Un amable frecuentador de este blog pedía hace un par de días que debatiéramos "sobre el tema de tráfico, concretamente la nueva normativa que quieren aprobar y que obliga a todos los conductores a circular a 80 km/h en las circunvalaciones de las ciudades, ya que según el ministro de industria se reduce la contaminación".
Pero, querido amigo, ¿realmente hay algo que debatir? Se trata, por enésima vez, de distraer al personal a base de decir gilipolleces, de echar balones fuera haciendo el titiritero, como el que para tener disculpa para tirarse unos pedos dice que aquí falta aire y que cada uno debe ponerlo de donde pueda.
No, no, el tema interesante sobre el que gente experta debería empezar a opinar con fundamento y argumentos bien elaborados es este otro: qué clase de tara padecen personajes como el tal M. Sebastián y por qué al Presidente del Gobierno le gusta tanto rodearse de esa clase de narcisistas pajilleros y tontitos.
Para que no se diga, me permito recoger a continuación un artículo de Luis M. Alonso aparecido en La Nueva España ayer y que algo dice de lo de la reducción de velocidad en las circunvalaciones como método para ahorrar una barbaridad de energía y acabar con la crisis que nunca existió. Ahí va:
Ocurrencias de alto consumo. Por Luis M. Alonso.
A los gobiernos de Zapatero hay que reconocerles, al menos, la capacidad que tienen para entretenernos con todo tipo de ocurrencias y disparates. En mandato y pico se han dedicado con indudable éxito a descuajaringar España, o debilitarla hasta la anorexia como dice Rosa Díez, y en hacer, al mismo tiempo y aunque parezca imposible, que nos partamos de risa.
Admito mi debilidad por Pepiño Blanco, pero, para ser sincero, en estos momentos me resultaría difícil elegir al mejor de un elenco cómico, en el que no sólo han participado ministros sino también directores generales e incluso algún secretario de Estado. Carmen Calvo, María Antonia Trujillo, Moratinos; Bernat Soria, con las tallas; Solbes, con las propinas, incluso el propio Zapatero han tenido momentos realmente extraordinarios. Resultaría imposible acordarse de todos y mucho menos citarlos.
Lo penúltimo es lo de la bombilla de bajo consumo y los coches eléctricos de Miguel Sebastián, para ahorrar energía. Eso, sin hablar de la reducción del límite de la velocidad media en los accesos a las grandes ciudades y en las circunvalaciones, donde apenas se puede circular a veinte por hora a causa de los atascos y del intenso tráfico.
La oferta del dos por uno de las bombillas es insuperable por su dimensión anecdótica. La de la velocidad forma parte de la tendencia celtibérica a resolver los problemas en contra del sentido común y, a veces, hasta del progreso. El mismo Zapatero llegó a decir que la inflación no se dispararía de no ser por la cesta de la compra en la alimentación. Ergo, no coma usted.
Ahora que la economía se ha ralentizado, a Sebastián se le ocurre que circulemos menos rápido donde no siempre se puede circular, además, a mayor velocidad. Y se le ha encendido, de paso, la bombilla del bajo consumo. Yo espero que esto se le olvide, como lo de la dichosa corbata.
Tengo que reconocer que yo mantenía la opinión de que reducir la velocidad en las circunvalaciones de las grandes ciudades era una chorrada. Vivo en Barcelona y aquí se impuso esta medida hace unos meses. Se redujo la velocidad máxima permitida a 80 km/hora en los accesos a Barcelona. La mayoría despotricamos contra esta medida. Hasta el RACC publicó un informe contrario a dicha medida.
ResponderEliminarBien, hace un par de días se ha publicado un informe sobre los efectos de dicha medida. Parece ser que los accidentes y víctimas se han reducido ¡a la mitad! Además se han reducido los atascos. Como de sabios es rectificar no tengo problema en reconocer que me equivocaba y que bienvenida sea la medida. Espero que se extienda, aunque nada más sea para reducir los accidentes.
Sí, Rafael, cada vez que se habla de reducir la velocidad rodada se producen misteriosas descargas de testosterona que cortocircuitan incluso los cerebros que tienen la infrecuente costumbre de razonar.
ResponderEliminarEfectivamente, hay una serie de cuestiones (citas algunas de las más importantes: fluidez del tráfico, siniestralidad -frecuencia y gravedad-, y por supuesto consumos ... pero habría que añadir impacto ambiental -ruido y emisiones-) que se benefician todas de un moderado descenso en las velocidades.
Naturalmente, son todos efectos conocidos y perfectamente descritos hace decenios y decenios por los ingenieros de tráfico y mecánicos; cierto que no los ha descubierto ninguna de las presentes luminarias 'de bajo consumo' gubernativas.
Pero pragmáticamente: si es nuestra hermana crisis la que logra coger a contrapié al 'tic de la testosterona', pues bendita crisis.
Salud,