Una de las ventajas de volver a tratar con bebés es que se aprende mucho sobre los mayores. Detrás de muchos adultos hay un pequeño Goebbels que enseña la patita por debajo de la conversación.
El bebé es examinado con ojo clínico por la concurrencia variable. Se forma alborozo cuando los ojos despuntan azules. Ay, si además saliera rubio, qué dicha. Se hacen votos para que se confirme su pinta de pequeño ario, por mucho que en la tribu tengamos casi todos un tinte agitanado y maneras de morito sin reciclar. Y que sea alto, claro. A cada regreso del pediatra se amontonan las consultas: ¿cuánto creció? Queremos un Gasol de pasarela que viva del cuerpo y sin entrenar, a poder ser, y que se permita mirar a los demás por encima del hombro, literalmente.
Un poco después, tocan las habilidades de feria. Borja Alejandro, recita la alineación del Madrid. Ahora la del Barça. Chico listo, y qué guapo. Jo, y está más grande que todos los de la guardería.
Que venga más adelante el profe de Educación para la Ciudadanía a explicarle lo de la integración de los discapacitados y la igualdad de los inmigrantes. Y luego que el de Historia le cuente que los de esta nación de aquí mismo somos la leche en bote, pueblo elegido, y que a ver cómo nos reproducimos sin contaminarnos ni perder esencia.
El bebé es examinado con ojo clínico por la concurrencia variable. Se forma alborozo cuando los ojos despuntan azules. Ay, si además saliera rubio, qué dicha. Se hacen votos para que se confirme su pinta de pequeño ario, por mucho que en la tribu tengamos casi todos un tinte agitanado y maneras de morito sin reciclar. Y que sea alto, claro. A cada regreso del pediatra se amontonan las consultas: ¿cuánto creció? Queremos un Gasol de pasarela que viva del cuerpo y sin entrenar, a poder ser, y que se permita mirar a los demás por encima del hombro, literalmente.
Un poco después, tocan las habilidades de feria. Borja Alejandro, recita la alineación del Madrid. Ahora la del Barça. Chico listo, y qué guapo. Jo, y está más grande que todos los de la guardería.
Que venga más adelante el profe de Educación para la Ciudadanía a explicarle lo de la integración de los discapacitados y la igualdad de los inmigrantes. Y luego que el de Historia le cuente que los de esta nación de aquí mismo somos la leche en bote, pueblo elegido, y que a ver cómo nos reproducimos sin contaminarnos ni perder esencia.
El monstruo acecha y le hace carantoñas al pequeñín. Para comérselo.
Con que los profesores dejasen de pedir a los párvulos que dibujen a papá y a mamá, ya se habría avanzado mucho. Nada tengo en contra de la educación para la ciudadanía, pero como no eduquen antes a muchos (muchísimos) maestros...
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