Esto es un culebrón. A la mínima se ponen los cuernos, cambian de montura o se mandan a freír churros con matrimonial desparpajo. O así lo ven los papeles. Pues desde ayer la gran noticia es que Urkullu le guiña el pito de la chapela a Zapatero y le dice si tu nos dices ven dejamos al lendakari compuesto y sin referendum. A mí me suena a conversación de cuando el cigarrillo de después y a gestionarse la siguiente cita con la consabida promesa de dejar plantada a la legítima y legalizar el nuevo apaño. Disculpas para seguir mareando la perdiz.
La primavera temprana me tiene alterada la percepción política, que nunca fue muy fina, para qué vamos a engañarnos. Encima, en El País de hoy viene un mesurado artículo de Andrés de Blas en el que, plas, me tumba esa hipótesis tan rebuscada del post de ayer. Don Andrés, a quien vi echar sapos y culebras en una conferencia hace un trimestre, también opina que a los votantes nacionalistas les ha dado vértigo de altura y, por no asomarse al referéndum, han decidido bajar al valle del consenso y el cómo nos queremos todos en el fondo y que bendiga la Ceja esta unión indisoluble de los españoles de Empaña. Será mejor así, seguramente. Fue una aventura pasajera, una tentación autodeterminista que se cura al volver a casa y comerse los huevos con puntillas que prepara la santa como nadie, un calentón propiciado por los treinta años de la Constitución, que empieza a verse un poquito alopécica y a perder la tersura de sus preceptos. Bienvenidos a la casa de los padres de la Constitución, chicos, y nada de volver a discutir sobre el plato de las lentejas. Ahora sí que vamos a estar de cine y a convertirnos en un Estado comme il faut. Tiemblo de gozo.
Supongo que en cuestión de días se me curarán las reservas y se me aplacarán las desconfianzas. Pero, entretanto, lo de Urkullu me suena más a milonga que a tango. La ola de optimismo que nos invade no empaña el conservadurismo de los finos analistas. País de orden al fin y al cabo, seguimos pensando que la vida política se hace en pareja de las de toda la vida y descartamos con la mayor naturalidad el trío, y hasta el gang bang. Dice Urkullu que lo del referéndum se puede replantear y ya vemos al fiel PNV en brazos del gobierno de la nación, cual nuevo San Agustín arrepentido de su vida anterior de atorrante. Esta gente se cae del caballo talmente como Pablo de Tarso y reflexiona en el suelo con idéntica intensidad, mientras se rasca las partes magulladas.
Urkullu ha dicho más cosas, bastantes más, pero nos quedamos con lo que nos gusta. Dice que las condiciones del revolcón se pueden hablar e interpretamos que nos pide relaciones prematrimoniales, con promesa de esponsales incluida. Y monogamia, desde luego.
¿Tan poco le importa al PNV lo del referéndum? ¿Se cargaron a Imaz y ahora le brindan el siguiente toro? Raro, raro, raro. Parece como si el referéndum fuera un fin en sí mismo y no una manera de apretar las tuercas y de llevar más agua a su Concierto. ¿Por qué no se va a renunciar al referéndum, si se puede sacar tajada similar de otra manera? Zapatero anda buscando novios y estos vascos esquivos se ponen el traje de los domingos y le hacen unos requiebros. Dicen los sabios que porque han visto por donde van los votos y se sienten con más futuro yendo de la manita del PSOE y su gobierno que echándose al monte. Como si no hubiera quedado bien claro en estas elecciones qué destino aguarda a los que se lo montan de sostén de Zapatero por el bien del diálogo y la convivencia nacional. Aquí todo el mundo resalta lo que le ha costado a Rajoy ponerse faltón, pero no se hace suficiente hincapié en lo que han pagado IU y ERC por montárselo de sumisos con el cazurro. Envidiable destino el de don José Luis, pues los que le llevan la contraria no lo ganan y los que le siguen la corriente pierden.
Zapatero no puede pactar con un PNV arisco que esconda un referéndum en la liga, y el PNV sabe que la liga es lo de menos. Imagino que se hacen la ilusión de que con unos achuchones ahora todo se puede hablar. Sueñan con mojar lo mismo sin tantas brusquedades y piensan que Zapatero acabará poniéndoles a su nombre ese piso que quieren para sí, y Santa Rita, Rita. Ignoran, los muy truhanes, que este ZP se ha convertido de la noche del 9 a la mañana del 10 en estadista de tomo y lomo, con ideas claras y principios acrisolados. Lo han visto en la campaña atiborrarse de patria y de España, pero se ve que no se lo creen; o que se han convencido ellos mismos de que como en España ni hablar. Obnubilados están. ¿O no?
Desesperado por este escepticismo que me aísla, aprovecharé la Semana Santa para leerme las obras completas de Zapatero, y hasta las de Pepiño, en plan de ejercicios espirituales. Inocentes nos quieren Dios y d´Hondt.
La primavera temprana me tiene alterada la percepción política, que nunca fue muy fina, para qué vamos a engañarnos. Encima, en El País de hoy viene un mesurado artículo de Andrés de Blas en el que, plas, me tumba esa hipótesis tan rebuscada del post de ayer. Don Andrés, a quien vi echar sapos y culebras en una conferencia hace un trimestre, también opina que a los votantes nacionalistas les ha dado vértigo de altura y, por no asomarse al referéndum, han decidido bajar al valle del consenso y el cómo nos queremos todos en el fondo y que bendiga la Ceja esta unión indisoluble de los españoles de Empaña. Será mejor así, seguramente. Fue una aventura pasajera, una tentación autodeterminista que se cura al volver a casa y comerse los huevos con puntillas que prepara la santa como nadie, un calentón propiciado por los treinta años de la Constitución, que empieza a verse un poquito alopécica y a perder la tersura de sus preceptos. Bienvenidos a la casa de los padres de la Constitución, chicos, y nada de volver a discutir sobre el plato de las lentejas. Ahora sí que vamos a estar de cine y a convertirnos en un Estado comme il faut. Tiemblo de gozo.
Supongo que en cuestión de días se me curarán las reservas y se me aplacarán las desconfianzas. Pero, entretanto, lo de Urkullu me suena más a milonga que a tango. La ola de optimismo que nos invade no empaña el conservadurismo de los finos analistas. País de orden al fin y al cabo, seguimos pensando que la vida política se hace en pareja de las de toda la vida y descartamos con la mayor naturalidad el trío, y hasta el gang bang. Dice Urkullu que lo del referéndum se puede replantear y ya vemos al fiel PNV en brazos del gobierno de la nación, cual nuevo San Agustín arrepentido de su vida anterior de atorrante. Esta gente se cae del caballo talmente como Pablo de Tarso y reflexiona en el suelo con idéntica intensidad, mientras se rasca las partes magulladas.
Urkullu ha dicho más cosas, bastantes más, pero nos quedamos con lo que nos gusta. Dice que las condiciones del revolcón se pueden hablar e interpretamos que nos pide relaciones prematrimoniales, con promesa de esponsales incluida. Y monogamia, desde luego.
¿Tan poco le importa al PNV lo del referéndum? ¿Se cargaron a Imaz y ahora le brindan el siguiente toro? Raro, raro, raro. Parece como si el referéndum fuera un fin en sí mismo y no una manera de apretar las tuercas y de llevar más agua a su Concierto. ¿Por qué no se va a renunciar al referéndum, si se puede sacar tajada similar de otra manera? Zapatero anda buscando novios y estos vascos esquivos se ponen el traje de los domingos y le hacen unos requiebros. Dicen los sabios que porque han visto por donde van los votos y se sienten con más futuro yendo de la manita del PSOE y su gobierno que echándose al monte. Como si no hubiera quedado bien claro en estas elecciones qué destino aguarda a los que se lo montan de sostén de Zapatero por el bien del diálogo y la convivencia nacional. Aquí todo el mundo resalta lo que le ha costado a Rajoy ponerse faltón, pero no se hace suficiente hincapié en lo que han pagado IU y ERC por montárselo de sumisos con el cazurro. Envidiable destino el de don José Luis, pues los que le llevan la contraria no lo ganan y los que le siguen la corriente pierden.
Zapatero no puede pactar con un PNV arisco que esconda un referéndum en la liga, y el PNV sabe que la liga es lo de menos. Imagino que se hacen la ilusión de que con unos achuchones ahora todo se puede hablar. Sueñan con mojar lo mismo sin tantas brusquedades y piensan que Zapatero acabará poniéndoles a su nombre ese piso que quieren para sí, y Santa Rita, Rita. Ignoran, los muy truhanes, que este ZP se ha convertido de la noche del 9 a la mañana del 10 en estadista de tomo y lomo, con ideas claras y principios acrisolados. Lo han visto en la campaña atiborrarse de patria y de España, pero se ve que no se lo creen; o que se han convencido ellos mismos de que como en España ni hablar. Obnubilados están. ¿O no?
Desesperado por este escepticismo que me aísla, aprovecharé la Semana Santa para leerme las obras completas de Zapatero, y hasta las de Pepiño, en plan de ejercicios espirituales. Inocentes nos quieren Dios y d´Hondt.
Quizá tenga yo el día nublao, pero si el tema del post es "el PNV es un partido que para pillar poltrona está dispuesto a saltar de un alma a la otra", en plan "auto-metempsícosis", podíamos iniciar una serie.
ResponderEliminarLos siguientes podrían ser BNG, CiU, IU, PSOE, PP, Independientes de Lanzarote, Coalición Canaria, Comunión Tradicionalista Carlista y todos los demás.
Va, que creo que estos amoríos que relata usted son más de comedia costumbrista burguesa que de atrevida historia de amor fou. Pan nuestro de cada día.
¿Es esto "Public Choice Theory" o sobredosis de periódicos?