El acabose. Nace la nueva hija de la Leti y no se habla de otra cosa en las pescaderías. La parroquia baja un poco la voz para preguntar dónde andaría el abuelo paterno, pues nada se ha dicho de su paradero real durante los pasados días. Creo que la mayoría sospecha que andaba ejecutando osos, pero se disimula bastante. Menudos días para hacer tal cosa. También cabe que se diera a otra afición de las que se le atribuyen, no sé si bárbara o de otro tipo.
El caso es que el hombre ha visto interrumpido su absorbente asueto por el nacimiento de esa nieta que, para más liar la madeja, se llama como su señora. Aquí va a haber más que palabras y no quisiera uno tener que presenciar lo que serán estos días las comidas en esa casa. No hay cuidado.
- Mira que te lo dije. Y tú como si nada, a lo tuyo.
- Bueno, mujer, pero fíjate qué preciosa piel te he traído, para la alfombra del saloncito rojo, o para donde tu quieras.
- Egoístas, todos los hombres sois unos egoístas. Y los reyes más, ya me lo decía mi madre.
- No te pongas así. Cómo iba yo a figurarme que iba a nacer la jodida niña la víspera del día de los trabajadores.
- Parece como si no conocieras a tu nuera.
- Hombre, no habrá sido culpa suya.
- Bueno, bueno. Lo que pasa que tu hijo ha salido a ti. Y mira que le he dado la tabarra. Pero como si digo misa. Lo lleváis en la sangre real.
- Pero, corazón, ese viaje lo tenía organizado desde hace mucho y no podía anularlo así de pronto y por si acaso. Sólo me devolvían el ochenta por ciento.
- Tendrás tú mucha falta de viajar.
- No tenía ninguna falta, pero ya sabes que se acaba la temporada y este año no había cobrado aún ninguna pieza interesante. Se me oxida la escopeta.
- Tú sí que estás buena pieza. Por cierto, ¿y la moto?
- ¿Qué moto?
- La tuya.
- ¿Qué le pasa?
- No estaba en el garaje estos días.
- Se la presté a un amigo.
- ¿Qué amigo?
- Uno que se ha ido a Valencia a ver lo de la Copa de América.
- ¿Y cómo se llama?
- Copa Louis Button.
- Digo tu amigo.
- Ah. Pues José.
- ¿José qué más?
- No me acuerdo. Yo siempre lo llamo Pepe.
- Así que un tal Pepe se llevó tu moto.
- Sí, me la devolverá un día de estos.
- Pero si ya está de vuelta y en su sitio desde anteayer.
- Ah, mira, eso es que ya regresó Pepe.
- ¿Y no te dijo nada?
- ¿Nada de qué?
- De la moto.
- Qué me iba a decir. La devolvió y punto. Además, él ya se habrá enterado del lío del nacimiento de Sofía y no habrá querido molestarme con minucias.
- No pronuncies el nombre de tu nieta con ese retintín.
- No es retintín, querida, es que me tengo que acostumbrar.
- ¿A tener nietos?
- No, a que haya otra Sofía en mi vida.
Y así todo, es fácil de imaginar. Pero, en realidad, no me digan que no tiene maneras de rey este hombre que se pira y no aparece por la Ruber en dos días, justo cuando media España querría estar allí haciéndole monerías a la Sofi junior y echando parrafadas con la Leti sobre cómo vienen ahora los hijos y lo que cuesta todo. Ante tanto abuelo esclavo, sometido, humillado y ofendido que vemos por ahí, propongo que a don Juan Carlos lo coronemos como santo y patrón de los pocos abuelos crápulas que van quedando. Es de justicia. Realmente.
El caso es que el hombre ha visto interrumpido su absorbente asueto por el nacimiento de esa nieta que, para más liar la madeja, se llama como su señora. Aquí va a haber más que palabras y no quisiera uno tener que presenciar lo que serán estos días las comidas en esa casa. No hay cuidado.
- Mira que te lo dije. Y tú como si nada, a lo tuyo.
- Bueno, mujer, pero fíjate qué preciosa piel te he traído, para la alfombra del saloncito rojo, o para donde tu quieras.
- Egoístas, todos los hombres sois unos egoístas. Y los reyes más, ya me lo decía mi madre.
- No te pongas así. Cómo iba yo a figurarme que iba a nacer la jodida niña la víspera del día de los trabajadores.
- Parece como si no conocieras a tu nuera.
- Hombre, no habrá sido culpa suya.
- Bueno, bueno. Lo que pasa que tu hijo ha salido a ti. Y mira que le he dado la tabarra. Pero como si digo misa. Lo lleváis en la sangre real.
- Pero, corazón, ese viaje lo tenía organizado desde hace mucho y no podía anularlo así de pronto y por si acaso. Sólo me devolvían el ochenta por ciento.
- Tendrás tú mucha falta de viajar.
- No tenía ninguna falta, pero ya sabes que se acaba la temporada y este año no había cobrado aún ninguna pieza interesante. Se me oxida la escopeta.
- Tú sí que estás buena pieza. Por cierto, ¿y la moto?
- ¿Qué moto?
- La tuya.
- ¿Qué le pasa?
- No estaba en el garaje estos días.
- Se la presté a un amigo.
- ¿Qué amigo?
- Uno que se ha ido a Valencia a ver lo de la Copa de América.
- ¿Y cómo se llama?
- Copa Louis Button.
- Digo tu amigo.
- Ah. Pues José.
- ¿José qué más?
- No me acuerdo. Yo siempre lo llamo Pepe.
- Así que un tal Pepe se llevó tu moto.
- Sí, me la devolverá un día de estos.
- Pero si ya está de vuelta y en su sitio desde anteayer.
- Ah, mira, eso es que ya regresó Pepe.
- ¿Y no te dijo nada?
- ¿Nada de qué?
- De la moto.
- Qué me iba a decir. La devolvió y punto. Además, él ya se habrá enterado del lío del nacimiento de Sofía y no habrá querido molestarme con minucias.
- No pronuncies el nombre de tu nieta con ese retintín.
- No es retintín, querida, es que me tengo que acostumbrar.
- ¿A tener nietos?
- No, a que haya otra Sofía en mi vida.
Y así todo, es fácil de imaginar. Pero, en realidad, no me digan que no tiene maneras de rey este hombre que se pira y no aparece por la Ruber en dos días, justo cuando media España querría estar allí haciéndole monerías a la Sofi junior y echando parrafadas con la Leti sobre cómo vienen ahora los hijos y lo que cuesta todo. Ante tanto abuelo esclavo, sometido, humillado y ofendido que vemos por ahí, propongo que a don Juan Carlos lo coronemos como santo y patrón de los pocos abuelos crápulas que van quedando. Es de justicia. Realmente.
BRAVO!
ResponderEliminarLo del abuelo crápula me ha llegado al alma! Genial.
El título real lo tiene ganado de por vida, otra cosa es que se lo gane el fíu.
Por cierto, respecto al fíu, si tan de pueblo quería ser, si quería casarse con una divoriada... ¿por qué no dimitió como aquel de Inglaterra? Nos hubiese ahorrado unos buenos talegos del presupuesto público, no?
Felicidades maestro.
Otra más a comer por la cara.
ResponderEliminarSeguro que ya todo el mundo la habrá visto, pero esta magnífica farsa vale la pena, entre otras cosas, por un abuelo crápula, follador, heroinómano y lolitófilo (le dice a su nieto que aproveche ahora con ellas, pues partir de los dieciocho son de tres a cinco años), protagonizado por Alan Arkin. La pusieron hoy en el AVE: lo mejor del día...
ResponderEliminarVaya familia de chupasangres!! Claro, como son "tan cercanos", pero la gente que afirma esto, que se creen que son?? marcianos?? son hombres y mujeres como todos nosotr@s..., pero claro éstos son putos reyes; anda y que les den a todos, pero bien dados, bueno, alomejor no, porque quizá a alguno de ellos les gusta y todo...
ResponderEliminarIII República ya!!