08 diciembre, 2009

Pérez-Reverte sigue retratando este país de imbéciles que se creen progres

En esta España que no se puede llamar España sin tentarse los presupuestos, lo que más importa es cómo se dicen las cosas, no cómo son. Siempre ha habido mucho idiota, pero ahora, además, proliferan las tontas como los hongos en otoño. Se lo hacen con la lengua y con la lengua misma le ponen el condón al idioma. Piensan que liberarse de viejos yugos es eso. Pobres, algún tío ha vuelto a engañarlas, mientras les restriega una ceja en el seso.
Bueno, lean el caso que cuenta don Javier y luego díganme si no va siendo hora de dar un puñetazo encima de la mesa, aunque sea con las tetas.
Se titula "Chantaje en Vigo". Pinchen aquí y lo verán.

5 comentarios:

  1. Lo mejor de los artículos de Pérez-Reverte no es ya el propio escrito, que en ocasiones como éstas viene a retratar la estulticia con habitual acierto, sino la caterva de imbéciles que le pondrán a parir por los foros del buenismo feminazi. Si se busca un poco puede uno reírse a mandíbula batiente.
    Perdón, he dicho sólo "imbéciles". Me refería a "imbéciles" y a "imbécilas".

    ResponderEliminar
  2. ¿Qué pretende el puñetazo sobre la mesa, y qué logra, desde el punto de vista periodístico? Revisemos críticamente parte de lo dicho, insinuado u omitido.

    1) ¿Abundantes descalificaciones (“gilipollez”, “feminazis”, “borregos”, “ignorancia nacional”, “analfabeta”, “estupidez”, “tontos”, “idiotez”, “disparate”, “imbecilidad” …)?

    2) ¿Aparente denuncia de delitos (“chantaje”, “clase política prevaricadora”, “negocios de subvenciones e influencias”, …)? No aporta informaciones específicas.

    3) ¿Cuestión típicamente española ("España, líder de Europa y pasmo de Occidente" …)? Pero el lenguaje mercantil libre de marcas de género está generalizado en Occidente. Ejemplo alemán.

    4) ¿Zanjan las normas de la Academia cualquier cuestión de interpretación jurídica? ¿Son de rango superior al reglamento o legislación criticado? Ni la Academia tiene legitimidad legisladora, ni la interpretación se agota en los diccionarios.

    5) ¿Pleonasmos pretendidamente informativos (“un procedimiento judicial de incierto resultado”)? ¿Cuáles serán a su juicio los procedimientos judiciales de resultado predeterminado?

    6) ¿Cuentan los idiomas con una “lógica natural”? Los idiomas son códigos convencionales.

    7) Omite referir su condición de académico. (Lo que el soso periodismo anglosajón llama “disclosure”). O piensa que el lector no lo sabe, e incurre en conflicto de intereses, o piensa que lo sabe, y manifiesta vanidad.

    8) Finalmente, omite cualquier información relativa al contexto histórico y social donde nacen las políticas que critica. Por ejemplo, que su misma Real Academia sólo ha admitido académicas no honorarias desde 1978 (Conde) -10% sobre 296 años de historia. O que hoy tiene 4 académicas (Matute, Iglesias, Salas y Fernández-Ordóñez) –9% sobre 43 asientos no vacantes. ¿Calla sobre el sexismo social e institucional, calla sobre el sexismo en el lenguaje?

    Resumiendo. Descalifica pesadamente. Insinúa la existencia de delitos que no documenta. Desinforma generosamente (sobre el panorama legislativo europeo contemporáneo, sobre cuestiones jurídicas básicas, sobre lingüística). No cita documentos ni fuentes concretas, optando por la generalización. O incurre en conflicto de intereses, o demuestra vanidad. Silencia el contexto histórico y social de sexismo, que casualmente afecta sustancial y demostrablemente a la institución que elogia de forma aparentemente independiente.

    Bueno, juzgarán ustedes mismos qué nivel de periodismo se ha demostrado.

    Lo paradójico es que el hecho nominal –el probable exceso administrativo, unido al sentimiento de indefensión ciudadana– y su consecuencia –el desprestigio de las políticas de igualdad, suministrando armas y argumentos a sus enemigos– merecen comentario, y cómo. Pero para pasar de la diatriba de café al periodismo solvente hay que respetar condiciones perfectamente codificadas por la práctica profesional. No vale la excusa del artículo de opinión. También para éstos hay que documentar los hechos, desvelar los propios vínculos, respetar a las partes, informar sobre las generalidades aplicables, proveer de contexto, razonar las deducciones que se sigan de lo anterior. Y a partir de ello, proponer las propias conclusiones.

    Vale la pena recordar (con mi negrita) un desdoblamiento algo menos irónico que el de “albañil y albañila” -y un pelín más clásico, quién sabe si algo feminazi-; que la Academia me perdone.

    Myo Çid Roy Diaz / por Burgos entroue,
    en sue conpaña / sessaenta pendones;
    exien lo ueer / mugieres e uarones,
    burgeses e burgesas
    / por las finiestras sone,
    plorando de los oios, / tanto auyen el dolore.
    De las sus bocas / todos dizian una razone:
    'Dios, que buen vassallo, / si ouiesse buen señore!'

    (Poema del Cid, vv. 15-20)

    ¡Dios, qué buen periodista, si respetase las reglas básicas del periodismo!

    Salud,

    ResponderEliminar
  3. Así quedaría el anuncio de Manolo, el amigo de Arturo:

    "Una de las escasas empresas solventes que quedan en España, busca persona que realice auditorías. Se ruega no tocar los cojones al único empresario que crea empleo."

    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  4. En mi arrogante opinión, Pérez Reverte encaja magníficamente en este país de imbéciles...

    ResponderEliminar
  5. Ciertamente, Pérez Reverte encaja perfectamente en este país de imbéciles. En ocasiones, resulta positivo tener un punto de referencia distinto al resto.

    Otro artículo fantástico...
    http://xlsemanal.finanzas.com/web/firma.php?id_edicion=4767&id_firma=10211

    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar