El entrelazamiento de empresa y universidad empieza a tener algo de promiscuo. Es un noviazgo que se quiere fomentar, sacrosanto ayuntamiento bendecido por las autoridades todas, comenzando por las más progresistas, por supuesto. Quién nos lo iba a decir. Al paso que vamos, se comienza por proclamar que la universidad debe ser como una empresa, pero se acabará sentando que las empresas mismas ya son universidad bastante y que para qué más. A fin de cuentas, si lo importante es que títulos y titulados sirvan a los deseos de las empresas y satisfagan sus más íntimas necesidades, ¿por qué no han de ser las empresas las que a su aire y sin tantas vueltas formen a los universitarios que habrán de satisfacerlas?
Las relaciones son ya muy intensas y van viento en popa. Los ejemplos abundan. En muchas universidades las tarjetas de profesores y estudiantes llevan publicidad de algún banco o de una caja de ahorros. La tarjeta para quien la paga. Señorito, déme algo, lo que buenamente pueda, y le anuncio lo suyo. En algunas ciudades se prohíben los hombres-anuncio, pero tendremos universidades-anuncio. Uno circula por los pasillos de cualquier centro universitario y se va encontrando algo cada vez más parecido a una galería comercial, aquí el aula X, que tiene el nombre de la empresa que pagó las cortinas y la escayola, allá la sala de informática Y, con el anagrama de la que puso los ordenadores; hoy se convoca el premio de investigación que lleva el nombre de una empresa de transportes y mañana se crea la cátedra que porta la denominación de un laboratorio farmacéutico o de una inmobiliaria. Todo desinteresadamente, of course, pura filantropía. Son dineros que vienen muy bien a las universidades, aunque sea a costa de vender la virtud al mejor postor y para no tener que suplicarle tanto a la ministra de turno o al consejero que toque. Incluso la página web de la red Universia contiene publicidad de artilugios y viajes.
En una reciente y multitudinaria reunión convocada por el Ministerio de Ciencia e Innovación para intercambiar ideas sobre la próxima reforma de la Ley de la Ciencia se insistió en que las empresas hacen mucha falta en la universidad. Pero alguien levantó la mano y dijo que cómo no, si hasta la ministra y algún otro alto cargo de ese Ministerio tienen una empresa muy relacionada con la investigación científica. No me digan que no hay gente perversa y deslenguada.
Las relaciones son ya muy intensas y van viento en popa. Los ejemplos abundan. En muchas universidades las tarjetas de profesores y estudiantes llevan publicidad de algún banco o de una caja de ahorros. La tarjeta para quien la paga. Señorito, déme algo, lo que buenamente pueda, y le anuncio lo suyo. En algunas ciudades se prohíben los hombres-anuncio, pero tendremos universidades-anuncio. Uno circula por los pasillos de cualquier centro universitario y se va encontrando algo cada vez más parecido a una galería comercial, aquí el aula X, que tiene el nombre de la empresa que pagó las cortinas y la escayola, allá la sala de informática Y, con el anagrama de la que puso los ordenadores; hoy se convoca el premio de investigación que lleva el nombre de una empresa de transportes y mañana se crea la cátedra que porta la denominación de un laboratorio farmacéutico o de una inmobiliaria. Todo desinteresadamente, of course, pura filantropía. Son dineros que vienen muy bien a las universidades, aunque sea a costa de vender la virtud al mejor postor y para no tener que suplicarle tanto a la ministra de turno o al consejero que toque. Incluso la página web de la red Universia contiene publicidad de artilugios y viajes.
En una reciente y multitudinaria reunión convocada por el Ministerio de Ciencia e Innovación para intercambiar ideas sobre la próxima reforma de la Ley de la Ciencia se insistió en que las empresas hacen mucha falta en la universidad. Pero alguien levantó la mano y dijo que cómo no, si hasta la ministra y algún otro alto cargo de ese Ministerio tienen una empresa muy relacionada con la investigación científica. No me digan que no hay gente perversa y deslenguada.
Absolutamente de acuerdo. A eso sumémosle que la feria de títulos va seguida de procedimientos patentables acerca de cómo ganar más títulos (o afiches) en menos tiempo, así realmente no se aprenda mucho.
ResponderEliminarLas universidades se han convertido en un gran negocio, sostenible, a largo plazo, teóricamente altruista, y ejecutado por entidades sin ánimo de lucro. Que alguien por favor me explique la receta de este coctel...
Después de la broma de ayer, algo más serio.
ResponderEliminarSi se lee esto es fácil imaginar que van a hacer las empresas en la Universidad. Desde luego no I+D+I.
Los detalles de los datos de mi comentario anterior se pueden encontrar aquí (es un fichero pdf de 100 páginas). Es para aquellos que NO dan credibilidad a "El Mundo". O sea que vamos a ser "competitivos" por las que hilan!.
ResponderEliminarNo sé si en Historia del Derecho se estudian Las Siete Partidas; lo que sí sé es que, desgraciadamente, la parte de la Segunda dedicada a la Universidad es de mucha risa (a la manera de la madre de Mafalda cuando volvía del mercado diciendo entre carcajadas que había subido todo y su hija echaba de menos los tiempos en los que se hacía "una sana mala sangre"): "estudio es ayuntamiento de maestros et escolares que es fecho en algunt logar con voluntad et con entendimiento de aprender los saberes".
ResponderEliminar¿Conocéis esto:
ResponderEliminarEl Gobierno crea una 'wiki' para debatir el futuro de la universidad
http://foro2015.fecyt.es/
?
He intentado hacer un comentario recomendando un punto de partida, a saber, "El mito de la autonomía universitaria" y me ha saltado una ventana de "error!!!".
Salud, Mercedes
Efectivamente es un error "El Mito de la Autonomía Universitaria". Como fue un error la "Institución Libre de Enseñanza", y el dedicarse al estudio y la investigación, y tantas otras cosas que nos creimos hace ya demasiado tiempo. Hoy he conocido un caso de un chico joven (35 años) con un CV muchísimo mejor que un tipo mayor (más de 60 años), al que le han negado la acreditación a Profesor Titular, mientras que al otro lo han acreditado para Catedrático, de Áreas de Conocimiento muy cercanas. El joven tenía poca docencia, el mayor muchísmos cargos académicos.
ResponderEliminarSí Mercedes, todo es un error.
Por cierto Mercedes, ¿eres Mercedes?, tu amiga, la "química", ha decidido NO presentar los "papeles" para la acreditación de Cátedra, y eso que tiene TODOS los sexenios habidos y por haber, pero dice que no participa en semejante "patochada". Ahí ando intentando convencerla, pero ella insite. La verdad es que NUNCA ha tenido ningún cargo académico.
ResponderEliminarAmigo Lopera, ¿la reticencia de las empresas españolas y la mejor disposición de las de otros países tendrá algo que ver con los muy sui generis procedimientos de selección del profesorado universitario que se estilan por aquí y en otros países?
ResponderEliminarNo quiero tirar (más) piedras a nuestro propio tejado, pero si yo tuviera una gran empresa aquí -hipótesis inimaginable- también me lo pensaría dos veces.
Saludos cordiales.
Dificil pregunta.
ResponderEliminarTengo un hijo que decidió dejar el "mundo académico" y montar su propia empresa. Se lo pensó más de dos veces, pero al final tiró "p'alante". Tomó una decisión muy arriesgada: No pidió ninguna subvención oficial. Y le está costando mucho trabajo y esfuerzo que su empresa funcione, pero si al final del día (vaya anglicismo!) consigue que funcione será posible tener esperanza. Y no seremos Argentina!.
Porque lo que dice el fichero pdf que citaba esta mañana es que las empresas españolas GRANDES no creen en la Innovación. Las pequeñas pelean en un mundo muy difícil, pero la grandes viven de la subvención del Estado, o compran fuera casi todo. La empresa andaluza que aparece en el estudio, le quitan mañana la subvención de la Junta de Andalucía y su inversión en I+D+I es CERO euros!.
¿Para que sirven la Universidades esapñolas?. Para que un porcentaje altísimo de jóvenes estén "aparcados" antes de conseguir un trabajo "kleenex", es decir, como mucho saben hacer una cosa que una empresa puede utilizar, pero cuando eso que saben se queda anticuado, como los kleenex, se usan y tiran. Después hay un porcentaje bajísimo de estudiantes que se preparan para "resolver" problemas. De estos algunos se quedan en la Universidad, los demás no suelen ser apreciados por las empresas grandes pero suelen "buscarse la vida" muchos de ellos yéndose de España, otros montando sus propias empresas.
O sea, que sí te lo pensarías dos veces, y seguro que hasta te quedabas.
Otro día te cuento al experiencia de un amigo abogado, tipo brillante, que ha peleado por su bufete y lo ha convertido en uno de los mejores de España.
@lopera in the nest: abrazos a la excelente química que con todos los tramos posibles sabe preparar la mejor carrillera. ¡Eso sí que acredita!
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