(Publicado esta semana en Gaceta Universitaria)
El Sindicato de Estudiantes ha convocado para el 4 de marzo una nueva huelga contra Bolonia. Vaya por delante el derecho de cada sindicato o grupo a protestar por lo que mejor le parezca y a hacerlo desde sus convicciones. También entre las huelgas generales las hay como huelgas políticas o contra el sistema establecido y como huelgas contra medidas concretas. Pero parece claro que una huelga puede tener tanto más éxito cuanto más abarcadoras y comunes sean las razones con que se justifique.
En el documento de convocatoria de tal Sindicato leemos, entre otras cosas, alabanzas a las pasadas acciones de los estudiante griegos como forma de sacar a la luz “todas las injusticias opresión y represión que sufre la juventud y la clase trabajadora en Grecia”, y se afirma que la juventud no puede tener un futuro digno bajo el capitalismo. Por su parte, un “padre de la patria” sentenciaba el domingo 14 en El País que afirmaciones como la de que se trata de privatizar la enseñanza universitaria son falsedades que “calan en algunos sectores del alumnado y favorecen posiciones radicales de grupos antisistema”, y se refería a “personas infiltradas en el movimiento, que tienen intereses ajenos a los universitarios para crear el desorden y descalificar al sistema”. Vieja táctica.
Un asunto tan importante puede desembocar en puro diálogo de sordos y cabe que, entre tales polos, los estudiantes acaben decidiendo en función de razones que no sean datos y juicios ponderados sobre lo que el sistema de Bolonia tenga de positivo o negativo. En la medida en que los estudiantes hayan de luchar en común por una universidad mejor o menos mala, deberán esmerarse en el análisis concreto de las reformas desde la óptica de lo que a todos concierne, por encima de sus adscripciones políticas o “de clase” y no con la vista puesta en lo que sea útil para otro tipo de fines políticos. Sin la confluencia basada en el interés en una universidad seria y una educación pública de calidad, sólo imperará la división y habrá tantas posturas como partidos e ideologías políticas en liza. Del mismo modo que trabajadores de diferente extracción y encaje partidista o sindical pueden acordar una huelga por motivos de interés común cuando esos motivos son claros, no puede esperarse ningún logro útil del movimiento estudiantil contra Bolonia si no se consigue que prevalezca en él un enfoque suficientemente aglutinador, basado en análisis bien calibrados y en propósitos suprapartidistas. Evitar la involución universitaria es una cosa; propugnar la revolución social es otra bien distinta, aunque también merezca respeto.
En el documento de convocatoria de tal Sindicato leemos, entre otras cosas, alabanzas a las pasadas acciones de los estudiante griegos como forma de sacar a la luz “todas las injusticias opresión y represión que sufre la juventud y la clase trabajadora en Grecia”, y se afirma que la juventud no puede tener un futuro digno bajo el capitalismo. Por su parte, un “padre de la patria” sentenciaba el domingo 14 en El País que afirmaciones como la de que se trata de privatizar la enseñanza universitaria son falsedades que “calan en algunos sectores del alumnado y favorecen posiciones radicales de grupos antisistema”, y se refería a “personas infiltradas en el movimiento, que tienen intereses ajenos a los universitarios para crear el desorden y descalificar al sistema”. Vieja táctica.
Un asunto tan importante puede desembocar en puro diálogo de sordos y cabe que, entre tales polos, los estudiantes acaben decidiendo en función de razones que no sean datos y juicios ponderados sobre lo que el sistema de Bolonia tenga de positivo o negativo. En la medida en que los estudiantes hayan de luchar en común por una universidad mejor o menos mala, deberán esmerarse en el análisis concreto de las reformas desde la óptica de lo que a todos concierne, por encima de sus adscripciones políticas o “de clase” y no con la vista puesta en lo que sea útil para otro tipo de fines políticos. Sin la confluencia basada en el interés en una universidad seria y una educación pública de calidad, sólo imperará la división y habrá tantas posturas como partidos e ideologías políticas en liza. Del mismo modo que trabajadores de diferente extracción y encaje partidista o sindical pueden acordar una huelga por motivos de interés común cuando esos motivos son claros, no puede esperarse ningún logro útil del movimiento estudiantil contra Bolonia si no se consigue que prevalezca en él un enfoque suficientemente aglutinador, basado en análisis bien calibrados y en propósitos suprapartidistas. Evitar la involución universitaria es una cosa; propugnar la revolución social es otra bien distinta, aunque también merezca respeto.
Yo quiero contar mi caso, que es el de muchos estudiantes de la ULE y ademas de no hace mas de 2 o 3 meses... Se convocó a gran parte del alumnado de la universidad de Leon a una supuesta "huelga contra el plan bolonia,no a la privatización de la enseñanza" en la que a los congregados se nos puso bajo determinadas banderas que no venían a cuento y coreando esloganes que tampoco venían a cuento; si es que la manifestación era únicamente contra el plan Bolonia,que se pudo observar que no sólo... Me parece que lo que dices en el texto es totalmente verdad; no se puede utilizar Bolonia con la excusa de ir a reunirnos a todos los estudiantes que estamos en contra del plan bolonia para reunirnos bajo banderas españolas tricolor; o como si fuesen la del pollo con su yugo y sus flechitas,me da igual... el que quiera manifestarse por la III República,que no convoque huelga contra el plan Bolonia; el que quiera reducir la inmigración,por que los inmigrantes traen toda suerte de despropósitos nacionales, que tampoco lo haga...
ResponderEliminarPero bueno, si quien convoca la manifestacion de entrada ya es de cierta tendencia,¿que pedimos?
Asi van las cosas, con los mandamases escojonándose (con perdón) de risas, ante nuestra unidad en las reivindicaciones y los tan inteligentes estudiantes que somos mezclando churras con merinas dia y noche, y para mas inri haciéndolo a destiempo... (se firmó el tratado de bolonia en el 99,y ¿empiezan las quejas años después?)
¡esto es España!
An+onimo
ResponderEliminarcada quisqui ir+a a las manifas con las banderas que quiera y las flechitas que le de la gana, no te jode tanta mano blanca.
Si,pero no contra bolonia, o por lo menos no diciendo que la manifestación es sólo contra Bolonia,por que de no ser así involucras a gente que no tiene por que sentirse identificada con lo que no se dice de la manifestación
ResponderEliminarAnonimo
ResponderEliminarentiendo el fondo de su comentario, pero es que no vea que conhazo convocar una manifa contra lo que sea y que nos prohiban a los que queramos asistir llevar tal o cual.
En esos casos Vd a lo suyo alejado de la parafernalia que no le interese y pensando que la unión hace más fuerza.
¿Se firmó un "Tratado de Bolonia" en el 99?
ResponderEliminarMuchas gracias por este texto y por tanta razón. No logramos separar los distintos objetivos políticos y los marchantes meten la mano en todas partes.
ResponderEliminar¿Que si cada uno tiene derecho a llevar lo que quiera a una manifestación? Parece simple decir que sí, pero cuando se organiza una manifestación, un colectivo trabaja para comunicarse por un medio (el medio de cuantos más mejor), y si llegan otros con sus enormes banderas, no solo están chupando de la capacidad de movilidad de un colectivo, sino que están interfiriendo en su mensaje.
Creo que esta es la queja del autor, que al final la manifestación no dice nada.