Echo un vistazo a la prensa de mi tierra asturiana y compruebo con fruición el alto nivel de los políticos que allí manejan el cotarro. Andan entre Aristóteles y Chiquito de la Calzada, entre Cuarto Milenio y Fray Gerundio de Campazas. Arden en fiebres metafísicas, oyen voces, les nacen estigmas y socavones y se abandonan al discurso desconcertante, tipo niña de El Exorcista. Cabe que estén poseídos por algún espíritu celta, que hayan sido abducidos un buen rato por alguna nave de extraterrestres cachondos o, simplemente, que se hayan pasado estos días con la sidra El Gaitero, famosa en el mundo entero.
Vean. Nuestro Presidente de allá, que se apellida Álvarez Areces (doy esta información para los lectores murcianos, pues yo tampoco tengo ni idea de cómo se llama el presidente de Murcia, nada menos; ríete tú de la lista de los reyes godos) y es hombre amplio de miras y encajado en su sillón sin salida posible, ha declarado que “Asturias está percibiendo la alta velocidad”. Percepción extrasensorial, sin duda. Como se entere Íker Jiménez, le dedica un monográfico. Aunque a los de mi quinta nos hacía más gracia aquel Jiménez del Oso de cuando Álvarez Areces ya comenzaba a encastrarse en la poltrona.
Resulta que los asturianos han percibido la alta velocidad ya con la llegada de ese tren a Valladolid. De Valladolid el tren no pasa, pero el asturiano las pilla al vuelo. Es como un runrún aquí dentro, debajo de la boina. Una cosa así como si la Carla Bruni ya sintiera en sus entrañas el refrote sarkoziano cuando el pequeño emperador aún no se le había acercado a menos de trescientos kilómetros, una pasada de sensibilidad a flor de piel y un pedazo de radar en salvas sean las partes. Pues los asturianos igual, notando el regustillo de la velocidad cuando aún están más quietos que una neurona zapateril en conferencia de la ONU. Le dice Xuan a Xosefa: ¿Qué sientes, oh? Y ella: Ay, Xuanín, noto como si todo me temblara, debe de ser el AVE de las diez, que ta llegando a Valladolid. ¿Y préstate? Ay, como lloca me pongo.
Bien está que el Presidente de la noble nación asturiana esté a la altura (y a la anchura) de las circunstancias, pues lleva tiempo la gente de por allí percibiendo lo que no tiene, levitando mayormente y con la oreja puesta para pillar lo que ocurre en otras partes. Se acabó la minería, pero los mineros todavía cobran, las vacas son de cuota, aunque sea láctea, promocionamos el turismo como si lloviera menos que en el desierto de Atacama, y sentimos que avanzamos a toda velocidad subidos al casco de un tal Alonso, que se fue a vivir a Suiza para percibir mejor los encantos de nuestro paraíso natural.
Se ve que es política de todo un gobierno y no que Areces haya estado poseído un rato o que se indigestara con el pavo relleno. Pues ayer mismo declaraba también la Consejera de Medio Ambiente lo que sigue: que la presencia de manchas en la ría de Avilés se debe a una concatenación de hechos. Prodigio de prodigios, es la primera vez que se descubre tal cosa, la primera ocasión en que alguien cae en la cuenta de que son hechos concatenados los que causan algo tan complejo como el que una ría esté hecha una mierda. Deberían organizar un congreso de filósofos de la ciencia para profundizar en el hallazgo epistemológico de la Consejera. Un auténtico cambio de paradigma se avecina; que tiemble Thomas Kuhn, porque uno tan gordo como éste no se había visto. Ríete de Kepler, Galileo o Einstein. Ahora añadiremos a la lista de las eminencias tales a doña Belén Fernández, que no es la propietaria de una administración de loterías en una calle avilesina, sino la nueva experta en materia de causalidad científica.
Posiblemente doña Belén va a alterar también la cosmología al uso, pues lean lo que ha declarado además, para colmo de nuestra estupefacción de legos: “La situación de la ría no es hoy distinta de la de hace un año, la zona ha mejorado mucho”. Así pues, caben mejorías sin que nada cambie. La próxima vez que su señora de usted le diga que por qué sigue llegando borracho a casa una vez sí y otra también, ya sabe lo que ha de responderle: su situación de usted no es distinta de la de siempre, pero está mejorando muchísimo. En una de éstas hasta cuela, si su contraparte sabe algo de metafísica posmoderna y lodos de ría y ría. Y añada: Querida, antes de que yo saliera del bar hace un rato tú ya deberías haber percibido que estoy mucho menos bebido que otras veces.
Ya tenemos el nuevo lema turístico que hará furor: Asturias, paraíso sobrenatural.
Vean. Nuestro Presidente de allá, que se apellida Álvarez Areces (doy esta información para los lectores murcianos, pues yo tampoco tengo ni idea de cómo se llama el presidente de Murcia, nada menos; ríete tú de la lista de los reyes godos) y es hombre amplio de miras y encajado en su sillón sin salida posible, ha declarado que “Asturias está percibiendo la alta velocidad”. Percepción extrasensorial, sin duda. Como se entere Íker Jiménez, le dedica un monográfico. Aunque a los de mi quinta nos hacía más gracia aquel Jiménez del Oso de cuando Álvarez Areces ya comenzaba a encastrarse en la poltrona.
Resulta que los asturianos han percibido la alta velocidad ya con la llegada de ese tren a Valladolid. De Valladolid el tren no pasa, pero el asturiano las pilla al vuelo. Es como un runrún aquí dentro, debajo de la boina. Una cosa así como si la Carla Bruni ya sintiera en sus entrañas el refrote sarkoziano cuando el pequeño emperador aún no se le había acercado a menos de trescientos kilómetros, una pasada de sensibilidad a flor de piel y un pedazo de radar en salvas sean las partes. Pues los asturianos igual, notando el regustillo de la velocidad cuando aún están más quietos que una neurona zapateril en conferencia de la ONU. Le dice Xuan a Xosefa: ¿Qué sientes, oh? Y ella: Ay, Xuanín, noto como si todo me temblara, debe de ser el AVE de las diez, que ta llegando a Valladolid. ¿Y préstate? Ay, como lloca me pongo.
Bien está que el Presidente de la noble nación asturiana esté a la altura (y a la anchura) de las circunstancias, pues lleva tiempo la gente de por allí percibiendo lo que no tiene, levitando mayormente y con la oreja puesta para pillar lo que ocurre en otras partes. Se acabó la minería, pero los mineros todavía cobran, las vacas son de cuota, aunque sea láctea, promocionamos el turismo como si lloviera menos que en el desierto de Atacama, y sentimos que avanzamos a toda velocidad subidos al casco de un tal Alonso, que se fue a vivir a Suiza para percibir mejor los encantos de nuestro paraíso natural.
Se ve que es política de todo un gobierno y no que Areces haya estado poseído un rato o que se indigestara con el pavo relleno. Pues ayer mismo declaraba también la Consejera de Medio Ambiente lo que sigue: que la presencia de manchas en la ría de Avilés se debe a una concatenación de hechos. Prodigio de prodigios, es la primera vez que se descubre tal cosa, la primera ocasión en que alguien cae en la cuenta de que son hechos concatenados los que causan algo tan complejo como el que una ría esté hecha una mierda. Deberían organizar un congreso de filósofos de la ciencia para profundizar en el hallazgo epistemológico de la Consejera. Un auténtico cambio de paradigma se avecina; que tiemble Thomas Kuhn, porque uno tan gordo como éste no se había visto. Ríete de Kepler, Galileo o Einstein. Ahora añadiremos a la lista de las eminencias tales a doña Belén Fernández, que no es la propietaria de una administración de loterías en una calle avilesina, sino la nueva experta en materia de causalidad científica.
Posiblemente doña Belén va a alterar también la cosmología al uso, pues lean lo que ha declarado además, para colmo de nuestra estupefacción de legos: “La situación de la ría no es hoy distinta de la de hace un año, la zona ha mejorado mucho”. Así pues, caben mejorías sin que nada cambie. La próxima vez que su señora de usted le diga que por qué sigue llegando borracho a casa una vez sí y otra también, ya sabe lo que ha de responderle: su situación de usted no es distinta de la de siempre, pero está mejorando muchísimo. En una de éstas hasta cuela, si su contraparte sabe algo de metafísica posmoderna y lodos de ría y ría. Y añada: Querida, antes de que yo saliera del bar hace un rato tú ya deberías haber percibido que estoy mucho menos bebido que otras veces.
Ya tenemos el nuevo lema turístico que hará furor: Asturias, paraíso sobrenatural.
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