En un magnífico artículo de ayer en La Nueva España se lamentaba el papelón de los dirigentes asturianos del PSOE y del PP, que dicen amén y agachan la cerviz ante lo que ordenen sus jerifaltes llamados nacionales (es un decir), perjudique o no a Asturias. Lo que se dice para esa Comunidad cabe por igual para muchas otras. Lo que el articulista lamenta especialmente es la escasa beligerancia de los rectores asturianos del PSOE, ahora que Zapatero está repartiendo la tortilla como más le conviene a él, a su “aparatchik” y a quienes tienen más fuerza para con él pactar o apoyarlo.
Dirigentes locales y dirigentes nacionales de los grandes partidos no son más que el haz y el envés del mismo problema, hoy por hoy irresoluble. El dirigente asturiano o extremeño o de donde sea no puede plantar cara seriamente a los mandamases estatales de su partido, pues, si lo hace, sus días de mando y carguete estarán contados. Siempre hay otro más sumiso dispuesto a subirse al carro a cambio de unas palmadas en el culillo y unas prebendas. ¿Que qué pena y que adónde vamos con políticos tan mierdecillas? Sí, pero es lo que hay. La política -con honrosísimas excepciones- se ha convertido, y más en las Autonomías, en refugio de soplagaitas y de gentes sin otro oficio o sin ganas de trabajar en un oficio serio. Echemos a todos éstos, si tanto nos fastidia su incompetencia y su ruindad.
Dirigentes locales y dirigentes nacionales de los grandes partidos no son más que el haz y el envés del mismo problema, hoy por hoy irresoluble. El dirigente asturiano o extremeño o de donde sea no puede plantar cara seriamente a los mandamases estatales de su partido, pues, si lo hace, sus días de mando y carguete estarán contados. Siempre hay otro más sumiso dispuesto a subirse al carro a cambio de unas palmadas en el culillo y unas prebendas. ¿Que qué pena y que adónde vamos con políticos tan mierdecillas? Sí, pero es lo que hay. La política -con honrosísimas excepciones- se ha convertido, y más en las Autonomías, en refugio de soplagaitas y de gentes sin otro oficio o sin ganas de trabajar en un oficio serio. Echemos a todos éstos, si tanto nos fastidia su incompetencia y su ruindad.
En cuanto a los líderes nacionales, tipo Zapatero o Rajoy, son prisioneros de quienes sí pueden ponerles las peras a cuarto, dentro de su partido y fuera de él. Zapatero sabe que no hay mayoría posible sin un Partido Socialista Catalán con muchos votos. Y los socialistas catalanes saben que para conseguir esos votos tienen que apretarle las tuercas a Zapatero y sacarle ventajas para Cataluña, incluso en detrimento de otras Comunidades, de la solidaridad, de la justicia social y, por supuesto, de cualquier idea cabal del socialismo (el socialismo era verde y se lo comió un burro; pregunta: ¿sabe usted el nombre del burrito?). Y lo mismo vale para Andalucía y otros territorios fuertes y grandes. A Rajoy le pasa otro tanto, ha que mejorar resultados en Cataluña e ir aflojando la pinta de centralista y poco sensible con los “derechos” de los catalanes, sean históricos o con leche. Y tampoco puede bajar en los lugares que controla, como Valencia o Madrid. Solución: ir con los de la feria y volver con los del mercado, para mantenerse él haciéndose que manda.
Consecuencia de todo lo anterior es que ninguno de los grandes partidos puede aspirar a gobernar si no apoya las ventajas de esas Comunidades Autónomas ricas y que están en condiciones de chantajearlos. O bien se evaporan las mayorías absolutas, si se hace auténtica política de Estado, o bien no cabe alcanzar el Gobierno, sin mayoría absoluta, a base de pactos, pactos que siempre tendrán que ser con partidos nacionalistas fuertes: catalanes, vascos, gallegos. O sea, que las comunidades políticamente más débiles y sin partidos nacionalistas de peso que puedan hacer de bisagra y, al tiempo, poner al PP y al PSOE en la tesitura de imitarlos para pillar vitos, están condenadas a la inanidad y a llevar las de perder: pringados for ever, últimos de la fila, comparsas. Todo, por supuesto, en el contexto de un país a cuyos ciudadanos se les ha insistido hasta el mareo en que no tiene ningún sentido, y hasta es “facha” hacer verdadera política de Estado, atendiendo al interés general antes que a los caprichos particulares de tribus, clanes y naciones de pacotilla con los morritos así. España es de fachas, vivan las otras naciones, que son progres aunque vayan de gris y marquen el paso de la oca.
¿Soluciones? Probable, ninguna. Posibles en teoría, pocas. La primera pasaría porque en las Comunidades desaventajadas y hoy impotentes la gente dejara radicalmente de votar al PSOE y al PP, para compensar en negativo los votos que esos partidos sacan a base de renunciar a las políticas de Estado y de decir en cada lado lo contrario de lo que manifiestan en otro. Ni un voto más, por sinvergüenzas y cretinos, por prostituirse y encamarse con los más fuertes. La segunda, compatible y hasta complementaria de la anterior, se apuntaría si comenzara a tener suficiente apoyo un partido que anteponga políticas globales y de interés general al puro afán por gobernar a cualquier precio y vendiéndose a los localismos. Si un partido tal llegara a votos y escaños suficientes para compensar el peso de los partidos nacionalistas y para meter el miedo en el cuerpo a PSOE y a PP, y hasta para tener un día la llave de la formación de Gobierno, las cosas empezarían a cambiar y volveríamos a tener un Estado en lugar de este imperio de mercachifles sin luces y sin principios.
Yo sé, a día de hoy, cuál es ese partido, y voy a votarlo y a apoyarlo en lo que pueda. ¿Y usted?
Consecuencia de todo lo anterior es que ninguno de los grandes partidos puede aspirar a gobernar si no apoya las ventajas de esas Comunidades Autónomas ricas y que están en condiciones de chantajearlos. O bien se evaporan las mayorías absolutas, si se hace auténtica política de Estado, o bien no cabe alcanzar el Gobierno, sin mayoría absoluta, a base de pactos, pactos que siempre tendrán que ser con partidos nacionalistas fuertes: catalanes, vascos, gallegos. O sea, que las comunidades políticamente más débiles y sin partidos nacionalistas de peso que puedan hacer de bisagra y, al tiempo, poner al PP y al PSOE en la tesitura de imitarlos para pillar vitos, están condenadas a la inanidad y a llevar las de perder: pringados for ever, últimos de la fila, comparsas. Todo, por supuesto, en el contexto de un país a cuyos ciudadanos se les ha insistido hasta el mareo en que no tiene ningún sentido, y hasta es “facha” hacer verdadera política de Estado, atendiendo al interés general antes que a los caprichos particulares de tribus, clanes y naciones de pacotilla con los morritos así. España es de fachas, vivan las otras naciones, que son progres aunque vayan de gris y marquen el paso de la oca.
¿Soluciones? Probable, ninguna. Posibles en teoría, pocas. La primera pasaría porque en las Comunidades desaventajadas y hoy impotentes la gente dejara radicalmente de votar al PSOE y al PP, para compensar en negativo los votos que esos partidos sacan a base de renunciar a las políticas de Estado y de decir en cada lado lo contrario de lo que manifiestan en otro. Ni un voto más, por sinvergüenzas y cretinos, por prostituirse y encamarse con los más fuertes. La segunda, compatible y hasta complementaria de la anterior, se apuntaría si comenzara a tener suficiente apoyo un partido que anteponga políticas globales y de interés general al puro afán por gobernar a cualquier precio y vendiéndose a los localismos. Si un partido tal llegara a votos y escaños suficientes para compensar el peso de los partidos nacionalistas y para meter el miedo en el cuerpo a PSOE y a PP, y hasta para tener un día la llave de la formación de Gobierno, las cosas empezarían a cambiar y volveríamos a tener un Estado en lugar de este imperio de mercachifles sin luces y sin principios.
Yo sé, a día de hoy, cuál es ese partido, y voy a votarlo y a apoyarlo en lo que pueda. ¿Y usted?
Bien que me gustaría votar al maestro Sosa Wagner, pero como encabeza la candidatura a las elecciones al Parlamento Europeo y al ser la circunscrpción el territorio nacional no le va a hacer falta mi voto porque saldrá fijo y por ese motivo votaré al NeoNazismo.
ResponderEliminarCuestión distinta son las elecciones generales próximas, ahí el voto útil para todo patriota es Rosa Díez sin duda alguna. ¿Pero estaría dispuesta la dirección de UPyD a darnos su voto a cambio en las municipales en aquellos pequeños municipios donde pudiésemos obtener concejales los patriotas?
Creo que no conoce usted a la representacion del PSOE en Cataluña, eso que llaman PSC(PSC-PSOE), y no me pregunte el porque de tan enrevesado nombre. Para empezar, eso no es el Partido Socialista Catalan, sino el Partido de los Socialistas de Catalunya, otro nombre que es evidentemente producto de una negociacion y de aqui su falta de encanto, que llega a tal punto que todo el mundo, incluso usted, se ven forzados a inventarse otro nombre.
ResponderEliminarLo segundo que hay que tener claro es que la delegacion del PSOE en Cataluña esta tan sujeta a la direccion nacional como otra cualquiera, la de Asturias por ejemplo, pueda estarlo. Lo demuestra el hecho estadistico de que jamas, ni un sola vez en 30 años de democracia ni uno solo de sus diputados ha dejado de seguir borreguilmente las instrucciones de voto del PSOE en el Parlamento.
El jefe indiscutible, ya que no carismatico de esta delegacion del PSOE en Cataluña, que no catalana, como su nombre oficial explica mas alla de toda duda, responde perfectamente a la acertada descripcion que usted ha hecho del dirigente autonomico, y en buena medida tambien nacional, del PSOE: un bueno para nada, alguien que jamas ha trabajado en nada util, y que toda su vida y progreso (mucho) lo ha hecho a la sombra del partido y siguiendo la norma de la obediencia absoluta. Otra cosa es que le echen cuento para que la cosa no cante tanto, pero nada mas. Lamento haberle decepcionado.