Me repito y me repetiré, no puedo evitarlo. Lo de la corrupción nacional a tope tiene una miga bárbara. Y démosle al término “nacional” cualquiera de sus sentidos, el que sea. La verdad es que se lo pasa uno de miedo estos días y es divertidísimo oír la radio o leer los diarios. Es como lo que hacían antes los de los pueblos, cuando abrían el periódico por la parte de las esquelas para ver quién había caído ayer. Pues lo mismo. Me parece memorable lo que me han dicho que ha soltado Buenafuente, supongo que en su programa, al decir que daba las gracias al PSC y a Convergencia porque han vuelto a poner a Cataluña en el mapa y porque ya se nos estaban acabando los chistes sobre el PP. Y muy entretenido lo de otro periódico de ayer, ya no sé cuál, que se preguntaba si será una campaña de “manos limpias” (¿por qué no “manos arriba”?) organizada por la judicatura o si estará saliendo así porque coincide. Yo creo que ni organización ni coincidencia, simplemente que el vaso rebosa y debajo de cualquier chisme ya se encuentra uno la mordida. Hasta los jueces y los fiscales lo ven, y, por tanto, ha de ser gordísimo.
Es una maravilla, un entretenimiento bárbaro y un desahogo de primera. No servirá de nada, pero que nos quiten lo bailao. Conozco algún país por esos mundos donde está procesado por corrupto hasta el palo de la bandera y, sin embargo, la corrupción no deja de crecer. Nos pasará igual, pero ya no sólo hablaremos de fútbol, y eso es un alivio.
Además de solazarnos con la lista diaria de variados trincones, sofisticados amigos de lo ajeno y nuevos ricos con pecado, no estaría mal que nos pusiéramos un poco exquisitos y dedicáramos algún rato a pulir el concepto de corrupción, más que nada para consolarnos colocando correctamente los adjetivos que corresponden, pues la pasta mangada no la va a devolver nadie y las condenas van a ser escasas y leves.
En el Diccionario de la Real Academia figura como cuarta acepción de corrupción la siguiente, que es la que viene al caso aquí: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. No está nada mal. Y de ahí debemos partir, no de las categorías penales, mucho más restrictivas. Además, el enfoque en términos puramente penales acarrea la consecuencia de que si los procesos terminan en absolución, se concluye que no hubo corrupción ninguna, como si la absolución penal, del delito, fuera por definición equivalente a la absolución moral o a dar por bueno, aceptable y justo lo que fuera que hubiera hecho el acusado.
Pero si corrupto es el que usa su influencia dentro de una organización para procurarse provecho propio, la lista de corruptos tenderá al infinito, y por ahí tenemos que empezar. Por muchos que sean los sumarios que se abran y los procesos que se inicien por razón de posible delito, por muchas noticias que en los periódicos salgan sobre consejeros autonómicos o secretarios generales empitonados por Garzón, eso no será más que una mínima parte de lo que se mueve y repta en las cloacas del país. Porque ¿qué significa “provecho económico o de otra índole”? Si yo apruebo a un alumno recomendado, para que su padre me deba un favor y me lo devuelva cualquier día, ¿soy corrupto? Me parece que sí. Pues, por esa regla de tres, pongan ustedes todos los ejemplos que se les ocurran y echen la cuenta de cómo debe de estar el patio. Media España debería manifestarse al grito de “Yo también soy Prenafeta (¿o es Premofeta?) y que me procesen ya”.
Y, puesto que hemos mencionado a Garzón, una preguntilla. ¿Es que en la Audiencia Nacional es él el único que se entera, porque los demás son ciegos y sordos, o será simple coincidencia? Y, en cuanto a los jueces de diversos lugares que han dado el paso adelante estos días, ¿son los más dispuestos o simplemente es que les tocó a ellos y cualesquiera otros habrían tirado para adelante de idéntica forma?
Ahora una plegaria entre todos: “Garzón & Cia, por vuestros muertos, instruid bien y no la c...”. Amén.
Es una maravilla, un entretenimiento bárbaro y un desahogo de primera. No servirá de nada, pero que nos quiten lo bailao. Conozco algún país por esos mundos donde está procesado por corrupto hasta el palo de la bandera y, sin embargo, la corrupción no deja de crecer. Nos pasará igual, pero ya no sólo hablaremos de fútbol, y eso es un alivio.
Además de solazarnos con la lista diaria de variados trincones, sofisticados amigos de lo ajeno y nuevos ricos con pecado, no estaría mal que nos pusiéramos un poco exquisitos y dedicáramos algún rato a pulir el concepto de corrupción, más que nada para consolarnos colocando correctamente los adjetivos que corresponden, pues la pasta mangada no la va a devolver nadie y las condenas van a ser escasas y leves.
En el Diccionario de la Real Academia figura como cuarta acepción de corrupción la siguiente, que es la que viene al caso aquí: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. No está nada mal. Y de ahí debemos partir, no de las categorías penales, mucho más restrictivas. Además, el enfoque en términos puramente penales acarrea la consecuencia de que si los procesos terminan en absolución, se concluye que no hubo corrupción ninguna, como si la absolución penal, del delito, fuera por definición equivalente a la absolución moral o a dar por bueno, aceptable y justo lo que fuera que hubiera hecho el acusado.
Pero si corrupto es el que usa su influencia dentro de una organización para procurarse provecho propio, la lista de corruptos tenderá al infinito, y por ahí tenemos que empezar. Por muchos que sean los sumarios que se abran y los procesos que se inicien por razón de posible delito, por muchas noticias que en los periódicos salgan sobre consejeros autonómicos o secretarios generales empitonados por Garzón, eso no será más que una mínima parte de lo que se mueve y repta en las cloacas del país. Porque ¿qué significa “provecho económico o de otra índole”? Si yo apruebo a un alumno recomendado, para que su padre me deba un favor y me lo devuelva cualquier día, ¿soy corrupto? Me parece que sí. Pues, por esa regla de tres, pongan ustedes todos los ejemplos que se les ocurran y echen la cuenta de cómo debe de estar el patio. Media España debería manifestarse al grito de “Yo también soy Prenafeta (¿o es Premofeta?) y que me procesen ya”.
Y, puesto que hemos mencionado a Garzón, una preguntilla. ¿Es que en la Audiencia Nacional es él el único que se entera, porque los demás son ciegos y sordos, o será simple coincidencia? Y, en cuanto a los jueces de diversos lugares que han dado el paso adelante estos días, ¿son los más dispuestos o simplemente es que les tocó a ellos y cualesquiera otros habrían tirado para adelante de idéntica forma?
Ahora una plegaria entre todos: “Garzón & Cia, por vuestros muertos, instruid bien y no la c...”. Amén.
Y más, y más...
ResponderEliminarEn estos momentos, los consistorios españoles son auténticas bandas criminales. Bandas que controlan desde abajo los partidos políticos a nivel autonómico y nacional. Los líderes pueden elegir entre hacerse los muy tontos o surfear la ola de mierda, a lo muy cínico. Me pregunto cómo quedaría el líder nacional que emprendiese una caza DENTRO DE SU PROPIO PARTIDO, descabezando ayuntamientos. ¿Acaso no arrastraría votos?
Entretanto, habrá que seguir votado minoritario.
Don GA: por cierto, magníficamente reivindicado Garzón. Es que todavía se oyen las voces de los que, con gran sentido de la justicia, insinuaban que cuando les pega a los suyos, es un prevaricador.
Hombre, aquí más que favores de ida y vuelta (que difícilmente se pueden evitar y tampoco veo la necesidad) se está hablando de mordidas, recalificación de terrenos para su posterior venta con el consiguiente beneficio,malversación, financiación de los partidos...
ResponderEliminarEl otro día Pujol dijo que mejor no revolver, que si le obligan tirará de manta. Y se quedó tan pichi, oiga.
Del famoso 3% de Cataluña, nunca más se supo, imagino que se referirá a eso. ¡Hay que joerse!
Pero si no es tan difícil, sólo hace falta transparencia y control. Auditorías cada cuarto de hora,oiga. Está claro que no interesa, no les interesa.
Por cierto,entre los chorizos y los que miran hacia otro lado,vamos a tener que edificar cárceles en alta mar...en plan Castillo de If.
Un cordial saludo.