Es una pena que haya fracasado la iniciativa del Gobierno por la cerrazón de los violentos machistas. Pero al César lo que es del César y a José Luis lo suyo, reconozcámosle imaginación y agallas para buscar salida a un problema que llena de sangre y de oprobio nuestro país. Todos sabemos que la violencia doméstica, ejercida fundamentalísimamente por varones contra sus parejas femeninas, viene causando muchísimas más víctimas que el terrorismo, pongamos por caso.
Los machistas violentos llevan tiempo asociados en lo que muchos consideran su brazo político, la EMA (Experiencia Machista Agresiva). El Gobierno está hablando desde hace años con sus representantes, pese a la tenaz oposición de las feministas de nuestro país, que piden leyes más duras, mayor eficacia policial y jueces más comprometidos en la lucha contra esa atroz violencia, en lugar de tanta negociación y tantos manoseos por debajo de la mesa. Con todo y con eso, hay que reconocerle valor y perseverancia a Rodríguez Zapatero, quien, imbuido por su ansia infinita de paz y considerando que lo que esos machistas sangrientos hacen es una guerra larvada contra el sexo femenino, insiste en que no hay más salida verdadera que una reconciliación basada en el diálogo.
Y ahí viene su iniciativa más atrevida, de la que dan cuenta hoy los periódicos: el Gobierno, apoyándose en estudios del CNI (institución que está a punto de desdoblarse en una universidad privada y en una agencia de consulting), ofreció a cada machista violento que se reinsertase con el compromiso serio de no volver a agredir a ninguna señora, una pensión mensual de mil quinientos euros durante diez años, se supone que actualizable con arreglo al IPC.
Desgraciadamente, fueron muchas las reacciones críticas, por cortas de miras. Otros grupos de delincuentes, especialmente los de las mafias rusas y rumanas, declararon rápidamente que por ese precio o poquito más ellos también se comprometían a dejar de delinquir y a convertirse en pacíficos pensionistas. Por su parte, la asociación de becarios de investigación de las universidades españolas divulgó un escrito en el que mostraba su inquietud por el hecho de que las becas de investigación predoctorales, y hasta las posdoctorales, rondan actualmente los mil doscientos euros al mes, mientras que a unos vulgares asesinos se les ofrecía más dinero por no hacer nada. Algunas víctimas de los maltratadores, o sus herederos, se preguntaron cuánto debería pagárseles a ellos como compensación, dado que sus lesionadores o asesinos iban a cobrar semejante importe como premio y acicate para no seguir golpeando y matando. También hubo quien dijo: con esa pensión, que paguen las indemnizaciones por responsabilidad civil que casi todos ellos deben aún a sus víctimas y sucesores. Sólo los etarras se apresuraron a declarar que a ellos sí que no los iban a comprar con una miseria así y que ese dinerito sólo lo admiten una vez alcanzada la independencia de su país del alma y como compensación del Estado español por los años de lucha y sacrificios.
En fin, que ha pasado lo de tantas veces, que en esta España de nuestros pecados la gente no sabe apreciar la grandeza que encierran algunos gestos históricos de sus dirigentes más ilustrados y decentes. Qué personal, por favor.
Los machistas violentos llevan tiempo asociados en lo que muchos consideran su brazo político, la EMA (Experiencia Machista Agresiva). El Gobierno está hablando desde hace años con sus representantes, pese a la tenaz oposición de las feministas de nuestro país, que piden leyes más duras, mayor eficacia policial y jueces más comprometidos en la lucha contra esa atroz violencia, en lugar de tanta negociación y tantos manoseos por debajo de la mesa. Con todo y con eso, hay que reconocerle valor y perseverancia a Rodríguez Zapatero, quien, imbuido por su ansia infinita de paz y considerando que lo que esos machistas sangrientos hacen es una guerra larvada contra el sexo femenino, insiste en que no hay más salida verdadera que una reconciliación basada en el diálogo.
Y ahí viene su iniciativa más atrevida, de la que dan cuenta hoy los periódicos: el Gobierno, apoyándose en estudios del CNI (institución que está a punto de desdoblarse en una universidad privada y en una agencia de consulting), ofreció a cada machista violento que se reinsertase con el compromiso serio de no volver a agredir a ninguna señora, una pensión mensual de mil quinientos euros durante diez años, se supone que actualizable con arreglo al IPC.
Desgraciadamente, fueron muchas las reacciones críticas, por cortas de miras. Otros grupos de delincuentes, especialmente los de las mafias rusas y rumanas, declararon rápidamente que por ese precio o poquito más ellos también se comprometían a dejar de delinquir y a convertirse en pacíficos pensionistas. Por su parte, la asociación de becarios de investigación de las universidades españolas divulgó un escrito en el que mostraba su inquietud por el hecho de que las becas de investigación predoctorales, y hasta las posdoctorales, rondan actualmente los mil doscientos euros al mes, mientras que a unos vulgares asesinos se les ofrecía más dinero por no hacer nada. Algunas víctimas de los maltratadores, o sus herederos, se preguntaron cuánto debería pagárseles a ellos como compensación, dado que sus lesionadores o asesinos iban a cobrar semejante importe como premio y acicate para no seguir golpeando y matando. También hubo quien dijo: con esa pensión, que paguen las indemnizaciones por responsabilidad civil que casi todos ellos deben aún a sus víctimas y sucesores. Sólo los etarras se apresuraron a declarar que a ellos sí que no los iban a comprar con una miseria así y que ese dinerito sólo lo admiten una vez alcanzada la independencia de su país del alma y como compensación del Estado español por los años de lucha y sacrificios.
En fin, que ha pasado lo de tantas veces, que en esta España de nuestros pecados la gente no sabe apreciar la grandeza que encierran algunos gestos históricos de sus dirigentes más ilustrados y decentes. Qué personal, por favor.
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