puede declarar la guerra “para evitar que se perjudiquen los intereses de un Estado”. Hemos llegado demasiado lejos en la importación del lenguaje, y en efecto: los giros lingüísticos terminan por configurar las categorías.
3. En relación con el terrorismo: me limité a plantear que en el plano material puede hacerse un paralelismo bastante ajustado entre la justificación de acciones bélicas y la justificación de acciones terroristas. Usted entra en el espinoso tema de la legítima defensa contra el Estado cómplice. Utilizo esta expresión porque la cuestión se puede emplear de modo paralelo en las guerras entre Estados (ataques a países que son cómplices de Estados agresores).
La guerra es última ratio porque no mata Estados: mata gente. Por ello, habría sido una barbaridad que los aliados hubiesen bombardeado España por prestar auxilio a las tropas del eje. Una cosa es que el Reino de España favoreciera al bando criminal y otra que se pueda matar ciudadanos españoles por ello. Desde luego, la acción bélica como respuesta a la financiación de grupo terrorista está fuera de los cánones del ius ad bellum, del mismo modo que lo estaría para responder a la financiación de acciones bélicas injustas (¿va a bombardear a los USA por financiar a los talibanes? ¿O a China por financiar a los norcoreanos?): es necesario recurrir a otras vías. Y las hay, aunque cuesten más.
El caso de “Estados-retaguardia”, que no sólo financian sino que sirven de línea de retaguardia, refugio y amparo es otra cuestión. Ya fue tratado por los clásicos: son acciones militares, y entra dentro de los cánones del ius in bellum el ataque proporcionado a las líneas de retaguardia y abastecimiento. No son empleados de banca: son fuerzas armadas. Debe seguirse el paralelismo entre terrorismo y acciones militares. Si no, corremos el riesgo de emplear el tabú “terrorismo” para justificar que con Untermenschen podemos pasarnos por el forro de los cojones el contradictorio y brutal umbral mínimo de la Humanidad: las reglas del Derecho de la guerra, en sus dos vertientes (ad bellum e in bello)..
P.S.1. En ius ad bellum con frecuencia la respuesta a la pregunta "pero entonces, ¿qué vas a hacer?", la respuesta es "nada". Las demás alternativas son peores. Miren ustedes los aprendices de brujo que se creen que en todo el orbe ya hemos abandonado la época de "yuxtaposición de Estados" reuteriana... Quizá mejor: "aún nada".
P.S.2. Oír el sábado a las 12 de la noche, en el piso de encima, el rosario cantado por un coro de voces graves en la radio da un rollo de peli de miedo de puta madre. No dejo de pensar en la genial Rosemary’s Baby”. Botellón en mi casa este sábado para oírlo. Traed hielo y ganchitos.
Apreciado Ante Todo:
ResponderEliminarEl placer, realmente, es mío, y no crea se trata de una fórmula de cortesía.
Solo algunas precisiones apresuradas:
1. Me parece peligroso pensar que el arma atómica es sólo disuasoria, y que nadie, bajo ninguna circunstancia, la empleará jamás. Y ello no solo porque no me fío de los estados-canallas, sino porque las razones de los fundamentalistas de todo credo son por completo irracionales.
2. No pensaba en Irak, sino en Irán e Israel. El actual gobierno iraní (o, por afinar, el integrismo chii iraní, que actualmente controla casi en su totalidad el gobierno) han afirmado sin ambages que su objetivo es borrar del mapa al estado de Israel. Y, a la vez, ha puesto en marcha un importante programa nuclear, con el objetivo de conseguir la bomba. ¿solo es una política disuasoria?. Ojalá.
3. La secesión no es sólo un asunto de redistribución territorial del poder político. En mi opinión, los secesionistas se apropian para sí, en exclusiva, de algo que es de todos. Por tanto, perjudican -agreden- a todos. Por supuesto, estoy de acuerdo con la proporcionalidad: será un problema policial, o una intervención militar-policial, o una guerra, dependiendo de las circunstancias (piense, por ejemplo, que las unidades militares que están en el territorio secesionista pueden sumarse a la secesión, transformándose en el ejército del nuevo Estado; o no).
Por otra parte, cuando me refiero a los intereses del Estado no apelo a la "razón de Estado", ni nada parecido: en un Estado democrático, los intereses del Estado son, por definición, los de la inmensa mayoría de sus ciudadanos. Hemos de ser conscientes de que el ejercicio de nuestras libertades depende, precisamente, de que el Estado exista. Sin el Estado, los derechos de las personas (y no solo los derechos políticos) son una quimera: en las naciones donde el Estado es sustituído por una étnia, un clan, una mafia o las trescientas familias de turno, los derechos de los ciudadanos no existen. Por tanto, en los estados democráticos toda secesión unilateralmente decidida, en cuanto que perjudica los intereses del Estado, atenta también, sin duda, contra los intereses de la mayoría de la nación, es decir, contra los derechos y libertades de la mayoría de los ciudadanos de ese Estado.
4. Claro que la guerra es la última ratio, pues además de matar Estados (por ejemplo, el del III Reich) también mata gente. En cuanto a su ejemplo, pienso que si el Reino de España, en ese momento el Estado franquista, hubiera prestado auxilio efectivo a las tropas del eje (por ejemplo, montando fábricas importantes de armamento en Barcelona para el ejército alemán), no dude usted de que esas fábricas (y, por tanto, España) habrían sido bombardeadas por los aliados. En consecuencia, la cuestión de la guerra a los Estados-retaguardia del terrorismo dependerá de la intensidad y gravedad de los ataques terroristas, del tipo de auxilio que se les preste por tales Estados, de la eficacia e importancia de dicho auxilio, de la posibilidad o no de otras vías para entorpecerlo o eliminarlo, de la proporción entre el daño que se pretenda evitar y el que pueda causarse, etc. etc.; es decir, dependerá de las circunstancias, y no de cuestiones de principio.
5. En mi opinión, Vitoria no pudo prever tres aspectos esenciales de la guerra actual: a) las armas de destrucción masiva permiten a los grupos terroristas una capacidad de destrucción inimaginable para su época: podrían, literalmente, liquidar un Estado; b) la destrucción de un Estado no exige, necesariamente, la ocupación de su territorio, y c) el terrorismo fundamentalista carece de racionalidad. A mi juicio, estos son los tres aspectos principales que obligan a replantearse algunos conceptos de la doctrina clásica tanto del ius ad bellun como del ius in bello.
PS: Me encantaría apuntarme al botellón, pero este sábado tengo tarea, y estoy a unos 800 Km. de ahí. Aunque promero tomarme un cubata con ganchitos a su salud.
fé de erratas: quise escribir "prometo". Perdone la dislexia.
ResponderEliminarhostis!!!!
ResponderEliminarsoy el autor del pastiche y ¡me encanta tanta polémica!
las ideas están para hablarlas y debatirlas, siempre se puede obtener algo bueno y novedoso respecto a lo que uno opina!
no me gustan las simplificaciones en modo alguno, hay que procurar profundizar en todo, analizando siempre desde la sospecha de que uno mismo puede equivocarse por "hablar (opinar) antes de haber pensado"!
Así que ¡mas madera!, pero ahora en plan "buotades" o "flashes":
1. Bush es un gili, parece poco decente pensar otra cosa... Pero ¿en que se diferencia de otros grandes dirigentes de su propio Estado y de otros supuestamente "grandes Estados"?
Todos se mueven por intereses a veces inconfesables que producen pavor, pero claro, mientras tanto el mundo "va bien" con tanto opresión,hambre, violaciones de derechos humanos... El mundo "pobre" claro está. Todos somos culpables pues no nos movemos lo suficiente para intentar cambiar la cosas y, por desgracia, acabamos sumandonos a las simplezas para no dejar mal a los que ideológicamente nos representan.
2.- Aznar cogió el "síndrome de Napoleón", metió la mano por dentro de la camisola y salió en la puta foto de las Azores cuando España no iba a pegar un tiro en la dichosa guerra... Condenémosle por ello, pero sin dejar de mirar el presente y ver si podemos solucionar algo de lo mal hecho.
3.- Blair es un "enchufao" que se ha librado de muchas críticas y muchas invectivas... Ahí son injustos, pero intencionados, nuestros supuestos izquierdosos, mas preocupados del electoralismo de atizar los monigotes del Bush y del Aznar.
4.- La historia del mundo es una historia de guerras por desgracia,parece tan íntimamente ligado a nuestra sociedad... Ya desde que el homínido descubrió el hueso como arma de batalla (cito a Kubrik claro está y su 2001). Muchas guerras las veneramos por un motivo u otro, quizá por eso no somos capaces de hcer algo en serio para acabar con las mismas. A lo mejor era simplemente tan fácil como acabar con las fábricas de armas... Pero TODO el mundo gana pasta con ello.
5.- La guerra de Irak fue un error para USA... pero en realidad porque no les salió como ellos esperaban. Pero entonces lo mismo podríamos decir de Afganistán, veánse las amenazas que España acaba de recibir! Pero lo realmente triste, OBJETIVAMETNE triste, es que en esos países SE MATAN ENTRESI, no solo van contra el "invasor".
Por ahora termino, luego añadiré mas cosas.
saludos a todos.
VUELVO AL ATAQUE tras un pequeño paréntesis de trabajo.
ResponderEliminar6. Jamás voy a decir que no se pueda informar sobre hechos de guerra... sería CENSURA, que aunque es común en las guerras, solo está justificada en casos extraordinarios.
Pero... mi tésis es que si hay un incendio tremendo relacionado con el extremismo musulmán... ¿es prudente echar gasolina a ese fuego?
Y mi tésis sigue: no todo vale contra un adversario político, hay por encima valores superiores (cuestiones de Estado, p.ej.) que aconsejarían prudencia en determinadas ocasiones.
Y, hombre, también habrá atrocidades de otro signo (me vienen a la mente los degollamientos de civiles en Argelia) pero esas no se documentan.
En suma, no me gusta la demagogia fácil, ni de un signo ni de otro,me revelo contra todas ellas.
7. Una aclaración cinematográfica: En el artículo quise hacer referencia a peliculas "modernas" de cine bélico. Eses el único motivo de que no cite la magistral SENDEROS DE GLORIA, ni SIN NOVEDAD EN EL FRENTE, ni JOHNNY COGIO SU FUSIL, entre muchas... Aparte de otras muchas, claro está.
abrazo a todos
Termino mi perorata, porque se me había olvidado decir que en cuanto a evitar sectarismo a la hora de tratar temas de guerra, Clint Eastwodd parece muy equilibrado en CARTAS DESDE IWO JIMA, pues incluye ejecuciones de prisioneros desarmados de ambos bandos, fruto de la locura de la batalla.
ResponderEliminarAsombra ver que todo el mundo -no sólo en este foro- tacha ya, determinantemente, la guerra de Irak como de un craso error de la Aministración Bush.
ResponderEliminarY digo que asombra, porque, para cualquiera que tenga un mínimo de formación política e histórica, debería saber que estos fenómenos histórico-bélicos no pueden enjuiciarse en su trascendencia sino hay de por medio el suficiente espacio temporal para hacerlo.
Es decir, para enjuiciar la guerra de Irak (o la de Agfanistán, o la que sea)como un acierto o un error hace falta lo que se llama perspectiva histórica, que como mínimo yo la cuantificaría en 30 ó 50 años.
Lo que ahora puede parecer un error, dentro de 30 ó 50 años resulta que fue un acierto a todas luces.
Y si alguien se cree que la Administración americana (la de Bush o la de quien sea) planifica las cosas para el corto plazo, sin tener en cuenta el largo plazo, esto es, a 30 ó 50 años vista, es que no tiene ni puñetera idea de cómo se cuecen, a escala político-histórica, las estrategias que dan sentido y razón de ser de los Estados. Si encima hablamos de un Estado, como es los EE.UU, excuso decir.
Nada, pues dentro de treinta años (o de cincuenta) nos damos cita en este foro y analizamos la guerra de Irak, la de Bosnia, la de Afganistán y nos pronunciamos; ¡qué suerte! dentro de unos años ya podremos saber si la de las Malvinas ha sido un acierto o un error... Mientras tanto, calladitos, que es como estamos más guapos, que dentro de treinta años (o de cincuenta) se abren los cielos, aparece la paloma y adquirimos todos la sabiduría y el don de lenguas necesarios para afrontar esas cosas con perspectiva.
ResponderEliminarNo me convence. La historia se construye, y a su construcción contribuyen muchos, cada uno en su medida. El juicio que nos merezca la guerra de Irak dentro de treinta años será el resultado de todo lo que en esos treinta años se vaya diciendo sobre esa guerra, su acierto y su error.
A día de hoy, con la información que tenemos hoy, puede argumentarse que la guerra de Irak ha sido un error (y habrá que explicar por qué razón o desde qué parámetros se emite ese juicio), y también puede decirse que ha sido un acierto (y se pasan a exponer las razones y los parámetros). Entonces se discute, que es muy sano y muy democrático. Supongo que eso es lo que pretenden quienes califican esa guerra tanto de error como de acierto. Supongo que no pretenden que su juicio sea válido pese a todo y para siempre.
Supongo que incluso ellos barajan la posibilidad de cambiar de opinión en treinta años...
Saludos afectuosos
"En suma, no me gusta la demagogia fácil, ni de un signo ni de otro,me revelo contra todas ellas".
ResponderEliminarRebélese usted con b, hombre, que queda mejor.
pues efectivamente ME REBELO contra el escribir rápido en el pc... pues o es un poco de dislexia o es burrez!!!! pero la excusa de que escribí rápido me consuela un poco
ResponderEliminarja ja ja
aunque a lo mejor queria revelar "mi rollo"
ja ja ja
gracias en todo caso por la indicación
En efecto, llamar a Blair socialista, a los actuales ¿estados? de Afghanistán e Irak democracias, y a la situación en Irak postguerra (por orden de ideologización creciente), me parece tan forzado ideológicamente que dificulta sucesivos intercambios.
ResponderEliminarVALE: Entonces Blair es fascista como Aznar. Irak y Afganistán son tan dictaduras como Irán y Siria. Y la "insurgencia" iraquí es aún el ejército de Irak continuando la guerra, al igual que los maquis tras la civil española.
MI SIMPLIFICACION QUIZA ERA EXECESIVA, pero no tenía timepo de escribir un largo libro sobre le asunto, PERO ME PARECE QUE SE ACERCA MAS A LA REALIDAD QUE LA OTRA OPINIÓN.
Puedo estar equivocado, pero intentaba enfocar el tema con cierta objetividad.
!Más madera!
Sine ira.
ResponderEliminarPues no quisiera llevarle yo la contraria al Pentágono: en Irak hay hoy una GUERRA CIVIL.
Y para los largos de vista...
a) con millones de víctimas, más de setenta mil de ellas mortales (en los cálculos más optimistas)... ¿de verdad cree que esto era la ultima ratio, el mal menor? ¿No había salidas menos dañosas?
b) Por cierto: ¿cómo podemos los mortales, que no tenemos vista tan larga, decidir sobre nuestros gobiernos en esta clase de cuestiones tan, tan, tan difíciles de analizar? ¿Ya es momento de analizar, por ejemplo, si debemos permitir el avance de las sociedades teocráticas orientales, o si debemos volver o no a sistemas como el soviético? ¿Tienen algo que decir en todo esto los implicados, o deben sufrir un infierno bélico tras otro mientras vamos aclarándonos in the long term?
(Por cierto: no sé cómo lo hará el Volkgeist norteamericano. Pero las contractors, Halliburton y compañía rinden cuentas a sus accionistas año a año).
(Triste momento éste, peor que aquello de Dürrenmatt sobre luchar por lo evidente: ahora, aducir datos es demagogia).
(Disculpen de nuevo la cosita de la errata: el anterior mensaje pretendía enlazar con el de Guillermo Caso Cobos)
ResponderEliminarEstimado Rafael,
ResponderEliminar(su cita) : VALE: Entonces Blair es fascista como Aznar. Irak y Afganistán son tan dictaduras como Irán y Siria. Y la "insurgencia" iraquí es aún el ejército de Irak continuando la guerra, al igual que los maquis tras la civil española.
Usted se lo guisa y usted se lo come, amigo. Sus primeras posiciones eran una simplificación no "quizá excesiva", en mi opinión, sino amargamente alejada de la realidad. "Sus" segundas posiciones huelen a caricatura extrema, pergeñada con la sola finalidad de criticarla y ridiculizarla, sin ninguna conexión con lo que haya dicho el interlocutor. Como estrategia -ideológica, insisto- para cortar la comunicación no está del todo mal; como búsqueda de diálogo y de información, no sirve para nada. Y el consuelo de que su primera inanidad esté "más cerca de la realidad" que su segunda, pobre consuelo es, por las grandes distancias de ambas a esa realidad que ignoran, y porque es usted el que ha formulado solito las dos.
Si efectivamente desea acercarse a la objetividad le propongo las siguientes alternativas, para discutirlas. Permítame, por economía de la discusión, que me centre en sus primeras opiniones, ya que usted mismo dice que son las más cercanas a la realidad.
1) Sobre Blair. En primer lugar, ni siquiera en sus buenos tiempos fue socialista, sino laborista, que es algo bastante diferente. En segundo lugar, hasta dentro de ese partido laborista ha tenido y tiene una contestación enome. En tercer lugar, y principal, con sus acciones Blair se ha salido de la escena política, junto con los compañeritos de infamia, y ha entrado en la de los crímenes de guerra. Al tiempo. Vale otrosí para el tonto mentiroso, soberbio y cínico en nómina del Sr. Murdoch.
2) Sobre Irak, Afganistan, Siria e Iran. Si quiere meterlas en el mismo saco bajo la plana etiqueta de "dictadura", allá usted. Sin ir más lejos, yo tengo claro que toda la gente que conozco preferiría vivir en Siria, puestos a elegir entre los cuatro, así que tan iguales no son. Antes de dejarse llevar a esas alegrías definitorias, estúdiese un poco la realidad. Pero en general, si me permite un consejo, no es buena estrategia complicar la discusión con cuatro ejemplos, cuando demostradamente no ha entendido ya los dos primeros, pues osa llamar "democracias", desafiando el buen sentido del lector, a pseudoestados dominados por potencias extranjeras, desgarrados por violentísimos conflictos internos, y carentes de cualquier infraestructura institucional y jurídica digna de tal nombre. ¿O las llamaba democracias por la mascarada del pulgar teñido de violeta, votando a candidatos secretos hasta el día anterior, por temor de la violencia de su "postguerra"? Si quiere usted devaluar la palabra "democracia" (que es uno de los objetivos que pretenden los organizadores del tinglado, a fin de cuentas) siga por ese camino.
3) Sobre lo que está ocurriendo en Irak. De nuevo le veo una pasión nominalista por jugar con etiquetas facilonas, soslayando la realidad. Los datos reales son los siguientes: cuatro años de violento y creciente conflicto armado -más de los que necesitaran los USA para derrotar al Eje en tres continentes, le recuerdo-, 3.500 muertos de la coalición invasora, y varias decenas de miles de heridos graves, con secuelas de por vida http://icasualties.org/oif/default.aspx; un número imprecisado (muchos) miles de víctimas civiles http://www.iraqbodycount.org/background_es.php; el Tesoro de la principal potencia atacante, de rodillas -29.300 dolares de deuda por habitante, a fecha de hoy 17/3/07-http://www.brillig.com/debt_clock/; la sociedad del país invadido, desgarrada y aniquilada, emigrando todo el que buenamente puede; falta absoluta de perspectivas reales de solución, y abundancia de posibilidades de expansión del conflicto.
Respeto su derecho a inventarse un lenguaje nuevo y llamar a esa situación que le describo con datos objetivos con la fantasiosa palabra de "postguerra", ... pero entonces no pretenda comunicar con interlocutores que tengan el molesto vizietto de contemplar la realidad.
Espero su respuesta, y que en ella muestre, finalmente, la objetividad anunciada. Si pretende contestar datos, bienvenido sea: le sugiero sólo que para ello aporte otros datos. Ánimo, que no es tan difícil.
Cordialmente,
Addendum documentando el punto 1, por lo que conciernen los calificativos a aplicar sobre nuestro ex-empleado (en mala hora) como presidente del Consejo de Ministros: http://www.youtube.com/watch?v=rhE1DTPeF0c.
ResponderEliminarSaludos,
Estimado AMIGO SAID:
ResponderEliminarHe analizado con calma sus comentarios, con espíritu abierto, pero me temo que la única conclusión sería en que ambos tendemos a usar "etiquetas" simplificadoras, si bien yo alego como atenuante que mi discurso era obligatoriamente breve para trasmitir mis opiniones (en algunos casos seguramente solo intuiciones)pues no estoy preparado para un análisis más a fondo.
Solo trataba de dar mi opìnión como ciudadano preocupado por la realdiad actual, siempre intentando (segudamente no lo conseguiré hasta el extremo que deseo, pues al final todos somos rehenes de nuestra ideologías) tener la mente abierta, sobre todo a la hora de escuchar opiniones ajena con todo respeto (me remito al mágnifico artículo de MUÑOZ MOLIAN que este blog ha reproducido hace poco, que cais suscribo al 100 %).
En todo caso, quizá sus alegatos vienen a darme la razón en muchas de mis "simples" afirmaciones/opiniones. En efecto:
1.- Ud. mismo llama Blair laborista, lo cual es muy exacto pese a que los medios españole sinsisten en llamarlo socialista... Pero, aparte de matices, son categorías similares, solo separadas por la singularidad de las islas británicas. Lo que en modo alguno puedo admitir es referencias a "crímenes de guerra" imputadas a dicho estadista, pues eso es manifiestamene tendencioso y ajeno al debate que yo abría sobre si la guerra era legal o ilegal, si estaba justificada o no.
2.- Ud. mismo dice que en Irak y Afganistan se vota a varios candidatos posibles... ¿Dónde más se hace esto en un pais árabe? Será una democracia imperfecta, muy defectuosa, condicionada por múñltiples circunstacnais externas e internas, etc. Pero una democracia, lo cual es siempre mejor que lo contrario.
3.- Postguerra no! guerra civil se dice ahora... Bueno, al menos hemos avanzado, pues entonces es que la "guerra de Irak" sí finalizó con la rendición del régimen de Sadam. Pero tampoco entiendo sea exacto, tanto en Afganistán como en Irak, estamos ante el intento de los partidarios del gobierno derrocado de recuperar el poder,pero precisamente para imponer el régimen anterior, en modo alguno deseable me parece a mí. Y no luchan tales bandos contra los "invasores" solamente (esto es un paso indispensable para recuperar el control) sino contra la mayoría de la población que no comparte sus propósitos.
Ahí es donde está la tragedia del tema: ¿hubiesa sido mejor dejar a Sadam en pié (de Afganistán no hablo pues al menos ahí hay consenso en que lo que se hizo estuvo bien) en aras del equilibrio estratégico de la zona?
Ahí lo tengo claro y ya se que soy utópico (pues se que habría que cambair muchas cosas en el orden internacional), pues a pesar de los errores y mentiras al iniciar la dichosa guerra, siempre prefiero un dictador sanguinario de menos... Y por supuesto que ojalá pudiese lograrse sin conflicto armado.
saludos cordiales
"Ahí lo tengo claro y ya se que soy utópico (pues se que habría que cambair muchas cosas en el orden internacional), pues a pesar de los errores y mentiras al iniciar la dichosa guerra, siempre prefiero un dictador sanguinario de menos... Y por supuesto que ojalá pudiese lograrse sin conflicto armado.
ResponderEliminar"
Le cojo a vuelapluma porque tengo poco tiempo: ¿a qué prefiere usted un dictador sanguinario de menos? Porque no se puede dejar la frase sin terminar. ¿Lo prefiere a la situación que hay ahora en Irak? ¿Lo prefiere a los muertos potenciales? ¿Lo prefiere a los muertos reales?
Esta mañana escuchaba a una periodista decir que le parecía increíble que EEUU no dispusiese de medios para eliminar a Sadam sin necesidad de emprender una guerra. Inmediatamente añadió: no me refiero a que le matasen, claro. Me pregunto a qué se referiría (¿secuestrarle?, ¿dejarle en una isla desierta?, ¿llevarlo a Guantánamo?)
Saludos