Todo un descubrimiento los Cuentos completos de Saki, seudónimo de Hector Hugo Munro, escritor inglés muerto en la Primera Guerra Mundial. Humor inglés del mejor, ironía envenenada, sátira finísima.
Copio unos pocos fragmentos, correspondientes a su primer libro, Reginald (1904), recogido en la primera parte de esta edición reciente en castellano de sus cuentos completos. Anímense a devorar el tomo entero, merece la pena. Pinchando aquí se puede también ver una selección de sus cuetos, en edición electrónica.
1. “Se dirá lo que se quiera del declive del cristianismo; el sistema religioso que ha producido el Chartreuse verde no puede morir nunca”.
2. “- Después de todo –dijo la duquesa con vaguedad-, hay cosas ineludibles. El bien y el mal, la buena conducta y la rectitud moral tienen unos límites bien definidos”.
- Si es por eso –contestó Reginald- también los tiene el Imperio ruso. El problema es que los límites no están siempre en el mismo sitio.
(…) La duquesa pensaba que Reginald no superaba el nivel ético que las circunstancias requerían.
- La moda imperante –prosiguió de modo combativo- es creer en el cambio perpetuo, la mutabilidad y todas esas cosas; y decir que sólo somos una forma mejorada del mono primigenio; imagino, claro está, que suscribe usted esa doctrina.
- La considero claramente prematura; en la mayoría de las personas que conozco, el proceso dista mucho de haberse completado.
- E imagino también que es bastante descreído.
- Oh, de ninguna manera. Ahora mismo la moda es tener una disposición de ánimo católica con una conciencia agnóstica: así disfruta uno del pintoresquismo medieval de lo primero con las comodidades modernas de lo segundo.
La duquesa reprimió un respingo. Era una de esas personas que contemplan la Iglesia anglicana con un cariño condescendiente, como si fuera algo que hubiera crecido en el huerto de casa.
- Pero supongo que hay otras cosas –prosiguió- que hasta cierto punto son sagradas para usted. El patriotismo, por ejemplo, el imperio, la responsabilidad imperial, la propia sangre y todas esas cosas.
- Reginald esperó un par de minutos antes de contestar, mientras el señor de Rímini monopolizaba temporalmente las posibilidades acústicas del teatro.
- Esto es lo peor de las tragedias –comentó-, que no siempre te puedes oír hablar. Acepto, por supuesto la idea del imperio y la responsabilidad que conlleva. Al fin y al cabo, tanto me da pensar en continentes como en cualquier otro lugar. Y algún día, cuando termine la temporada y tengamos tiempo, me tiene usted que explicar la precisa hermandad de sangre y todas esas cosas que existen entre un canadiense francófono, un afable hindú y un habitante de Yorkshire, por ejemplo.
(…) – Oh, saca usted de quicio a cualquiera. Ha leído tanto a Nietzsche que ha perdido todo sentido de la proporción moral. ¿Se rige usted, si se puede saber, por alguna regla de comportamiento?
- Existen ciertas reglas fijas que uno observa por comodidad. Por ejemplo, no ser nunca irrespetuosamente descortés con un extraño inofensivo y de barba gris que puedas encontrar en bosques de pinos o en salas de fumadores de hoteles de Europa. Al final siempre resulta ser el rey de Suecia”.
3. “Así que sintió un gran alivio cuando la hija del vicario emprendió la reforma de Reginald. Se llamaba Amable; era la única extravagancia del vicario. Se la consideraba una belleza e intelectualmente dotada; nunca jugaba al tenis, y le atribuían haber leído La vida de las abejas de Maeterlinck. Si en un pueblo pequeño no juegas al tenis y además lees a Maeterlinck, eres necesariamente un intelectual. También había estado dos veces en Fécamp para adquirir un buen acento francés de los estadounidenses que allí veraneaban; por lo tanto, tenía un conocimiento del mundo que podría considerarse útil en los tratos con una persona de mundo”.
4. “En la actualidad mi tía se encuentra en un estado de ánimo más bien balcánico a causa del tratamiento que reciben los judíos en Rumanía. Personalmente, considero que los judíos tienen cualidades dignas de estima: son muy amables con sus pobres… y con nuestros ricos. Imagino que en Rumanía el coste de vivir por encima de los propios ingresos no es tan elevado”.
5. “Y el más joven, que estaba destinado al mercado matrimonial estadounidense, ha desarrollado tendencias políticas y escribe panfletos sobre las viviendas para los pobres. Es una cuestión de mucha importancia, por supuesto, y yo misma le dedico una buena cantidad de tiempo por las mañanas; pero, como dice Laura Whimple, no estaría mal tener casa propia antes de agitar a favor de las de los demás”.
6. “Los jóvenes tienen aspiraciones que nunca se cumplen; los mayores, recuerdos de lo que nunca sucedió. Sólo los de mediana edad son realmente conscientes de sus limitacines; y por eso hay que ser muy pacientes con ellos. Pero nunca lo somos”.
7. “Ninguna mujer realmente previsora almuerza de modo regular con su marido si desea aparecérsele como una revelación a la hora de la cena. Debe darle tiempo para olvidar; una tarde no basta".
Copio unos pocos fragmentos, correspondientes a su primer libro, Reginald (1904), recogido en la primera parte de esta edición reciente en castellano de sus cuentos completos. Anímense a devorar el tomo entero, merece la pena. Pinchando aquí se puede también ver una selección de sus cuetos, en edición electrónica.
1. “Se dirá lo que se quiera del declive del cristianismo; el sistema religioso que ha producido el Chartreuse verde no puede morir nunca”.
2. “- Después de todo –dijo la duquesa con vaguedad-, hay cosas ineludibles. El bien y el mal, la buena conducta y la rectitud moral tienen unos límites bien definidos”.
- Si es por eso –contestó Reginald- también los tiene el Imperio ruso. El problema es que los límites no están siempre en el mismo sitio.
(…) La duquesa pensaba que Reginald no superaba el nivel ético que las circunstancias requerían.
- La moda imperante –prosiguió de modo combativo- es creer en el cambio perpetuo, la mutabilidad y todas esas cosas; y decir que sólo somos una forma mejorada del mono primigenio; imagino, claro está, que suscribe usted esa doctrina.
- La considero claramente prematura; en la mayoría de las personas que conozco, el proceso dista mucho de haberse completado.
- E imagino también que es bastante descreído.
- Oh, de ninguna manera. Ahora mismo la moda es tener una disposición de ánimo católica con una conciencia agnóstica: así disfruta uno del pintoresquismo medieval de lo primero con las comodidades modernas de lo segundo.
La duquesa reprimió un respingo. Era una de esas personas que contemplan la Iglesia anglicana con un cariño condescendiente, como si fuera algo que hubiera crecido en el huerto de casa.
- Pero supongo que hay otras cosas –prosiguió- que hasta cierto punto son sagradas para usted. El patriotismo, por ejemplo, el imperio, la responsabilidad imperial, la propia sangre y todas esas cosas.
- Reginald esperó un par de minutos antes de contestar, mientras el señor de Rímini monopolizaba temporalmente las posibilidades acústicas del teatro.
- Esto es lo peor de las tragedias –comentó-, que no siempre te puedes oír hablar. Acepto, por supuesto la idea del imperio y la responsabilidad que conlleva. Al fin y al cabo, tanto me da pensar en continentes como en cualquier otro lugar. Y algún día, cuando termine la temporada y tengamos tiempo, me tiene usted que explicar la precisa hermandad de sangre y todas esas cosas que existen entre un canadiense francófono, un afable hindú y un habitante de Yorkshire, por ejemplo.
(…) – Oh, saca usted de quicio a cualquiera. Ha leído tanto a Nietzsche que ha perdido todo sentido de la proporción moral. ¿Se rige usted, si se puede saber, por alguna regla de comportamiento?
- Existen ciertas reglas fijas que uno observa por comodidad. Por ejemplo, no ser nunca irrespetuosamente descortés con un extraño inofensivo y de barba gris que puedas encontrar en bosques de pinos o en salas de fumadores de hoteles de Europa. Al final siempre resulta ser el rey de Suecia”.
3. “Así que sintió un gran alivio cuando la hija del vicario emprendió la reforma de Reginald. Se llamaba Amable; era la única extravagancia del vicario. Se la consideraba una belleza e intelectualmente dotada; nunca jugaba al tenis, y le atribuían haber leído La vida de las abejas de Maeterlinck. Si en un pueblo pequeño no juegas al tenis y además lees a Maeterlinck, eres necesariamente un intelectual. También había estado dos veces en Fécamp para adquirir un buen acento francés de los estadounidenses que allí veraneaban; por lo tanto, tenía un conocimiento del mundo que podría considerarse útil en los tratos con una persona de mundo”.
4. “En la actualidad mi tía se encuentra en un estado de ánimo más bien balcánico a causa del tratamiento que reciben los judíos en Rumanía. Personalmente, considero que los judíos tienen cualidades dignas de estima: son muy amables con sus pobres… y con nuestros ricos. Imagino que en Rumanía el coste de vivir por encima de los propios ingresos no es tan elevado”.
5. “Y el más joven, que estaba destinado al mercado matrimonial estadounidense, ha desarrollado tendencias políticas y escribe panfletos sobre las viviendas para los pobres. Es una cuestión de mucha importancia, por supuesto, y yo misma le dedico una buena cantidad de tiempo por las mañanas; pero, como dice Laura Whimple, no estaría mal tener casa propia antes de agitar a favor de las de los demás”.
6. “Los jóvenes tienen aspiraciones que nunca se cumplen; los mayores, recuerdos de lo que nunca sucedió. Sólo los de mediana edad son realmente conscientes de sus limitacines; y por eso hay que ser muy pacientes con ellos. Pero nunca lo somos”.
7. “Ninguna mujer realmente previsora almuerza de modo regular con su marido si desea aparecérsele como una revelación a la hora de la cena. Debe darle tiempo para olvidar; una tarde no basta".
Desternillante y demoledor.
ResponderEliminarSuscribo la opinión de anónimo y salvo a comprar los cuentos. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarSin tener que ver con el post. Es imperativo comentar, profesor, que falleció ayer, cayéndose por un terraplén haciendo senderismo, un dios.
ResponderEliminarSe llamaba Abel Martín Cáceres, 25 años, el juez más joven de su promoción y el mejor alumno de la promoción 1999-2004 de la facultad de Derecho de León.
Comentaba una vez alguien que cuando uno se muere, en esos momentos era "el mejor", pero cuando de verdad se muere el mejor, como en este caso, y ves que se hace realidad lo expresado por Becquer : "que haya un muerto más..." y compruebas que la pésima noticia nos apena porque ya no le veremos los que fuimos compañeros y tuvimos la fortuna de disfrutar de su inteligencia y no tanto porque hemos perdido a un futuro integrante de Altos tribunales que nos hubiera deleitado con sabias lecturas doctrinales.
Era un joven de origen humilde, de ahí del barrio de San Esteban, liberal cuasi rojo de pensamiento, su chavala, repóker de matrículas de honor y un aprobado porque tenía tantos cojones que quiso aprobar las 25 asignaturas en Junio. Yo a veces me picaba y trataba de aumentarme la autoestima diciéndole que el tenía ojos y los demás estábamos ciegos, que los que tenían por naturaleza más cinco litros de materia gris deberían competir en otra liga y no abusar, sonreía y me decía : ¿quedamos para estudiar esta noche? ¡Como no!, daba gusto , sus libros manoseadísimos, subrayados, anotados , anclado de codos , atrincherado entre libros de Derecho.
Podría estar aquí escribiendo de el lo que hiciera falta, pero paso, el/la que no haya tenido el placer de conocerlo ¡que se joda!
AUPA ABEL!!!
ResponderEliminarNo le conoci estrechamente, pero creo que puedo decir que se ha ido un tío cojonudo y, desde luego, una de las personas más inteligentes que haya visto nunca.
Que Descanse en Paz
Abel fue alumno mío, brillante y con mucha personalidad. Descanse en paz. Y un abrazo solidario también a los que fueron sus amigos y compañeros.
ResponderEliminarHabia oido hablar de estas palabras hacia Abel hace tiempo, pero no es hasta ahora cuando he podido leerlas sin llorar, sino solo sonriendo por saber que habia mucha gente que quería Abel.
ResponderEliminarA todos los que habéis escrito y particularmente a usted Profesor, os agradezco estas sinceras y cariñosas palabras.