Voy a mandar para mi próxima columnilla en El Mundo de León este texto que acabo de redactar y que a ustedes, amigos, les anticipo. La noticia que me puso así de optimista pueden verla aquí.
Me quedo la mar de tranquilo y consolado cuando me cuentan que el examen del yacimiento de Lancia, para ver si se conserva y se protege o si lo alisamos en nombre del progreso y la cultura, lo hace una empresa privada. No vas a comparar el grado de independencia que tiene cualquier empresa de particulares frente a, por ejemplo, un equipo de investigadores universitarios, pues éstos siempre están pendientes de complacer a quien les paga y de que los vuelvan a contratar el mes que viene. También me llena de alegría descubrir que el informe de esa empresa tan suya propone que todos esos vestigios arqueológicos de Lancia se conserven de la manera que mejor asegure que nadie los toque ni los ande desordenando: pasándoles la autovía por encima. Mano de santo, oye.
Porque, para empezar, ya está todo muy deteriorado y los arqueólogos privados empiezan a aburrirse de que las ruinas se encuentren siempre arruinadas y de que no haya manera de dar con un edificio de dos mil años con las piedras en su sitio y la grifería intacta. Lo cual me recuerda que una vez iba un servidor con unos colegas por Sicilia, nada menos, y, mientras recorríamos templos griegos y todo tipo de joyas vetustas, había una señora bruta–podría haber sido un señor igual de cafre, pero coincidió que era una dama- que no paraba de murmurar con enfado que aquello estaba todo roto y todo viejo y que ella no le veía la gracia. Deberían los sicilianos tapar con una autopista guapa el templo de Segesta o los de Selinunte, para que se conserven mejor y no den esa impresión de antigualla. Porque lo que, al parecer, nuestra empresa aconseja aquí es que el yacimiento de Lancia se salvaguarde poniendo sobre él primero arena, luego una malla especial y, por último, la A-60, a fin de que no sigan deteriorándose esas piedras y de que el día de mañana cualquiera que desee echar un vistazo a los restos de las casas o las termas de hace casi dos mil años pueda tranquilamente apartar el asfalto y asomarse, sin más. Lo que no he visto es si a la calzada de la autovía le van a colocar unas bisagras o una cremallera, a fin de que podamos combinar de modo tan innovador cultura, patrimonio y progreso veloz.
Me quedo la mar de tranquilo y consolado cuando me cuentan que el examen del yacimiento de Lancia, para ver si se conserva y se protege o si lo alisamos en nombre del progreso y la cultura, lo hace una empresa privada. No vas a comparar el grado de independencia que tiene cualquier empresa de particulares frente a, por ejemplo, un equipo de investigadores universitarios, pues éstos siempre están pendientes de complacer a quien les paga y de que los vuelvan a contratar el mes que viene. También me llena de alegría descubrir que el informe de esa empresa tan suya propone que todos esos vestigios arqueológicos de Lancia se conserven de la manera que mejor asegure que nadie los toque ni los ande desordenando: pasándoles la autovía por encima. Mano de santo, oye.
Porque, para empezar, ya está todo muy deteriorado y los arqueólogos privados empiezan a aburrirse de que las ruinas se encuentren siempre arruinadas y de que no haya manera de dar con un edificio de dos mil años con las piedras en su sitio y la grifería intacta. Lo cual me recuerda que una vez iba un servidor con unos colegas por Sicilia, nada menos, y, mientras recorríamos templos griegos y todo tipo de joyas vetustas, había una señora bruta–podría haber sido un señor igual de cafre, pero coincidió que era una dama- que no paraba de murmurar con enfado que aquello estaba todo roto y todo viejo y que ella no le veía la gracia. Deberían los sicilianos tapar con una autopista guapa el templo de Segesta o los de Selinunte, para que se conserven mejor y no den esa impresión de antigualla. Porque lo que, al parecer, nuestra empresa aconseja aquí es que el yacimiento de Lancia se salvaguarde poniendo sobre él primero arena, luego una malla especial y, por último, la A-60, a fin de que no sigan deteriorándose esas piedras y de que el día de mañana cualquiera que desee echar un vistazo a los restos de las casas o las termas de hace casi dos mil años pueda tranquilamente apartar el asfalto y asomarse, sin más. Lo que no he visto es si a la calzada de la autovía le van a colocar unas bisagras o una cremallera, a fin de que podamos combinar de modo tan innovador cultura, patrimonio y progreso veloz.
El yacimiento puede resultar produtivo, atraer a turistas y curiosos. No conozco lo suficiente ese tema (vivo un poco lejos), pero me parece una pena para los que alli habitáis.Y seguro que compensa a todos encontrar una solución alternativa. Yo creo que les compesaría incluso económicamente si lo publicitan bien.
ResponderEliminarOiga, pues si tan importantes son las piedras encontradas, que no construyan la autovía. Seguramente una ruta turística por la zona sería más productiva.
ResponderEliminarDe todas maneras, no todas las piedras son de interés que quiere que le diga.
Un cordial saludo.
Es que como la iniciativa privada no hay nada y para muestra le mando otro botón:
ResponderEliminarhttp://apudepa.blogia.com/2009/051901-vandalismo-en-cueva-chaves-en-bastaras-huesca-.-apudepa-responsabiliza-a-la-prop.php
¡ Que mala pata mecachis !, para contrarrestar el daño infringido al pobre propietario bien haría el gobierno de la nación en compensarle, pagandole la tonelada de carbón de las cuencas asturleonesas a precio de jabugo 5 jotas y 1 sardana.
Me temo que es algo cotidiano:
ResponderEliminarhttp://www.culturaclasica.com/?q=node/3896
(Athini Glaucopis)