24 octubre, 2008

¿Igualdad de oportunidades?

El pasado día 22 miles de estudiantes siguieron la huelga convocada por el Sindicato de Estudiantes. La web del Sindicato muestra su raigambre marxista y su oposición al capitalismo. Todo perfectamente legítimo. Al plan de Bolonia y a la política universitaria actual se enfrenta el Sindicato porque considera que están en marcha una privatización encubierta de las universidades y un creciente clasismo. No entramos en esas tesis y en sus razones, pero preguntémonos: ¿debe la universidad ser ajena a la justicia social?
En un Estado que en su Constitución se dice social los poderes públicos están obligados a velar por la igualdad de oportunidades. ¿A qué compromete la igualdad de oportunidades cuando de educación superior se trata? ¿A qué todos accedan a la universidad si quieren? ¿A que cualquiera que desee un título universitario lo obtenga? Los recursos públicos no son ilimitados y la educación no es la única necesidad ciudadana que con ellos se debe atender. Por eso se ha de maximizar la utilidad social de dichos recursos. Si todo el que lo desea va a obtener un título universitario, a ser posible financiado por las arcas públicas, la injusticia social se mantiene y entre todos subvencionamos las carreras de todos, también las de los ricos. De ahí que una primera exigencia sea que los ricos paguen por sus títulos, incluso en la enseñanza pública, y paguen en proporción entre su riqueza y el coste de los estudios.
En segundo lugar, si la consigna es que todo el que se matricule en una carrera la culmine, bajando los niveles de exigencia lo que para ello sea necesario, la universidad no filtra en razón de la capacidad y el esfuerzo del alumno. Tendrán su título por igual el capaz económicamente humilde y el potentado de pocas luces. Y, de los dos, ¿cuál tiene más posibilidades de conseguir un buen puesto de trabajo en esta sociedad desigual? Por eso, en un Estado social la política universitaria debería asegurar dos cosas: que todos los intelectualmente aptos tengan sus títulos, sin discriminación por razones económicas, pero que sólo los intelectualmente aptos tengan sus títulos, sin igualar a la baja al grito de todo el mundo licenciado. El derecho al estudio lo tiene todo ciudadano; el derecho al título sólo el que lo merece; y el derecho al título gratis, sólo el que no pueda pagarlo, pero todo el que no pueda pagarlo. ¿Estarán de acuerdo con esto los Sindicatos “de clase”? ¿Algún sindicato "de clase" va a pedir alguna vez más rigor de profesores y universidades a la hora de repartir aprobados y parabienes a los estudiantes? Y, por cierto, ¿qué relación existe entre igualdad de oportunidades en este sentido y universidades privadas? ¿Nadie va a tener narices nunca, ni siquiera los sindicatos de "clase", para meter mano a las universidades privadas y a su particular sistema de promoción de pago para sus estudiantes? ¿A qué sector de la sociedad desigual favorece que las universidades privadas sean un coladero disfrazado de negocio boyante?

3 comentarios:

  1. Siempre he pensado que el fracaso de la Universidad, a más de deberse a la perniciosa endogamia sistemática (siempre es gracioso discutir acerca de esto con muchos de 'los de dentro') trae causa de un mal entendido igualitarismo.
    Yo creo que la Universidad no es para todos. Creo, por supuesto, que la Universidad pública debería ser accesible económicamente para cualquiera que superase un filtro demoledor para acceder a ella. Filtro, naturalmente, de preparación, cultura, demostración de esfuerzo, no de pasta. Y luego dotar las adecuadas becas para aquellos a quienes les fuese difícil/imposible costearse la Uni.
    Malentendido igualitarismo, además, porque la matrícula en España es una risa, que no cubre costes. Fíjese, pues, una matrícula adecuada (y penalizada en caso de segunda o ulterior, por cierto. y nada de 6 convocatorias. Dos y a la calle. Como mucho tres) y proporciónense becas (aquí habría que volver a hablar de retribución sobre base de esfuerzo; deberían tomarse algunas ideas de los centros superiores privados: valoración de docencia y despido de profesores incompetentes. Esto se moderaría, naturalmente, en quienes se centren en investigar, cuestión importantísima pero de la que no estamos hablando en este momento).
    También tiene su aquél lo de la expansión aberrante de la red de centros. Todo pueblecillo pretende tener su escuelita universitaria, su centrito, su 'lo que sea'. Aberración. Y, naturalmente, a las CCAA les ha parecido muy bien gastar un pastizaral en un montón de despachatítulos-de-tercera (obra pública, fondos nacionales, puestos administrativos... y doctorados hon(rr)oris causa). Y a los cátedros al uso, también: un colocadero para sus adláteres.
    Eso es idiota. Sería mucho más sensato optimizar recursos en centros adecuados (no dispersarlo en Símil-Academias-CEAC) y crear residencias universitarias adecuadas, debidamente becadas.
    Claro que todo debería partir de que el acceso a la Universidad Pública estuviese vedado a los vagos y a los inútiles. Esto es aplicable no sólo a los alumnos, claro, pero en este momento me estoy refiriendo a ellos. Cargarse la Selectividad es un error. Más bien debería condicionarse el acceso a CUALQUIER universidad. En cuanto a las Universidades Privadas, si éstan no pueden probar la calidad de su docencia (y a tal efecto acreditativo bastaría con que los exámenes válidos fuesen sólo los de los centros públicos: simple) ciérrense.
    Por cierto que varias de esas Privadas se valen de títulos no nacionales... bolonialmente jodido, me temo.
    En fin, no se me engañe, querido y respetado profesor: siendo cierto que hay mucho centro privado inadmisible, no es menos cierto que hay unos cuantos que caminan a milenios luz de la pública, que ha conseguido en las últimas décadas alcanzar las más altas cotas de la miseria.
    Cuando yo estudié en Zaragotham, mi Facultad era una de las más prestigiosas del negosi. Recibí docencia de sensacionales maestros (muchos de ellos catedráticos, algunos de ellos conocidos de V.) y viviendo aquí a nadie se le ocurría irse a Pamplona -un poner- a estudiar, pues Derecho, aquí, era una Facultad excelente. Y no había tantas salas de ordenadores ni hostias. Había PROFESORES y Bibliotecas adecuadas.
    Vaya ladrillo y qué escaso rigor argumental. Y qué pereza borrarlo, ahora que ya está escrito...

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  2. De acuerdo con el texto del post.

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  3. Gracias por el post.Me gusta tanto él como el comentario de Hans. Yo hice el Examen de Estado y era una buena criba: un escrito y dos orales, uno de Letras y otro de Ciencias y examen individual ante los tribunales de cinco miembros.
    Despues he vuelto dos veces a la universidad en los setenta y en este siglo. He podido comparar

    Por eso me gusta lo que decís. Algo habrá que hacer

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