Nada menos que la ONU, sigla de siglas por los siglos de los siglos, ha decidido dedicar el año próximo a la patata, el tubérculo con el que se confecciona esa tortilla que es nuestra más acabada seña de identidad, la que nos permite ir por esos mundos con los orgullos bien encendidos. Para acabar con la guerra de las banderas debería hacerse flamear la tortilla de patatas en los edificios oficiales y en los buques de la Armada y se vería cómo desaparecían las discrepancias y los enfrentamientos.
Año 2008, año pues de la patata. Eso quiere decir que es el año de la “P”. P de parentesco pues está previsto que todos los parientes -agnados y
cognaticios- de diputados, alcaldes y rectores acaben rellenando los escalafones de las Administraciones públicas que van a nacer el próximo año, que se espera fecundo pues aún España no ha dado de sí lo que puede en este capítulo de su historia memorable. Se parirán nuevas consejerías, nuevos ministerios, nuevas concejalías y cientos de vicerrectores así como otras perlas para prez de esta tierra próvida en ingenios.
P de parlamento pues se renovará el de la Carrera de san Jerónimo y se espera que por fin pronuncien en él perlas de buena parlería aquellos elegidos que llevan años paralizados, con el verbo contenido y la ceja ceñuda, propugnando en la soledad de sus escaños arbitrios para arreglar los males de la patria.
P de política pues esta se desparramará y llenará todos los confines de la península, con mítines prolijos donde se plasmarán las más atrevidas ideas y donde se puntualizará a los pensadores ilustres del pasado ya que en ellos está previsto que intervengan parleros punzantes.
P de prosa ya que veremos incluso a ágrafos ilustres coger la pluma y engarzar párrafos de potente puntería contra los tópicos y los lugares más comunes, penetrando en lo profundo de la prognosis y de la gnosis.
P de progresismo porque progresivamente prohibiremos el uso de la palabra a quienes protesten por las prótesis a que está sometido el pensamiento.
P de producir pues produciremos y proclamaremos naciones, esbozos de naciones, perfumes nacionales, regiones nacionales y naciones regionales. Un primor provechoso y propenso a exaltar las emociones más primitivas.
P de profeta. Proliferarán quienes nos ofrezcan sus recetas salvíficas para acomodar sus prebendas al orden constitucional y su próstata a la profilaxis más exigente.
El priapismo será curado en prostíbulos pleno de pecatrices prietas y próvidas.
Los poderes del Estado -el legislativo, el ejecutivo y el judicial- acabarán, podados de sus ínfulas, reuniéndose en uno solo, en el Partido, mayormente para que no se peleen ni pugnen por la preeminencia petulante que es cosa de pordioseros.
En fin, vemos cómo de la “P” salen palabras perennes y proteicas. A mí me gusta porque designa a la parodia que es lo que me pone y al profiterol que es mi postre.
Estimula la escritura pulida y está colocada en un buen lugar del alfabeto, no a su cola como le pasa a la pobre “Z”, que es letra con la que el zalamero hace zumo de principios y zapping en la pantalla de las ocurrencias.
cognaticios- de diputados, alcaldes y rectores acaben rellenando los escalafones de las Administraciones públicas que van a nacer el próximo año, que se espera fecundo pues aún España no ha dado de sí lo que puede en este capítulo de su historia memorable. Se parirán nuevas consejerías, nuevos ministerios, nuevas concejalías y cientos de vicerrectores así como otras perlas para prez de esta tierra próvida en ingenios.
P de parlamento pues se renovará el de la Carrera de san Jerónimo y se espera que por fin pronuncien en él perlas de buena parlería aquellos elegidos que llevan años paralizados, con el verbo contenido y la ceja ceñuda, propugnando en la soledad de sus escaños arbitrios para arreglar los males de la patria.
P de política pues esta se desparramará y llenará todos los confines de la península, con mítines prolijos donde se plasmarán las más atrevidas ideas y donde se puntualizará a los pensadores ilustres del pasado ya que en ellos está previsto que intervengan parleros punzantes.
P de prosa ya que veremos incluso a ágrafos ilustres coger la pluma y engarzar párrafos de potente puntería contra los tópicos y los lugares más comunes, penetrando en lo profundo de la prognosis y de la gnosis.
P de progresismo porque progresivamente prohibiremos el uso de la palabra a quienes protesten por las prótesis a que está sometido el pensamiento.
P de producir pues produciremos y proclamaremos naciones, esbozos de naciones, perfumes nacionales, regiones nacionales y naciones regionales. Un primor provechoso y propenso a exaltar las emociones más primitivas.
P de profeta. Proliferarán quienes nos ofrezcan sus recetas salvíficas para acomodar sus prebendas al orden constitucional y su próstata a la profilaxis más exigente.
El priapismo será curado en prostíbulos pleno de pecatrices prietas y próvidas.
Los poderes del Estado -el legislativo, el ejecutivo y el judicial- acabarán, podados de sus ínfulas, reuniéndose en uno solo, en el Partido, mayormente para que no se peleen ni pugnen por la preeminencia petulante que es cosa de pordioseros.
En fin, vemos cómo de la “P” salen palabras perennes y proteicas. A mí me gusta porque designa a la parodia que es lo que me pone y al profiterol que es mi postre.
Estimula la escritura pulida y está colocada en un buen lugar del alfabeto, no a su cola como le pasa a la pobre “Z”, que es letra con la que el zalamero hace zumo de principios y zapping en la pantalla de las ocurrencias.
pardillo pueril y presuntuoso...
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