01 mayo, 2007

Jueces y deudas

Leo en El País que “La justicia argentina estudia la legalidad del nombramiento de cientos de jueces provisionales, designados por una comisión”. Parece que la Corte Suprema va a decidir si tales nombramientos eran válidos y compatibles con las previsiones constitucionales o si, por el contrario, deben ser anulados, produciendo con ello una cascada de anulaciones de sentencias.
Al leer la noticia caigo en la cuenta de que, si no estoy muy equivocado, coincidí en un congreso en tierras argentinas hace unos diez años con el que hoy preside dicha Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. No recuerdo mayor cosa de él, en medio de aquella multitud de gente, pero sí tuve ocasión de vivir en aquella oportunidad una experiencia bien ilustrativa de cómo anda la carrera judicial en ese país que llamamos hermano. El organizador del evento nos invitó a algunos ponentes extranjeros, entre ellos un colega español con el que me reí un montón en aquellos días, a un asado en su hacienda campestre. Creo que algo he contado aquí ya en otra ocasión, pero vaya usted a saber, con tanto post y tanta historia.
Entre los invitados de honor y más agasajados estaba un importante abogado de aquel territorio, del que había sido gobernador durante un tiempo. En aquella época nuestro anfitrión, además de profesor de Derecho en la prestigiosa Facultad que nos convocaba, ocupaba plaza en la Corte Suprema (o como se llame) de aquel Estado del interior de Argentina. Pues bien, a medida que transcurrían la conversación y los halagos, entre deliciosas piezas de carne del país, fuimos mi colega y un servidor cayendo en la cuenta de la maturranga que allí se había perpetrado. Resulta que en su época de gobernador el hombre aquel había nombrado juez de tal alta corte al profesor que nos invitaba. Después volvió el político a su bufete y pleiteaba a menudo ante el tribunal en cuestión, del que, si no me equivoco, era ya presidente el otro. Al ver y escuchar las complicidades y los agradecimientos que se iban trasluciendo durante la velada, uno no podía por menos que preguntarse con qué independencia procedería el beneficiado juez de hoy cuando le tocaba sentenciar en los sustanciosos asuntos que su antiguo benefactor defendía. La sospechosa sensación subía de tono a medida que el vino iba soltando las lenguas y se ponían los nacionales presentes a hablar de política local, con amplio acuerdo en que el pasado gobierno militar había estado más que justificado y hasta se había quedado corto en sus medidas para evitar la insurgencia revolucionaria, tan peligrosa y sanguinaria, al parecer de aquella gente.
No quiero pecar de malpensado, pero imagino que semejantes colusiones pondrán los dientes largos a muchos políticos y empresarios de nuestro país, tan ansiosos todos por hacer de nuestros jueces servidores agradecidos de sus amos y siervos sumisos de sus propias ambiciones. Y eso sin contar con otro tema que también debería preocuparnos en estas tierras, como es el porcentaje cada vez mayor de jueces sustitutos y magistrados suplentes, seleccionados de forma no precisamente transparente, que juzgan cada día entre nosotros sobre vidas y haciendas. Serán todos o la gran mayoría sumamente capaces y procederán con exquisito cuidado, no me permito dudarlo, pero ya se sabe lo que conviene a la mujer del César, y más en estos tiempos de zozobra judicial y abundancia de tan malos ejemplos.
Algo se resquebraja en un Estado de Derecho cuando el destino de nuestros pleitos se convierte en una lotería, y más si nos fiamos cada vez menos del que maneja el bombo.

3 comentarios:

  1. Cantaban los Calís : " Condenan todos los días, con ley o sin ella allí vas a parar, saben lo dura que es la vida pero se lavan las manos todo les da igual.No tribunales que hacen siempre lo que quieren y que condenan a la gente sin piedad, pero si a un rico le afianzan con jalleres, no lo dudan y le dan la libertad y si no tienes ni una cala pierdes son duros como rocas no tienen humanidad."
    Son de lo peor, aplican un Derecho penal de autor, no son capaces de justificar logicamente la prisión provisional sino que aplican las generalidades de la LeCrim a todos los casos, son los que de chavales fueron maltratados por otros jóvenes e ignorados en la facultad (excepto por los profesores, en su caso)y ahora van de señorias por el mundo alante. Viva la doctrina y peste para los trados porque de magis tienen poco.

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  2. Los jueces sustitutos son uno de los problemas más graves de la justicia en España: cualquiera -literalmente, cualquiera-, que sea licenciado en derecho, puede convertirse en juez sustituto si se da la circunstancia adecuada: la abundancia de vacantes, que es endémica en algunas zonas, como Cataluña.

    En el País Vasco, durante muchos años, casi todos los jueces de instrucción de Bilbao han sido sustitutos; en la Sala de lo contencioso del País Vasco (la que decide, v. gr., sobre elecciones, reuniones y manifestaciones), las plazas de magistrado especialista, que tienen un enorme peso en la formación de la voluntad del Tribunal, permanecen vacantes durante décadas, salvo en breves periodos y por destino forzoso.

    Para acabar de rematar el despropósito, muchos de los jueces sustitutos son opositores fracasados, a los que se recompensa con un juzgado de una capital, mientras que los que aprobaron la oposición tienen que pasar años en destinos conflictivos.

    Los nombramientos no son precisamente transparentes, y no son infrecuentes los vínculos de parentesco o de amistad con miembros de los órganos gubernativos del poder judicial.

    En el caso de los órganos colegiados, proliferan como suplentes los profesores de universidad, que luego "invitan" a sus compañeros magistrados a conferencias, mesas redondas y esas cosas en las que se dan tanto arte. Vamos, todos contentos.

    Creo que existe una cuestión de inconstitucionalidad planteada por un Tribunal Superior de Justicia sobre la regulación de estos jueces y magistrados "temporeros", aunque desconozco la fecha y si ha sido resuelta. Si alguien lo sabe, le agradeceria la referencia exacta.

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  3. Item más los Jueces y Magistrados del tercero y cuarto turnos, que acceden a la carrera judicial tras una mera entrevista personal, sin sujección a temario ni a otro criterio calificador que la libérrima discreccionalidad del Tribunal del concurso. Aquí sí que han jugado las cuotas partidistas, y no para una provisión temporal de las plazas vacantes, sino para ocupar puesto definitivo en el escalafón judicial. Creo que Estevill era uno de ellos. Y Barcigalupo.
    Con esto no quiero generalizar. Conozco algunos pocos Jueces y Magistrados que han accedido por el tercero y cuarto turno y que son magníficos profesionales, amén de independientes, pero constituyen, a mi juicio, la excepción que confirma la regla. Un sistema de selección arbitrario es, necesariamente, campo abonado para el favoritismo, el clientelismo y la liquidación de la independencia judicial. Y para que el Poder (es decir, el Gobierno de turno y los partidos que lo sustentan) coloquen a hombres de su confianza en la judicatura. Por eso luego, ante la justicia, también unos son más iguales que otros.

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