17 octubre, 2009

Lo que hay

Tenemos el país, el sistema político y hasta la Constitución hechos unos zorros. Si quedara algo de materia gris, deberían unas cuantas cabezas pensantes sentarse con calma para examinar si esto tiene algún arreglo o si nos relajamos y gozamos. La vida real cada vez se parece más a una serie televisiva chusca y de humor dudoso o a un Gran Hermano lleno de horteras y cafres. Y la llamada opinión pública ya sólo opina de a qué concursante conviene echar antes de la casa, si a Rajoy, a Zapatero o a alguno de sus múltiples mamporreros.
La tragicomedia del PP también nos retrata, igual que nos retrata Zapatero. Sólo se habla de personas y personajes, no hay el más mínimo debate sobre ideas y los programas de los partidos se escriben en papel higiénico, con su destino natural. Las ideas no son más que ocurrencias que sólo se evalúan por el grado de simpatía o antipatía que nos merezca su emisor. El porqué de los sucesos políticos se analiza con total prescindencia de la política. Perdemos de vista las reglas del juego democrático y no puede ser de otra manera, puesto que, al parecer, ha desaparecido de nosotros toda capacidad para el pensamiento abstracto. El patio de la política es cada vez más similar a una tumultuosa reunión de una comunidad de vecinos exaltados y ruidosos.
Un sistema democrático sólo puede funcionar como asociación de individuos movidos por una convicciones capaces de filtrar sus intereses más pedestres. Pero aquí ya no quedan apenas ciudadanos libres y pensantes, sólo ovejas con nostalgia de rebaño. A los partidos ya no los aglutinan programas ni concepciones de la sociedad mejor, resta únicamente un gregarismo infame. Así, justo parece por definición lo que hagan los míos, aunque sea hoy una cosa y mañana su contraria. El discurso se torna ruido, las propuestas se quedan en el eslogan. Hay un gregarismo enfermizo y pueril. Es así dentro de los partidos, pero también en la sociedad al completo.
Ese individualismo insoslayable en democracia debe ir, además, acompañado por la lealtad a las reglas del juego común, pero para entender y apreciar las reglas del juego democrático en lo que valen es ineludible que tanto los políticos como la ciudadanía posean una mínima capacidad para el pensamiento abstracto. Mas tal capacidad ha hecho mutis por el foro y es reemplazada por un entramado de relaciones personales con fuerte carga emotiva. Primero los míos, que lo son por los vínculos emocionales que hemos ido tejiendo, y luego ya veremos. Cuando el espíritu grupal predomina no resta espacio para la discusión sobre el interés general y las reglas del juego son sustituidas por el juego con las reglas.
Dentro de los partidos políticos falta un referente serio que sirva de base para expurgar parásitos y valorar capacidades. Tanto los líderes como los subordinados piensan nada más que en términos de afectos y desafectos. El partido soy yo y el bien del partido será mi bien, pues ni a mí me mueve una idea sobre la polis ni los ciudadanos perciben que haya polis por ningún lado. Las instituciones se colonizan con leales a la causa personal y las acciones institucionales sólo se juzgan en razón de sus consecuencias partidistas. El Estado se vuelve envoltorio vacío, las normas jurídicas no tienen ya más utilidad que la propagandística y los espacios de la llamada democracia deliberativa pasan a ser los escenarios de una ópera bufa.
En este país nuestro es imposible saber a día de hoy con una mínima certeza cómo será la organización territorial del Estado a diez años vista, qué modelo de distribución de la riqueza regirá dentro de un lustro o de qué manera se organizarán pasado mañana los poderes estatales. La Constitución se hace gaseosa con los cantos de sirena de sus verborreicos guardianes. Todo está en el aire, todo se negocia al albur de cada coyuntura, los perros hambrientos se disputan a tirones los restos de una vieja piel, de una piel de toro.
Urge, urge mucho, una nueva transición, esta vez en serio. Pero no se caerá esa breva si el pueblo no toma cartas en el asunto. Deberíamos abuchear continuamente, insubordinarnos, desobedecer y romper algunas cosas. Pero el pueblo ni está ni se le espera; la democracia bien entendida, tampoco.
(Ilustraciones: Camilo Uribe)

4 comentarios:

  1. No puedo estar mas de acuerdo contigo en que en este país falta el pensamiento abstracto y la gente se mueve cual borreguillo, al sol que más le calienta. Y aparte de pensamiento abstracto, le falta autocrítica, porque muchos no saben ni por qué defienden las cosas ni por que votan, lo hace porque es bueno y el otro es progre/retro.

    No hay que entrar, en cambio, en la falacia en la que entran autores y pensadores como Sánchez Dragó (intencionadamente) al aseverar que el tener criterio es el votar a UPD. Está claro que a día de hoy es la alternativa más sólida, pero no por ello válida.

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  2. Yo creo más bien que lo que urge es la Primera Transición. Lo que se ha dado en llamar así, de forma errada, lo único que hizo fue entronizar el poder de los partidos políticos (herederos de las antiguas facciones del Desarrollismo Franquista), perpetuar la falta de división de los poderes públicos (que dependen todos del partido que prevalezca en el Legislativo), robustecer la estructura caciquil de los poderes territoriales gracias a un sistema de cómputo electoral canallesco y santificar una Jefatura del Estado carpetovetónica, casi Carlista, que ni siquiera se atreve a considerar la posibilidad de que una mujer pueda acceder por derecho al puesto que le corresponde (¡¡¡y mira que sería para echarse a temblar!!!). Yo no sé si usted, don Juan Antonio, que escribe este magnífico texto, les explicará esto a sus alumnos, pero quizás la posibilidad de que podamos demoler este despropósito pasa por ahí. Mientras no logremos meterle mano de verdad a la enseñanza todas las esperanzas serán vanas. Claro que, me acabo de meter en un funesto jardín, un puñetero círculo vicioso, porque, encontrándose la enseñanza secuestrada de forma tan brutal por los partidos políticos, sería menester acabar con su poder antes de soñar cambiarla. ¡Vaya putada de argumento!
    ¡A estas horas, se me hace todo una trampa! ¡Un terrible laberinto!

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  3. Exacto, el quid está en Gran Hermano, un mensaje con el móvil para expulsar al politicucho de turno (tendrían que poner una especie de bono para expulsar a 30 del tirón, incluso a partidos políticos completos). ¡Hala, hala! está usted expulsado (que le sustente la privada)...siguiente por favor.
    Exijo un ERE de chupópteros estatales, ya está tardando, oiga.

    ¿Pero cómo se les permite gestionar un país como si del monopoly se tratara? ¿Cómo se toleran sus privilegios:dietas,coches oficiales y pensiones desproporcianadas?
    Joer, si es para lo único que hay unanimidad...para la pasta a percibir. Y luego, algunos se permiten el lujo de censurar los sueldos y primas de empresas privadas que no han recibido subvenciones estatales. ¡Anda queee!
    ¿Algún partido político ha hablado de suprimir esas pensiones? miré usted, a mí me importa un bledo el sueldo que cobran (si se ajustara a resultados,claro) pero que tengan pensiones máximas con el mínimo de años y que éstas sean compatibles con cualquier otra, bien sea estatal o privada...pues va a resultar que me toca la nariz. Es que una se está volviendo pelín tiquismiquis, ya ve.

    Por cierto, a mí las propuestas me resultan preciosas, independientemente del partido que sean, pero una está un poco harta y lo que le interesa es los presupuestos. No puedo evitar sentimentalismos, ¡cachis!

    Un cordial saludo.

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  4. Directo y claro. ¿ Cómo no estar de acuerdo?

    Mientras se fortalece un régimen partitocrático, la Constitución ( no sé si ideal o real) se diluye y simplemente la sociedad civil ni está ni se le espera.

    ¿No creen?

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