Menuda noticia venía ayer, sábado, en La Vanguardia. Vean. Espeluznante. A lo mejor son todo infundios, en cuyo caso no estaría de más que el Tribunal, su Presidenta o quien corresponda aclarara las cosas como es debido y pusiera a cada cual en su sitio. Si no, pensaremos que el que calla otorga.
Es sobre la desesperadamente esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán. Fíjense en este párrafo de la noticia:
“Casas tiene el plácet del Gobierno para hacer un último intento de aprobar una sentencia interpretativa, sin anulación de artículos importantes del Estatut. Pero si fracasa el empeño, como es previsible, el debate quedará congelado hasta dentro de un año, para que no haya sentencia mientras los partidos catalanes preparan y celebran las próximas elecciones autonómicas”.
¿Puede caer más bajo un tribunal tan alto? ¿A la señora Casas no se le cae desde ahí arriba la cara de vergüenza? ¿Será ella realmente eso que a tenor de estas informaciones parece, una mandada, una machaca, la simple chacha del Gobierno? ¿De verdad le trae al fresco la Constitución de la que supuestamente es guardiana, junto con sus compañeros magistrados? ¿Qué busca para sí, qué quiere, qué pide, qué le pasa? A lo mejor nació tarde y se habría realizado mejor, como esmerada jurista, presidiendo el TOP o el Tribunal Supremo allá por los años cincuenta, bien dirigida por el gobierno de entonces e interpretando las Leyes Fundamentales como conviniera a Franco.
A ver si lo hemos entendido bien. Nos cuentan que la señora Casas tiene el visto bueno del Gobierno para hacer un intento más de que no se anule por inconstitucional ningún artículo del Estatut y piensa obedecer al Gobierno también si la jugada no sale, en cuyo caso se mete el asunto en el refajo y lo deja pendiente un año más, hasta después de las elecciones catalanas o hasta que un nuevo Tribunal esté por la labor que hay que estar. ¿Será posible tanta desfachatez? Y luego andamos criticando a Chávez, a los dictadorzuelos latinoamericanos y a tanta república bananera. Al lado de esta gente Fujimori era un hombre de Estado como la copa de un pino y un demócrata cabal, y Montesinos un verdadero padre de la patria.
Como hay magistrados de un lado y de otro que mantienen su criterio y no se doblegan a las presiones y a los contoneos del poder, resulta que, según se dice en ese periódico, la señora Casas “ha terminado por colmar la paciencia del Gobierno, hasta la exasperación”. Pero qué Gobierno ni qué exasperación ni qué paciencia ni qué niño muerto. So indecentes.
¿Dónde dice la Constitución que el Tribunal Constitucional deba velar por los intereses de algún partido o dónde se establece que tenga su Presidencia que someterse a las órdenes de cualquier gobierno? La Constitución sienta que los miembros del TC serán independientes en el ejercicio de su mandato y la propia jurisprudencia constitucional ha declarado en tiempos cosas tan elementales como que “en el recurso de inconstitucionalidad el Tribunal Constitucional garantiza la supremacía de la Constitución, es decir, un interés público objetivo” (STC 86/1982). La supremacía de la Constitución, caramba, no del Gobierno o de cualquier otro grupo; un interés público objetivo, demonios, no intereses subjetivos de nadie, sean políticos, económicos o de cualquier otro género.
Se supone, o se suponía, que en estos órganos colegiados se funciona así: se debate todo lo que haya que debatir, se vota y se resuelve lo que determine la mayoría, aun cuando quepan votos particulares de los que estén en minoría y discrepen. Y punto. Lo que no cabe y es propio de mentes que o son abominablemente pueriles o de un cinismo desmelenado, o ambas cosas, es lo de andar haciendo votaciones informales para ver cómo están las cosas y no votar en serio mientras las cosas no estén como la Presidencia quiere. Eso puede ocurrir en un patio de colegio o en Somalia -que me perdonen los somalíes y que no me secuestren en mi bañera por andar comparando-, pero aquí no, salvo que la Constitución se haya convertido en puro desecho y nadie nos haya avisado.
Aquí publicas un cómic defendiendo a Hitler o vas a una manifestación para apoyar a un grupo que quiere subvertir el orden constitucional y te empluman, cosa que en este momento no califico ni bien ni mal, pero subviertes el orden constitucional desde la Presidencia misma del Tribunal Constitucional y no pasa nada, absolutamente nada, y hasta andas dando conferencias por ahí sobre la Constitución y sus garantías. Lo nunca visto, al menos desde que palmó Franco.
Luego van algunas lumbreras políticas catalanas, como ese señor Mas al que Zapatero se la da con queso cada vez que quiere, mientras muchos altos cargos de su partido se la dan a sí mismos con caviar, y dice que si el Tribunal Constitucional falla contra el Estatuto es porque ese Tribunal no es más que un poder fáctico sometido a las órdenes de Madrid. En cambio, si sentencia que todo muy bien y muy bonito, ni es fáctico ni es sumiso, aunque el Gobierno le esté dando órdenes para que así proceda y su Presidenta se ponga en pompa ante Zapatero y la Vicepresidenta sin el menor recato.
Al final, cada cual pasará a la Historia como lo que es.
Conste, para acabar, que nada de lo que digo depende de que el contenido de la sentencia pueda ser uno u otro. Esto y a estas alturas ya no se arregla ni con una sentencia declaratoria de la constitucionalidad del Estatuto ni con una que invalide cualquiera de sus normas. Este Estado nuestro es definitivamente fallido y sólo es cuestión de tiempo para que acabe de pudrirse. Pero, como ya apesta, se está llenando de gusanos.
Un servidor en cuanto se prejubile se pira para Sebastopol o la Conchinchina y ahí os las den todas, Emilia & Cia. Tú obedece al macho dominante y calla, como las mujeres de antes.
Es sobre la desesperadamente esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán. Fíjense en este párrafo de la noticia:
“Casas tiene el plácet del Gobierno para hacer un último intento de aprobar una sentencia interpretativa, sin anulación de artículos importantes del Estatut. Pero si fracasa el empeño, como es previsible, el debate quedará congelado hasta dentro de un año, para que no haya sentencia mientras los partidos catalanes preparan y celebran las próximas elecciones autonómicas”.
¿Puede caer más bajo un tribunal tan alto? ¿A la señora Casas no se le cae desde ahí arriba la cara de vergüenza? ¿Será ella realmente eso que a tenor de estas informaciones parece, una mandada, una machaca, la simple chacha del Gobierno? ¿De verdad le trae al fresco la Constitución de la que supuestamente es guardiana, junto con sus compañeros magistrados? ¿Qué busca para sí, qué quiere, qué pide, qué le pasa? A lo mejor nació tarde y se habría realizado mejor, como esmerada jurista, presidiendo el TOP o el Tribunal Supremo allá por los años cincuenta, bien dirigida por el gobierno de entonces e interpretando las Leyes Fundamentales como conviniera a Franco.
A ver si lo hemos entendido bien. Nos cuentan que la señora Casas tiene el visto bueno del Gobierno para hacer un intento más de que no se anule por inconstitucional ningún artículo del Estatut y piensa obedecer al Gobierno también si la jugada no sale, en cuyo caso se mete el asunto en el refajo y lo deja pendiente un año más, hasta después de las elecciones catalanas o hasta que un nuevo Tribunal esté por la labor que hay que estar. ¿Será posible tanta desfachatez? Y luego andamos criticando a Chávez, a los dictadorzuelos latinoamericanos y a tanta república bananera. Al lado de esta gente Fujimori era un hombre de Estado como la copa de un pino y un demócrata cabal, y Montesinos un verdadero padre de la patria.
Como hay magistrados de un lado y de otro que mantienen su criterio y no se doblegan a las presiones y a los contoneos del poder, resulta que, según se dice en ese periódico, la señora Casas “ha terminado por colmar la paciencia del Gobierno, hasta la exasperación”. Pero qué Gobierno ni qué exasperación ni qué paciencia ni qué niño muerto. So indecentes.
¿Dónde dice la Constitución que el Tribunal Constitucional deba velar por los intereses de algún partido o dónde se establece que tenga su Presidencia que someterse a las órdenes de cualquier gobierno? La Constitución sienta que los miembros del TC serán independientes en el ejercicio de su mandato y la propia jurisprudencia constitucional ha declarado en tiempos cosas tan elementales como que “en el recurso de inconstitucionalidad el Tribunal Constitucional garantiza la supremacía de la Constitución, es decir, un interés público objetivo” (STC 86/1982). La supremacía de la Constitución, caramba, no del Gobierno o de cualquier otro grupo; un interés público objetivo, demonios, no intereses subjetivos de nadie, sean políticos, económicos o de cualquier otro género.
Se supone, o se suponía, que en estos órganos colegiados se funciona así: se debate todo lo que haya que debatir, se vota y se resuelve lo que determine la mayoría, aun cuando quepan votos particulares de los que estén en minoría y discrepen. Y punto. Lo que no cabe y es propio de mentes que o son abominablemente pueriles o de un cinismo desmelenado, o ambas cosas, es lo de andar haciendo votaciones informales para ver cómo están las cosas y no votar en serio mientras las cosas no estén como la Presidencia quiere. Eso puede ocurrir en un patio de colegio o en Somalia -que me perdonen los somalíes y que no me secuestren en mi bañera por andar comparando-, pero aquí no, salvo que la Constitución se haya convertido en puro desecho y nadie nos haya avisado.
Aquí publicas un cómic defendiendo a Hitler o vas a una manifestación para apoyar a un grupo que quiere subvertir el orden constitucional y te empluman, cosa que en este momento no califico ni bien ni mal, pero subviertes el orden constitucional desde la Presidencia misma del Tribunal Constitucional y no pasa nada, absolutamente nada, y hasta andas dando conferencias por ahí sobre la Constitución y sus garantías. Lo nunca visto, al menos desde que palmó Franco.
Luego van algunas lumbreras políticas catalanas, como ese señor Mas al que Zapatero se la da con queso cada vez que quiere, mientras muchos altos cargos de su partido se la dan a sí mismos con caviar, y dice que si el Tribunal Constitucional falla contra el Estatuto es porque ese Tribunal no es más que un poder fáctico sometido a las órdenes de Madrid. En cambio, si sentencia que todo muy bien y muy bonito, ni es fáctico ni es sumiso, aunque el Gobierno le esté dando órdenes para que así proceda y su Presidenta se ponga en pompa ante Zapatero y la Vicepresidenta sin el menor recato.
Al final, cada cual pasará a la Historia como lo que es.
Conste, para acabar, que nada de lo que digo depende de que el contenido de la sentencia pueda ser uno u otro. Esto y a estas alturas ya no se arregla ni con una sentencia declaratoria de la constitucionalidad del Estatuto ni con una que invalide cualquiera de sus normas. Este Estado nuestro es definitivamente fallido y sólo es cuestión de tiempo para que acabe de pudrirse. Pero, como ya apesta, se está llenando de gusanos.
Un servidor en cuanto se prejubile se pira para Sebastopol o la Conchinchina y ahí os las den todas, Emilia & Cia. Tú obedece al macho dominante y calla, como las mujeres de antes.
(Ilustración: Camilo Uribe)
Tal vez el único miembro del TC que ha demostrado tener cierto criterio independiente sea Aragón Reyes. El resto se atienen a los intereses de quienes les nombraron. En lugar de magistrados deberían recibir el nombre de "lacayos" en el TC.
ResponderEliminarYa lo estoy viendo en el CP..." el que secuestrare a un ciudadano español en su bañera será castigado con la pena bla bla bla.."
ResponderEliminar