06 junio, 2009

Perseverando en el error

Supongamos que un país padece una hecatombe económica por causa de la escasa competencia de los que se ocupan de esos asuntos de la economía. Puede servirnos de muestra lo acontecido con la crisis que aún padecemos, crisis que provocaron o no supieron parar a tiempo los que desde los gobiernos y la dirección de las finanzas públicas abogaban por la desregulación y la supresión de todos los controles. Pues bien, ¿qué diríamos si los Estados insistiesen en continuar con esas mismas políticas y, para colmo, las pusieran en manos de las mismas escuelas económicas e idénticos personajes? Nos parecería estúpido y suicida, sin duda, y diríamos que semejante empecinamiento es síntoma de desorientación o mala fe.
Ahora vamos con la comparación. Llevamos décadas de reformas educativas, décadas de cambios radicales en la organización, los modos, los métodos y los contenidos de las enseñanzas primaria y secundaria. ¿Con qué resultado? Notable fracaso. Todos los estudios muestran que en educación España está a la cola de los países desarrollados, y todo el que tenga ojos y quiera ver se da cuenta de que nuestros estudiantes acaban el colegio o el instituto con peor preparación que hace treinta o cuarenta años, que ya es decir.
Hacían falta reformas en la enseñanza, pero las habidas han sido un camelo y una frustración. ¿Y qué hacemos? ¿Rectificamos y salvamos lo que aún podamos salvar? No. Ahora, tomando Bolonia como puro pretexto para dar gato por liebre y fingiendo que las consignas vienen de Europa, nos ponemos a reformar la enseñanza universitaria al ritmo que nos marcan los mismos que perpetraron los desaguisados en las escuelas y los colegios, con idénticas filosofías, los mismos conceptos y parecida frivolidad. No sólo no escarmentamos, sino que hacemos del empecinamiento virtud. Y aun hay quien llama reaccionario al que se opone a que ahora se carguen con impunidad idéntica lo que queda de la universidad. Hacen falta reformas, sin duda, pero salvo milagro, mal han de servir las de quienes ya han demostrado más que de sobra lo que valen sus doctrinas y a qué conducen sus inventos.
La universidad tiene que transformarse sobre la base del debate interno, la reflexión conjunta de todos sus profesores y estudiantes y la largueza de miras de los gobernantes. Lo que no tiene sentido es que el cambio lo dirijan los más torpes, los más pillos y los que hace mucho que no dan una simple clase como es debido porque se han vuelto simples burócratas y reformadores profesionales.

3 comentarios:

  1. Joder con la jornada de reflexión, nos hemos reunido a tomar algo 4 "fachas/os" y como el partido a que pertenecemos ESPAÑA 2000 no se presenta a estas europeas nos han dado libertad de voto o de abstenernos y después de invocar a todos los caídos por ESPAÑA vamos a votar (nosotros 4)a UPyD por querer creer que dentro de este sistema político de mierda habrá al menos un partido que evite la gomorrización galopante de este otrora Imperio y porque ese "ilustre desconocido" , en palabras de Jiménez Losantos refiriéndose al maestro Sosa Wagner tome contacto con los eurodiputados "de los nuestros" lo cual seguro que es fructífero para todos.
    ¡Suerte Maestro!

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